sábado, 27 de noviembre de 2021

POEMAS DE OLAVO BILAC

 



El pecador

 

Pecó, mas es el pecador sereno

que sofoca el sollozo en la garganta,

y que a los labios, sin temblar, levanta

la rebosante copa de veneno.

 

Manchó su excelsa clámide en el cieno

del mal. Y al cabo de flaqueza tánta,

ningún remordimiento lo quebranta,

ni lo sonroja el parecer ajeno.

 

Lleva ocultas las lágrimas consigo,

y erguido lleva el corazón doliente

cual un pendón de reto enarbolado.

 

Y acepta la amargura del castigo,

con la misma altivez con que sonriente

probó todo el deleite del pecado.

 

Versión de Miguel Rasch-Isla

 

 

Exilio

 

¿Ya no me amas? ¡Bien! Partiré desterrado

de mi primer amor a otro amor que imagino...

Adiós carne amorosa, rapazuelo divino

de mis sueños, ¡adiós bello cuerpo adorado!

 

En ti, como en un valle, me adormecí embriagado

en un sueño de amores a mitad del camino;

quiero darte ya mi último beso peregrino

como quien abandona la patria, desterrado.

 

¡Adiós, cuerpo fragante, patria de mi embeleso,

nido de blandas plumas de mi primer idilio,

jardín, en que hecho flores, brotó mi primer beso!

 

¡Adiós! Ese otro amor ha de amargarme tanto,

como el pan que se come lejos, en el exilio,

amasado con hieles y humedecido en llanto.

Versión de Eduardo Castillo

 

 

Oración

 

Bendito el que en la tierra hizo el agua y el fuego;

el que unció a la carreta al buey manso y amigo;

el que encontró la azada, y el que del fango luégo

hizo brotar el oro milagroso del trigo.

 

El que fundió los bronces; el que talló en sosiego

la cuna de la infancia, y el que al primer mendigo

dio la primer limosna conmovido a su ruego,

y el que labró este lecho que compartes conmigo.

 

El que echó al mar la quilla y a los vientos las velas;

el que inventó las trovas; el que encoldó la lira;

el que domó los rayos y aplacó las procelas.

 

Mas, bendito entre todos, aquel que en lo profundo

descubrió la esperanza, la divina mentira,

que dora las siniestras espesuras del mundo.

 

Versión de Miguel Rasch-Isla

 

 

Última página

 

Primavera: sonrisa de las cosas, los ramos

palpitaban de flores y huéspedes parleros;

octubre anaranjaba la arena en los senderos,

recuerdas? Bajo el cielo de octubre nos amamos.

 

Verano: sin testigos, cabe la mar llegamos;

Otoño deshojaba los álamos ligeros;

tentónos el pecado, te acercaste, pecamos...

¡Ah!  tu primera sonrisa, tus abrazos primeros!

 

Sobrevino el Invierno: saltaste a mis rodillas;

besé con largo beso tu boca y tus mejillas;

ardió con viva llama tu núbil cuerpo en flor.

 

¡Oh carne! qué ambicionas? Corazón, ¿qué más quieres?

Huyen las estaciones y pasan las mujeres,

y yo que he amado tanto desconozco el amor.

 

Versión de Víctor M. Londoño

 

 

Vanidad

 

Cieco, febril, insomne, con nerviosa porfía,

pule el artista el mármol de la estrofa anhelada:

quiérela palpitante, quiérela emocionada,

quiere infundir al mármol un temblor de agonía.

 

Triunfa gallardamente de la forma bravía;

lucha, repule, y la obra resplandece acabada:

- «¡Mundo que con mis manos arranqué de la nada!

¡Hija de mi trabajo! -luce a la luz del día.

 

«Llena de mis angustias y encendida en mi fiebre,

eras la piedra tosca; te di brillo profundo

e iricé tus facetas con esmeros de orfebre.

 

Puedo esperar, pues vives, una muerte serena».

E imagina que exhausto rodará al pie del mundo,

y, ¡oh vanidad! sucumbe junto a un grano de arena.

 

Versión de Miguel Rasch-Isla

 

 

Vía láctea

 

Sale al jardín cuando la aurora aclara,

y envuelta en muselinas vaporosas,

muestra a las rosas del jardín las rosas

trémulas y encendidas de su cara.

 

Todo el jardín al verla se prepara

a la oblación. Y hay voces misteriosas

que, al pasar, la saludan jubilosas

como si leve sílfide pasara.

 

La luz la besa; el aire es más sonoro;

tiemblan las flores cándidas; el bando

de las aves salúdala en un coro,

 

y ella va, dando al sol el rostro blando,

dando a los vientos el cabello de oro,

y a los rosales sus sonrisas dando.

 

Versión de Miguel Rasch-Isla

Tomado de:

 

http://amediavoz.com/bilac.htm

 

 

soy poeta

¡Lejos del tumulto estéril de la calle,

escribe Benedictino! En la comodidad

del claustro, en la paciencia y la tranquilidad,

Trabaja y persiste, y lima, y ​​sufre, ¡y lo tuyo!

 

Pero eso en la forma en que se disfraza el trabajo

Del esfuerzo: y se construye un solar vivo

De tal manera, que la imagen está desnuda

Rica pero sobria, como un templo griego

 

No muestre el tormento

del maestro en la fábrica. Y natural, el efecto agrada

Sin recordar los andamios del edificio:

 

Porque la Belleza, gemela de la Verdad

Arte Puro, enemiga del artificio,

Es fuerza y ​​gracia en la sencillez

 

 

Maldición

Si durante veinte años, en esta cueva oscura,

quiero dormir con mi maldición,

- Hoy, viejo y cansado de amargura,

Mi alma se abrirá como un volcán.

 

Y, en torrentes de rabia y locura,

sobre ti hervirán Veinte

años de silencio y tortura,

Veinte años de agonía y soledad ...

 

¡Mares malditos por el Ideal perdido!

¡Por el mal que hiciste sin querer!

¡Por el amor que murió sin nacer!

 

¡Durante horas vividas sin lugar!

¡Por la tristeza de lo que he sido!

¡Por el esplendor de lo que es ahora! ...

 

 

Himno a la bandera brasileña

¡Salve, hermoso estandarte de esperanza!

¡Salve, augusto símbolo de la paz!  traicionarnos

tu noble presencia para el recuerdo de

La grandeza de la Patria.

 

Recibe el cariño que termina

En nuestro pecho juvenil,

Querido símbolo de la tierra,

¡Desde la amada tierra de Brasil!

 

En tu hermosa belleza retratas

este cielo azul puro,

el verde incomparable de estos bosques

y el esplendor de la Cruz del Sur.

 

Recibe el cariño que termina

En nuestro pecho juvenil,

Querido símbolo de la tierra,

¡Desde la amada tierra de Brasil!

 

Al contemplar tu sagrado rostro,

entendemos nuestro deber;

Y Brasil, para tus queridos hijos,

Poderoso y feliz será.

 

Recibe el cariño que termina

En nuestro pecho juvenil,

Querido símbolo de la tierra,

¡Desde la amada tierra de Brasil!

 

De la inmensa Nación Brasileña,

En momentos de celebración o dolor,

Siempre cuelga, bandera sagrada,

¡Pabellón de Justicia y Amor!

 

Recibe el cariño que termina

En nuestro pecho juvenil,

Querido símbolo de la tierra,

¡Desde la amada tierra de Brasil!

Tomado de:

https://www.culturagenial.com/olavo-bilac-poemas/

 

PROFESIÓN DE FE

 

Le poète est ciseleur,

Le ciseleur est poète.

Victor Hugo

No quiero el Zeus Capitolino,

Hercúleo y bello,

Tallar en el mármol divino,

Con el martillo.

 

Que otro –¡no yo! – la piedra corte

Para, brutal,

De Atenea erguir altivo porte

Descomunal.

 

Más que esa forma extraordinaria

Que ojos asombra,

Me atrae un leve relicario

De fino artista.

 

Copio al orfebre cuando escribo:

Su amor envidio

Con que él en oro, alto relieve

De una flor hace.

 

Lo imito. Y, pues, ni de Carrara

La piedra hiero:

Blanco cristal, la piedra rara,

Ónix prefiero.

 

Por eso corre, por servirme,

Sobre el papel

La pluma, como en plata firme

Corre el cincel.

 

Corre; traza, adorna la imagen,

La idea viste:

Ciñendo al cuerpo amplio ropaje

Azul celeste.

 

Gira, pule, retoca, lima

La frase; al fin,

La rima verso de oro engasta,

Como un rubí.

 

Quiero la estrofa, cristalina,

Forjada al modo

De orfebre, que de taller salga

Sin un defecto:

 

Que la labor del verso, acaso,

De tan sutil,

Pueda hacer recordar a un vaso

De Becerril.

 

Y horas sin cuento paso, mudo,

Mirando atento,

Ver trabajar, lejos de todo,

Al pensamiento.

 

Porque escribir –tanta pericia,

Tanta requiere,

Que a oficio tal… no hay noticia

Que otro semeje.

 

Así procedo. ¡Y mi pluma

Sigue esta norma,

Sirviéndote, Diosa serena,

¡Serena Forma!

 

¡La ola vil, Diosa, que crece

De un torvo mar,

Deja aumentar; y espuma y barro

¡Deja pasar!

 

Blasfemo, en grito horrendo y sordo

Ímpetu, el bando

Venga de Bárbaros creciendo,

Vociferando…

 

Deja: que venga y pase aullando.

–¡Bando feroz!

¡Nada cambie el color del rostro,

¡Tono de voz!

 

Míralos sólo, armada y pronta,

Radiante y bella:

Y, escudo al brazo, afronta la ira

¡De esa tormenta!

 

Éste que al frente viene, y todo

Posee arrogante

De un Vándalo o de un Visigodo,

Cruel y audaz;

 

Éste, que, entre los más, su masa

Levanta férrea,

Y expele, en chorro, amargo insulto

Que a ti te enloda;

 

Se esfuerza en vano, y a la lucha

Se arroja; en vano

Blandiendo alta la maza bruta

En bruta mano.

 

¡No morirás, Diosa sublime!

En trono egregio

Asistirás intacta al crimen

Del sacrilegio.

 

Y, si murieras por ventura,

Que muera yo

Contigo, ¡y que esa noche oscura

¡A ambos envuelva!

 

¡Ah! ver por tierra, profanada,

Partida el ara;

¡Arte inmortal pisoteado,

¡Prostituido!…

 

¡Ver derribar del trono eterno,

Lo Bello, oír

Caer la Acrópolis sonando,

¡El Partenón!…

 

¡Sin sacerdote, ida la Creencia

Sentir, y el susto

Ver, y entrando, el exterminio,

¡Al templo augusto!

 

¡Ver esta lengua, que cultivo,

Sin oropeles,

Reseca al hálito nocivo

¡De los infieles!…

 

¡No! ¡Muera todo cuanto quiero,

¡Quede yo solo!

¡Y que no encuentre un solo amparo

¡En mi camino!

 

Que mi dolor ni a un amigo

Piedad inspire…

Pero, ¡ah! quedar solo contigo,

¡Contigo solo!

 

¡Vive! yo viviré sirviendo

Tu culto, oscuro,

A tus custodias esculpiendo

Del más puro oro.

 

Celebraré a tu oficio

En el altar:

¡Mas si es pequeño el sacrificio,

¡Me iré también!

 

¡Caiga también, sin esperanza,

Aunque tranquilo,

Aún al caer, blando la lanza,

¡Por el Estilo!

 

Poesías, 1888. Traducción de Rodolfo Alonso.

Tomado de:

https://poeticas.es/?p=4842

 

 

TERNETS

 

 

 

I

 

 

 

Aún de noche, cuando ella me preguntó

 

Entre dos besos para irse

 

Yo, con lágrimas en los ojos, dije:

 

 

 

"¡Espera al menos el amanecer!

 

Tu alcoba huele a nido ...

 

¡Y mira qué oscuro hay afuera!

 

 

 

¿Cómo quieres que me vaya, triste y solo,

 

Casándome con la oscuridad y el frío de mi pecho

 

¡¿Al frío y la oscuridad en el camino?!

 

 

 

¿Tu escuchas? es el viento! es una tormenta deshecha!

 

¡No me arrojes a la lluvia y la tormenta!

 

¡No me desterres del valle de tu cama!

 

 

 

Moriré de aflicción y anhelo ...

 

¡Esperar! hasta que el día brille,

 

¡Caliéntame con tu juventud!

 

 

 

en tu regazo deja mi cabeza

 

Descansa, como acabo de descansar ...

 

¡Espera un poco! ¡Que amanezca! "

 

 

 

"Y ella me abrió los brazos". Y yo estaba.

 

 

 

II

 

 

 

Y, por la mañana, cuando me preguntó

 

Que su cuerpo claro me alejaría

 

Yo, con lágrimas en los ojos, dije:

 

 

 

¡No puede ser! ¿No ves que amanece?

 

El amanecer, en fuego y sangre, las nubes cortan ...

 

¿Qué diría de ti alguien que me encontrara?

 

 

 

¡Ah! ¡ni me digas que no importa! ...

 

¿Qué pensarían, viéndome con prisa,

 

Tan pronto, dejando tu puerta

 

 

 

Viéndome exhausto, pálido, cansado,

 

Y todo por el aroma de tu beso

 

¿Escandalosamente perfumado?

 

 

 

El amor, cariño, no excluye la vergüenza.

 

¡Esperar! hasta que el sol desaparezca,

 

¡Bésame la boca! mata mi deseo!

 

 

 

en tu regazo deja mi cabeza

 

¡Descansa, como acabo de descansar!

 

¡Espera un poco! ¡qué oscurezca! "

 

 

 

 

 

- Y me abrió los brazos. Y yo estaba.

 

 

SAHARA VITAE

 

¡Ahí van, ahí van! el cielo se arquea

 

Como un techo de bronce cálido e interminable,

 

Y el sol centellea y, centelleante, ardiente

 

Tamiza el mar de arena con flechas de acero ...

 

 

 

Ahí van, con ojos donde despierta la sed

 

Un fuego extraño, mirando hacia adelante

 

Este oasis de amor que claramente

 

Más allá, bello y falaz, se perfila.

 

 

 

Pero el simum de la muerte golpea: el baúl

 

La convulsión los envuelve, los postra; y apaciguado

 

Ruedas sobre sí mismo y caídas exhaustas ...

 

 

 

Y el sol vuelve a disparar en el cielo ardiente ...

 

¿Qué pasa con la generación terminada?

 

La arena duerme plácida y tranquila.

 

 

LA CONSPIRACIÓN

 

 

 

¡Tenemos la casa vacía!

Toda esta población se

fue de aquí, el otro día,

por una conspiración ...

 

Todos, un joven, un anciano,

Pero todos, sin excepción.

Algunos con una carta de consejo,

otros con una antorcha en la mano;

 

Estos, con trilla y con filo,

Aquellos, sin un centavo,

Pero todos (¡qué pagoda!)

Amando la conspiración ...

 

¡Gente loca! ¡ven a casa!

¿Por qué tanta ilusión?

¿Tienes tu cerebro en llamas?

Quieres una ducha, ¿no?

 

¡Vuelve! La casa vacía

Llora tanta ingratitud ...

No nos dejes ni un día más

¡Por una conspiración!

 

¡Vuelve a la tranquilidad!

¡Aquí, en la vieja mansión,

matarás el anhelo de

El-Rei Dom Sebastião!

 

Publicado en Gazeta de Notícias , Rio de Janeiro, 27 ene. 1901.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/brasilsempre/olavo_bilac.html

 

 

 

 

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