miércoles, 15 de diciembre de 2021

POEMAS DE MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

 


(14 de junio de 1939, Barcelona, ​​España- 18 de octubre de 2003, Bangkok, Tailandia)



Inútil escrutar tan alto cielo...

 

Inútil escrutar tan alto cielo

inútil cosmonauta el que no sabe

el nombre de las cosas que le ignoran

el color del dolor que no le mata

 

inútil cosmonauta

el que contempla estrellas

para no ver las ratas.

 

De "Pero el viajero que huye" 1990

 

 

Oh ciudad del terror...

 

 

Oh ciudad del terror

entre las avenidas lívidos

árboles del otoño

                               los invasores

fusilaban archivos

borrachos de memoria bárbaros

hartos de carne humillada

                                              y ofendida

el miedo era una presencia

el silencio su mortaja

las palabras escondidas en las cosas

las ideas en los ojos

                                  contemplaban

la división entre el que muere y el que mata

 

Praga 1982

 

 

Nunca desayunaré en Tiffany...

 

Nunca desayunaré en Tiffany

ese licor fresa en ese vaso

Modigliani como tu garganta

                                                  nunca

aunque sepa los caminos

                                                  llegaré

a ese lugar del que nunca quiera

regresar

 

                           una fotografía, quizá

una sonrisa enorme como una ciudad

atardecida, malva el asfalto, aire

que viene del mar

                                   y el barman

nos sirve un ángel blanco, aunque

sepa los caminos nunca encontraré

esa barra infinita de Tiffany

                                                 el tocadiscos

donde late el último Modugno ad

un attimo d'amore che mai piu ritornera...

 

y quizá todo sea mejor así, esperado

 

porque al llegar no puedes volver

a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,

ya paisaje que habitas y usurpas

                                                              nunca,

nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca

quiero llegar a Ítaca, aunque sepa los caminos

 

lejana y sola.

 

 

Olvidable la muerte de todos, tú...

 

Olvidable la muerte de todos, tú

y la vieja insatisfacción de amanecer,

furias abstractas por barcos hundidos

húmedos cargamentos de humo malva,

rostros torvos, fenicios y verdugos

venden sentido común

                                             en la plaza

de San Lucas es evangelista, los Macabeos

-Noemí ha llorado del todo y Rut

abre sus piernas al doblón de oro-

                                                        los Macabeos

decía, los Macabeos eran un algo brutos

y lo hicieron todo por el qué dirán

 

qué dirán los náufragos y los ángeles

rueda la noche, arranca chispas

                                                           las estrellas

son más humanas desde aquel otoño,

eras aún una muchacha de tierra

que borraba el paisaje, no la tristeza,

no la trata de acacias, no la trata

de leyes de fugas, no la trata de sagradas

escrituras

                   no el dolor con rostros y apellidos.

 

 

Como si fuera esta noche la última vez

 

Rota solitaria articula da muñeca

de sus alas sus gestos

                                       la chica go-go

reivindica parcelas de aire

en un imprevisible océano

                                            sin rosa de los vientos

sin norte nocturno, ni sur de estío

la inutilidad de todo viaje

conduce a la isla de un pódium

para bailar la danza de una tonta

muerte fingida para no fingir la vida

 

no no lee hasta entrada la noche

ni en invierno viaja hacia el sur

 

pero tiene bragas de espuma ambarina

sostenes de juguete un príncipe violeta

la despeña por los acantilados

                                                del goce más pequeño

submarinos ya sus ojos tan nocturnos

                                                                 la chica go-go

tiene la boca entreabierta por el prohibido

placer de no hablar apenas

                                                sobre la tierna noche

y su manto de flores ateridas reposa

su falsa cabellera de niña emancipada

 

guitarras nada eléctricas sumergen despedidas

rómpete actriz del deseo de amar la vida

como si fuera

                       como si fuera esta noche la última vez.

 

"A la sombra de las muchachas sin flor" 1973

 

 

Reflexión moral sobre la anatomía

 

Hay mujeres que hacen daño

en el pecho del que muere

                                               al contemplar

la contención exacta de su carne

                                                      la refrigeración

blanda de sus cabellos limpios

y el pretexto caedizo de sus ropas

 

                                                            otras

tienen los ojos tristes pero hermosos

o un bello lomo para un torpe frente

                                                              o dos piernas

sin cansancio muscular columnas

                                                        de seguro cielo

 

otras sólo tienen

dos senos a punto de abrirse por su peso

de fruta para labios agostados

                                                     para manos

sin otro mundo que llevarse al alma

 

                                                        y en ocasiones

sólo un seno es hermoso sólo un hombro

sólo un vencimiento de la piel

                                                   sólo los labios

 

pero siempre hay un hombre enamorado de tanto o de tan poco

enamorado fugaz o consecuente ama

las pequeñas patrias de una noche

                                                              sin clarines

frente a unos párpados cerrados murmullos

fracasadas sintaxis

 

                                  respetad las plantas

y los cuerpos donde el deseo se descansa

del infinito miedo a todos los olvidos.

 

"A la sombra de las muchachas sin flor" 1973

 

 

Rodajas de limón

 

Rodajas de limón

zumos de sol, cálido

verano, se digieren

                                      algas

lentas como ahogados, ya

aprendimos el lenguaje

del tocadiscos, del amor

fox y sobre todo trot, lento

vivo

            adagio corazón

                                        caballo

loco, triste se desploma el cuerpo

como en un poema sentimental

o de los otros

 

                         ¿qué importa ya

el lento rodar de las naranjas,

los senos, los obuses, la bomba,

las cabezas

 

                    si canta Paul Anka

la antigua historia de Young Alone?

 

también lo fuimos

                                y tal vez por eso

Madre Coraje lleve bikini, cante

espuma sobre el ski acuático

frente a la amenazadora verga

de fabriles chimeneas y cañones

bajo el útero atómico de un B-27

 

preferible que nos despierten

                                                    las sirenas

preferiblemente que húmedamente nos ahoguemos.         

 

 

Soe

 

En la pared el rapto de las sabinas

ocre y verde, desconchadas

marcas de humedad, raídos

tapizados de damasco clareados por el sol

tardío en el balcón de hierro blanco

por el polvo

                     subían de la calle

el rumor y el tufido de las fritangas,

cabezas de corderos ciegos, pinchitos

de chorizo, papas asadas, pimienta,

mujeres en traje de chaqueta hablaban

de la busca, alguien arrancaba

un timbrazo único de aquella puerta

de cristal opaco -lavajes-gomas-

sífilis- las muchachas reían en la esquina

las dos o tres palabras del albañil

-restauraban la fachada de un bar

casa Manolo- invitándolas a un carajillo

entonces alguna mujer bostezaba, alguien

comentaba la desusada tardanza del doctor,

las hemorroides no sentaban a gusto

a la mujer ballena que abría la sonrisa,

antes en Cueva de Vera, cuando parecía

una rosa sin oler, jamás supuso padecer

un mal tan malo, señor, los médicos

matan, yesos del seguro no cobran

lo suficiente para matar con formalidades

piadosas -señora, tiempo ha que no la veo

siempre tan bella, doña Leonor, con Dios,

por Dios, no hacía falta, el puro-

en el pueblo un conejo, una gallina, entonces

criaba su padre en el corral hasta corderos

y los girasoles se burlaban del sol ahora,

a esta hora del crepúsculo, él, volvía

del esparto o de salinas de Terreros, lejos

casi en Murcia, ahora peón de la construcción

sindicado, naturalmente, el mayor trabaja

en Pueblo Nuevo y el pequeño jugaba

conmigo a marines americanos, Todos

a una, anunciaba el cartel del cine Edén,

algo más lejos, junto al bar, mal llamado Bar

de las Putas Francesas, relleno de putas nacionales

con permanentes aceitosas y avinagradas, hechas

por una peluquera siempre o casi siempre

llamada Pepita, a punto de casarse, manos

de oro, hoy las peluqueras se forran

las batas blancas de duros duros en papel

pringoso, antes de la guerra había moneda

metálica, se llevaron el oro, los dos hombres

se miraban, antes de la guerra, antes de la guerra

en el frente me mataron un hermano los rojos,

el otro manoseaba la cartilla de asegurado.

SOE, todos sufrimos, todos matamos, alguien

recordaba una prima lejana deshonrada,

los moros, tosía, tosía, el pañuelo, sangre,

las madres nos hacían salir al descansillo,

miraban el aire con temor, dicen que basta el aire

y no se entiende cómo van sueltos por la calle

los tuberculosos

somos los tuberculosos

los que más los que más nos divertimos

y en todas nuestras reuniones

arrojamos, arrojamos y escupimos

 

                                                              llegaba

el doctor con cara de incandescente ser planetario

poseía el bien y el mal en un maletín negro,

¿Qué hora es? alguien inusitadamente contestaba mil

novecientos cuarenta y ocho, nos miraba, miraba

el reloj, decía, mil novecientos cuarenta y ocho

 

volvían a hacernos salir al descansillo ya veces

la pregunta de alguna mujer oscurecida u hombres

de trajes bicolores, sin corbata, nos hacían vagamente

importantes, sí, aquella puerta, el Seguro Obligatorio

de Enfermedad, obligatoria enfermedad, no lo sabíamos

entonces, siquiera cuando el médico extendía el volante

para los rayos equis, miraba de reojo aquella mancha

de aceite en la cartilla y nuestra madre enrojecía

nos daba un cachete y musitaba -estos niños, estos niños

 

"Una educación sentimental" 1967

 

 

Su ave es la noche

 

Suave es la noche

entre arquitecturas blancas

de villas con verjas historiadas

veredas de grava, suave

es la noche, una huella

un crujido, un paso

                                  sopla

azul y líquido el viento

de la pasión civilizada

                                      algo

ha quedado entre las ruedas de agua

en la playa, un tablón carcomido

y una guirnalda de algas

 

                                            pasarán

veinte años, veinte constelaciones de cubos

de hielo en vasos azulados, entonces

la armonía de Europa estribaría

en un fondo de Bach

                                    y un suicidio

colectivo a ciento ochenta por hora

 

un alcoholizado se llevó a la tierra

el secreto del sufrimiento por la

la asepsia del agua corriente

                                                  y dentífricos

destructores de la nicotina

                                               Francia

Scott Fitzgerald, excesivamente inteligente

para engullir el mundo de cada día

como una espesa melaza sobre las tostadas.

 

 

Verano y humo

 

Ya sabemos lo que cuesta

vencer la resistencia tenaz

de dos piernas unidas

                                      el sabor

de algún aliento amargó el aire

de madrugada en nuestras fauces

y el cuerpo resultó torpe al despertar

o se quejó triste por un frío olvidado

 

y sin embargo

más de una vez se nos otoñizan los árboles,

brilla la calle bajo la lluvia amarilla,

damos lumbre a un paseante solitario

por el puerto

                        y silbamos una melodía

ramplona, ya tarde, cuando los veleros

mienten puertos ansiados y el aire

salino no pregunta

                                 ¿quién,

quién no teme perder la que no ama?

Nunca desayuné en Tiffany

ese licor fresa en ese vaso

Modigliani como tu garganta

                                                  nunca

aunque sepa los caminos

                                             llegaré

a ese lugar del que nunca quiera

regresar

 

                  una fotografía, quizás

una sonrisa enorme como una ciudad

atardecida, malva el asfalto, aire

que viene del mar

                                 y el barman

nos sirve un ángel blanco, aunque

sepa los caminos nunca encontraré

esa barra infinita de Tiffany

                                                 el tocadiscos

donde late el último Modugno ad

un attimo d'amore che mai più ritorneraà

 

y quizá todo sea mejor así, esperado

 

porque al llegar no puedes volver

a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,

ya paisaje que habitas y usurpas

                                                          nunca,

nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca

quiero llegar a Ítaca, aunque sepa los caminos

 

lejana y sola.

 

"Una educación sentimental" 1967

 

 

Y si la otra vida fuera

 

prolongar la conciencia hasta el instante

en que se pudre la última molécula

posibilidad de memoria y presencia

en el espectáculo obsceno de lo ajeno

aunque el deseo sea recuerdo

                                                             o viejas sombras

que los ojos aceptan

                                         en su terror de incógnitos

 

                             si la inmortalidad se pudriera

si se pudriera

bienaventuradas entonces las momias

y desventurados los incinerados

aunque nada se sepa a ciencia cierta

sobre la voluntad de ser de la ceniza.

 

 

Ya sé que debería creerme...

 

Ya sé que debería creerme

lo que pienso cuando siento

o lo que siento cuando entro

en tu cuerpo entreabierto

 

pero temo morir de fe o de esperanza

y no constatar en el nuevo día

la desolación del tacto y la mirada

 

ya sé que aburro la distancia

entre tus ojos y los míos

                                        

                                          manda                             

que los cierre y piensa

que no le miro por no verte

                                                y creer en ti.

 

Praga 1982

Tomado de:

http://amediavoz.com/vazquez.htm

 

 

Paseo por una ciudad

 

Paseo por una ciudad

 

sin orillas

 

miente la tarde

 

espejos despedidas humos

 

que denuncian retornos

 

me deja solo

 

el paso de muchachas alejadas

 

no pronuncian mi nombre no decretan

 

mi muerte

 

entonces regreso

 

a los artesonados pasillos del recuerdo

 

pieles carnes repletas siluetas

 

en sus cueros

 

el ruido de los párpados al cerrarse

 

y tal vez

 

tal vez un grito literario puso nombre

 

al instante en que fui feliz

 

a la sombra

 

siempre a la sombra

 

de las muchachas sin flor.

 

Como si fuera esta noche la última vez

 

Rota solitaria articulada muñeca

 

de sus alas sus gestos

 

la chica go-go

 

reivindica parcelas de aire

 

en un imprevisible océano

 

sin rosa de los vientos

 

sin norte nocturno, ni sur de estío

 

la inutilidad de todo viaje

 

conduce a la isla de un pódium

 

para bailar la danza de una tonta

 

muerte fingida por no fingir la vida

 

no no lee hasta entrada la noche

 

ni en invierno viaja hacia el sur

 

pero tiene bragas de espuma ambarina

 

sostenes de juguete un príncipe violeta

 

la despeña por los acantilados

 

del goce más pequeño

 

submarinos ya sus ojos tan nocturnos

 

la chica go-go

 

tiene la boca entreabierta por el prohibido

 

placer de no hablar apenas

 

sobre la tierna noche

 

y su manto de flores ateridas reposa

 

su falsa cabellera de niña emancipada

 

guitarras nada eléctricas sumergen despedidas

 

rómpete actriz del deseo de amar la vida

 

como si fuera

 

como si fuera esta noche la última vez.

 

 

Iniciación

 

No eran tus ojos

 

más que un reposo cerrado

 

y si mis manos

 

destejieron tu malla

 

tampoco era

 

deseo el temblor de tus labios

 

aunque cárdenos

 

tus senos mentían en la punta

 

también mentía

 

el olear del vientre

 

mis lecturas prohibidas

 

naufragaban

 

en bocanadas de esencias

 

y brillantinas de mis antepasados

 

tu desnudez abotonada

 

escrupulosamente en las junturas

 

de la piel malvada

 

era penetrable

 

como un pase para jubilados

 

o un bono para viudas

 

o una beca para huérfanos

 

de excombatientes

 

pensabas

 

-probablemente-

 

en que llovía con torpeza invernal

 

yo encima tan borracho

 

tú sin paraguas.

 

 

Desnudo

 

Hay días en que tienes

 

toda la carne muy mal abotonada

 

y mis manos te cierran

 

el cuerpo descarado

 

los ojos

 

con los que miras tu desnudo

 

en los míos te delatan

 

y eres blanca

 

con junturas de cárdeno

 

descenso

 

manchas de musgo y vuelo

 

vencido

 

de cabello que se inclina

 

lento.

Tomado de:

https://lapoesiaalcanza.com.ar/poemas/745-el-poeta-manuel-vazquez-montalban

 

 

 

 

 

 

 

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