viernes, 12 de noviembre de 2021

POEMAS DE DAVID FUKS

 

(Rosario, 3 de febrero de 1950 / 8 de octubre de 2016)



GORJEOS

 

La electrónica imita a la naturaleza

del último pájaro

cada vez que obturo la cámara fotográfica digital,

rehíla un gorjeo encuerda,

evoca la tutela de los Reyes Catódicos,

tañe y mágico,

me obsequia la memoria

de tortitas negras desmigajadas

al fondo del portafolios,

(uno precisa respirar en la niñez)

desentierra el nombre

de mi primer libro de lecturas.

 

 

LA PRIMAVERA ANIDA EN LA NARIZ.

 

 

Teníamos plátanos jóvenes

en la vereda sobre Rivadavia Nueve

y peleando pelábamos sus ramas bajas,

pulsábamos su savia

para forjar arcos y flechas rotas y sables corvos,

salvas,

al tronar de los tambores.

Ahora igual lo mismo casi

en la esquina de Gálvez y Paraguay,

enlaza violetas y cita

a las campanitas de la calle perdida,

el sosiego pasional del mburucuyá

en la enramada del ferrocarril,

el mismo olor distinta lluvia

destiñe el aire la primavera

anidan en la nariz

estrategias civiles para dar de baja

al paso marcial del tiempo.

 

 

ACERCA DE ESTA EXISTENCIA

 

¿Han visto a los muertos insurgentes

exhumar tropos

pintar grafittis a los resucitados disciplinados,

dedicatorias taimadas

en las paredes de los cementerios,

diarios de viajes astrales,

tachaduras, enmiendas, números de página,

en el cordón de granito junto a la acera,

acerca de esta fugitiva existencia

o de la posible existencia de otra?

(Cuenta dedos: “Había una vez un dedo”)

¡Ay! quien sufriera ésta fe axiomática,

éste retoñado y estremecido ardor de los

que abjuran y no sucumben.

Son tan apremiantes

en la multiplicación de los meses,

de las mieses.

 

 

IN ITINERE

 

Enlutada, núbil, fatigada, asciende.

Grácil su lengua lame, alienta los cristales.

Súbitamente, un pañuelo floreado brota,

pronuncia los pechos que principian.

Falsas aguamarinas aclaman sus fresas.

Desnuda el strass una oreja.

Etéreo, su índice pincela el labial bordó,

encarna las mejillas.

Ocultos mohines

incipientes escapan desde sus entrañas,

moderándose entre los dientes.

Ojos verdes dialogando indecentes

con la miniatura del lunar

vecino al filtrum,

reclinado en su piel terra cotta.

Travesía instantánea,

descubrimiento y resplandor,

esquina donde él aguarda

desvelado junto a la ochava,

sonriente,

no para sí, sino para ella,

como si cosquilleara su corazón al palpitar.

 

 

 

POR DONDE SE ESCURREN
LAS AGUAS DILUVIALES

 

-¿Por dónde se escurren las aguas diluviales?

(-No…

-No, ahora escúchame tú)

-¿Por cuales grietas donde

destila la lluvia pródiga

que hasta ayer nos enjuagaba

y ahora malogra cruje?

No musites no.

Repone tu juramento.

No me dejes caer en la autocompasión.

No te afirmes aún bajo la sombra

del árbol condescendiente.

¿Avizoras la aflicción de mi osamenta,

su lozana atrición,

mi importuna súplica de apego?

Cada vez precisaré devorar

de mi piedra un añico más

porque enjaezada de acedia

-non vita, non cor tañe-

atina hacia aquí mi muerte,

latemos

y la temo.

 

 

TEXTIL

 

Maniobran las manos la urdimbre

la harina con el agua y la sal, aceites,

se aman, amasijan esos nudos

y anexan enlaces acercan parentescos.

Textos anudados con texturas desatadas

hebras hembras despatarrándose

en el lecho prenupcial palpita.

Estameñas que develan su hambre de sudor,

estambres del sudor, arrebatos cóncavos y

encaje entre las piernas,

convicciones en las convexidades.

Maniobran las manos, complotan en la urdimbre

que trama intrigas y componendas,

conjuran para exorcizar la seda que no se hilacha.

En los pezones la yema de los dedos enredada

adjunta secuencias de notas al pie,

devana estrellitas hilvanadas en el cielo de las palabras

que con arrogancia suponemos claras

liando retales de contactos.

 

(Buscamos penetrar generosos,

latiendo extraviar nuestra luz

como un don dado al azar

para esplender bosques densos

mallados con hilos de bramante,

deshabitarlos de pesadillas).

 

 

HOSPITAL

 

En la dulce música reside tal poder,

que mata los cuidados, y los pesares del corazón

caen dormidos si, oyéndolas, mueren.

Enrique VIII, acto III, escena 1ª (W. Shakespeare)

 

Arrebujado del cielo fraudulento de agosto,

tentado de negar su historia,

mal nombrando sus estelas matutinas,

camino del hospital.

Hombres que visten con borrones de cemento

resistentes al fregado,

mujeres que huelen a frituras

y retornan caladas de lavandina,

briosa procesión de ciclistas sudados.

Persiste la longitud de los pasillos,

insaciables en su apetencia

de bastones y de ruedas de sillas de ruedas,

ronda la hija que blande

la pierna fantasmal de su padre.

Apremia el olor a sopa tierna,

agitan el martes de salsas domingueras de tomate

y de ají.

¿La memoria de qué moradas

sobrellevan la cortesía de esos sahumerios?

De regreso,

cabalgando en la Primavera de Antonio Vivaldi

todos los infortunios marchita

esta bandada de sonidos.

Danzan su epopeya los postrados,

ceden, al honrado arrimo de las cuerdas.

 

 

EFEMÉRIDES

 

Dones intraterrestres

sobre la arena

se depositan a diario.

Antes de la irrupción del sol

-el sol desiguala el horizonte-,

caracoles sin habitantes,

vasijas torneadas

yacen como esqueletos indolentes.

Playa ondulada que falsifica

la impronta ondeada del mar.

¿Por qué recogemos

objetos vacíos?:

nos cautiva la oquedad.

Conquistamos,

el aire que desalojamos,

con nuestros espacios extraviados:

plazas enaltecidas con barriletes

y árboles de sombras inabordables,

mercados embalsamados que gritan especias,

oportunas calles sin salida.

Los ensueños instantáneos

no necesariamente son solubles en vigilia.

El gesto sagaz, el empeño

de una mujer

fue capturado.

 

 (La cápsula fue intitulada:

“mujer-que-pudo-ser”).

Torna y retuerce cual efemérides,

aun cuando la necedad

viste el rostro de la heterodoxia,

desplegando

su perturbadora exposición.

 

(nos embarazamos

con nuestros alientos de café con leche)

 

 

PERO NO PUDE ESCRIBIR UN HIJO

 

 

He sembrado libros y he criado árboles

pero no pude escribir un hijo.

Anoté en él

apenas algunas estrías,

borroneé ciertas notas al pie

que consideré presuntuosamente necesarias,

hendeduras que en el futuro imperfecto

tal vez se leerán como tizne desechable.

 

 

LA CASA DE PLANTA ALTA CON DOS
SILLAS DE HIERRO EN EL BALCON

 

Parecen abandonadas las dos sillas de hierro.

Alguien las puso allí como parte de un programa de vida:

” Ya verás, ella dijo,

desde esta modesta altura,

pacificaremos el bullicio de nuestros hijos,

imaginaremos el ocaso detrás de los edificios,

nos cebaremos mate o refresco de hierbas

y renegaremos de los vecinos molestos

que durante el verano vienen a pedirnos hielo”.

Estas apuestas arbitrarias a la felicidad

se pagan con una vida de apremios,

escasea la intimidad en la claridad del lecho,

se multiplica la oscuridad durante el atardecer

y la indolencia por la naturaleza de nuestros desvelos.

Deseamos vagar sin rumbo aparente

pero erramos camino del trabajo asalariado

con un bando en la mano

que indica nuestro destino

y un pequeño detalle biográfico:

cuando derramamos la sal

no arrojamos el puñado debido

sobre los hombros.

Estos fraudes que nos ilusionan

con ofertas de amor eterno

légis y timan nuestra vasta suspicacia.

 

En el aire que ventea,

se pasean jirones de tiempo,

hojas antiguas de roca liviana,

partículas pantonales de arena,

fragmentos de noche y mareas,

confusión de límites entre la mar y la tierra

mientras principia el diluvio.

 

¡Vaya vacilante connivencia de género

al costado de la puerta que da al balcón!

pues sin más decimos

el abandono que culpa a los objetos

y desagravia a los hombres

en la simétrica disposición de las sillas.

 

 

BITÁCORA O
METHOD OF KEEPING A JOURNAL AT SEA[4]

 

                                                   “Un diario marítimo

                                                                            es el libro donde se registra

                                                                            con exactitud y regularidad

                                                                             apuntes sobre lo que ocurre

                                                                            a  bordo durante el viaje”.

                                                                            (J.W.Norie : A complete

                                                                             epitome of  practical navigation)

 

Antes de 1850 J.W.Norie

nos dejó instrucciones precisas

para escribir una bitácora,

sin embargo el marino Henry Ferguson

borroneó -a punta de lápiz sin afilar

y en la contracara de un grabado

acerca de las tangentes y de las secantes-

 su arribo a Rosario el 23 de abril de 1882.

Nada nos dice Norie sobre el terror al extra vía.

Nada acerca de salirse del curso de las aguas y

quedar entrampado en desatinadas corrientes marinas

que solo conducen al finis terra.

(¡Oh la ineficacia de las instrucciones!)

No el continente que se acaba

si no el sino, la certeza fatal.

El afinamiento del planeta

por inanición.

El desabastecimiento de los panes y de los vinos

y de las mesas desnudas de mujeres.

Ni de la resta que suma todo

-las bocas abiertas ante la anchura ingresando al Paraná,

el Paraná ingresando a sus bocas -

nada nos dice Ferguson.

¿Qué rezuma su piel y qué la piel del barco

y la de sus hombres?

Vita a cor.

Latidos irregulares.

Terrores como terrones inexactos.

 

PARALAJE[5]

 

Es tan inverosímil el infinito

como la Epifanía de los Reyes Pagos.

Multiplicamos paralelas de yerros

que siempre se encontrarán,

indelebles cielos entreabiertos descubren

lunas gemelas que se agasajan descaradamente.

(No hemos hecho del lecho una arena)

Porque no soportan ser aguardados

todos los ulises se desbandan[6].

 

 

SOÑANTES

 

Numera la morena

muy guapa arroja cifras,

acomoda el auricular, guiña.

Se comen con hambre canina

su mundo con la vista

y ella mirando

se otorga al mundo soñadora y aliñada,

desliza su novela onírica.

Para defenderse de un golpe de fortuna,

arrullos murmura

a quien sabe quien por teléfono

acerca de sus sueños de la noche transcurrida,

estremecida por correr el albur.

Como un castillo de naides,

sobreviene la decepción

cuando alude a su mala estrella

para las apuestas clandestinas.

No hay en el corazón de esa mujer

espacio para el solaz del amor,

todo lo colma sin juergas

su juego impar de fullera compulsiva.

Sus suspiros no tienen más destinatario

que los formularios de la quiniela.

Fuma,

con algo no puede.

Ha enrocado azahares por azar

Tomado de:

http://davidalbertofuks.blogspot.com/2010/10/vita-cor.html

 

 

Fucks, Fukman, Foox…

 

 

Reclinado, abrevia el kadish apresurado,

para ganarle la espantada a la asfixia, ...

respira bestialidad, resopla aún en el fugaz estío,

pues el viento es fibroso allí y difícil de masticar.

Fukman, Fuksman, Fokse, Foox , Fux,

Fouks, Foks, Foukx, Foux, Fox, Fucas,

Fukx, Fusch, Fukss, Fuk, Fuksz,

Fuchs, Fucks, Fucs, Fuks.

Así se inscriben mis nombres

en las tablas de la ley interfecta,

y en el sonido de la sal,

olvida la savia su sabiduría en la cal,

se desgrana y pulveriza la simiente.

Corean mi nombre de rey,

destronado los espectros,

el rey que a Saúl aligeró

de sus pesares con el tañido de sus cuerdas.

Ahora, melodías antes de ingresar a las cámaras.

Asesinaron al David Fuks que nació en Vinnitsa,

y a otro Dawid en Szydlowiec.

¿Ya mencioné al David Fuks de Skerniewitz?

Caducó su expresión pero no agota su cuerpo las excretas.

Yo muero de amor y de odio

en estos otros de familiar extrañeza.

De su libro

Homónimos

(Inédito)

Tomado de:

https://poesia-del-torodebarro.blogspot.com/2014/05/ps-del-holocausto-fucks-fukman-foox-de.html

 

Leonie Sachs

 

Advino tarde

 

al desorden del lenguaje

 

con el exilio y la caída

 

de sus amados hermanos.

 

Se intoxicó

 

con las emanaciones

 

del hollín más tenebroso

 

y enloqueció del judaísmo

 

de Emmanuel Levinas.

 

Es decir,

 

del compromiso

 

con sus próximos lejanos.

 

 

 

(de Vita a Cor, Press Scripta Editora, Rosario,2010)

 

 

 

Voces de Nelly Sachs,

 

La muerte multiplicada

 

 

 

 

Muele la muerte multiplicada

 

hasta el vital infinito,

 

fracasando en su intento de explicarse a si misma.

 

Creciendo en el agotamiento

 

de las palabras que la nombran.

 

Miasma cruda la misma muerte.

 

Dueña inventora de todos los estertores.

 

Prolificando incansable incontable

 

sus hijos, llamarada oscura.

 

El hollín más hediondo y pesado

 

ajeno a toda precognición.

 

Ignición sin incandescencia.

 

¡Ah!  la increíble hoguera exterior

 

que parecía incapaz de encender la hoguera interior.

 

Derrota de todas las creencias,

 

en su combustión las voces pueden aún,

 

agitan la mudez ante el horror de la pira

 

no la fogata del hogar,

 

la pila fragmentada de yacientes voces,

 

de desencantos de cánticos de canto elevados,

 

de salmos que no alcanzaron a elevarse,

 

alabanzas que no arribaron al fulgor .

 

Rescoldo frígido, amoratados labios.

 

Sustraídos del instante del trémolo

 

de la mano que ya no mece.

 

Kadisch sin ritornelo

 

de paz para todos nosotros haremos,

 

del arrullo perverso que despierta

 

la nana no tiene no puede rechina.

 

Ni siquiera ajena.

 

Se enajena toda explicación,

 

se vierte y desparrama sin cauce.

 

en el cuenco de las manos.

 

Voces de Nelly Sachs

 

Ah! el coste de la palabra yaciente

 

recuperada la hilacha de vocales desfilamentadas.

 

 

 

 

(De Mburucuyá, inédito)

 

 

En noviembre

 

 

 

 

En noviembre

 

avariciando siestas florecidas

 

perfuman intrusos los tilos en calle Iriondo.

 

Llamador el ladrido de la perra,

 

sobre mis cordiales ascuas

 

preanuncian en la cancel

 

que desesperamos por tus pasos.

 

 

 

 

 

La primavera anida en la nariz

 

 

 

 

Teníamos plátanos jóvenes

 

en la vereda sobre Rivadavia Nueve

 

y peleando pelábamos sus ramas bajas,

 

pulsábamos su savia

 

para forjar arcos y flechas rotas y sables corvos,

 

salvas,

 

al tronar de los tambores.

 

Ahora igual lo mismo casi

 

en la esquina de Gálvez y Paraguay,

 

enlaza violetas y cita

 

a las campanitas de la calle perdida,

 

el sosiego pasional del mburucuyá

 

en la enramada del ferrocarril,

 

el mismo olor distinta lluvia

 

destiñe el aire la primavera

 

anidan en la nariz

 

estrategias civiles para dar de baja

 

al paso marcial del tiempo.

 

 

 

 

 

 

(de Vita a Cor, Press Scripta Editora, Rosario,2010)

Tomado de:

http://marta-ortiz.blogspot.com/2011/05/david-fuks-poeta-invitado.html

 

 

 

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