(30 de marzo de 1844, Metz, Francia - 8 de enero de 1896, París, Francia)
Id, pues, vagabundos, sin tregua
" Id, pues, vagabundos, sin
tregua,
errad, funestos y malditos
a lo largo de los abismos y las
playas
bajo el ojo cerrado de los
paraísos.
(...)
Y nosotros que la derrota nos ha
hecho, ay, sobrevivir,
los pies magullados, los ojos
turbios, la cabeza pesada,
sangrantes, flojos, deshonrados,
cansados,
vamos, penosamente ahogando un
lamento sordo. "
Pon tu frente sobre mi frente
" Pon tu frente sobre mi
frente y tu mano
en mi mano.
Y hazme los juramentos que
romperás
mañana.
Y lloremos hasta que amanezca,
mi pequeña fogosa. "
Primavera
Tiernamente la joven mujer de
cabello rojizo
Conmovida ante tanta inocencia
Le dijo a la rubia muchacha
Estas palabras en suave voz
"Savia que se eleva; flores
que se abren
tu juventud es una glorieta
permite a mis dedos vagar por la
hierba
donde se estremece el capullo de
la rosa
Déjame por entre el herbaje puro
Beber las gotas del rocío
Que humedece a
la tierna rosa,..
De modo que el placer, mi cariño
Avive tu rostro
Como el amanecer el azul del
cielo
Su adorado cuerpo bello,
armonioso
Perfumado, blanco como el blanco
Rosa, emblanquecido con pura
leche, rosado
Como un lirio bajo un cielo
púrpura
Bellos los muslos, enhiestos los
pechos
Tu espalda, hombros, vientre, un
banquete
Para los ojos y para las curiosas
manos
Para los labios y todos los
sentidos
"Pequeña niña, deja ver si
tu lecho
tiene aún debajo de la roja
cortina
la hermosa almohada que lleva
y las salvajes sábanas. Oh a tu
lecho.
Mi sueño familiar
Tengo a veces un sueño extraño y
penetrante
de una mujer desconocida a la que
amo y que me ama
y que no es, cada vez, en
absoluto la misma
Porque ella me comprende, y mi
corazón transparente
para ella sol, ¡ay! cesa de ser
un problema
para ella sola, y los sudores de
mi frente pálica
ella sola los sabe refrescar,
llorando
¿Es morena, rubia o pelirroja?.
Lo ignoro.
¿Su nombre? Recuerdo que es dulce
y sonoro
como los de los amados que la
Vida exilia
Su mirada es parecida a la mirada
de las estatuas
y, en su voz, lejana, calma y
grave, tiene
la inflexión de las voces
queridas que se han matado
En el balcón
En el balcón las amigas miraban
ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros
como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero,
pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes
en el cielo
Y todos los días, ambas con
languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le
ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la
emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste
de los corazones fieles
Tales sus acuciantes brazos,
húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la
piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban
las jóvenes mujeres
Tras ellas al fondo de la
habitación rica y sombría
Enfática como un trono de
melodramas
Y llena de perfumes la cama
vencida se abría entre las sombras
Pensionistas
Una tenía quince años, la otra
dieciséis
Y ambas dormían en la misma
pequeña habitación
Esto sucedió una sofocante noche
de Septiembre
Quebrantables asuntos! Ojiazules
y con mejillas de marfil
Para refrescar sus delicados
cuerpos, se despojaron
De las exquisitas camisas perfumadas de ámbar
La más joven levantó sus manos
inclinándose hacia atrás
Y su amiga, con sus manos en sus
pechos, la besó.
Entonces bajó a sus rodillas, y,
en un arrebato
Pegó a la pierna de la otra su
mejilla, y su boca
Acarició el dorado oro entre las
grises sombras
Y durante todo ese tiempo la mas
joven contaba
Con sus queridos dedos los
prometidos valses
Y sonrojándose, inocentemente
sonreía.
Lastitud
Encantadora mía, ten dulzura,
dulzura...
calma un poco, oh fogosa, tu
fiebre pasional;
la amante, a veces, debe tener
una hora pura
y amarnos con un suave cariño
fraternal.
Sé lánguida, acaricia con tu mano
mimosa;
yo prefiero al espasmo de la hora
violenta
el suspiro y la ingenua mirada
luminosa
y una boca que me sepa besar
aunque me mienta.
Dices que se desborda tu loco
corazón
y que grita en tu sangre la más
loca pasión;
deja que clarinee la fiera
voluptuosa.
En mi pecho reclina tu cabeza
galana;
júrame dulces cosas que olvidarás
mañana
Y hasta el alba lloremos, mi
pequeña fogosa.
Aria de antaño
"Son joyeux, importum, d'un clavecin sonore"Petrus Borel
Lucen vagamente las teclas del piano
a la luz del suave crepúsculo rosa,
y bajo los finos dedos de su mano
un aire de antaño canta y se querella
en la diminuta cámara suntuosa
en donde palpitan los perfumes de Ella.
Un plácido ensueño mi espíritu mece
mientras que el teclado sus notas desgrana;
¿por qué me acaricia, por qué me enternece
esa canción dulce, llorosa e incierta
que apaciblemente muere en la ventana
a las tibias auras del jardín abierta...?
Versión de Eduardo Castillo
Canción de otoño
Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.
Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.
Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.
Versión de Carlos Fujol
El hogar y la lámpara de resplandor pequeño...
El hogar y la lámpara de resplandor pequeño;
la frente entre las manos en busca del ensueño;
y los ojos perdidos en los ojos amados;
la hora del té humeante y los libros cerrados;
el dulzor de sentir fenecer la velada,
la adorable fatiga y la espera adorada
de la sombra nupcial y el ensueño amoroso.
¡Oh! ¡Todo esto, mi ensueño lo ha perseguido ansioso,
sin descanso, a través de mil demoras vanas,
impaciente de meses, furioso de semanas!
Versión de Luis Garnier
Green
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
en el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos.
Versión de Víctor M. Londoño
Las conchas
Cada concha incrustadaEn la gruta donde nos amamos,
Tiene su particularidad.
Una tiene la púrpura de nuestras almas,
Hurtada a la sangre de nuestros corazones,
Cuando yo ardo y tú te inflamas;
Esa otra simula tus languideces
Y tu palidez cuando, cansada,
Me reprochas mis ojos burlones;
Esa de ahí imita la gracia
De tu oreja, y aquella otra
Tu rosada nuca, corta y gruesa;
Pero una, entre todas, es la que me turba.
Mi sueño
Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrantede una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...
Versión de Nicolás Bayona Posada
Mujer y gata
La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.
¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!
Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,
un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón... y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!
Versión de Guillermo Valencia
Serenata
Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.
Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.
Cantaré tus ojos de oro y de onix
puros de toda sombra,
cantaré el Leteo de tu seno, luego el
de tus cabellos oscuros.
Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.
Después loare mucho, como conviene,
A esta carne bendita
Cuyo perfume opulento evoco
Las noches de insomnio.
Y para acabar cantaré el beso
de tu labio rojo
y tu dulzura al martirizarme,
¡Mi ángel, mi gubia!
Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.
Soñé contigo esta noche...
Soñé contigo esta noche:Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas...
Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.
Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios... ¡Qué aliento y qué cintura!
Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela...
Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!
Versión de Víctor M. Londoño
Tú crees en el ron del café, en los presagios...
Tú crees en el ron del café, en los presagios,
y crees en el juego;
yo no creo más que en tus ojos azulados.
Tú crees en los cuentos de hadas, en los días
nefastos y en los sueños;
yo creo solamente en tus bellas mentiras.
Tú crees en un vago y quimérico Dios,
o en un santo especial,
y, para curar males, en alguna oración.
Mas yo creo en las horas azules y rosadas
que tú a mí me procuras
y en voluptuosidades de hermosas noches blancas.
Y tan profunda es mi fe
y tanto eres para mí,
que en todo lo que yo creo
sólo vivo para ti.
Versión de Luis Garnier
Balánida
I
Es un corazón pequeño,
la punta al aire:
símbolo orgulloso y dulce
del corazón más tierno.
Lágrimas derrama
corrosivas como brasas
en prolongados adioses
de flores blancas.
(…)
corrosivas como brasas
en prolongados adioses
de flores blancas.
(…)
II
Glande, punto supremo
del ser
del amado.
Con temor, con alegría
reciba tu acometida
mi trasero perforado
Glande, punto supremo
del ser
del amado.
Con temor, con alegría
reciba tu acometida
mi trasero perforado
por tu macizo instrumento
que se inflama victorioso
de sus hechos y proezas
y entre redondeces se hunde
con sus ímpetus alevosos.
que se inflama victorioso
de sus hechos y proezas
y entre redondeces se hunde
con sus ímpetus alevosos.
Nodrizo de mis entrañas,
fuente segura
donde mi boca se abreva,
glande, mi golosina o bien
sin falsos pudores,
fuente segura
donde mi boca se abreva,
glande, mi golosina o bien
sin falsos pudores,
glande delicioso ven
revestido
de cálido satín violeta
que mi mano se enjaeza
con un súbito penacho
de ópalo y leche.
revestido
de cálido satín violeta
que mi mano se enjaeza
con un súbito penacho
de ópalo y leche.
Es sólo para una paja
apresurada que hoy te invoco.
Pero, ¿qué pasa? ¿Tu ardor se impacienta?
¡Oh, flojo de mí!
apresurada que hoy te invoco.
Pero, ¿qué pasa? ¿Tu ardor se impacienta?
¡Oh, flojo de mí!
A tu capricho, regla única
respondo
por la boca o por el culo,
ambos listos y ensillados
y a tu disposición
maestro invicto.
respondo
por la boca o por el culo,
ambos listos y ensillados
y a tu disposición
maestro invicto.
Después, néctar y pócima
de mi alma, ¡oh glande!,
vuelve a tu prepucio, lento
como un dios a su nube.
Mi homenaje te acompaña
fiel y galante.
de mi alma, ¡oh glande!,
vuelve a tu prepucio, lento
como un dios a su nube.
Mi homenaje te acompaña
fiel y galante.
Aunque no esté parada
Aunque no esté parada
lo mismo me deleita tu miembro
que cuelga -oro pálido- entre tus muslos
y sobre tus huevos, esplendores sombríos,
lo mismo me deleita tu miembro
que cuelga -oro pálido- entre tus muslos
y sobre tus huevos, esplendores sombríos,
semejantes a fieles hermanos
de piel áspera, matizada
de marrón, rosado y purpurino:
tus mellizos burlones y aguerridos
de piel áspera, matizada
de marrón, rosado y purpurino:
tus mellizos burlones y aguerridos
de los cuales el izquierdo, algo
suelto,
es más pequeño que el otro,
y adopta un aire simulador,
nunca sabré por qué motivo.
es más pequeño que el otro,
y adopta un aire simulador,
nunca sabré por qué motivo.
Es gorda tu picha y aterciopelada
del pubis al prepucio
que en su prisión encierra
la mayor parte de su cresta rosada.
del pubis al prepucio
que en su prisión encierra
la mayor parte de su cresta rosada.
Si se infla levemente, en su
extremo
grueso como medio pulgar el glande se dibuja
bajo la delicada piel, y allí
muestra sus labios.
grueso como medio pulgar el glande se dibuja
bajo la delicada piel, y allí
muestra sus labios.
Una vez que la haya besado
con amoroso reconocimiento,
deja mi mano acariciarla,
sujetarla, y de pronto
con amoroso reconocimiento,
deja mi mano acariciarla,
sujetarla, y de pronto
con osada premura descabezarla
para que de ese modo -tierna violeta-
el lujoso glande, sin esperar ya más,
resplandezca magnífico;
para que de ese modo -tierna violeta-
el lujoso glande, sin esperar ya más,
resplandezca magnífico;
y que luego, descontrolada,
la mano acelere el movimiento
hasta que al fin el “peladito”
se incorpore muy rígido.
la mano acelere el movimiento
hasta que al fin el “peladito”
se incorpore muy rígido.
Ya está erguido, eso anhelaba
¿mi trasero o vagina? Elige dueño mío.
¿Quizás un simple autoplacer?
Eso era lo que mis dedos querían…
¿mi trasero o vagina? Elige dueño mío.
¿Quizás un simple autoplacer?
Eso era lo que mis dedos querían…
Sin embargo, tu sacrosanta parte
dispone de mis manos, mi boca y mi trasero
para el ritual y el culto
a su forma adorable de ídolo.
dispone de mis manos, mi boca y mi trasero
para el ritual y el culto
a su forma adorable de ídolo.
MONTA SOBRE MÍ
Monta sobre mí como una mujer,
lo haremos a "la jineta".
Bien: ¿estás cómodo?... Así
mientras te penetro -daga
en la manteca al menos
puedo besarte en la boca,
darte salvajes besos de lengua
sucios y a la vez tan dulces.
Veo tus ojos en los que sumerjo
los míos hasta el fondo de tu corazón:
allí renace mi deseo vencedor
en su lujuria de sueños.
Acaricio la espalda nerviosa,
los flancos ardientes y frescos,
la doble y graciosa peluquita
de los sobacos, y los cabellos.
Tu culo sobre mis muslos
lo penetran con su dulce peso
mientras mi potro se desboca
para que alcances el goce.
Y tú disfrutas, chiquito,
pues veo que tu picha entumecida,
celosa por jugar su papel
apurada, apurada se infla, crece,
se endurece. ¡Cielo!, la gota, la perla
anticipadora acaba de brillar
en el orificio rosa: tragarla,
debo hacerlo pues ya estalla
a la par de mi propio flujo. Es mi precio
poner cuanto antes tu glande
pesado y febril entre mis labios,
y que descargue allí su real marea.
Leche suprema, fosfórica y divina,
fragante flor de almendros
donde una ácida sed mendiga
esa otra sed de ti que me devora.
Rico y generoso, prodigas
el don de tu adolescencia,
y comulgando con tu esencia
mi ser se embriaga de felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario