VISITA AL PURGATORIO
El cartel anuncia
“El Paraíso”.
Aquí están
la directora del colegio,
la fundadora del Teatro Vocacional,
el carnicero,
el prestamista, el notario.
– Si madre,
traigo galletas,
sacaremos una mesa,
jugaremos a la confitería,
tomaremos el té.
Las pequeñas carrozas
– trípodes, andadores,
sillas de ruedas –
giran.
Aferrados al pasamanos
los caminantes
repiten la peregrinación,
como antes en la plaza,
ahora a orillas de la ciudad,
a orillas de la vida,
con las máscaras de la vejez,
y con pesados trajes, marchitos.
– Si madre,
soy la tía Emma
y también soy Susana.
Entre sombras
la comparsa emite
entrecortados llantos, gemidos secos.
– No madre, sus padres
no la olvidan,
están muy ocupados.
Cuando puedan
vendrán
con un ramo de rosas.
ENCUENTRO
Pensábamos que era tarde.
Que los fuertes resplandores del deseo
habían sucedido en las calles del río,
entre la hierba,
o algún automóvil detenido
frente a los trenes que pasaban,
interminables y ajenos,
o en las eternas noches
dedicadas a medir
la respiración
y la duración de los besos.
Ya pasó. Nada hemos perdido.
Para este encuentro
sumamos
países y tristezas,
los rostros de los que hemos amado,
los libros que leímos,
la belleza del mundo.
Serenos, como antiguos amantes,
sorprendidos, como Eva o Adán,
inhábiles, peritos,
actores de un instante definitivo,
afirmados en el temblor y en el instinto,
entregados
a una victoria más:
la gravitación del fuego,
la claridad de su mandato.
PASOS
He bebido las aguas
del Shu – Am
como si no estuvieran
contaminadas.
A orillas
del río silencioso
crecen flores amargas
sobre las que he descansado,
leyendo.
Y no he pecado
sino
lo necesario.
ÁLBUM FAMILIAR
Los padres
fueron una vez
a Mendoza.
Me dejaron
una foto con nieve
a orillas del camino
con un gran auto negro
y con amigos.
Me dejaron
una foto con nieve
y este frío.
12 DE JUNIO
Esa mano que muere
no está sola.
El anillo dorado
la devuelve
a una danza de bodas
y a sus giros.
A una siesta
de parrales ardientes.
A los vinos
guardados
para las grandes fechas.
Está
el metal redondo
sosteniendo
que todo fue verdad.
El anillo de bodas
de mi padre,
en la mano, en la vida
de mi padre.
En el día de la muerte
de mi padre.
LA CARTA
Ha llegado la carta.
Está sobre la mesa,
al lado de las flores.
La miro
largamente.
Conozco la letra.
Pero la leeré
a la medianoche,
cuando los trenes
que pasan hacia el norte
hagan temblar
los vidrios de la casa.
VISITA
Un viajero
ha llegado a la casa.
Salimos todos
a abrazarlo
porque trae noticias del hermano.
Habla de campos secos,
del hambre en las ciudades,
muestra fotografías.
Después del almuerzo
le servimos
la fruta más dulce del ciruelo.
Y la ha comido,
pero sin alegría.
EN ESTE PATIO
En este patio
han jugado los niños.
Eran un coro alegre
que rompía la siesta.
La madre
alguna noche
contaba cuentos bajo la luna,
mientras su delantal
se ahuecaba entre las piernas
por el verdoso peso de las arvejas.
El verano
maduraba en las uvas su jugo dulce.
A veces
las vecinas venían
contando alguna muerte,
y parecía mentira
la muerte,
bajo aquellos parrales.
Cómo entender la pena
ahora,
con estos mismos gatos
cruzando los tejados
ya sin nada de infancia
en este patio.
PAYASOS
TRANSITAN
gesticulando aparatosamente,
exagerado el carmín de sus bocas,
las gruesas figuras
con prendas desiguales
a rayas, a lunares, a jirones,
como saludando
a la Patrona de los Bufos.
Bajo la gran sonrisa de pintura
—artificio
que solo ellos develan—
la tristeza de todos los payasos.
Saltan,
reverencian las máscaras,
sueltan globos
que recibe la Noche:
tu madre, Momo.
Tomado de:
https://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/argentina/susana_cabuchi.html
CIELO
Sobre las montañas nevadas,
como una flecha oscura,
van los patos salvajes.
Cruzan.
Como tu sombra
sobre mi corazón
VINCENT VAN GOGH
Aquí estoy
en esta soledad luminosa,
plena, habitada
de fuegos y ventanas.
La casa
arde de girasoles
como un infierno congelado
entre aceites
y vientos amarillos.
Sordo de tanto silencio
y dispuesto
a entreabrir
cada lirio celestial,
cada cristal de paja,
cada gota de acero,
cada ojo de sangre,
cada vidrio de miedo.
Así te escribo.
Sobre las torres de la desesperación,
a orillas del Ródano,
entre la mezcla brumosa de los óleos,
a la hora del ángelus,
a pleno mediodía,
sobre el caballo áspero
de la pena,
con la piedra roja
de la desgracia,
con la arena negra de la locura,
con las sílabas celestes del amor,
con la sorpresa blanca de la tela
vacía,
con el cuervo del hambre
sobrevolando mi cama,
con la mordedura hirviente
del deseo,
entre el humo agrio de la luz,
en el paraíso húmedo
de los manteles,
en los bares nocturnos,
así,
hermano mío,
hermanito menor,
casi mi padre.
EXILIO
Al cerrar el negocio
mis padres
se sentaban en la vereda
del Panamericano
a mirar el desfile.
Mi padre sonreía
con la misma serena tristeza,
repetida,
tantos años después,
en la fila de cajones
abiertos hacia el crematorio,
más oscuro, con los párpados quietos,
entero, intacto,
esperándome.
Así dio su perdón,
así recibió el mío.
Acompañaba la fiesta
con la mirada suave
del que ha danzado, inocente,
sobre los barcos del exilio.
Cuando pregunté
en el Registro de su país
la íntima caligrafía
sentenciaba “desertor”.
Cómo explicar
que tenía dos años al partir,
que nunca se había ido,
que cada mañana
ascendía las calles amarillas
de Maalula
mientras levantaba las persianas.
Tomado de:
https://periodicoartenautas.com.ar/susana-cabuchila-poesia-transparente/
LOS ÚLTIMOS PÁJAROS
Eras bueno,
ajeno a los temores nuestros.
Amabas
aquellas colinas de mi pueblo
y a veces
te detenías a mirarlas
y nombrabas
palomas y mensajes
con los brazos abiertos.
Mi corazón era un paisaje quieto,
tu corazón de entonces.
En esta tarde nueva,
bajo este lento cielo
guardo tu nombre.
Para que el viento del invierno
no lo lleve
con los últimos pájaros.
DICHA
Mediodía de octubre:
con dos ciruelos blancos
y un cerco de geranios
la casa
del guardabarreras
es el paraíso.
SECRETO
Despertó la mañana
con un pájaro muerto.
Bajo la tierra,
donde están los rosales,
lo han guardado los niños
y cantaban.
Más tarde
María barrerá el patio.
Y no sabrá.
MOMENTO
No he olvidado
el olor
de los comedores baratos
ni aquella mujer pálida
dormida sobre su cartera.
Sin embargo
parece
como si todo
estuviera bien
ahora,
porque una sola rosa
da perfume a la pieza
y están
las manos del amado
sobre mis rodillas.
Tomado de:
https://noticiasdiaxdia.com.ar/columnas/val/271/poemas-de-susana-cabuchi-(c%C3%B3rdoba).html

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