miércoles, 29 de diciembre de 2021

POEMAS DE ALFONSO CORTÉS

 



Almas sucias

 

 

Abro para el silencio la inercia de la fluida

distancia, que no vemos, entre una y otra vida

y tras la cual las cosas que miramos, observan…

 

Yo elevaré las vastas esencias que conservan

su secreto de sueños dentro del pecho enorme,

que dentro de mí tienen una idea conforme,

y uniré los detalles de Forma, Luz y Acento

que unifica la pálida lejanía del viento;

 

porque bajo, entre y sobre los cielos, la distancia

de que os hablo, es la Idea que pone la fragancia

de unidas relaciones sutiles, como losas,

un silencio, ¡una inercia del alma de las cosas!

 

Las piedras

 

 

Las piedras ¡ah!, las piedras tienen un secreto

dolor que se muestra como en carnes vivas

cuando en su egoísmo doliente y discreto

parece que no hacen de la vida caso

y ante el tiempo se alzan sordamente esquivas,

como si quisieran impedirle el paso.

 

Resignadamente mudas ante el viento

y el agua, no incuban otro pensamiento

que el de ser rebeldes a su propia suerte

y sufrir altivas su destino ciego,

más allá del agua, del viento y del fuego,

sin ansias, sin fuerzas, sin vida, sin muerte.

 

Es un prometeico suplicio sin nombre,

más que el de ser bestia o árbol, se diría

que son anteriores momentos del hombre

y que sufren una vengativa norma

—presas en sí mismas—, quizá porque un día

robaron al caos el don de la forma.

 

Con el vano alarde de un símbolo serio

—cuando el rostro vago de la luna asoma—,

se las ve indagando cosas del Misterio,

y abren, ante el viento que audaz las golpea,

sus desesperadas bocas sin idioma,

o erigen su absurda testa sin idea.

 

Y quizá en una forma de existencia

más amplia que nuestra personalidad,

la Naturaleza vive en su contienda,

e ignoran a fuerza de haber recogido

en sí los Anales dé la Eternidad,

porque de recuerdos está hecho el olvido.

 

Yo

 

 

Muchos me han dicho: —el viento, el mar, la lluvia, el grito

de los pastores… Otros: La hembra humana y el cielo;

Estos: La errante sombra y el invisible velo

de la Verdad, y aquellos: La fantasía, el mito.

 

Yo no. Yo sé que todo es inefable rito

en el que oficia un coro de arcángeles en vuelo,

y que la eternidad vive en sagrado celo,

en el que engendra el hombre y pare lo infinito.

 

Por eso, mis palabras son silencio hablado,

y en la fatal urdimbre de cada ser, encuentro

difícil lo sabido y fácil lo ignorado…

 

Yo soy el Mercader de una divina feria

en la que el infinito es círculo sin centro

y el número la forma de lo que es materia.

 

Las tres hermanas

 

 

Hada es la luz, Estela la armonía,

y Teresa la gracia. Y en Teresa,

en Estela y en Hada, culmina esa

fiesta de amor que hace perfecto el día.

 

Una canta. Otra sueña. Otra confía

al tiempo errante su ilusión ilesa,

y en la sonrisa de las tres se expresa

la suprema verdad de la poesía.

 

Las tres hermanas en felices horas

hilan en ruecas de ilusión sus vidas,

como la encarnación de tres auroras

 

gemelas, y en sus danzas y en sus juegos,

van hacia la Esperanza, precedidas

por un coro feliz de niños ciegos.

 

La danza de los astros

 

 

La sombra azul y vasta es un perpetuo vuelo

que estremece el inmóvil movimiento del cielo;

la distancia es silencio, la visión es sonido;

el alma se nos vuelve como un místico oído

en que tienen las formas propia sonoridad:

luz antigua en sollozos estremece el Abismo,

y el Silencio Nocturno se levanta en sí mismo.

Los violines del éter pulsan su claridad.

 

La paz del sol

 

 

Yo soy el vino; el hombre es la simiente.

Subamos tierra adentro entre los ramos

de un inmutable Domingo de ramos

para abrigar a Dios eternamente.

 

Hoy se ha puesto mi tierra en el poniente

del marco de mi ser y prolongamos

una tarde sin horas en que estamos

cara a la eternidad del fuego ardiente.

 

En vano es escribir, pues no se escribe,

y lo único que pueden nuestros seres

es dictarle al amor lo que él concibe.

 

Basta de un buen silencio y bien del habla

cualquier cosa es así: como la quieres

y Dios es náufrago de nuestra propia tabla.

Tomado de:

http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/126-056-alfonso-cortes

 

La canción del espacio

 

La distancia que hay de aquí a

una estrella que nunca ha existido

¡porque Dios no ha alcanzado a

pellizcar tan lejos la piel de la

noche! Y pensar que todavía creamos

que es más grande o más

útil la paz mundial que la paz

de un solo salvaje...

Este afán de relatividad de

nuestra vida contemporánea es

lo que da al espacio una importancia

que sólo está en nosotros,

y quién sabe hasta cuándo aprenderemos

a vivir como los astros

libres en medio de lo que es sin fin

y sin que nadie nos alimente.

La tierra no conoce los caminos

por donde a diario anda y

más bien esos caminos son la

conciencia de la tierra... Pero si

no es así, permítaseme hacer una

pregunta: ¿Tiempo, dónde estamos

tú y yo, yo que vivo en ti y

tú que no existes?

 

Un detalle

Un trozo de azul tiene

mayor intensidad que todo el cielo;

yo siento que allí vive, a flor

del éxtasis feliz, mi anhelo.

 

Un viento de espíritus pasa

muy lejos, desde mi ventana,

dando un aire en que despedaza

su carne una angélica diana.

 

Y en la alegría de los gestos,

ebrios de azur, que se derraman...

siento bullir locos pretextos,

que, estando aquí, ¡de allá me llaman!

 

Ventana

 

Un trozo de azul tiene mayor

intensidad que todo el cielo,

yo siento que allí vive, a flor

del éxtasis feliz, mi anhelo.

 

Un viento de espíritus pasa

muy lejos, desde mi ventana,

dando un aire en que despedaza

su carne una angelical diana.

 

Y en la alegría de los Gestos,

ebrios de azur, que se derraman...

siento bullir locos pretextos,

que estando aquí ¡de allá me llaman!

Tomado de:

https://www.poemas-del-alma.com/alfonso-cortes.htm

 

EN EL SENDERO

Cuando el rebaño va en la senda,

mueve una música trivial

de piedrecitas, en la tienda

que le hacen los ramajes, y, al

 

son de esa música, se empina

el alma en los claros floridos

de la esperanza, y la divina

fiesta de mis cinco sentidos

 

se junta a ti, bajo las ansias

del viento; voluble cáliz

danzando sobre las fragancias

tristes de la carne feliz.

 

Vuelve hacia mi tu rostro, para

que pueda ver desalterado

mi perro (cual si meditara

con las orejas) a mi lado.

 

¡Y dame pláticas sabrosas

mientras que de pensar no dejes

que sea nueva el alma de las cosas,

mientras las cosas ya están viejas!

 

AIRE

Suena un aire de niño tras las tapias, la plaza

trae patrullas de éxtasis antiguos a mi casa.

 

Cuando el aire de niño, con pasitos cansados,

rueda con el oboe que muere en los tejados,

 

y puebla de éxtasis crepuscular

el jardín, lleno de congojas,

que tiene deseos de hablar

palabras dichas entre hojas...

 

mientras retuercen en la bruma

locos y alegres movimientos

los blancos pliegues de la espuma

del alma, al roce de los vientos...

Tomado de:

https://poemas.yavendras.com/alfonso-cortes/

 

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