miércoles, 3 de septiembre de 2025

POEMAS DE SUSANA CABUCHI


VISITA AL PURGATORIO

 

El cartel anuncia

“El Paraíso”.

Aquí están

la directora del colegio,

la fundadora del Teatro Vocacional,

el carnicero,

el prestamista, el notario.

– Si madre,

traigo galletas,

sacaremos una mesa,

jugaremos a la confitería,

tomaremos el té.

Las pequeñas carrozas

– trípodes, andadores,

sillas de ruedas –

giran.

Aferrados al pasamanos

los caminantes

repiten la peregrinación,

como antes en la plaza,

ahora a orillas de la ciudad,

a orillas de la vida,

con las máscaras de la vejez,

y con pesados trajes, marchitos.

– Si madre,

soy la tía Emma

y también soy Susana.

Entre sombras

la comparsa emite

entrecortados llantos, gemidos secos.

– No madre, sus padres

no la olvidan,

están muy ocupados.

Cuando puedan

vendrán

con un ramo de rosas.

 

 

ENCUENTRO

 

Pensábamos que era tarde.

Que los fuertes resplandores del deseo

habían sucedido en las calles del río,

entre la hierba,

o algún automóvil detenido

frente a los trenes que pasaban,

interminables y ajenos,

o en las eternas noches

dedicadas a medir

la respiración

y la duración de los besos.

Ya pasó. Nada hemos perdido.

Para este encuentro

sumamos

países y tristezas,

los rostros de los que hemos amado,

los libros que leímos,

la belleza del mundo.

Serenos, como antiguos amantes,

sorprendidos, como Eva o Adán,

inhábiles, peritos,

actores de un instante definitivo,

afirmados en el temblor y en el instinto,

entregados

a una victoria más:

la gravitación del fuego,

la claridad de su mandato.

 

 

PASOS

 

He bebido las aguas

del Shu – Am

como si no estuvieran

contaminadas.

A orillas

del río silencioso

crecen flores amargas

sobre las que he descansado,

                                leyendo.

Y no he pecado

sino

lo necesario.

 

 

ÁLBUM FAMILIAR

 

Los padres

fueron una vez

a Mendoza.

Me dejaron

una foto con nieve

a orillas del camino

con un gran auto negro

y con amigos.

 

Me dejaron

una foto con nieve

y este frío.

 

 

12 DE JUNIO

 

Esa mano que muere

no está sola.

El anillo dorado

la devuelve

a una danza de bodas

y a sus giros.

A una siesta

de parrales ardientes.

A los vinos

guardados

para las grandes fechas.

Está

el metal redondo

sosteniendo

que todo fue verdad.

El anillo de bodas

de mi padre,

en la mano, en la vida

de mi padre.

En el día de la muerte

de mi padre.

 

 

LA CARTA

 

Ha llegado la carta.

 

Está sobre la mesa,

al lado de las flores.

La miro

                largamente.

Conozco la letra.

 

Pero la leeré

a la medianoche,

cuando los trenes

que pasan hacia el norte

hagan temblar

los vidrios de la casa.

 

 

VISITA

 

Un viajero

ha llegado a la casa.

Salimos todos

a abrazarlo

porque trae noticias del hermano.

Habla de campos secos,

del hambre en las ciudades,

muestra fotografías.

Después del almuerzo

le servimos

la fruta más dulce del ciruelo.

Y la ha comido,

                         pero sin alegría.

 

 

EN ESTE PATIO

 

En este patio

han jugado los niños.

Eran un coro alegre

que rompía la siesta.

La madre

alguna noche

contaba cuentos bajo la luna,

mientras su delantal

se ahuecaba entre las piernas

por el verdoso peso de las arvejas.

El verano

maduraba en las uvas su jugo dulce.

A veces

las vecinas venían

contando alguna muerte,

y parecía mentira

la muerte,

bajo aquellos parrales.

Cómo entender la pena

ahora,

con estos mismos gatos

cruzando los tejados

ya sin nada de infancia

en este patio.

 


PAYASOS

 

TRANSITAN

gesticulando aparatosamente,

exagerado el carmín de sus bocas,

las gruesas figuras

con prendas desiguales

a rayas, a lunares, a jirones,

como saludando

a la Patrona de los Bufos.

Bajo la gran sonrisa de pintura

—artificio

que solo ellos develan—

la tristeza de todos los payasos.

Saltan,

reverencian las máscaras,

sueltan globos

que recibe la Noche:

tu madre, Momo.

Tomado de:

https://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/argentina/susana_cabuchi.html

 

 

CIELO

 

Sobre las montañas nevadas,

como una flecha oscura,

van los patos salvajes.

Cruzan.

Como tu sombra

sobre mi corazón

 

 

VINCENT VAN GOGH

 

Aquí estoy

en esta soledad luminosa,

plena, habitada

de fuegos y ventanas.

La casa

arde de girasoles

como un infierno congelado

entre aceites

y vientos amarillos.

Sordo de tanto silencio

y dispuesto

a entreabrir

cada lirio celestial,

cada cristal de paja,

cada gota de acero,

cada ojo de sangre,

cada vidrio de miedo.

Así te escribo.

Sobre las torres de la desesperación,

a orillas del Ródano,

entre la mezcla brumosa de los óleos,

a la hora del ángelus,

a pleno mediodía,

sobre el caballo áspero

de la pena,

con la piedra roja

de la desgracia,

con la arena negra de la locura,

con las sílabas celestes del amor,

con la sorpresa blanca de la tela

vacía,

con el cuervo del hambre

sobrevolando mi cama,

con la mordedura hirviente

del deseo,

entre el humo agrio de la luz,

en el paraíso húmedo

de los manteles,

en los bares nocturnos,

así,

hermano mío,

hermanito menor,

casi mi padre.

 

 

EXILIO

 

Al cerrar el negocio

mis padres

se sentaban en la vereda

del Panamericano

a mirar el desfile.

 

Mi padre sonreía

con la misma serena tristeza,

repetida,

tantos años después,

en la fila de cajones

abiertos hacia el crematorio,

más oscuro, con los párpados quietos,

entero, intacto,

esperándome.

Así dio su perdón,

así recibió el mío.

 

Acompañaba la fiesta

con la mirada suave

del que ha danzado, inocente,

sobre los barcos del exilio.

 

Cuando pregunté

en el Registro de su país

la íntima caligrafía

sentenciaba “desertor”.

Cómo explicar

que tenía dos años al partir,

que nunca se había ido,

 

que cada mañana

ascendía las calles amarillas

de Maalula

mientras levantaba las persianas.

Tomado de:

https://periodicoartenautas.com.ar/susana-cabuchila-poesia-transparente/

 

 

LOS ÚLTIMOS PÁJAROS

 

Eras bueno,

ajeno a los temores nuestros.

Amabas

aquellas colinas de mi pueblo

y a veces

te detenías a mirarlas

y nombrabas

palomas y mensajes

con los brazos abiertos.

Mi corazón era un paisaje quieto,

tu corazón de entonces.

 

En esta tarde nueva,

bajo este lento cielo

guardo tu nombre.

Para que el viento del invierno

no lo lleve

con los últimos pájaros.

 

 

DICHA

 

Mediodía de octubre:

con dos ciruelos blancos

y un cerco de geranios

la casa

del guardabarreras

es el paraíso.

 

 

SECRETO

 

Despertó la mañana

con un pájaro muerto.

Bajo la tierra,

donde están los rosales,

lo han guardado los niños

y cantaban.

Más tarde

María barrerá el patio.

Y no sabrá.

 

 

MOMENTO

No he olvidado

el olor

de los comedores baratos

ni aquella mujer pálida

dormida sobre su cartera.

Sin embargo

parece

como si todo

estuviera bien

ahora,

porque una sola rosa

da perfume a la pieza

y están

las manos del amado

sobre mis rodillas.

Tomado de:

https://noticiasdiaxdia.com.ar/columnas/val/271/poemas-de-susana-cabuchi-(c%C3%B3rdoba).html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario