FIN DE FIESTA
A través del aire el pino desdentado se ha difundido
en la soledad de
las orquídeas
y es un grito que se contrae antes de la alegría
ahuecando para siempre la sangre,
inundando de orificios la respiración.
Por las calles alguien regresa de besar su sombra
y una mujer camina hacia el cementerio
precedida de disfrazados que enfatizan en la piedra su
olvido
y huellas de pájaros aniquilados en alguna acera:
su alma en las humaredas con que agoniza la fiesta.
He deshonrado el perfil del agua.
En sus cenizas un rastro lunar cantaba como cantan los
adoquines y la tristeza.
Intercambiando facciones a la espera de una huella que
difunda el en la basura,
de una niña donde depositar su identidad.
Cantaban, lejos, lejos,
desalojando a la música del viento;
cantaban la sequedad de los contornos
y esperaban la noche para esperar el día
entre el tumulto de las habitaciones donde la muerte de
alguien aún prevalecía
empañando los ojos y las ventanas
sorprendiéndose en un abrazo tras las cortinas
para mirar luego alejarse tras las arboledas
los semblantes del afecto y de la muerte en busca de la
vida.
Tropezando conmigo en los tejados
e nos reflejos de alguna llovizna escapada del recuerdo
en la altura donde germina el azul de la ciudad
— en las corrientes profundas del río, donde nace la
voz de todo;
en la fecundidad del frío cuando te mira donde algún
rostro;
desconociéndome en el ámbito de las cabelleras,
a la búsqueda común de un umbral donde alojar el
abandono.
Donde prolongar la ausencia luminosa del fuego,
para encontrar un cuerpo
que encuentre en mi cuerpo el lugar de la alegría,
el clima para oler algún aroma de tus ojos
después de reconocerme en cada espectro del fin de
fiesta.
Tomado de:
https://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/bolivia/guillermo_bedregal.html
Solamente poseo mi miedo
Solamente poseo mi miedo;
al ver el árbol, en la esquina que ha alimentado otras
esquinas,
al verlo solo y verme difundido en el olor de la
ciudad;
porque así somos el árbol y yo,
así amanecemos detrás de las esquinas
tropezando con las legañas de días anteriores,
con nuestra propia piel
que se desconoce ahora,
y ama las sombras que ha dejado.
Tú lo sabes porque mi follaje te ha manchado
y porque el asombro que te dejamos
va descendiéndote
hacia las quebradas azules
donde las voces y los mediodías
las cornisas y la respiración de los perros
lo ciudadano y tus pómulos manchados de tanto
anochecer,
son una ventana más
desde donde el silencio mira,
desde donde el silencio siente:
mi sonido, el tuyo y el del árbol
tan inmensos en la ciudad que se abandona.
Tengo miedo de oírte,
tengo miedo de oírme en el árbol...
Me estaba esperando
Me estaba esperando:
inconfundiblemente solo
en un navío que recupera el silencio de la ciudad
y acarrea la tarde hacia el atardecer
donde mi mano y los cerros ya te han visto
pues eres igual al resplandor que va emergiendo de esta
lejanía que me seca el alma
y me aparta hacia una voz niña que se ha descosido de
las calles.
Desde el eco mi sequedad te anunciaba
tu memoria estaba cada día en el aire pesado,
en la ciudad que respiraba su recuerdo;
yo estaba cerca y lejos de lo que se encendía
al trepar por el abismo que mantenía tu voz
que te reflejaba como frío
mientras el Illimani1 fosilizaba la tarde
y me desprendía hacia el balbuceo de tu reflejo
que era el principio de la noche.
1: Volcán extinto que es una suerte de guardián de La
Paz y sus habitantes.
Recogió su fantasma
Recogió su fantasma en los relojes;
después, se miró ardiendo en las uñas
e intentó un retorno a tu pelo desviado hacia el
desfallecer
de la oscuridad sobre la ciudad.
La ceremonia empezó en un rincón
donde algún pájaro dejó su sombra como la basura,
empezó y jamás finalizó,
se quedó en el diálogo de un breve horizonte,
más cercano a lo viviente
pero lejano del verdadero parpadear de la tierra
cuando empieza a mecerse hacia la noche
y va acercándose en frío hacia la ciudad
que espera tras de mi palpar, tras de mi ver
como un ladrido rasgando
el principio antiguo que lleva la niñez a mi silencio.
Te rechazaste y rechazastes
intentastes en el viento tu borrar
partistes tus pómulos y los posastes en la ceniza para
que se fueran,
te fuistes del brillo e intentastes una habitación en
las cosas
te guardastes en la memoria
y envolvistes con lo tocado la noche que te quedaba por
ver;
entonces te encontré
y estuve triste.
Tomado de:
https://bolivianet.com/poetas/begregalg.html
Del Fuego se deduce la Humedad
Del fuego se deduce la humedad, de la humedad el aire
donde se ocultan todas las cosas del mundo; las
corrientes
en mundos subterráneos las semillas en el hielo de
donde
surge para amoldar lo que en el tiempo no es tiempo.
Es tiempo en el tiempo de una imagen que perdura en tu
ámbito
porque tú eres forjador del ámbito; son lugares que
convergen en sí;
donde los valles se adelantan a las nubes y llueve en
la lumbre
sin que se apaguen los rostros de donde adviene toda
lumbre:
los rostros de muertos, sus ojos revividos por la
virtud de lo fugaz
en la permanencia y de la permanencia asentada para
siempre
en tu vínculo amoroso con el universo.
Tomado de:
https://guillermobedregalgarcia.blogspot.com/
Todo en ti
Todo en ti va tomando un lustre diferente:
esta música te va variando hacia el olvido
y la antigüedad te recupera.
Desde tu límite;
cerca a los cerros que conservan la memoria de la
ciudad
que conservarán tus ojos y entonces será el fin de la
tarde.
Cerca a donde te recordaré cuando el agua sea viento
y ya no pretenda mi sombra,
empiezo a silenciarme:
viéndote en la última oscuridad de mis manos
comenzándote en el saludo lejano de estos cerros.
Tengo una meditación
Tengo una meditación de ti
que me despide cada mañana
desde el mirar penoso de una esquina.
Tuve que haber tocado el ruido del pájaro en la noche
para vencer el estar que mi piel habitaba,
para sorprenderme en la claridad que algún tejado
olvidó en mí,
y partir definitivamente,
sin bagaje ni ausencia,
sin pasajero envuelto en lo antiguo de algún horizonte.
Ni siquiera te robé la memoria
pues necesito de tu evocación sonámbula
para regocijarme del olvido de las montañas y el polvo
y saber que en alguna ventana
la muerte me espera,
con tus mismos ojos
con tu mismo recordar,
extrañando el olor a ciudad que la distancia y mis
habitantes derramados
han dejado en mi silencio.
Tomado de:
https://bolivianet.com/poetas/begregalg.html
ESTOY ENTERRADO
Estoy enterrado.
Por tu rostro toda la antigüedad de los confines donde
perdí una sonrisa, lo que ante fue mi muerte
te ha sucedido.
Finalmente, mis manos en el claror de una sombra y sobra
en el río el eco de alguna amputación parece edificar
un recuerdo en los desfiladeros.
De tus ojos cae una piedra;
una fecha se pierde entre las llamaradas y una imagen
delgada, una campanada
se mece entre las arboledas y tu vivir es el murmullo
de la muerte.
Por intuirse ha roto su silencio en el oleaje
y es después en tu respiración una palabra
que me acerca al frío.
Fragmento tomado de Rev. Contacto, Nro. 25, diciembre
1987, p. 76
COSA DE OLVIDO
Soy una cosa de olvido;
como las fotografías y los relojes de arena,
donde las ciudades se traspasan
y mis ojos dejan su brillo
para el olor del cristal antiguo
cuando la visión del abandonado
ha quebrado en el rasgo de algún rostro
la leve llama
que apaga el día y enciende la noche.
Acontecido en los cambios del follaje,
asombrado por los fulgores que la montaña aleja,
me he dejado para el conocimiento de tu tristeza.
No dejes que me confundan con el tiempo.
Sólo como objeto de olvido
tengo rostro
y habito en tu memoria
Tomado de:
https://ahoraelpueblo.bo/images/suplementos/elAparapita/2024/01/APARAPITA_114.pdf

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