martes, 23 de septiembre de 2025

POEMAS DE HALA ALYAN - DESDE PALESTINA -


Cuando ellos dicen jura lealtad, yo digo…

 

mi boca es un fantasma // una boca que intenta decir lo siento y le salen solo humo y niebla // le salen solo ciudadana, bala y semilla // mi país es una máquina // un conjuro de mal tiempo // una pluma entrelazada en el pelo negro de mi madre // quiero decir, su pelo teñido // quiero decir, su pelo hace juego con mi país // tan brillante y tan de prestado y tan pintado // mi país es un número

 

o sea,

 

es 1948 y mi tatarabuela extiende la masa del pan con las manos // y mi otra tatarabuela reza con las manos // una mira su tierra desaparecer // la otra construye su casa en una tierra que va a desaparecer

 

mi país es una cola en el aeropuerto un año de autopistas un entreacto // mi país es síndrome de Estocolmo // es una boca inmigrante que dice gracias que dice por favor que dice // mi país no es país sino fantasma // no es nadie sino fantasma // mi país está muerto // mi país es nombrar a los muertos // darles su sal

 

mi país es una boca intentando jurar pero solo le sale sal // mi país es una boca y nadie puede pronunciar mi nombre // quiero decir, mi país olvida mi nombre // quiero decir, mi país está siempre pidiendo mi nombre // y yo siempre lo digo dos veces // lo deletreo, como una dirección // mi país es un número

 

o sea,

 

es 1967, y los líderes árabes gritan y todas las madres se aferran // a los hijos que han dejado y mi bisabuela pone a mi madre un nombre, // nostalgia, mientras mi otra bisabuela pone a mi padre un nombre, // fusil, // mi país es todo fantasma // mi abuela es toda fantasma // mi abuela es un país, quiero decir, mi abuela es mi país // quiero decir, mi país es una mentira es una casa vaciada es mil cajas de cartón // mi país es ¿te acuerdas de cuando dejamos Akka? // quiero decir, Gaza // quiero decir, Homs // mi país es un número

 

o sea,

 

es 1990 // mi madre está cruzando una frontera, quiero decir, un desierto, quiero decir, la vida // yo camino pegada a ella // estoy prestando atención // quiero decir, estoy aprendiendo a rezarle a una bandera // quiero decir, estoy aprendiendo inglés // quiero decir, estoy olvidando el árabe

 

o,

 

es 1994 y me estoy enamorando de un chico blanco // un hábito que nunca dejé

 

o,

 

es 2006 y mis abuelos se niegan a ser evacuados // no huirán de otra guerra // y yo me paso el verano soñando con inundaciones // coleccionando balas y amando a la persona equivocada

 

o,

 

es 2003 y estoy en Beirut viendo Bagdad arder por culpa de América // quiero decir, estoy en mi país // viendo mi país arder por causa de mi // país,

 

o,

 

es 2016 y ¿quién lo vio venir?, // algunos lo vieron venir,

 

o,

 

es 2020 y las mujeres de Beirut son un mar // quiero decir, mi país // luce bonito de rojo, // quiero decir, yo luzco bonita de rojo // quiero decir, a este país le gusto de rojo

 

o,

 

es cualquier año y mi país es tomado // quiero decir, mi país es tierra robada // quiero decir, todos mis países son tierra robada // quiero decir, a veces estoy en el lado equivocado del robo // mi país es una abertura // quero decir que florece // pero no como una flor // sino como una bomba // mi país es una maestra // o sea, ¿quieres ver mi pasaporte? // o sea, ¿te gusta mi acento? // los robé // es decir, los robé // es decir, de quién creéis que aprendí

 

 

¿Qué es lo más americano de ti?

 

Mi boca, mis nervios. Los seis acentos de mi acento.

Mi forma de cruzar la calle sin mirar dos veces.

De llenar una maleta sin mirar dos veces.

De despertar al alba y a la nada.

Mi forma de contar la matanza por meses.

Uno, dos, tres, cuatro.

Mi boca. Seguir creyendo que me puede sacar de un lío.

Que cuando un soldado pregunta de dónde

yo digo de aquí y luego de aquí y luego de ningún sitio.

Que cuando un soldado me toca el pelo

y dice quién sabe lo que llevas ahí escondido

yo digo sí, digo lo siento me lo dio una mujer,

no se preocupe, está muerta, arrasasteis su pueblo.

Cinco, seis, siete, ocho.

Cuántos meses hay en un cuerpo.

Cuántas cunas en una estirpe.

Un padre camina por las calles y dice:

Esto es un niño. Esto es un niño. Esto es un niño.

Mi boca.

Cómo confiesa lo que nadie ha pedido.

Cómo olvida las palabras para jasra, jayyal, istislaam.

Cómo siempre está contando una historia.

Hubo una vez un hombre. Un anillo. Una frontera rasgada como el papel.

Una vez un ejército prohibió los vestidos de boda

y las manzanas y los pianos y los niños se convirtieron en datos

y el ruido asoló la tierra

y Lorca dice mi casa no es ya mi casa

y Darwish dice olvidé, como tú, de morir.

Y ¿cómo no ir a hacerse la foto?

¿Cómo llamar al agua que nadie puede beber?

¿Qué es lo más americano de ti?

Mi boca. Mi voz alta. Mi dólar.

Cómo va por los bolsillos hasta el misil,

se aloja en la costilla de un chico.

Mi río, mi árbol, mi anillo.

Cómo sigo amando la luna

aun cuando el dron,

aun cuando el checkpoint,

aun cuando los niños coman eso que comen.

Ay, pero la luna.

Una vez brilló sobre Ŷubayl.

Una vez llevé vestido y entré en una habitación con música.

 

Una vez devolví un anillo.

Lo siento. Olvida el anillo. Olvida la luna.

Un padre camina en las calles y dice:

Esto es un país. Esto es un país. Esto es un país.

En Manhattan es un mes nuevo

y ella, antes de morir, no muere.

Antes de morir dice ‘ahora los demás debéis vivir’.

Así que vivimos y vivimos y vivimos.

Nos reunimos en la iglesia junto al parque, a escuchar su voz.

Decimos ‘esto es vivir’.

Decimos sí. Decimos yo amo, yo amo, yo amo.

 

Una vez un hombre dijo

le voy a meter fuego al inglés de tu boca

y lo que quería decir era

soy como tú,

soy peligroso y finjo no serlo.

Olvida a ese hombre.

Digo que quiero rehacerme: en una terminal en Belfast,

en una manifestación con diez mil personas,

en una cama en Greenpoint,

que me toquen hasta olvidar mi propio nombre.

Lorca dice solo tu corazón caliente.

Darwish dice deseo del amor solo el principio.

 

Así que esta es mi memoria americana.

Corta, como una canción.

Aquí está el mar de mi abuela:

se mueve y centellea, como un rumor,

visible desde todas las ventanas.

Oh, tierra interrupta,

oh, road trip al pasado.

Olvida el pasado.

Lo que intento decir es que me encantan los interrogatorios.

Lo que intento decir es que hicieron de los vestidos un crimen.

¿Quién recuerda la música?

¿Quién respira a través del escombro?

Una vez un lugar explotó

y mi padre se hizo ficción.

No me hables de septiembre.

He olvidado, ¿de quién era marido ese tipo?

¿Mío? No, mío no.

Quién nació dónde. De quién es

el soldado que me apuntó con un arma y me espetó

tú, guapa, siéntate.

¿Qué es lo más americano de ti?

¿Era tu pelo o tu cuchillo?

¿Tu podredumbre o tu metáfora?

 

Una vez hice autoestop desde una azotea hasta el mar.

Me marché durante la guerra.

Volví, dormí en un banco, dormí un año entero

y las paredes eran amarillas y las

bombas hacían temblar las ventanas y nadie murió.

¿Qué crees que haría yo con un misil?

Mis rodillas a tierra.

Mi dios en la cuerda floja,

y no puedo dejar de soñar con esos vestidos,

con las palas,

con los niños,

cómo un nombre dijo que moriría

pero vivió y luego marchó.

 

Lorca dice por qué nací entre espejos.

Darwish dice si tiene que haber luna, que esté alta.

Una vez, mi abuela dejó un pueblo

y en su lugar construyeron un parque acuático.

Una vez dejé mi nombre en la boca de un hombre

y creo que ha llegado el momento de recuperarlo.

Olvida la luna. Estoy diciendo que quiero vivir.

Quiero oír la voz de ella cada mañana.

Quiero música. Quiero vino.

Quiero el acento equivocado, el mar equivocado,

las manos equivocadas en mi garganta.

Eso quiero.

Quiero lo que quiero

y eso es lo más americano de mí.

Estoy diciendo olvida mis manos.

No hay ningún checkpoint cerca.

Yo soy la medianoche pasada,

dos kilómetros al oeste, hacia el agua,

y desde aquí este río podría casi ser un mar

y este país podría casi ser un país.

Y ¿cómo me atrevo a hablar del amor?

¿Dónde están los vestidos ahora?

¿Quién les hace su dobladillo de encaje?

¿Qué manos remiendan el blanco?

¿Qué manos contarán los cuerpos?

¿Quién recordará lo que hicieron?

¿Quién vivirá toda esta vida?

 

 

1999

 

Yo ya había vivido en un desierto. En serio. Olvidé el za’atar que mi madre decía que me daba en Irak. Olvidé la casa de mi abuela en Suu-ri-ya. Ahí estaba yo, comiendo los higos chumbos, aunque siempre me picase la lengua luego. En Tejas, una profesora me dijo que yo nunca aprendería a pronunciar mi propio nombre en inglés, y tenía razón. Lloré hasta que mi madre me llevó a un McDonald’s. En esa casa yo era la única niña. Bailaba en el invierno caluroso. Diez años después, un niño me dejaría el brazo lleno de marcas por haberle llamado redneck. Me llevé el cortavientos rosa de Barbie que una niña se dejó en el patio de la escuela. No tenía nada en los bolsillos. Antes incluso de que saliera el sol, mi padre salía fuera a fumar y mirar los pájaros volar al este. Los más feos eran los que más le gustaban.

 

=

 

Nunca había visto el auténtico desierto: macizos de cactus y arena blanca como la leche, una arena que corría durante días, el rojo pintalabios del ocaso. Ahí estaba yo, escarbando en montones de libros de la biblioteca para robar los mejores, formando con mi sábana un gurruño con forma de boca para besar. No me dio tiempo a zafarme y el niño me metió la mano bajo la blusa. Me mataba de hambre para matar de hambre a mi madre. En aquella casa construimos una casa para cada uno, los maizales eran filas de mujeres de pelo oscuro tras la sequía invernal. Diez años después, un hombre se enamorará porque reconoce en mí el Medio Oeste. Me dejará una nota en un pliegue de mi abrigo. Cuando habíamos cerrado con cinta a la última caja, mi padre miró la casa una última vez, se dio la vuelta hacia el Dodge, de camino a empezar todo de nuevo.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/3-poemas-de-hala-alyan/

 

 

Luna de miel

De esta habitación recuerdo el calor. Una pelea con mi padre y

funestos ojos vidriosos. El televisor echaba chispas como un pez seductor.

Hemos apagado todas las lámparas, nos abanicamos el uno al otro con revistas

extranjeras. Saco fotografías de perros extraviados. En el coche,

el conductor turco escucha por la radio las carreras de caballos.

Gané, nos dice. Me visto como una columna. Quiero quemar los verbos

que pronuncio mal ante el camarero egipcio. Mi útero sangra de Atenas

a Estambul y la luna es una araña rastreando su lodo blanco

a través del cielo. Capullos anaranjados se abren como pimienta en el patio.

Por todos partes tejados azules. Antibióticos para mi mandíbula infectada.

Nos llevamos Roma con nosotros hasta Roma. En el control de pasaportes,

me pides que te deje hablar. Les dices que estoy contigo.

Tomado de:

https://campodemaniobras.blogspot.com/2020/08/hala-alyan-luna-de-miel.html

 

 

Dentro de la máquina de resonancia magnética

 

Soy blanco donde importa delante de los demás.

cámara soy un huevo una telaraña cuando

Mi madre me llama Haloul y yo finjo que no.

Para escuchar aquí soy una muñeca de currículum

vestido de papel lista de verificación orinar en una taza

Tenía miedo de mi cuerpo, pero no

Ya no hay respeto por esta perra

sin bragas tarareando más fuerte que

la maquina soy blanca cuando

Me pidieron que hiciera el guion gráfico de mi propia obra.

abuela en un poema aquí estoy

Conoce a un lindo huevo y una canción.

 

 

Permanencia del objeto

Este barrio fue mío primero. Caminé cada cuadra dos veces:

Borracho, luego sobrio. Vivía cada día con piernas y auriculares.

Había nevado la noche que corrí por Lorimer y juré que pararía.

ante nada. Mi amor, él había muerto. ¿Qué se suponía que debía hacer?

No me arrepiento de nada. A veces me siento tan acabado como el papel. Tú eres...

A tres años de distancia. Pero luego bailo por Graham y

Los árboles son del color del champán y recuerdo...

También hay cosas que me gustan del desamor, como la necesidad.

Una buena banda sonora. La forma en que capto la mirada de un hombre en la L

y no mires hacia otro lado primero. Perder algo es solo revisarlo.

Después de este amor habrá más amor. Mi cuerpo surgiendo de un nido.

de hojas para recoger la MetroCard de un desconocido. No me arrepiento de nada.

No el bar que está al otro lado de la calle de mi apartamento; aun así llegaba tarde.

Ni el baño compartido de Barcelona, ​​ni los ojos rojos, ni...

Las canciones sobre los abrigos negros y Omaha. Miento, sobre todo.

pero no esto. Eras cada farola ese invierno. Sostuviste

la corona de mi cabeza y por una vez no te mostraré lo que

Lo hice. No me arrepiento de nada. De tu madre y de tu Maine.

Tu cabello mojado en mi regazo después de esa primera ducha. La clínica.

y cómo lloré durante una semana después. Cómo nunca elegimos

el idioma que hablábamos. Me escribiste un solo poema y en él

Tú eras el perro y yo el fuego. ¿Recuerdas el juzgado?

La canción del aniversario. Esas malditas toallas de Kmart. Me encantaban.

¿Cuándo los tiramos? Mañana lo escribiré.

Todo lo que nos hemos hecho el uno al otro y llenar la bañera

con agua. Quemaré cada trozo de papel hasta convertirlo en limo.

Y si no funciona, lo volveré a hacer. Una y otra vez y...

 

 

Spoiler

¿Puedes diagnosticar el miedo? El árbol rojo que florece desde el útero

hasta la garganta.  Es un nervio largo, dice el médico. Hay una razón por la que

respirar ayuda, los músculos se aflojan como un matrimonio muerto.

Las mías son cosas simples. Intoxicación alimentaria en París. Vestíbulos de hospitales.

Mi esposo riendo en otra habitación. (La puerta se cerró).

Durante días, acuno mi pecho y me preocupo por el quiste como si fuera una cuenta.

No hay nada que rezar para que desaparezca. El árbol ama a su cortador.

Las pesadillas han parado, le digo al médico. Sé por qué.

Pararon porque las bauticé. Así es como mi madre

y yo hablamos de la muerte: aquello que rechazas al dejar entrar.

Estoy cansada de abril. Ha matado a nuestras matriarcas y, en el patio trasero,

he plantado un retoño de olivo en la tierra equivocada. Hay una flacidez

en las ramas que me recuerda a mi amigo, el que llama

para preguntar qué sentido tiene, o a los pacientes que acuden a mí, llenos

de tristeza y asombro, con el corazón como recién nacidos tras

la primera inyección. ¿Y ahora qué?, todos quieren saber. ¿Y ahora qué?

Me lo imagino como una playa. Hay un magnífico castillo de arena

que ha tardado años en construirse. Una hilera de conchas rosadas como frontones,

habitaciones de guijarros y madera flotante. Esta es tu vida. Luego viene el asunto,

los análisis de sangre persistentes, un choque múltiple en la autopista. La marea sube.

El agua se come tu trabajo como una bandada de pájaros salvajes. Hay escombros.

Un jirón de algas marinas y sangre de donde te rascaste el brazo

intentando luchar contra la corriente. Puede que no suceda en mucho tiempo,

pero un día vuelves a pasar los dedos por la arena, sacas un puñado

y lo aplastas para hacer un suelo nuevo. Puedes creer en cualquier cosa, así que ¿por qué no creer

que esto durará? Las vigas de conchas como ojos en el crepúsculo.

Estoy aquí para decirte que la marea nunca dejará de subir.

Estoy aquí para decirte que todo lo que construyas se arruinará, así que hazlo hermoso.

 

 

“Seham”

 

Siéntate y te contaré sobre la alfombra de oración de mi padre,

oscura como ciruelas con bordes amarillos,

 

fronteras como el mapa que comimos, arena enredada

entre nuestros dientes, los años hinchándose

 

Como cien flechas. Toma,

toma un poco de estofado, saborea junio en el vapor.

 

¿Te conté del nombre que llevábamos

como armadura, la tierra que escupieron?

 

¿Con espina de pescado? Después de que nos plantaron cobre

en los ojos, seguimos plantando soles sobre

 

las tumbas. El aire olía a

clementinas quemadas. Nos alimentamos

 

nuestras hijas hasta que crecieron

secuoyas y robles en lugar de corazones,

 

la fiebre que tomamos de la tierra cuando

nuestras costillas se convirtieron en brújulas.

Tomado de:

https://nataliejabbar.wordpress.com/tag/hala-alyan/

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