jueves, 8 de septiembre de 2022

POEMAS DE ANTONIO ENRÍQUEZ GÓMEZ


Al engaño del mundo

 

 

¡Oh, qué galán, qué cuerdo, qué entendido          

qué docto, qué cortés y qué profundo      

es y será y ha sido el señor Mundo!          

No se ha de hallar ninguno más lucido.          

 

   Con qué gracia se mueve y se ha movido:   

en gala y talle no admitió segundo,          

grandes aciertos en su ingenio fundo,      

es de todos los mundos escogido.      

 

   ¿Si será por de dentro tan hermoso?      

Le quiero descubrir pero ¿qué veo?    

Un esqueleto es artificioso.         

 

   Mundo afeitado, de tu amor no creo,          

que quien en interior es alevoso,        

cerca está de traidor, sobre ser feo.           

 

 

- VII -
 
A la libertad perdida de la patria

 

 

Vivo sin libertad y no es posible         

que pueda ser verdad mi sentimiento,      

vivir y no sentir es argumento            

que conceder se debe a lo insensible.        

 

   Que no vivo sin duda es infalible    

pues siendo mi seguro movimiento          

vivir para sentir, si ya no siento,        

no puede haber en mi parte sensible.        

 

   Mas bien puede el dolor desengañarme:      

cuando la libertad está perdida,  

ella por nacimiento ha de acabarme.        

 

   Sentir y no vivir fue acción lucida         

pues cuando la pasión ha de sobrarme,          

¿qué mayor gloria que perder la vida?      

 

 

- VIII -
 
Al mismo asunto

 

 

Si extranjeras Regiones fatigando      

estoy por no saber, justo sería            

que se acabara con la pena mía          

la vida pues lo estoy solicitando.       

 

   Vivir para morir es ir llevando 

el dolor con tiránica osadía;        

o acabe de llegar tan largo día            

o viva eterno este morir penando.            

 

   Mas en vano mi espíritu lamenta           

desprecios cuando la contraria suerte

quiere que no los diga y que los sienta.           

 

   Y si ha de ser mi mal tan firme y fuerte,      

una de dos, o quíteme la afrenta        

o sepúlteme luego con la muerte.      

 

 

- IX -
 
Al mismo asunto

 

 

Si de la libertad desposeído         

estoy y formo voz, ¿cómo lamento           

suspiros que se quedan en el viento,         

pesares que no llegan al oído?            

 

   Quien su patria perdió, tiene perdido    

el que juzga tener entendimiento;      

que el que vive sujeto al sentimiento        

y no muere, carece de sentido.           

 

   Mas, ay, que como vive la esperanza           

vecina del dolor, por consolarme

dice que tenga en ella confianza.       

 

   Pero mejor le fuera no engañarme         

pues si me sale falsa su fianza,           

ha de pagar la deuda con matarme.          

 

 

- X -

 

A la ambición humana

 

 

¿Qué incendio sin espíritu se sube            

a la eminencia del discurso, cuando         

ser presumí Lucero, derribando         

el muro denso de esta hinchada nube?            

 

   ¿En qué volcán me abraso si yo anduve

en mi primera edad siempre vagando      

simples Regiones, dócil alentando            

la infancia alegre que en mis años tuve?          

 

   ¡Oh hidrópica ambición! Sin duda alguna,         

tú eres la llama que me abrasa el pecho,  

sedienta de los bienes de fortuna.      

 

   Déjame ya con el agravio hecho,           

vuélveme a la inocencia de la cuna,         

pues por hacerme grande me has desecho.            

 

 

- XI -

 

A la vanidad del hombre

 

 

Este de cuatro simples adornado,      

tierra, llanto, vapor, incendio y fuego,            

menos tiene de cuerdo que de ciego,        

menos de ciego que de loco errado.         

 

   Es nube opuesta al Sol, flor en el prado

que apenas sale cuando muere luego;      

no tiene hora o tiempo de sosiego            

y presume de eterno su cuidado.       

 

   Vive sin vida y dúdase si vive;        

no es inmortal y duda si es humano; 

las días gasta y nunca los recibe.        

 

   Sabe que es vanidad y vive en vano;            

él mismo esta verdad a sí se escribe,         

y la verdad le deja de su mano.          

 

 

- XII -

 

A su corto estudio

 

Pobre y desnudas vas, Filosofía,        

dijo quien la entendió bastantemente:      

nunca yo estuve de este verso ausente      

y así conmigo habló quien lo escribía.      

 

   Hállome bien sin ella pues no es mía,   

estoy con ella alguna vez presente,           

véola por un velo transparente           

y enamórame menos cada día.          

 

   Muy bien está lo hecho, no os asombre,      

¡oh Musa!, el ignorar este argumento,

que muchos necios han ganado nombre.        

 

   De que yo no lo sé basta el intento,       

que dar (sin natural) letras a un hombre         

ex poner grillos al entendimiento.            

 

 

 - XIII -

 

A un cadáver 

 

Pasajero que miras sin cuidado      

ese cadáver que viviente ha sido,       

repara que de achaque de nacido       

le castigó su original pecado.      

 

   Lo que pálido ves, ya fue rosado:   

lo que sin alma ves, tuvo sentido,      

y lo que está sin material oído,          

órgano fue y estuvo bien templado.          

 

   Mírale bien, que aunque su vida es ida,       

la tiene en el ejemplo pues advierte   

a su soberbio polvo su partida.          

 

   Juzga ahora quien goza mejor suerte:          

el que vive faltándole la vida       

o el que muere sobrándole la muerte.

Tomado de:

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/sonetos--28/html/000fcc68-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html

 

 

 

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