sábado, 28 de enero de 2017

POEMAS DE ARMANDO OROZCO TOVAR IN MEMORIAM

  Resultado de imagen para ARMANDO OROZCO TOVAR
(Bogotá en 1943 - 2017)


El Aguila

Así Mismo habia en los cuatro cara de águila . Ezequiel

Arrasaba con SUS manos pobladas de cuervos
Su pensamiento era absurdo escalera Una
Cómo Sueños en las gracias de las Prisiones

Habia encontró el camino para vivir
en refugios vientres Y violado
Saliéndose de Mismo sí
Azotando ellas puertas interiores
y los códices asesinos

SABÍA Moria entre sombras
en Una selva con delfines devastadora

galope el mármol inhóspito
de los páramos
golpeo con los llanos SUS desgracia buitre
Y cadenas de oro sobre su pecho

La ella vio desnuda entre ellos la sombras
del muro de los fusilados
con su vientre lleno de violines
maullidos de Marinos gatos

recuerdan el castigo SUS manos
de adivinar del Bronce ceniciento
Debido a que estas moscas Estaban en Su Rostro
de Antes del vuelo

pensar en nada Tenia remedio
en medio del delirio y el rencor
de la fiebre de Sus garras de águila

contra por fin en el olvido ciénagas ellos
siniestros ONU viento simbólico e imaginario

sabían CUÁNDO iba el Comenzar el terror


Hacia Atrás Camino oblicuamente

Amó otra vez el silencio de los truenos
dentro de ellos olvidados lagos
boca salia su Puentes
pasando por El misterio de las sombras

ESTABA ALLI tendía
bocas abiertas de Con SUS
Y Sus últimos gargantas
saliva SUS Y de pesadillas
Ya no aullaba ya la mentira

era antiguo
Cascabel Mordiendo
los círculos del Cobre
el Tiempo, el Aire el mármol
el Espacio sus sus espadas horas
Quebradas por el Sueño

el Mar sepultó barcos SUS
Otros crepúsculos

eSTABA ALLI definitiva desde antes
del sonido en el bronce
de la Luna

Habia Vuelto al nacer en el perfil SUS

era Una Estrella en El Relámpago
Y en las alas de las mariposas
nocturna

                   (en la muerte de mi padre)  


Lectura

Leí desde el vientre de mi madre
dónde cabían el viento y el verano,
el agua de tantos ríos de ternura.
Allí, observé peces fosforescentes
cayendo del cielo de sus ojos
grandes como la noche.
Por sus pupilas viajaban
veloces las estrellas
y las galaxias enormes del amor.
Yo aprendí a leer
en el vientre de mi madre
también el odio, las injusticias
y el hambre.
¡Ah, el hambre!
Luego los signos del dolor y las caídas
el olvido del recuerdo por su sangre
las caricias de la estación de la nieve
y el trigo.
Aprendí a leer en el rostro del aire.
En el vientre de mi madre estaba el universo,
con símbolos ritmos y metáforas
los imaginarios del mundo en su corazón.
El vientre de mi madre era un satélite del sol.

Ascenso a la laguna


(A Jorge E. Cruz)
Ascendió con los ojos sobre la tierra
aspirando un aire otoñal
casi perfecto.
Ascendió con la ilusión
de ver dioses desnudos
teñidos de oro
untados con resinas
de árboles sagrados
y mieles de abejas.

Ascendió preguntándose
quién era
y cuál el destino
de tantos días y noches.

Ascendió para encontrar
al azar
olvidados por otro Dios distraído
pedazos de sol
incrustados en la arena.

También para descubrir
los reflejos de las avellanedas
amarillas
rielando sobre el agua verdinegra.

Descendió de la montaña
viendo en el fondo
de la luna llena
una antigua gota de sangre.

(Laguna de Guatavita, 1 de enero 2000)

Cruxificción


Que no es de Nazaret este madero
donde me he dejado colgar
por mis reclamos.

¿Qué tengo yo que ver con todo esto?
Quizá el dolor y la befa
de un Dios indiferente
amigo de “cambistas” como les decían
en tiempos de milagros,
cuando Él también los azotó
y “prendió fuego a sus tenderetes.”

Ahora estoy clavado de pies y manos
en este sucio poste
como cualquier cordero de sacrificio.

Porque, ¿quién vive diez meses sin salario?

Los zapatos

   
Todos los presentes escuchan
con atención sus poemas.

Yo observo sus zapatos
asomados 
por debajo de la mesa.
Que como sus versos 
desechos
recorren los caminos.


Estado mayor conjunto


Son de dos metros de grasa
parecidos a cangrejos colorados
condecorados con medallas
para premiar atletas de la muerte.
Mueven sus patas venenosas
sus brazos y nalgas con dificultad.
Sobre sus enormes portaaviones
Y Nave Seals de sus bolsillos
sacan apresurados 
la fórmula para salvar sus bancos
para destruir al mundo en un instante.

Oro en el mar norte

Los escualos huyen
entre el hielo quebrado 
del ártico. Son volcanes 
resoplando en el aire su miedo. 
En oro puro se transforma
todo lo que arponean  
en el mar del norte
los pesqueros japoneses 
Sobre las olas flotando quedan 
tas tripas de las ballenas 
devoradas por los pájaros.


El contabilista


En mi perpetua soledad     
contabilizo    
una por una mis galaxias.
Ninguna me falla.
Pero cuando sumo
las monedas
en la bolsa de los pobres
siempre me faltan 
cinco para el peso.

El coleccionista


Aquel mandatario sonámbulo 
coleccionaba iconos antiguos.
Los buscaba lelo en Estambul
Cnosos y las islas Egeas
sin darse cuenta que en su país
el icono del Palacio de Justicia
se le quemaba entre las manos.


Traductor


Bajo un sol de verano
la lluvia
y los gemidos de enfermos.
En el Elizabeth Hospital
para locos y criminales
doce años permaneció
encerrado
en una jaula de hierro
el poeta traductor de Confucio.


EL VIAJE

Todos vamos con cuidado desapareciendo.
Estamos aquí,
nos ven y nos saludan,
hasta que un día nadie nos vuelve a ver
y dicen:
“Entró a un monasterio, está en la cárcel,
se casó. Le dieron empleo en Nueva York,
está viviendo en Camerún. Cría conejos.
es zombi en Haití, conspirador, negrero.
dejó el ocio, puso negocio.
Se fue para las selvas del Chocó,
quemó sus libros. Se le vio rezando en Popayán.
adquirió la sífilis, era maldito.”
O por el contrario nadie nos recuerda,
nadie dice nada,
a uno fácilmente los amigos lo olvidan.
Fue tan discreta la fuga, la partida, el viaje,
que sólo los más íntimos preguntan:
¿dónde está ahora?

A Armando Cuervo Romero



GUSTOS

De la vida me gusta la música
de Mozart
pero también el vallenato.
Caminar y escribir un poema,
leer a Roque Dalton
recordar a La Habana
los bares donde nos sentábamos
Rafael, Reynaldo y Luisa
en aquellos días
de la gran zafra y las toronjas.
Ver los rostros
a través de la ventana,
Salir para sentir la lluvia.
Me gusta abril, Isabel y su ternura,
nuestro hijo, “Arreglando para mañana
mis pistolas”. La risa de Alejandra
y de María Fernanda el llanto.
Volver a la infancia con sus nísperos
solares donde nos peleábamos
con los amigos muertos.
Mi cama donde repaso el amor,
donde envejezco la tristeza,
las cartas sin herirnos, las palabras.
Me gustan los puertos,
Con árboles, pájaros y gatos.
En fin, me gusta la vida con su muerte.


LA COMETA


Una cometa es la paloma
que vuela de la infancia
al cielo.
Sostenida tan sólo
por la ilusión
Que nos ató a la tierra.
Es la niñez
que se elevó en color
hacia la nube
en traje de papel.
Para imitar fugaz al ave
que pasó
un día por el cielo.


SEÑAL DE OLVIDO


Uno es una lámpara que mira
camina,
moja otra piel
otras orillas.
Puede ser la noche
el mar
“un pájaro que cruza”.
Uno puede ser
y estar dormido.
A uno lo acosan los segundos,
las hormigas,
el camino.
Suben por sus minutos
hasta los ojos o bajan
dentro de un barco único
sin regreso
donde dicen que está la soledad.
Uno atraviesa las horas
los puentes,
las escaleras hacia ninguna parte
el agua de algún río regresando.
Uno es su cara
al revés se mira con los ojos cerrados.
Es el ruido sin duda del olvido.

  

MONÓLOGO DE MUHAMMAR

El buitre clava su pico 
y garras en nuestros costados 
quiere encender automóviles 
y bombillas inútiles 
por carreteras y rascacielos 
de Nueva York.
Mover porta aviones 
por todas partes
deshaciendo el mundo. 
La British Petroleum Company 
no perdona
ni siquiera a los inocentes 
alcatraces del Golfo de México.
Con la ira de Jehová fue a Irak 
mañana Irán… a Venezuela. 
El buitre ríe,
se burla por los noticieros.
El reloj de arena del desierto será su sudario.


 MIEDO

En la dureza del día
así como es sencillamente
la vida
me dejo llevar
por los presentimientos.
Y son tantas las dudas
y el miedo
que corro a esconderme en lo espejos.


DESENCUENTRO


Ya es hora de que pregunte por mí,
que me vaya con los ausentes,
que regrese con la lluvia.
Debo salir pronto a caminar,
pero no encuentro la calle
los escalones de mis piernas.
Sé que debo irme en los trenes,
amarillos del barro,
subirme en el polvo de mi corazón


HACIENDO MUTIS POR EL FORO


 La muerte es cosa de Clase,
La única forma de que muestren un cadáver

Mil veces por televisión…
Su féretro de madera fina,

En la primera página de los diarios:
Amarillos, rojos y morados.

 Fue un ilustre poeta-dicen-
Dejó pasar indiferente por su halo y pluma,

Las justas revoluciones contra reyes y burgueses.

Ahora el gran vate está junto al monarca supremo,
Donde la Parca de cerca lo vigila,

No sea que entre ángeles y querubines,
Le dé por escribir otra vez

Sus hermosos poemas de ultramar.


No puedo dormir.
Voy por cada uno de sus dientes
entre las sombras de luto de la noche.
Sus dedos anudan mi garganta
son las nubes que pasan  sobre la tierra
llorando como un largo invierno
de desaparecidos.
Llego con su voz ausente
y todas las copas se rompen
cuando no  escuchan
su voz de campana de cristal.
Estalla en pedazos la alegría.
Muere la belleza sin sus brazos
que no están para abrazar el día
Nadie debe a reír si no está ella
y en su boca la risa
nadie a cantar si los pájaros
no madrugan  pronunciando su nombre
con  sus trinos, rojos, verdes, lilas, amarillos.
El arco iris saldrá en el cielo sólo como una mancha
si no volvemos a verla danzar
como un sueño con sus vestidos de fiesta.
No se remangarán los árboles
las cortezas de sus ramas por los caminos
hasta que regrese Sandra Viviana
con todos los  desaparecidos
dentro del  aire enrarecido de la patria.


Poema- 2


Es a mí al que se llevaron
para ninguna parte.
A un lugar indeterminado.
Soy un rastro en el silencio.
sin rostro
como un árbol.
¿Por qué nadie
nuestros gritos escucha?
¿Por qué nadie?



Poema- 3


Están desapareciendo
a los que  protegen los árboles.
A los que calman la sed
del agua
para que no se desborden
los esteros.
¿Qué monstruo
los sacó de su lucha
por la  vida?
Qué bueno que Dios
existiera de verdad,
porque ya es hora que  alguien
sepa dónde se encuentran
los desaparecidos.




Poema -4


Alguien tiene que saber
Dónde están.
El aire no puede ser cómplice
de lo invisible.
El sendero
sabe de sus pasos
y no debe callar.
Aquella ave
en el hombro de la nube.
La casa.
El ojo de agua.
El estanque.
Tú ojo que lo ve todo,
la tuvo que ver
para dónde se la llevaron,
para dónde se los llevaron.



Ninguneo

Los sepultureros no dan abasto
La Prensa
Todo está dispuesto
aquí para la muerte.
La luna brilla
mortecina como un faro.
Mi madre
pasa a mi lado
y no me ve.
Cuando a todo un país
lo llevan a la tumba
ni el más cercano,
ni el que también dice
que te ama
te ve.
Sólo el sepulturero
que trabaja con entusiasmo
te mira de reojo.

Libreta de poeta

La noche pasea con sus estrellas
embozalados perros
donde una sombra ladra sin bozal
sobre los charcos.
Tampoco hay reflejos de luna
en sus rostros aún sin rastro
por las páginas de los diarios.
Algunos nombres han quedado atrapados
con sus direcciones borrosas
en mi agenda de final del milenio.
Sólo ahora señalo con crucecitas
los caminos enfangados
en mi libreta de poeta
(como lo recomendaba Maiacovski).
Yo también figuro en la última página
de mi diario,
tratando de recordar
el número telefónico de mi existencia.

 El secreto


El secreto me grita
cosas de otra época.
Es sirena de barco
en el mar encallado
de mi oído.
Me llama el secreto en secreto
Apunta mi sien
con un revólver en la mano.
¿Dónde ella deambula
por un tiempo emborronado?
¿Por qué vereda atrás
huyen sus cartas y deseos?
El secreto guarda el secreto,
la esconde en la alcoba
desnuda entre su lámpara.


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