Cuando ellos dicen jura lealtad, yo digo…
mi boca es un fantasma // una boca que intenta decir lo
siento y le salen solo humo y niebla // le salen solo ciudadana, bala y semilla
// mi país es una máquina // un conjuro de mal tiempo // una pluma entrelazada
en el pelo negro de mi madre // quiero decir, su pelo teñido // quiero decir,
su pelo hace juego con mi país // tan brillante y tan de prestado y tan pintado
// mi país es un número
o sea,
es 1948 y mi tatarabuela extiende la masa del pan con
las manos // y mi otra tatarabuela reza con las manos // una mira su tierra
desaparecer // la otra construye su casa en una tierra que va a desaparecer
mi país es una cola en el aeropuerto un año de
autopistas un entreacto // mi país es síndrome de Estocolmo // es una boca
inmigrante que dice gracias que dice por favor que dice // mi país no es país
sino fantasma // no es nadie sino fantasma // mi país está muerto // mi país es
nombrar a los muertos // darles su sal
mi país es una boca intentando jurar pero solo le sale
sal // mi país es una boca y nadie puede pronunciar mi nombre // quiero decir,
mi país olvida mi nombre // quiero decir, mi país está siempre pidiendo mi
nombre // y yo siempre lo digo dos veces // lo deletreo, como una dirección //
mi país es un número
o sea,
es 1967, y los líderes árabes gritan y todas las madres
se aferran // a los hijos que han dejado y mi bisabuela pone a mi madre un
nombre, // nostalgia, mientras mi otra bisabuela pone a mi padre un nombre, //
fusil, // mi país es todo fantasma // mi abuela es toda fantasma // mi abuela
es un país, quiero decir, mi abuela es mi país // quiero decir, mi país es una
mentira es una casa vaciada es mil cajas de cartón // mi país es ¿te acuerdas
de cuando dejamos Akka? // quiero decir, Gaza // quiero decir, Homs // mi país
es un número
o sea,
es 1990 // mi madre está cruzando una frontera, quiero
decir, un desierto, quiero decir, la vida // yo camino pegada a ella // estoy
prestando atención // quiero decir, estoy aprendiendo a rezarle a una bandera
// quiero decir, estoy aprendiendo inglés // quiero decir, estoy olvidando el
árabe
o,
es 1994 y me estoy enamorando de un chico blanco // un
hábito que nunca dejé
o,
es 2006 y mis abuelos se niegan a ser evacuados // no
huirán de otra guerra // y yo me paso el verano soñando con inundaciones //
coleccionando balas y amando a la persona equivocada
o,
es 2003 y estoy en Beirut viendo Bagdad arder por culpa
de América // quiero decir, estoy en mi país // viendo mi país arder por causa
de mi // país,
o,
es 2016 y ¿quién lo vio venir?, // algunos lo vieron
venir,
o,
es 2020 y las mujeres de Beirut son un mar // quiero
decir, mi país // luce bonito de rojo, // quiero decir, yo luzco bonita de rojo
// quiero decir, a este país le gusto de rojo
o,
es cualquier año y mi país es tomado // quiero decir,
mi país es tierra robada // quiero decir, todos mis países son tierra robada //
quiero decir, a veces estoy en el lado equivocado del robo // mi país es una
abertura // quero decir que florece // pero no como una flor // sino como una
bomba // mi país es una maestra // o sea, ¿quieres ver mi pasaporte? // o sea,
¿te gusta mi acento? // los robé // es decir, los robé // es decir, de quién
creéis que aprendí
¿Qué es lo más americano de ti?
Mi boca, mis nervios. Los seis acentos de mi acento.
Mi forma de cruzar la calle sin mirar dos veces.
De llenar una maleta sin mirar dos veces.
De despertar al alba y a la nada.
Mi forma de contar la matanza por meses.
Uno, dos, tres, cuatro.
Mi boca. Seguir creyendo que me puede sacar de un lío.
Que cuando un soldado pregunta de dónde
yo digo de aquí y luego de aquí y luego de ningún
sitio.
Que cuando un soldado me toca el pelo
y dice quién sabe lo que llevas ahí escondido
yo digo sí, digo lo siento me lo dio una mujer,
no se preocupe, está muerta, arrasasteis su pueblo.
Cinco, seis, siete, ocho.
Cuántos meses hay en un cuerpo.
Cuántas cunas en una estirpe.
Un padre camina por las calles y dice:
Esto es un niño. Esto es un niño. Esto es un niño.
Mi boca.
Cómo confiesa lo que nadie ha pedido.
Cómo olvida las palabras para jasra, jayyal, istislaam.
Cómo siempre está contando una historia.
Hubo una vez un hombre. Un anillo. Una frontera rasgada
como el papel.
Una vez un ejército prohibió los vestidos de boda
y las manzanas y los pianos y los niños se convirtieron
en datos
y el ruido asoló la tierra
y Lorca dice mi casa no es ya mi casa
y Darwish dice olvidé, como tú, de morir.
Y ¿cómo no ir a hacerse la foto?
¿Cómo llamar al agua que nadie puede beber?
¿Qué es lo más americano de ti?
Mi boca. Mi voz alta. Mi dólar.
Cómo va por los bolsillos hasta el misil,
se aloja en la costilla de un chico.
Mi río, mi árbol, mi anillo.
Cómo sigo amando la luna
aun cuando el dron,
aun cuando el checkpoint,
aun cuando los niños coman eso que comen.
Ay, pero la luna.
Una vez brilló sobre Ŷubayl.
Una vez llevé vestido y entré en una habitación con
música.
Una vez devolví un anillo.
Lo siento. Olvida el anillo. Olvida la luna.
Un padre camina en las calles y dice:
Esto es un país. Esto es un país. Esto es un país.
En Manhattan es un mes nuevo
y ella, antes de morir, no muere.
Antes de morir dice ‘ahora los demás debéis vivir’.
Así que vivimos y vivimos y vivimos.
Nos reunimos en la iglesia junto al parque, a escuchar
su voz.
Decimos ‘esto es vivir’.
Decimos sí. Decimos yo amo, yo amo, yo amo.
Una vez un hombre dijo
le voy a meter fuego al inglés de tu boca
y lo que quería decir era
soy como tú,
soy peligroso y finjo no serlo.
Olvida a ese hombre.
Digo que quiero rehacerme: en una terminal en Belfast,
en una manifestación con diez mil personas,
en una cama en Greenpoint,
que me toquen hasta olvidar mi propio nombre.
Lorca dice solo tu corazón caliente.
Darwish dice deseo del amor solo el principio.
Así que esta es mi memoria americana.
Corta, como una canción.
Aquí está el mar de mi abuela:
se mueve y centellea, como un rumor,
visible desde todas las ventanas.
Oh, tierra interrupta,
oh, road trip al pasado.
Olvida el pasado.
Lo que intento decir es que me encantan los
interrogatorios.
Lo que intento decir es que hicieron de los vestidos un
crimen.
¿Quién recuerda la música?
¿Quién respira a través del escombro?
Una vez un lugar explotó
y mi padre se hizo ficción.
No me hables de septiembre.
He olvidado, ¿de quién era marido ese tipo?
¿Mío? No, mío no.
Quién nació dónde. De quién es
el soldado que me apuntó con un arma y me espetó
tú, guapa, siéntate.
¿Qué es lo más americano de ti?
¿Era tu pelo o tu cuchillo?
¿Tu podredumbre o tu metáfora?
Una vez hice autoestop desde una azotea hasta el mar.
Me marché durante la guerra.
Volví, dormí en un banco, dormí un año entero
y las paredes eran amarillas y las
bombas hacían temblar las ventanas y nadie murió.
¿Qué crees que haría yo con un misil?
Mis rodillas a tierra.
Mi dios en la cuerda floja,
y no puedo dejar de soñar con esos vestidos,
con las palas,
con los niños,
cómo un nombre dijo que moriría
pero vivió y luego marchó.
Lorca dice por qué nací entre espejos.
Darwish dice si tiene que haber luna, que esté alta.
Una vez, mi abuela dejó un pueblo
y en su lugar construyeron un parque acuático.
Una vez dejé mi nombre en la boca de un hombre
y creo que ha llegado el momento de recuperarlo.
Olvida la luna. Estoy diciendo que quiero vivir.
Quiero oír la voz de ella cada mañana.
Quiero música. Quiero vino.
Quiero el acento equivocado, el mar equivocado,
las manos equivocadas en mi garganta.
Eso quiero.
Quiero lo que quiero
y eso es lo más americano de mí.
Estoy diciendo olvida mis manos.
No hay ningún checkpoint cerca.
Yo soy la medianoche pasada,
dos kilómetros al oeste, hacia el agua,
y desde aquí este río podría casi ser un mar
y este país podría casi ser un país.
Y ¿cómo me atrevo a hablar del amor?
¿Dónde están los vestidos ahora?
¿Quién les hace su dobladillo de encaje?
¿Qué manos remiendan el blanco?
¿Qué manos contarán los cuerpos?
¿Quién recordará lo que hicieron?
¿Quién vivirá toda esta vida?
1999
Yo ya había vivido en un desierto. En serio. Olvidé el
za’atar que mi madre decía que me daba en Irak. Olvidé la casa de mi abuela en
Suu-ri-ya. Ahí estaba yo, comiendo los higos chumbos, aunque siempre me picase
la lengua luego. En Tejas, una profesora me dijo que yo nunca aprendería a
pronunciar mi propio nombre en inglés, y tenía razón. Lloré hasta que mi madre
me llevó a un McDonald’s. En esa casa yo era la única niña. Bailaba en el invierno
caluroso. Diez años después, un niño me dejaría el brazo lleno de marcas por
haberle llamado redneck. Me llevé el cortavientos rosa de Barbie que una niña
se dejó en el patio de la escuela. No tenía nada en los bolsillos. Antes
incluso de que saliera el sol, mi padre salía fuera a fumar y mirar los pájaros
volar al este. Los más feos eran los que más le gustaban.
=
Nunca había visto el auténtico desierto: macizos de
cactus y arena blanca como la leche, una arena que corría durante días, el rojo
pintalabios del ocaso. Ahí estaba yo, escarbando en montones de libros de la
biblioteca para robar los mejores, formando con mi sábana un gurruño con forma
de boca para besar. No me dio tiempo a zafarme y el niño me metió la mano bajo
la blusa. Me mataba de hambre para matar de hambre a mi madre. En aquella casa
construimos una casa para cada uno, los maizales eran filas de mujeres de pelo
oscuro tras la sequía invernal. Diez años después, un hombre se enamorará
porque reconoce en mí el Medio Oeste. Me dejará una nota en un pliegue de mi
abrigo. Cuando habíamos cerrado con cinta a la última caja, mi padre miró la
casa una última vez, se dio la vuelta hacia el Dodge, de camino a empezar todo
de nuevo.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/3-poemas-de-hala-alyan/
Luna de miel
De esta habitación recuerdo el calor. Una pelea con mi
padre y
funestos ojos vidriosos. El televisor echaba chispas
como un pez seductor.
Hemos apagado todas las lámparas, nos abanicamos el uno
al otro con revistas
extranjeras. Saco fotografías de perros extraviados. En
el coche,
el conductor turco escucha por la radio las carreras de
caballos.
Gané, nos dice. Me visto como una columna. Quiero
quemar los verbos
que pronuncio mal ante el camarero egipcio. Mi útero
sangra de Atenas
a Estambul y la luna es una araña rastreando su lodo
blanco
a través del cielo. Capullos anaranjados se abren como
pimienta en el patio.
Por todos partes tejados azules. Antibióticos para mi
mandíbula infectada.
Nos llevamos Roma con nosotros hasta Roma. En el
control de pasaportes,
me pides que te deje hablar. Les dices que estoy
contigo.
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2020/08/hala-alyan-luna-de-miel.html
Dentro de la máquina de resonancia magnética
Soy blanco donde importa delante de los demás.
cámara soy un huevo una telaraña cuando
Mi madre me llama Haloul y yo finjo que no.
Para escuchar aquí soy una muñeca de currículum
vestido de papel lista de verificación orinar en una
taza
Tenía miedo de mi cuerpo, pero no
Ya no hay respeto por esta perra
sin bragas tarareando más fuerte que
la maquina soy blanca cuando
Me pidieron que hiciera el guion gráfico de mi propia
obra.
abuela en un poema aquí estoy
Conoce a un lindo huevo y una canción.
Permanencia del objeto
Este barrio fue mío primero. Caminé cada cuadra dos
veces:
Borracho, luego sobrio. Vivía cada día con piernas y
auriculares.
Había nevado la noche que corrí por Lorimer y juré que
pararía.
ante nada. Mi amor, él había muerto. ¿Qué se suponía
que debía hacer?
No me arrepiento de nada. A veces me siento tan acabado
como el papel. Tú eres...
A tres años de distancia. Pero luego bailo por Graham y
Los árboles son del color del champán y recuerdo...
También hay cosas que me gustan del desamor, como la
necesidad.
Una buena banda sonora. La forma en que capto la mirada
de un hombre en la L
y no mires hacia otro lado primero. Perder algo es solo
revisarlo.
Después de este amor habrá más amor. Mi cuerpo
surgiendo de un nido.
de hojas para recoger la MetroCard de un desconocido.
No me arrepiento de nada.
No el bar que está al otro lado de la calle de mi
apartamento; aun así llegaba tarde.
Ni el baño compartido de Barcelona, ni
los ojos rojos, ni...
Las canciones sobre los abrigos negros y Omaha. Miento,
sobre todo.
pero no esto. Eras cada farola ese invierno. Sostuviste
la corona de mi cabeza y por una vez no te mostraré lo
que
Lo hice. No me arrepiento de nada. De tu madre y de tu
Maine.
Tu cabello mojado en mi regazo después de esa primera
ducha. La clínica.
y cómo lloré durante una semana después. Cómo nunca
elegimos
el idioma que hablábamos. Me escribiste un solo poema y
en él
Tú eras el perro y yo el fuego. ¿Recuerdas el juzgado?
La canción del aniversario. Esas malditas toallas de
Kmart. Me encantaban.
¿Cuándo los tiramos? Mañana lo escribiré.
Todo lo que nos hemos hecho el uno al otro y llenar la
bañera
con agua. Quemaré cada trozo de papel hasta convertirlo
en limo.
Y si no funciona, lo volveré a hacer. Una y otra vez
y...
Spoiler
¿Puedes diagnosticar el miedo? El árbol rojo que
florece desde el útero
hasta la garganta.
Es un nervio largo, dice el médico. Hay una razón por la que
respirar ayuda, los músculos se aflojan como un
matrimonio muerto.
Las mías son cosas simples. Intoxicación alimentaria en
París. Vestíbulos de hospitales.
Mi esposo riendo en otra habitación. (La puerta se
cerró).
Durante días, acuno mi pecho y me preocupo por el
quiste como si fuera una cuenta.
No hay nada que rezar para que desaparezca. El árbol
ama a su cortador.
Las pesadillas han parado, le digo al médico. Sé por
qué.
Pararon porque las bauticé. Así es como mi madre
y yo hablamos de la muerte: aquello que rechazas al
dejar entrar.
Estoy cansada de abril. Ha matado a nuestras matriarcas
y, en el patio trasero,
he plantado un retoño de olivo en la tierra equivocada.
Hay una flacidez
en las ramas que me recuerda a mi amigo, el que llama
para preguntar qué sentido tiene, o a los pacientes que
acuden a mí, llenos
de tristeza y asombro, con el corazón como recién
nacidos tras
la primera inyección. ¿Y ahora qué?, todos quieren
saber. ¿Y ahora qué?
Me lo imagino como una playa. Hay un magnífico castillo
de arena
que ha tardado años en construirse. Una hilera de
conchas rosadas como frontones,
habitaciones de guijarros y madera flotante. Esta es tu
vida. Luego viene el asunto,
los análisis de sangre persistentes, un choque múltiple
en la autopista. La marea sube.
El agua se come tu trabajo como una bandada de pájaros
salvajes. Hay escombros.
Un jirón de algas marinas y sangre de donde te rascaste
el brazo
intentando luchar contra la corriente. Puede que no
suceda en mucho tiempo,
pero un día vuelves a pasar los dedos por la arena,
sacas un puñado
y lo aplastas para hacer un suelo nuevo. Puedes creer
en cualquier cosa, así que ¿por qué no creer
que esto durará? Las vigas de conchas como ojos en el
crepúsculo.
Estoy aquí para decirte que la marea nunca dejará de
subir.
Estoy aquí para decirte que todo lo que construyas se
arruinará, así que hazlo hermoso.
“Seham”
Siéntate y te contaré sobre la alfombra de oración de
mi padre,
oscura como ciruelas con bordes amarillos,
fronteras como el mapa que comimos, arena enredada
entre nuestros dientes, los años hinchándose
Como cien flechas. Toma,
toma un poco de estofado, saborea junio en el vapor.
¿Te conté del nombre que llevábamos
como armadura, la tierra que escupieron?
¿Con espina de pescado? Después de que nos plantaron
cobre
en los ojos, seguimos plantando soles sobre
las tumbas. El aire olía a
clementinas quemadas. Nos alimentamos
nuestras hijas hasta que crecieron
secuoyas y robles en lugar de corazones,
la fiebre que tomamos de la tierra cuando
nuestras costillas se convirtieron en brújulas.
Tomado de:

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