sábado, 13 de noviembre de 2021

POEMAS DE JUAN MANUEL ROCA CELEBRANDO UN PREMIO

 



Pese a que todo premio tiene y tendrá siempre detractores y simpatizantes, es la dinámica de esta competencia, o mejor de estos premios y reconocimientos; no podemos sentirnos más que felices porque el Maestro Juan Manuel ha recibido el merecido reconocimiento a una vida de entrega a la poesía, y no sólo como creados, difusor sino como maestro en la extensión de la palabra, sea el momento de extender mi agradecimiento. Y compartir algo de su enorme y variada obra.

 

LA ESTATUA DE BRONCE

(A la manera de Ossip Brodski)

 

Primero haremos, si el Cabildo de la ciudad lo permite, el caballo.

Un alazán en bronce con sus patas delanteras levantadas

Como ejemplo para cruzar obstáculos y abismos.

Luego fundiremos el hombre,

Pues un caballo sin jinete no es digno de una plaza

Y ni siquiera puede llamarse monumento.

Que todo el burgo aporte llaves, aldabones, candelabros,

Monedas, candados, espuelas, medallas y cubiertos

Para fundir el hombre a su caballo.

Después discutiremos el lugar para la estatua y la forma de su pedestal.

¿Un recodo cercano a las montañas

Entre bosques de sauces y eucaliptos?

No estaría mal construir en el sitio elegido

Un pequeño parque que permita a las mucamas

Citarse con sus novios al pie de la escultura.

Debe amoblarse el espacio con bancas de madera:

Los oficinistas comerían emparedados a la hora del receso.

Bella será la sombra al mediodía

De Caballo y jinete sobre la grava y el asfalto.

Las hojas caídas de los árboles

Tejerán un tapiz crujiente al paso de los estudiantes.

Los viejos fotógrafos

Sacarán los domingos sus cámaras de cajón

Y harán que los enamorados prolonguen el tiempo de los besos.

Todo concertado con autoridades eclesiásticas, civiles y militares.

Luego vendrá la discusión.

¿Quién debe ser el hombre encima del corcel?

Sabios hay pocos. Guerreros y héroes son dudosos.

Un filósofo a caballo

No puede replegar su pensamiento.

Los poetas viven recostados en la hierba.

Los campesinos no montan caballos de viento.

Los directores de orquesta no pueden dirigir

Desde una montura de bronce y el lomo inclinado de un caballo.

Los jubilados prefieren cabalgar nubes

Y permanecer sentados en los bancos.

Los pintores trazan caballos pero aman más los caballetes.

Los arquitectos pierden la perspectiva.

Los almirantes prefieren las crines de las olas.

Las bailarinas no necesitan pedestal para su vocación de aire.

Los astrólogos son una franca minoría.

¿Quién podrá ser el jinete de bronce

Sobre el imponente y brioso caballo de bronce?

Deberá ser alguien que muchos ciudadanos admiren.

Un hombre que sea su propio mentor,

Que haya luchado a brazo partido por su gloria y su fortuna.

Ya está. Levantémosle una estatua al asesino.

 

POEMA CON TIGRES

 

El tigre lleva en la piel los barrotes de su jaula

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Eduardo Umaña Bernal

 

Siempre, entre el tigre y mi precaria humanidad, hubo una jaula.

A veces nos separaban los barrotes del zoo,

A veces las rejas que traman las palabras.

Ni el tigre de Blake,

Ni el tigre al que Valery llamó

Campo listado o cosa parecida, rugieron en mi tienda.

Ni siquiera el tigre de Borges

Cuyo lazarillo es la noche.

Menos aún el tigre de la Malasia,

El temido de Ishnapur,

El tigre de la aldea que se escondía en la niebla.

 

Mi tigre siempre fue tigre de papel.

 

Yo iba por las junglas del lenguaje,

Un pobre cazador dormido entre fogatas,

Alguien que seguía las huellas dactilares de la fábula.

 

De safari por la lengua esparcía trampas

Para atrapar la palabra tigre y amansarla.

A duras penas apresaba una dulce jaguaresa

En la floresta de letras de Horacio Quiroga.

 

Pero hoy vi tus pasos sigilosos,

Los vi en la algaraza de los tucanes y los monos

 

Que señalaban en su alarma la dirección de tus garras.

Te vi junto al río y ya no hubo más jaula que mi miedo,

Tigre en libertad,

Flama en la noche de los sentidos.

 

 

LAS HIPÓTESIS DE NADIE

 

Puede ser el viento.

La página en blanco. Puede ser.

Puede ser el que viene

Borrado por la lluvia.

Ahora recuerdo a un hombre ciego

Una dulce tarde de Friburgo.

Iba solo por la nieve

Con una sonrisa de beatitud

Y un bastón tan blanco como los copos.

Cruzó a mi lado sin verme:

Yo era su Nadie,

Un fantasma en ese reino luminoso.

Puede ocurrir que seamos

Los ciegos de Nadie.

Nadie acaso sea el que en la alta noche

Abre las ventanas con golpes sin acordes

Para hacernos hablar en la lengua del sueño.

Puede ser quien dejó

Para siempre un abrigo abandonado,

Un abrigo raído en la percha del café,

Un abrigo que se vuelve bandera del vacío

Hasta que desaparece un día, como su dueño.

No he visto tremolar la bufanda de Nadie

Pero es seguro que su tejido es de viento.

Puede ser el que nunca fue,

El que nunca será,

El que se cansó de haber sido.

Quizá sea en el país de los desaparecidos

El único aparecido que llamamos fantasma,

El que pone a traquear

Las escaleras en la noche

O tumba un sartén en la cocina,

El que cambia de sitio a los cubiertos

Que no logramos encontrar,

El ladrón de lejanías.

Puede ser el viajero de sí,

El nómada de sí mismo.

Ha ejercido mil oficios a destiempo:

Arrastra papeles en la calle solitaria,

Lleva diarios atrasados

De un extremo a otro en la ciudad,

Trae un olor de extramuros a su centro,

Rasga los carteles del cine de ayer,

Hace partir los trenes

Con sólo sonar una campana.

Puede ser el viento.

La página en blanco. Puede ser.

 

 

LECCIÓN DE ANATOMÍA

 

Se nos dio el cuerpo

Para tener más cerca al enemigo,

Para vigilarlo

Y que no tenga tiempo

De apostarse tras un árbol

A esperar nuestro paso.

Se nos dio el cuerpo

Para que entre él y nosotros

No haya terrenos minados

Ni emboscadas.

Se nos dio sin exigirlo,

Como al príncipe el trono,

Para que no pudiera

Mezclar el vino con veneno

Sin abdicar de su reino.

En adelante se impuso

La costumbre de ir con el cuerpo

A todas partes,

De bañarse con él

Para evitar la sorpresa

De un brillo de puñal tras la cortina.

Construimos el hábito

De seguirle los pasos al cuerpo

Y tenderle la trampa del espejo,

De no dejarlo a solas

Ni siquiera cuando duerme.

Se nos dio el cuerpo

Para tener más cerca al enemigo.

 

 

PARÁBOLA DE LAS MANOS

 

Esta mano toma un fruto,

La otra lo aleja.

Una mano recibe al halcón, se quita un guante,

La otra lo ahuyenta, prende una antorcha.

Una mano escribe cartas de amor

Que su equívoca siamesa puebla de injurias.

Una mano bendice, la otra amenaza.

Una dibuja un caballo,

La otra, un puma que lo espanta.

Pinta un lago la mano diestra:

Lo ahoja en un río de tinta, la siniestra.

Una mano traza la palabra pájaro,

La otra escribe su jaula.

Hay una mano de luz que construye escaleras,

Una de sombra que afloja sus peldaños.

Pero llega la noche. Llega

La noche cuando cansadas de herirse

Hacen tregua en su guerra

Porque buscan tu cuerpo.

Tomado de:

http://letras.mysite.com/jmro050615.html

 

 

MONÓLOGO DE JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

 

La ciudad que me rodea

Y se duplica en los charcos de lluvia

Tiene un ropaje de sombras.

El viento que viene del páramo de Cruz Verde

Con su negro levitón nocturno

Rasguña los vitrales de la casa,

Se cuela en los campanarios,

Golpea

Los aldabones de bronce de la Candelaria.

 

Ese viento, mi alma es ese viento.

 

Entre cercanos silencios

Resuenan las guerras del país

Mientras tintinea el quinqué

Con el que alumbro mis confusos libros

De comercio.

 

Ese viento, mi alma es ese viento.

 

Los corrillos de seres embozados

Murmuran a mi paso.  Figuras fijas al paisaje,

Estatuas de nieve a la entrada de una iglesia,

Maniquíes

Apenas movidos por el frío cuchillo del

Páramo.

 

Ese viento, mi alma es ese viento.

 

¿Quién dibuja en mi blusa el mapa del corazón?

¿Quién traza un centro a la ruta de mi fiebre?

La hermana muerta atraviesa el patio:

Su voz ya pertenece

A las construcciones secretas del vacío.

 

Ese viento, mi alma es ese viento.

 

La aldea despereza su piel de adormidera,

Filtra una luz en los costados de la plaza

A una hora en que la ciudad parece viva,

Hablo de su lentitud, de su pasmosa fijeza:

Mientras concluye el gesto de un hombre

Que lleva de la mesa a la boca su pocillo.

Cruza la eternidad, el mundo cambia de

Estaciones,

Pasan las guerras hay futuros en fuga

Y el hombre no termina el ademán

Que funde sus labios a la taza de café.

 

Todos parecen tocados de embrujo,

Acaso miren en su quietud

El pájaro invisible

Que les señala un oculto retratista.

Y de nuevo, el viento.

 

Ese viento, mi alma es ese viento.

 

Un disparo más, dirá el vecindario.

 

Un disparo más en las eternas guerras

Del olvido,

La vida, esa feroz bancarrota.

 

*a Ricardo Cano Gaviria

 

 

CORTOMETRAJE DE BOGOTÁ, CAPITAL DE LAS AUSENCIAS

 

Es a esta hora cuando las velas se encienden

Y la mendiga de la Iglesia de las Nieves

Guarda bajo su falda un botellón de avispas.

Las mujeres reparten boletines de la aurora

Y los circos de carpas de espejos

Regresan con las lluvias.  Un viento de arrabal

Vaga por la sabana haciendo una música de nieblas.

Vendedores de la lotería del verano

Bajan al mercado negro entre las moscas

Más ruidosas del sonoro continente,

Algunos hombres huyen de prisión

Cuando la cordillera de los Andes se despereza

Y ríen las mujeres sobre sus zuecos

Del color de la champaña.  Una sala de cine

Proyecta la historia de un fantasma que viaja

En vagón de segunda hacia un poblado del Cauca,

Cuando salimos del socavón del cine

El frío anda suelto por las plazas

Y la ciudad se agazapa en un concilio de mantas.

Los poetas callejeros, que trafican en nostalgias,

Entonan canciones de ayer en una lengua olvidada.

Un loco subido al techo de un auto abandonado

Grita frente a la Iglesia de la Candelaria:

“Prendan las luces, prendan las luces.”

 

 

PAÍS SECRETO

 

Lo convoco,

En la soledad

Que despliega azules alas

Lo convoco,

País secreto

Donde no cruza

El tren del desconsuelo

Ni se almacena

La muerte en astilleros,

Donde no se otorgan

Plenos poderes a los muertos

Ni se escucha la falsa canción

Del satisfecho.

Lo convoco,

País secreto,

País del nuevo viento:

Un contrabando de sueños

Cruza todas las noches

Sus fronteras.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/juan-manuel-roca-2/

 

 

Naturaleza muerta

Voy por la calle con mi maletín de antílope

Y mi billetera de becerro.

Calzo zapatos de toro

Y llevo un blusón rojo teñido en achote.

Toda mi ropa fue lavada por un secreto río

Y jabones de rosa.

En mis papeles rumora un viejo bosque,

Por momentos siento que

Se despereza la serpiente del cinturón.

Hay vestigios de clorofila en mis dientes.

Escribo con carboncillos de sauce.

Me pregunto qué trozo soy del paisaje.

Tomado de:

https://www.poeticous.com/juan-manuel-roca/naturaleza-muerta-1?locale=es

 

 

Oración al señor de la duda 

 

 

Más que fe, dame un equipaje de dudas.

 

Ellas son mi puente, mi afluente, mi oleaje.

 

Venga a nos el Reino de lo Incierto.

 

Mantén en vilo mis verdades,

 

Concebidas, muertas y sepultadas

 

En los telares del olvido. Llévame

 

Por las arenas movedizas,

 

Dame a comer el plan de la derrota,

 

A beber el agua del silencio.

 

No hay timos ni trucajes:

 

Estoy herido y soy mi camillero.

 

Sean las certezas palacios de nieve

 

A los que alguien asedia con el fuego.

 

Señor de la duda, si existieras,

 

Escucha la oración del descreído.

 

 

Días como agujas 

 

 

Estoy tan solo, amor, que a mi cuarto

 

Sólo sube, peldaño tras peldaño,

 

La vieja escalera que traquea.

 

 

Botellas de náufrago 

 

 

En la pequeña habitación en donde vivo

 

Como Jonás en el vientre de un cetáceo,

 

Pienso: quizás los poemas sólo sean

 

Mensajes enviados por un náufrago,

 

Botellas con gritos pobremente escritos

 

Que acaso vayan desde el mar de los silencios

 

A las playas del olvido.

 

Pero he aquí que lanzo una botella y otra,

 

Y una última habitada por mis miedos.

 

En la pequeña habitación en donde vivo

 

Como Jonás en el vientre de un cetáceo,

 

Van quedando pocas botellas del naufragio.

 

 

CANCIÓN DEL QUE FABRICA LOS ESPEJOS

 

 

Fabrico espejos:

 

Al horror agrego más horror,

Mas belleza a la belleza.

 

Llevo por la calle

 

La luna de azogue:

 

El cielo se refleja en el espejo

 

Y los tejados bailan

 

Como un cuadro de Chagall.

 

Cuando el espejo entre en otra casa

 

Borrará los rostros conocidos,

 

Pues los espejos no narran su pasado,

 

No delatan antiguos moradores.

 

Algunos construyen cárceles,

 

Barrotes para jaulas.

 

Yo fabrico espejos:

 

Al horror agrego más horror,

 

Más belleza a la belleza.

 

 

MONÓLOGO DE LA BAILARINA

 

 

 

Ahora soy flor.

 

Luego cascada.

 

Un secreto pájaro dicta el vuelo

 

A mis frágiles pies, en el tablado.

 

Si abajo de mis zapatillas

 

Hay un mundo estático, lo ignoro.

 

¿Me entenderán si les digo

 

Que las gotas de sudor son más preciadas

 

Por mí, que los collares?

 

Ahora soy fuego.

 

Cuando vuelvo en mí,

 

Cuando la música ha cesado

 

Y veo a los demás, que son mi espejo,

 

Me asusto de saber que fui flor,

 

Que fui cascada, que fui fuego.

 

 

AVARO COMO EL MAR

 

 

 

Avaro como el mar,

 

Sin embargo sacaba de su

 

Almohada

 

Un concierto de hechizos,

 

Un desbande de misterios.

 

¡Ah!, la danza del relapso,

 

La danza del hechicero

 

Vendiendo talismanes

 

Mientras bebe los licores

 

Sin impuestos en la fábrica del diablo.

 

Era la hora de arder

 

En los cristales.

 

 

PASAPORTE DEL APÁTRIDA

 

 

 

En la aduana me preguntan

De qué país soy ciudadano.

Cuando la Catrina toca su pífano de hueso

 

Y remienda sueños olvidados, soy mexicano.

 

Si al abrir y cerrar un bandoneón se despliega la calle

 

Y un gato recorre las cornisas del barrio,

Mi ángel de la guarda habla en lunfardo.

Si la tristeza se riega en mi cuarto,

 

Envalleja mi pan y mi artesa, mi plato y mi cuchara,

 

Soy el huayno que acompaña al hombre solitario,

 

Un hombre llegado de la Puna.

 

Veo el fantasma de Teillier y soy agua de Chile,

 

Compatriota de cielos y naufragios.

 

Si el silencio se desliza en un bote de totora,

 

Si las nubes mascan coca para subir a su altura

 

soy boliviano.

 

 

 

Cuando suena una orquesta en la percusión del pecho

 

Lleva un sonido de trenes al túnel de la noche,

 

Soy de Santiago o La Habana, un lajero que regresa

 

A golpear con su bastón los tinglados del alba.

 

Si un potro recorre la llanura (si el viejo Simón Díaz

 

Trae un sombrero de oro, un color de araguaney),

 

Mi agua bautismal es Venezuela.

 

¿Sabe usted, impaciente aduanero,

 

Dónde queda Uruguay?, Queda en otro monte,

 

En otro mundo fabulado por un Conde sin reino.

 

Soy uruguayo al visitar el eco de sus cantos.

 

 

 

El viento trae semillas de lejanía,

Teje y desteje trenzas y nubes

 

Y un concilio de sombras oficia las distancias:

Soy correo de Chasquis,

 

Un incierto corresponsal de Gangotena.

 

Siempre que camino las florestas del lenguaje

 

Vuelvo a Darío y soy de un país

 

Que compone sonatinas tocadas por el mar.

 

Cuando intento reconciliarme con la muerte,

 

Soy compatriota de Barret, con él me hago oriundo

 

de Paraguay.

 

 

 

Entro a un mapa oculto en las manos de Cardoza,

En sus líneas soy vendedor de espigas y máiz

En la Antigua Guatemala.

 

Soy brasilero en Pernambuco, me apellido Bandeira

 

Y prefiero "el lirismo de los locos",

 

Los ojos de una muchacha envejecen sin remedio.

 

A veces soy colombiano, cuando en Ciénaga de Oro

 

Suenan los bombardinos

 

O un poeta pinta el verde de todos los colores.

 

¿Me entenderán en la aduana

 

Si les digo que soy del lugar donde te encuentres?

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/colombia/juan_manuel_roca.html

 

 

EL EXTRAÑO CASO DEL CUERPO

 

Mi cuerpo, como en una novela negra, me persigue. Donde voy, va conmigo. Mide sus pasos en mis pasos, casa su sombra con la mía. Para sorprenderme acude a los viejos manuales del sigilo. Me espía agazapado oculto en el cuello de su gabardina, sigue los viejos moldes policiales, desde esconderse tras un periódico hasta ponerme como señuelo una espigada pelirroja. Una noche me lo encuentro a boca de jarro al doblar una esquina y me resulta imperioso saludarlo como a un viejo conocido. Debo aceptar que me siga a todas partes.

 

 

SUENA LA CAMPANA

 

Dios me tiene al borde del nocaut, me golpea como a un mal sparring de barriada. Desde el primer round Dios me dice dulcemente: “Ahí le va mi golpe de gracia, intente si puede esquivar mis bendiciones” y en verdad me apalea como a un Cristo que levanta sus brazos escuálidos al cielo. Como el guantazo que le dio a Saulo en el camino de Damasco. Si tuviera toalla la arrojaría al cuadrilátero o al menos me limpiaría el sudor y la sangre, pero la perdí al levantarla como bandera del último naufragio. Dios se aprovecha de mi aturdimiento y no para de azotarme. El demonio me tiene al borde del nocaut, me da con un balde en la cabeza cuando suena la campana, me martilla el hígado una y mil veces, me pisa la sombra que queda inmóvil y no sigue el pesado balanceo de mi cuerpo, me acorrala y zarandea como a un muñeco de trapo, bailotea como un derviche y lanza un aguacero de golpes a mi costillar. Un público vestido de frac lo aplaude con furor, le lanza besos de azufre y labios de mujer. El demonio no para de decirme: “póngase en guardia, bastardo, ahí le va el jab del infierno con el que aplasto las mañanitas de Dios”. En el camerino, vuelto trizas, pienso que debo volver a casa y cancelar mis altos estudios en teología.

 

 

PAISAJE CON MALETAS

 

Antaño vivía en las inmediaciones de la nada. Aún así tenía una maleta de cuero de becerro comprada en la peletería de un viejo rumano en mi ciudad andina.  La maleta fue mi almohada en algunos parajes de la zona cafetera, en una estación levantada entre grandes platanares y rumores de acequias. A veces no sabía si la maleta estaba hecha para salir de viaje o para adelantar el regreso. Hacer la maleta era como fundar un entrevero de caminos. En los retenes, los nerviosos aduaneros me miraban con recelo porque llevaba una brújula rota y chaquetas poco adecuadas para el clima. Dejé de verla cuando apareció la bella, una mulata con algo de corsaria: para negar mi pasado arrojó mi equipaje desde un tren cuando iba llegando a Santa Marta. Luego compré una maleta de lona que me daba un aire de grumete, sin pretender emular a James Cook, el capitán inglés que hacía naufragar el agua. (El legendario capitán recorrió sesenta y cinco mil millas venciendo los témpanos antárticos, las aguas de los trópicos y el temible escorbuto, pero murió de una pedrada a orillas de un mar calumniado de Pacífico). Con esa maleta de lona crucé veloces autopistas, lentas piraguas, camiones con bultos de café o con fardos de caña de azúcar. Terminó descosida y abandonada, no recuerdo si en un hotel orillero de Caucasia o en una playa de menta en Arboletes. Ahora cruzo en un auto el valle del Tolima y pienso en mi equipaje de aventurero adolescente, cuando hasta el hambre resultaba celebrable:  veo un grupo de desplazados, sentados en cajas de cartón y a la espera de nadie.

 

 

Ibagué, enero 30 de 2011

Tomado de:

https://literariedad.co/2016/10/02/juan-manuel-roca-poemas-en-prosa/

 

 

1 comentario:

  1. Soy pintor y poeta como tú. Encontré su blog cuando estaba investigando sobre Richard Dehmel y Schoenberg.
    Te invito a visitar mi blog
    https://brancasnuvensnegras.blogspot.com/?m=1

    Te envío un abrazo

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