domingo, 29 de enero de 2017

POEMAS DE ROBERTO LOWELL


Resultado de imagen para ROBERT LOWELL
(1 de marzo de 1917, Boston, Massachusetts, Estados Unidos - 12 de septiembre de 1977, Nueva York, Nueva York, Estados Unidos)

Por la Unión muerta

Relinquunt Ommia Servare Rem Publicam. 

El viejo South Boston Aquarium se encuentra
en un Sahara de nieve ahora. Sus ventanas rotas son abordadas.
El bacalao de veleta de bronce ha perdido la mitad de sus escamas.
Los tanques bien ventilados están secos.

Una vez mi nariz se arrastró como un caracol sobre el cristal;
Mi mano hormigueó para hacer estallar las burbujas que salían
de la nariz del pescado atrevido y complaciente.

Mi mano retrocede. Yo a menudo firmo todavía
por el oscuro reino descendente y vegetante
del pez y el reptil. Una mañana del mes de marzo pasado,
presioné contra la nueva cerca barbelada y galvanizada

en el Boston Common. Detrás de su jaula,
los dinosaurios amarillos estaban gruñendo
mientras recogían toneladas de mush y hierba
para arrancar su garaje subterráneo.

Los plazas de aparcamiento lujurizan como arena cívica
en el corazón de Boston.
Un cinturón de color naranja, de vigas de color puritano y calabaza,
apoya el hormigueante Statehouse,

agitando las excavaciones, mientras se enfrenta al Coronel Shaw
ya su infantería negra
en el santo Gaudens que sacude la guerra civil,
apoyada por una tablilla contra el garaje terremoto.

Dos meses después de marchar por Boston, la
mitad del regimiento estaba muerta;
En la dedicatoria,
William James casi podía oír a los negros de bronce respirar.

Su monumento se pega como una espina
de pescado en la garganta de la ciudad.
Su coronel es tan delgado
como una aguja de brújula.

Tiene una vigilancia enojada, como
una espina , la tensa suavidad de un galgo;
Él parece
estremecerse de placer, y sofocar por la privacidad.

Ahora está fuera de límites. Él se regocija en el
poder encantador y peculiar del hombre para escoger la vida y morir -
cuando conduce a sus soldados negros a la muerte,
no puede doblar su espalda.

En un millar de pequeños greens de Nueva Inglaterra,
las viejas iglesias blancas
mantienen su aire de rebelión escasa y sincera; banderas deshilachados
edredón los cementerios de la Gran Ejército de la República

Los estatutos de piedra del resumen Soldado de la unión
crecen más delgado y más joven cada año-
cintura de avispa, dormitan sobre mosquetes
y musa a través de sus patillas ...

El padre de Shaw quería ningún monumento
, excepto la zanja,
Donde el cuerpo de su hijo fue arrojado
y perdido con sus "negros".

La zanja está más cerca.
No hay estatutos para la última guerra aquí;
En Boylston Street, una fotografía comercial
muestra a Hiroshima hirviendo

sobre un mosler seguro, la "roca de las edades"
que sobrevivió a la explosión . El espacio está más cerca.
Cuando me agacho a mi televisor,
las caras escurridas de los escolares negros se elevan como globos.

El Coronel Shaw
está montado en su burbuja,
espera
la bendita ruptura.

El acuario se ha ido. En todas partes, los gigantescos barcos de
aleta nariz hacia adelante como peces;
Un servilismo salvaje
se desliza sobre la grasa. 



Visitantes



Sin ningún buen propósito
cruzan corriendo por mi dormitorio
dos líneas negras, largas, verticales,
que muy rápidamente se convierten en cuatro:
se trata de los chóferes
de la ambulancia, con su uniforme azul,
o quizá policías haciendo doble turno.
Registran nuestro cuarto, desordenado e íntimo,
escrutan mis cuadernos de trabajo,
a los que mis continuas correcciones
han tornado ilegibles,
y los desechan en ese recorrido
por nuestra habitación, como si fuesen
dueños de nuestro dormitorio.
Eso es lo que ellos hacen.
Me atosigan primero y después se dispersan...
¿Inspeccionan, quizá, buscando pruebas,
mi esparcida ropa por el suelo?
Están ellos más gordos
de lo que sus deberes les exige...
Con cortesía burlona ellos se ríen
de todo cuanto digo:
" Ayer tenía yo treinta y dos años,
una amenaza para la autoridad
al ser todavía joven." La aburrida sargenta
se entretiene mirando al samurai risueño
de colmillos de tigre,
que muestra la pintura japonesa colgada
de la pared del cuarto... "¿Cuánto costará esto?
¿Dónde podría yo conseguir otra?"

Si la luna ilumina la oscuridad, yo puedo
ver a través de ella...,
ver una hermosa plaza londinense en donde
uniformadas vacas negras mugen,
rumian con la rutina de las motosierras...
Mis visitantes son una buena carne
de res para banquetes,
hacen que falsamente uno perciba
que está la tierra bien fundamentada,
mientras secretamente se dan prisa
a telefonear desde sus ambulancias.
Click, click, click, hacen las luces
azules, blancas, rojas, mientras brillan
con una negligencia aristocrática...
¡Cuantísimo trabajo!
Cuando a mi habitación vuelven todos juntos,
estoy seguro de que su mirada
no se ha apartado ni por un segundo
de sus propios relojes.
"Con cuidado, señor, más despacio, señor."
"Señor, el doctor Brown
estará aquí dentro de diez minutos."
Mas en lugar de eso
una silla metálica se despliega en camilla.
Estoy tumbado en ella y bien atado,
pero no así mi mente que va de idea a idea.
Ellos siguen moviéndose.
"En el sitio al que vamos, Profesor, a llevarle
no va a necesitar ninguna obra de Dante."
¿Qué necesitaré entonces en tal sitio?
¿Son quizá las esposas ese ruido
que escucho en sus bolsillos?

Sigo con atención el modo del traslado,
rígido, incluso agradecido, pero sin sentimientos.
¿Por qué ha enmudecido mi charlatana lengua,
tan amiga de bromas?
Alguien debe pagar por alienarme
y mañana será peor que ahora,
el cielo y el infierno me parecen lo mismo...
Debo esperar premonitoriamente,
sin sacar beneficios de este drama...,
suponiendo, lo mismo antes que ahora,
que esto no me ha ocurrido...
Es mi porción de eternidad pequeña.

Versión de Luis Javier Moreno

Navegando hacia casa desde Rapallo


Tu enfermera sólo sabía hablar italiano,
pero luego de veinte minutos pude imaginarme tu semana final,
y las lágrimas corrieron por mis mejillas...

Cuando me embarqué en Italia con el cuerpo de mi madre
toda la costa del Golfo di Genova
estallaba en una vehemente flor.
Los locos amarillos y azulados trineos acuáticos
barrenando como martinetes
en la estela de burbujeante spumante de nuestro barco,
recordaban los estrepitosos colores de mi Ford.
Mi madre viajaba en primera clase en la bodega;
su ataúd Risorgimento, negro y oro,
era como el de Napoleón en los Inválidos...

Mientras los pasajeros se tostaban
en el Mediterráneo, en las sillas de cubierta,
nuestro cementerio familiar en Dunbarton.
se extendía debajo de las Montañas Blancas
con un tiempo bajo cero.
El suelo del cementerio se estaba convirtiendo en piedra,
tantas de sus muertes habían ocurrido en pleno invierno.
Sombríos y hoscos entre las cegadoras ventiscas,
su negro arroyo y los troncos de sus abetos estaban lisos como mástiles.
Una cerca de medias lanzas de hierro
bordeaba de negro sus lápidas de pizarra, casi todas coloniales.

La única alma "antihistórica" que vino a parar allí
era mi padre, ahora enterrado debajo de su reciente
lonja de mármol de vetas negras sin desgastar.
Aun el latín de su divisa de Lowell:
Occasionem cognosce,
parecía demasiado práctico y agresivo allí,
donde el quemante frío iluminaba
las inscripciones labradas de los parientes de mi madre;
veinte o treinta Winslows y Starks.
La escarcha les había otorgado a sus nombres un borde de diamante...
En el grandilocuente rótulo sobre el féretro de mi madre,
Lowell había sido erróneamente escrito LOVEL.
El cadáver
estaba envuelto como un panetone en papel de estaño italiano.

Versión de Alberto Girri

Para hablar del infortunio que hay en el matrimonio


La noche calurosa nos hace mantener abiertas las ventanas del dormitorio.
Nuestra magnolia florece. La vida comienza a acontecer,
mi excitado marido interrumpe sus discusiones hogareñas,
y recorre las calles de un lado a otro, en busca de prostitutas,
lanzándose por el filo de una navaja.
Ese insensato podría matar a su mujer, y luego jurar no beber más.
Oh la monótona bajeza de su lujuria. ..
Es la injusticia... él es tan injusto...
ciego de whisky, volviendo a casa a las cinco, fanfarroneando .
¿Qué lo mueve? Cada noche ato a mi muslo
diez dólares y la llave del auto...
Aguijoneado por la urgencia de su deseo
se desploma sobre mi como un elefante.

Versión de Alberto Girri


Días finales en Beverly Farms


En Beverly Farms, una majestuosa, incómoda piedra
se destacaba en el centro del jardín:
un irregular toque japonés.
Después de su cóctel de Bourbon, mi padre,
bronceado, animado, rubicundo,
se tambaleaba como si estuviera de guardia en cubierta
debajo de su farol estrellado de seis puntas,
regalo de cumpleaños de julio pasado.
Sonreía con su oval sonrisa Lowell,
vestía su smoking de gabardina crema,
y faja azul.
Su cabeza era eficiente y pelada,
su figura, otra vez a dieta, estaba en buenas
condiciones vitales.

Mi padre y mi madre se trasladaron a Beverly Farms
para estar a dos minutos de camino de la estación
y a media hora de tren de los doctores de Boston.
No tenían vista al mar,
pero los rieles azul celeste del ferrocarril brillaban
como una escopeta de dos caños
a través del aliento escarlata de fines de agosto,
multiplicándose como cáncer
en los bordes del jardín.

Mi padre había tenido dos ataques a las coronarias.
Todavía atesoraba economías secretas,
pero su mejor amigo era su pequeño Chevie negro,
guardado en el garaje como un novillo sacrificial
con cascos dorados,
y sin embargo sensacionalmente sobrio,
y con menos flecos que una zapatilla de baile.
El vendedor local, un "bucanero".
había sido sobornado mediante una buena suma
para entregar inmediatamente un auto sin cromar.

Cada mañana a las ocho y media,
distraído y alegre,
cargado con sus libros de cálculos y trigonometría,
sus recortes con estadísticas de buques,
y su regla de calcular de marfil,
mi padre se escabullía con su Chevie
a holgazanear en el Museo Marítimo de Salem.
Llamaba al encargado
"el comandante de la Marina Suiza".

La muerte de mi padre fue repentina y sin protestas.
Su visión todavía era veinte-veinte.
Luego de una mañana de ansioso, repetido sonreír,
sus últimas palabras a mi madre fueron:
"Me siento muy mal".

Versión de Alberto Girri

Agua


Era una ciudad de l angostas de Maine—
cada mañana botes llenos de manos
partían hacia las canteras
de granito de las islas,

y dejaban atrás docenas de desnudas
casas blancas de madera adheridas
como conchas de ostra
a una colina de roca,

Y debajo de nosotros, el mar lamía
los desnudos y pequeños laberintos
de palos de cerilla de una esclusa,
donde se atrapaban los peces para cebo.

¿Recuerdas? nos sentábamos en una laja de roca.
Desde esta distancia en el tiempo,
parece del color
del iris, pudriéndose y volviéndose más púrpura,

pero no era más que la habitual roca gris
que se volvía del habitual color verde
cuando el mar la empapaba.

El mar empapaba la roca
a nuestros pies todo el día
y continuaba arrancándole
trozo tras trozo.

Una noche tú soñaste
que eras una sirena aferrada a un pilón de un muelle,
y que intentabas arrancar
los percebes con las manos,

Deseábamos que nuestras dos almas
pudieran regresar como gaviotas
A la roca. Al final,
el agua resultó demasiado fría para nosotros.

Otoño 1961


Adelante y atrás, adelante y atrás
va el tock, tock, tock
de la anaranjada, suficiente, diplomática
faz de la luna
que hay en el reloj del abuelo.

Durante todo el otoño
el roce y la agitación
de la guerra nuclear;
hemos matado a golpe de palabras nuestra extinción.
Yo nado como un pececillo
Tras la ventana de mi estudio.

Nuestro fin se va aproximando.
la luna se levanta,
radiante de terror.
El estado
es un buceador bajo una campana de cristal.

Un padre no es un escudo suficiente
para su hijo
Somos como un montón de salvajes
arañas que lloran juntas,
pero sin lágrimas.

La naturaleza alza un espejo
Una golondrina hace un verano.
Es fácil ir marcando
los minutos
pero las manecillas del reloj se atascan.

¡Adelante y atrás!
Adelante y atrás, adelante y atrás—
¡mi único lugar de descanso
es el balanceante nido del oriol naranja y negro!


En el dormitorio de mi padre


En el dormitorio de mi padre:
la fibra azul es delgada
como la escritura de una lapicera en el cubrecama;
azules descoloridos en las cortinas,
un kimono azul
sandalias chinas con azules correas de felpa.
La ancha tabla del piso
tiene una pulcra lijada.
La claridad de la lámpara de vidrio
con una pequeña y blanca tulipa que fuera levantada algunas
pulgadas para que descansen en el volumen
dos los oídos de Lafcadio.
Reflejo de un Japón no familiar.
Como el escondite de los rinocerontes,
sus combados olivos cubren
lo que fue castigado.
En el marcador del libro:
‘De Mamá para Robbie’.
Años mas tarde en el mismo lugar:
‘Este libro ha tenido un duro trato,
en el río Yangtsé, China.
En la tormenta él fue dejado bajo
una tronera abierta’.

Versión de Raúl Racedo

Entierro


Seis o siete golondrinas
se dejan arrastrar por la brisa del aire
aprovechando el juego de su vuelo veloz
como si alguna vez las reclamara...
Disminuyen las moscas alrededor de mi cabeza.

Una insaciable avispa me encuentra en su camino,
atacando, saqueando, a punto de picarme...
Acariciando, oliéndome, obligada
por la armonía carnívora de la naturaleza.

La muchachita ha puesto con cuidado
un trozo irregular de piedra pómez
sobre la tumba de un cuervo;
en blanca letra gótica, con tiza,
como en carta de amor ha escrito ella:
"Para Charlie que ha muerto esta pasada noche."

En este último mes murió tu padre,
él está ya enterrado...,
mas no lo suficientemente hondo
como para que no pueda flotar vivo,
igual que hace una pluma,
sobre la superficie del recuerdo.




Si tuviera un sueño sobre el infierno


(Fragmentos)


¿Me ayudarán ustedes a entender
lo que no tiene arreglo ni remedio,
en esta temporada de escritura poética
y de alivio
para mi depresión, que pasaremos juntos?

*

Durante mucho tiempo, empapado,
y a menudo tocando fondo
por el gran mar verde de los semáforos
que autorizaban nuestra navegación
encontré que mi fatiga era la luz del mundo.

*

Ciudad para matar, ciudad americana.

*

Tus libros son hileras de trajes vaciados.

*

Esa capacidad de corromper
que la poesía tiene, es la más genuina
voluntad de la voz, nunca perdida,
más llena de fantasmas, la voz que sobrevive
de forzar resistencias, descontrolada por la inspiración.
Desde tres adjetivos a un objeto
hay un salto imposible.

*

Nos obsesionamos tanto con la escritura.
Al fin lo conseguimos y así nos fue con ella.
¿Te despiertas acaso como yo, tan perplejo
encontrando los anteojos olvidados
dentro de uno de los zapatos?

*

Mis reseñas virginales eran en su momento
el equivalente verbal de los asesinatos.
Ahora son un montón chiquito,
compacto, tan viejo como yo.
Ellas se desintegran amarillas
y sus páginas rígidas
se hacen añicos como las hojas secas
escapando del árbol que les diera vida.
Estoy sin un amigo:
Veo de vez en cuando, en la noche cerrada,
brillar los faros de algún auto suicida
por la autopista y luego diluirse.
Mi vacío fantasmal ahora se me llena
con todos mis amigos agraviados
como tristes moscas familiares.

*

¿Acaso no es hipócrita pretender dar respuesta
a lo que no hemos sido capaces de escuchar?

*

Aunque escribo mis versos por la noche
soy muy poco sincero en mi discurso.

*

¿Merezco alguna consideración
por no haber intentado suicidarme?
Quizá lo que temía es que esa peregrina
decisión resultase fallida
sin darme cuenta de que practicando
es como se corrigen los errores.
¿Y del infierno, qué?

*

Si tuviera un sueño sobre el infierno
en esa pesadilla
me encontraría a mí mismo
embalando mi casa para mudarme,
con todos los demonios preguntando
eternamente impertinencias varias.

*

Lo que en realidad hice no fue mucho,
entonces, como ahora, fue muy poco.
Del fuego del infierno, en cambio,
no puedo apagar un simple fósforo.

*

Estoy ciego de ver.

*

Adiós, adiós a nada. Doy gracias,
muchas gracias.




Para Harpo Marx


Harpo Marx, como blanca pluma tu mano en el arpa;
las solas palabras que dijiste fueron sonido.
El cine no es siempre el arte más endeble,
tus películas alcanzaban las estrellas; Harpo, tu cambiante
imagen es una naturaleza inmutable, no naturaleza muerta.
Tontamente memorizabas un guión no escrito...
Te vi dos años antes que murieras
en el Central Park, cerca de la Quinta Avenida, en el frágil otoño;
viejos cabellos rubios, demasiado rubios,
viejos ojos, demasiado jóvenes.
Dos camiones de filmación y cinco coches policiales estaban
dispuestos en círculo como carromatos. Algo de gente alrededor.
Hubiera querido arrodillarme; yo envejecí en la mueca de tu sonrisa.
Películas dantescas, sus grupos de dolor en acción:
el género festivo es un actor genérico.


Dios de nuestros padres


Dí que es únicamente el viaje de ida,
el vuelo en una sola dirección,
y despoja el significado de "viaje" y de "vuelo"
de lo que tiene de peor:
entonces podría afirmar que te hallas
en la fría luz de la ciencia,
viendo como eres visto, ligado a la realidad.
Extraño, una vida es el fuego y el combustible; nosotros,
los animales, los objetos, debemos permanecer aquí
sin ningún título que acredite
que nunca nada dejó de vivir
sino que vuelve a vivir cuando la vida cesa.
Más maravilloso es el Dios relojero
de Descartes y Paley; Él diseñó e instaló
para nosotros el Mecanismo. Le gustaba trajinar,
y habiendo perfeccionado lo que debía hacer,
se mantuvo aparte envuelto en su soledad.



Despertar en el azul


El encargado de la noche, un estudiante de segundo año 
de la UN, se despierta del nido de la yegua de su cabeza somnolienta 
apoyada en El Significado del Significado . 
Camina por nuestro pasillo. 
El día azul 
hace que mi agonizante ventana azul sea más sombría. 
Crows maunder en el fairway petrificado. 
¡Ausencia! Mis corazones se tensan 
como si un arpón estuviera peleando para matar. 
(Esta es la casa para los "enfermos mentales.") 

¿Qué uso es mi sentido del humor? 
Sonrío a Stanley, ahora hundido de unos sesenta años, 
una vez a la Universidad de Harvard el corredor de poder de todos los americanos, 
(si fuera posible!) 
Sigue acaparando la acumulación de un muchacho de unos veinte años, 
mientras se empapa, una baqueta 
con un músculo de un sello 
de Su larga bañera, 
vagamente urinosa de la fontanería victoriana. 
Un perfil de granito real con una gorra de oro carmesí, 
todo el día, toda la noche, 
sólo piensa en su figura, 
en adelgazar el sherbert y el jengibre, 
más cortado de las palabras que un sello. 
Este es el día en Bowditch Hall en McLean; 
Las luces 
encapuchadas de la noche ponen de manifiesto a "Bobbie", Porcellian '29, 
una réplica de Louis XVI 
sin la peluca - redolent 
y roly-poly como un 
cachalote , como él se abalanza en su traje de cumpleaños 
y caballos en las sillas. 

Estas victoriosas figuras de bravata osificaron a los jóvenes. 

Entre los límites del día, las 
horas y las horas pasan por debajo de los cortes de cabello de la 
tripulación y un ligero brillo 
de solteros de los asistentes de la Católica Romana. 
(No hay Mayflower 
screwballs en la Iglesia Católica.) 

Después de un abundante desayuno en Nueva Inglaterra, 
peso doscientas libras 
esta mañana. Gallo de la caminata, 
me pavoneo en mi jersey de marinero francés con cuello de tortuga 
delante de los espejos de afeitar de metal, 
y ver el futuro 
inestable familiar en las caras indígenas pellizcadas 
de estos casos puras de mentales, 
dos veces mi edad y la mitad de mi peso. 
Todos somos veteranos, 
cada uno de nosotros tiene una navaja cerrada. 

Adormecer sobre la Eneida


Un anciano en Concord se olvida de ir al servicio matutino. Se duerme mientras lee a Virgilio y sueña que es Enéas en el funeral de Pallas, un príncipe italiano.

El sol es azul y escarlata en mi página,   
Y el yuck-a, yuck-a, yuck-a, yuck-a, rabia   
Los martillos amarillos de apareamiento. Fuego amarillo   
Mantas los cautivos bailando en su pira, 
Y el licor quemado grita y deja caer su vara.   
Los troyanos están cantando a su Dios borracho,   
Ares. Sus cascos se incendian. Sus archivos   
Clank por el cuerpo de mi camarada-millas   
De las limaduras! Ahora los carros de ruedas con ruedas de guadaña   
Antes de que sus lanzas fueran bóvedas,   
Y yo me levanto y aguanto a los mil hombres,   
Que llevan a Pallas al pájaro-sacerdote. Entonces   
El pájaro sacerdote gime, y como sus pájaros predijeron,   
Saludo al cuerpo, labio a labio. sostengo
La espada que utilizó Dido. Trata de hablar,   
Un pájaro con la espada de Dido. Su pico   
Clangs y eyacula la palabra Punic   
Oigo al pájaro-sacerdote canturreando como un pájaro.   
Gemí un poco. "¿Quién soy yo, y por qué?"   
Se pregunta, la cara de un chico, aunque su flecha-ojo   
Está trabajando desde su zócalo. "Hermano, prueba,   
Oh hijo de Afrodita, trata de morir: 
Morir es vida. "Sus prostitutas cuelgan su cama 
Con plumas de sus pájaros de cola larga. Su cabeza   
Está bostezando como una persona. Las plumas soplan;   
La barba y las cejas rizadas. Cara de nieve,   
Eres la flor que las chicas del campo han atrapado,   
Una miel de abeja silvestre saqueada trajo   
Al novio que regresa, el diseño 
Aún no lo ha dejado, y los pétalos brillan;   
La tierra, su madre, no tiene, por fin, ayuda:   
Es en sí misma. El yelp quebrado
De mis perros fenicios, que llena el cepillo   
Con las ramitas rompiendo y volando, no puede enjuagar   
El fantasma de Pallas. Pero yo tomo su pall,   
Stiff con su oro y púrpura, y recordar   
Cómo Dido la abrazó, mientras ella trabajaba,   
Riendo-sus hilos dorados, una serpiente enrollada   
En el ciprés. Ahora lo pongo como una sábana;
Se estremece y se posa sobre sus pies, 
El pelo amarillo descuidado que parecía quemarse   
Antemano. Pie izquierdo, pie derecho-al girar,   
Más piras están subiendo: caballos blindados, bronce,   
Y los italianos amordazados, que deben presentar por unos   
A través del río amargo, cuando mi pulgar   
Se aprieta en sus tubos de viento. El tambor de los picos;
La cabeza de muerte de sus cabezas de vaca se muerde la lengua,   
Y se endurece, al mirar al héroe 
Dentro de su hamaca emplumada en el cruzado   
Palos de las águilas que volamos. Nuestro costo   
No es nada para los amantes, prostituyendo a Marte   
Y Venus, el amante del padre. Ahora su coche   
El plumaje está listo, y mis mariscales buscan   
Su escudero, Acoctes, blanco con la edad, a enganche   
Aethon, el cargador del héroe, y sus oídos   
Prick, y pasos y pasos, y lágrimas majestuosas   
Lather sus dientes; Y luego las rameras traen   
Los encantos y el bastón del héroe -pero el Rey,   
Vain-glorioso Turnus, se llevó el resto.   
"Yo era yo, pero Ares lo pensé mejor   
La forma en que sucedió. "Al final de los tiempos,   
Pone su lanza, mientras mis descendientes suben   
Las rodillas del Padre Time, su barba de cuero cabelludo, 
Su guadaña, el arco de acero que corona los Alpes.   
Los elefantes de Cartago sostienen esas nieves,   
Turms de Numidian caballo unsling sus arcos,   
Las flechas llenas de plumas de pavo   
Más allá de los Alpes. "Pallas," levanto mi brazo   
Y grita: "Hermano, salud eterna. Despedida   
La iglesia ha terminado, y su campana 
Frightens los martillos amarillos, como me despierto 
Y observa cómo las amarillas se arrugan por el lago.   
La tía abuela de mi madre, que murió cuando yo tenía ocho años,   
Soportes de nuestro sable de salón. "Chico, ya es tarde.   
Vergil debe guardar el Sábado. "¡Ochenta años!   
Todo vuelve. Mi tío Charles aparece.   
Azul-capsulado y pájaro-como. Phillips Brooks y Grant   
Están frunciendo el ceño en su ataúd, y mi tía,   
Oír a sus voluntarios coloreados desfilar   
A través de Concord, se ríe, y le dice a su criada inglesa   
Para recortar sus pelos amarillos de la nariz, y doblar   
Sus colores en él. . . . Soy yo.
Su espada para no caer, para el polvo   
En las aves de peluche es sin aliento, para el busto   
Del joven Augusto pesa sobre la estantería de Vergil:   
Frunce el ceño en mis lentes.


Mi Última Tarde con el tío Devereux Winslow


1922: el porche de piedra de la casa de verano de mi abuelo
yo
No iré contigo. ¡Quiero quedarme con mi abuelo!   
Así es como me tiró agua fría
En mi madre y padre
Acuoso martini tubo sueños en la cena de domingo.
... Fontainebleau, Mattapoisett, Puget Sound ....   
No había ningún lugar después de un verano
En la granja de mi abuelo.
Diamante-apuntado, atento y normando,
Su callejón de álamos
Desfiló de la rosaleda de la abuela
A un puesto de miedo de pino virgen,
Matorrales, y caminos para siempre pioneros.

Una tarde de 1922,
Me senté en el porche de piedra, mirando a través
Pantallas de grano negro como el carbón a la deriva.
Tockytock, tockytock 
Aglomerado nuestro Alpine, Edwardian cuco reloj,   
Colgado de un estrangulado juego de madera.
Nuestro agricultor estaba cementando una casa de raíces bajo la colina.   
Una de mis manos estaba fresca sobre una pila
De tierra negra, el otro cálido
En un montón de cal. Todo sobre mi

Eran las obras de las manos de mi abuelo:
Instantáneas de su mina de plata Liberty Bell ;   
Su escuela secundaria en Stuttgart am Neckar;
Vigas pardas; Pepitas de oro;
Azulejos rojos octogonales,
Sudoroso con un secreto húmedo, crummy con ant-rancio;
Una chillona de las Montañas Rocosas,   
Sus piernas, arbolitos cubiertos.   
Un pastel-pálido Huckleberry Finn   
Pescado con una escoba de paja en un lavabo   
Hueco de una piedra de molino.   
Como mi abuelo, el d é cor   
Era viril, cómodo,
Dominante, desproporcionado.

¿Qué eran esos girasoles? ¿Calabazas flotando en el hombro?   
Era el atardecer, Sadie y Nellie
Teniendo jarras de hielo-té,
Naranjas, limones, menta y menta,   
Y la jarra de shandygaff,
Que el abuelo hizo mezclando la mitad y la mitad
Levadura, sibilancia casera zarzaparrilla con cerveza.
La granja, titulada Char-de-sa
En el Registro Social,
Fue nombrado para los hijos de mi abuelo:
Charlotte, Devereux y Sarah.
Nadie había muerto allí en mi vida ...
Sólo Cinder, nuestro cachorro Scottie   
Paralizados por los sapos engullidos.
Me senté mezclando tierra negra y cal.

II
Yo tenía cinco años y medio.
Mis pantalones cortos de perlas gris formal
Había sido usado por tres minutos.
Mi perfección era el olímpico
Equilibrio de mis modelos en el otoño imperecedero   
Ventanas de exhibición
De la tienda de los muchachos de Rogers Peet debajo de la casa del estado   
en Boston. Gotas de agua distorsionadoras
Pinchó mi rostro en el espejo del lavabo.
Yo era un tucán relleno
Con un pico bicolor y multicolor.

III
En el aire
Por la ventana del lago en la sala de billar,   
Lúgubre en el marasmo de la hora del atardecer,   
Mi tía abuela Sarah
Estaba aprendiendo a Sansón y Dalila.
Ella tronó en el teclado de su piano ficticio,
Con cortinas de gasa como una mesa de tocador,   
Acordeón y sin sonido.
Se había comprado para ahorrar los nervios   
De mi abuela,
Tono-sordo, rápido como un grillo,
Ahora necesita un cuarto para "Subasta"   
Y lanzando un ojo sediento
En tía Sarah, resucitado como el fénix
Desde su cama de snacks molestos y clásicos de Tauchnitz.

Cuarenta años antes,
Veinte, castaño castaño,   
Notas de saltamontes de genio!   
Los chismes familiares dicen tía Sarah   
Inclinó su arcaica nariz ateniense   
Y jilted un Astor.
Cada mañana practicaba
En el piano de cola en el Symphony Hall,
Deathlike en el verano fuera de estación-
Sus estatuas griegas desnudas cubiertas de púrpura   
Como los santos en la Semana Santa ....
En el día del recital, ella no apareció.

IV
Escogí con una uña limpia en el ancla azul
En mi blusa de marinero lavada blanca como un spinnaker.
¿Qué demonios deseaba?
... Un caballo de color de vela navegando en los bullrushes ...   
Un fluff del viento del oeste que sopla   
Mi blusa, kiting mí sobre nuestras siete chimeneas,
Molestando las aguas
Tan pequeños como los zafiros eran los estanques : Quittacus, Snippituit,
Assawompset, reducido a la mitad por "la Isla"
Donde el pato de mi tío ciega   
Flotó en un aluvión de nubes de humo.
Escopeta de dos cañones
Atrapados como bultos de cuervos de bebé.
Un solo sculler en un kayak camuflado
Estaba gritando a los señuelos ....

En la cabina entre las aguas,
Las ventanas más cercanas ya estaban subidas.   
El tío Devereux estaba cerrando el campamento para el invierno.   
Como si se presentara para "la fotografía de compromiso",   
Estaba usando su severa
Uniforme de guerra de un oficial canadiense voluntario.
La luz del día desde la puerta acribilló sus carteles estudiantiles,   
Tachonado helter-skelter en las paredes tan crudo como un paseo marítimo.   
Sr. Punch, una sandía en medias de hockey,   
Estaba tirando una jarra de whisky escocés.   
La Belle France en una toga roja, blanca y azul   
Estaba aceptando el brazo de su "protector",
El ingenu y porcino Edward VII.
La música de la preguerra belles
Tenía cuellos de ganso, firmas gloriosas, lunares de belleza,   
Y bobinas de pelo como colas de gallo.
El poster más fino era dos o tres hombres jovenes en kilts khaki   
Siendo bushwhacked en el veldt-
Eran casi de tamaño natural ...

Mi tío se estaba muriendo a los veintinueve.
"Te estás comportando como niños".
Dijo mi abuelo,
Cuando mi tío y mi tía dejaron a sus tres hijas,   
Y navegó por Europa en una última luna de miel ...   
Me encogí de terror.
Yo no era un niño en absoluto,
Invisible y todo lo que ve, yo era Agripina
En la Casa Dorada de Nero ....
Cerca de mí estaba la puerta de medir blanca
Mi abuelo había dibujado a lápiz con las alturas de mi tío.   
En 1911, había dejado de crecer a sólo seis pies.   
Mientras me sentaba en los azulejos,
Y cavé en el ancla en mi blusa del marinero,
El tío Devereux estaba detrás de mí.
Era tan cepillado como Bayard, nuestro caballo de montar.   
Su rostro era masilla.
Su abrigo azul y sus pantalones blancos
Creció más agudo y recto.
Su abrigo era la cola de un jay azul,
Sus pantalones eran crema sólida de la parte superior de la botella.   
Era animado, jerárquico,
Como un jengibre en una prensa de ropa.
Se estaba muriendo de la enfermedad incurable de Hodgkin ....   
Mis manos estaban calientes, luego frías, sobre las pilas
De tierra y cal,

Una pila negra y una pila blanca ....   
Ven el invierno,
El tío Devereux se mezclaba con el único color.


Epílogo


Esas estructuras benditas, trama y rima- 
¿Por qué no me ayudan ahora? 
yo quiero hacer 
Algo imaginado, no recordado? 
Oigo el ruido de mi propia voz: 
La visión del pintor no es una lente, 
Tiembla para acariciar la luz. 
Pero a veces todo lo que escribo   
Con el arte raído de mi ojo 
Parece una instantánea, 
Espeluznante, rápido, chillón, agrupado, 
Elevado de la vida, 
Aún paralizado por los hechos. 
La mala actitud de todos. 
Sin embargo, ¿por qué no decir lo que pasó? 
Ore por la gracia de la exactitud 
Vermeer dio a la iluminación del sol 
Robando como la marea a través de un mapa 
A su chica sólida con anhelo. 
Somos hechos pasajeros pobres, 
Advertido por eso para dar 
Cada figura en la fotografía 
Su nombre vivo.

‘A John Berryman’


En los últimos años sólo nos veíamos
cuando andabas de un lado para otro
y leías como embriagado
tu Dream demoledor-
audible, sonoro…
en otro mundo entonces como ahora.
yo quería seguir viviendo
para evitarme tu elegía.
Pero en realidad nuestra vida fue la misma,
la habitual
que nuestra generación ofrecía
(Les Maudits- el agasajo
que cada generación de americanos
se hace al llegarle el turno):
primero alumnos, luego profesores,
nuestra galaxia de grands maîtres,
en los cincuenta, becas de estudio
en París, Roma y Florencia,
excombatientes de la Guerra Fría, no de la Guerra-
lo mejor que la vida puede dar…
soñando más tarde en el whisky de las seis,
esperando el fuego con hielo,
hasta el tacto del vaso frío,
como el que aguarda a una muchacha…
si tú hubieras esperado.
Quisimos obsesionarnos escribiendo
y lo hicimos.
¿Te levantas tan aturdido como yo,
y encuentras las gafas olvidadas dentro de un zapato?
Algo me oprime el corazón con fuerza-
allí, aquí todavía, los buenos tiempos
en que nos sentábamos junto a un lago frío en Maine,
hablando del Cuento de Invierno,
los celos de Leontes
en la sintaxis quebrada de Shakespeare.
Tú fuiste el primero el triunfar.
Precisamente el otro día,
di con la diferencia que existe entre nosotros- el humor…
incluso en esta última Dream Song,
riéndote de la escapada sigilosa
de tu hogar y tus clases-
para saltar desde el puente.
Las muchachas no moverán la escarcha de tu tumba.
Para mi asombro, John,
te rezo a ti, no por ti,
pienso en ti, no en mí,
sonrío y me duermo.

'El señor Edwards y la Araña'


Yo vi a las arañas marchar a través del aire,
nadando de árbol en árbol en árbol ese día mohoso
a finales de agosto cuando el heno
llegó crujiendo al granero. Pero donde
el viento sopla del oeste,
donde el nudoso noviembre hace volar a las arañas
hacia las apariciones del cielo,
ellas no tienen otro propósito que su comodidad y morir
rápidamente dirigiéndose al este hacia el alba y el mar.
¿Qué somos en las manos del gran Dios?
Fue en vano que colocaras madera y espinas
en formación de batalla contra el fuego
y la traición que crepitan en tu sangre;
porque las salvajes espinas se volvieron mansas
y no harán nada para oponerse a la llama;
tus laceraciones narran la partida inútil
que juegas contra una enfermedad que ya no puedes curar.
¿Cómo serán fuertes las manos? ¿Cómo resistirá el corazón?
Una cosa muy pequeña, un pequeño gusano,
o una  araña con el grabado de un reloj de arena, según se dice,
puede matar un tigre. ¿De Él alzarán los muertos el espejo
y proclamarán a los cuatro vientos el olor
y el brillo de Su autoridad? Está bien
si Dios, que te sostiene ante los abismos del infierno
como mismo uno sostiene una araña, quiere destruir,
desconcertar y disipar tu alma. Cuando era un niño
en Windsor March, yo vi a morir a la araña
cuando fue arrojada en las entrañas de un fuego salvaje:
no hay una larga lucha, ningún deseo
de levantarse y volar
—solo estira sus patas y muere. Este es el último repliegue del pecador;
sí, y ninguna fuerza ejercida sobre el calor
vigorizará  la abolida voluntad, cuando harta
de quemarse chille sobre un ladrillo.
¿Pero quién puede sondear el hundimiento de esa alma?
Josiah Hawley, imagínate arrojado
a un horno de ladrillos donde el estallido de las llamas
lanza tus tripas sobre el carbón ardiente
—si el tiempo se midiera a través de un cristal,
cuán lentamente parecerían quemarse. Que pasen
un minuto, diez, diez trillones; pero la llama
es infinita, eterna: esto es la muerte,
morir y saberlo. Esta es la Viuda Negra, la muerte.


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