domingo, 4 de septiembre de 2022

POEMAS DE ISIDORO BLAISTEN


LA BRÚJULA ROTA

 

Ciertas tardes y noches y mañanas como ésta

desde un otoño de luto alucinado

desde hoteles y calles y cansancio

de lugares terribles desde la sal al dátil

vuelve otra vez a mí el amor sin geometría

aprieta junto a mí su corazón de pájaro

llora en mi corazón como en un rincón de lástima.

 

Ciertas tardes y noches y mañanas como ésta,

cuando se pone triste el alma de los mapas

y se mueren de frío las ventanas,

cuando el verano se asusta de la sangre,

desde el lugar más húmedo del llanto

vienen lentos pordioseros de neblina

caminan por el alma

van en busca de mi propia raíz de agua.

 

Ciertas tardes y noches y mañanas como ésta

desde un raro país donde todo es encuentro

donde los tilos huelen a regreso

y caminan dulces viejos con la barba

vuelve hacia mí el amor con lluvia y mariposas

y una pólvora rara que supera al tabaco

y un coñac de misterio que ha engañado a la víspera

y una brújula rota que orienta a la ceniza,

y me lleva al lugar que ha olvidado a la luna

y el otoño es posible

y el amor es posible más allá de los credos.

 

Toda está bien ahora:

la luz, el heliotropo,

el musgo que ha brotado entre los días;

pero ciertas tardes y noches y mañanas como ésta

cuando mi corazón toma un color de noches perdidas para siempre

y el rocío se acuerda del último crepúsculo

y amanece la espera con su rostro inaudito,

vuelvo otra vez a mí como el río al ahogado

ya no sonríe nadie en los retratos

la desesperación me ladra por la espalda.

Tomado de:

https://airenuestro.com/2020/08/31/poema-escogidos-isidoro-blaisten-2/

 

 

Recuerdo la casa de frío

 

Por un croquis muy turbio,

 

un impreciso roce de silencio

 

una uña de tigre,

 

un ruido de deseo hurgando cerraduras

 

acontece el recuerdo.

 

 

 

Es la casa de frío.

 

 

 

Allí asumí la magia.

 

El largo amor de los desamparados.

 

 

 

Ahora no se trata del aroma a pino

 

ni de la enredadera petrificando el gesto.

 

 

 

Se trata de la espera colgando en los balcones

 

como un garfio de prisa abordando el encuentro.

 

 

 

Se trata del vigía.

 

Del ojo de la estatua,

 

de su iris atento.

Tomado de:

https://megara.com.ar/sucedio-en-la-lluvia/

 

 

Balada del Boludo

 

Por mirar el otoño

perdía el tren del verano,

usaba el corazón en la corbata,

se subía a una nube,

cuando todos bajaban.

 

 

Su madre le decía:

no mires las estrellas para abajo,

no mires la lluvia desde arriba,

no camines las calles con la cara

que ensucias la camisa;

no lleves tu corazón bajo la lluvia,

que se moja;

no des la espalda al llanto;

no vayas vestido de ventana;

no compres ningún tílburi en desuso.

 

 

Mirá tu primo, el recto,

que duerme por las noches.

Mirá tu tío, el justo,

que almuerza y se sonríe.

Mirá tu primo, el probo,

puso un banco en el cielo.

Tu cuñado, el astuto,

que ahora alquila la lluvia.

Tu otro primo, el sagaz,

que es gerente en la luna.

 

 

Tienes razón, mamá,

dijo el boludo.

Y se bebió una rosa.

No seré más boludo.

Y se bajó del viento.

Seré astuto y zahorí.

Y dio vuelta una estrella para abajo.

Y se metió en el subte.

Y quedaron las gaviotas en el río.

 

 

Entonces vinieron los parientes ricos

y le dijeron:

-Eres pobre, pero ningún boludo.

Y el boludo fue ningún boludo.

Y quemaba en las plazas

las hojas que molestan en otoño.

Y llegó fin de mes,

cobró su primer sueldo

y se compró cinco minutos de boludo.

 

 

Entonces vinieron las fuerzas vivas

y le dijeron:

-Has vuelto a ser boludo, boludo.

-Seguirás siendo siempre el mismo boludo.

-Seguirás siendo el mismo boludo siempre.

-Seguirás siendo un boludo siempre.

 

 

-Debes dejar de ser boludo, boludo.

Y, medio boludo,

con esos cinco minutos de boludo,

dudaba entre ser ningún boludo

o seguir siendo boludo para siempre.

Y subió las escaleras para abajo,

hizo un hoyo en la tierra,

miraba las estrellas.

La gente le pisaba la cabeza,

le gritaba: ¡boludo!

Y él seguía mirando a través de los zapatos.

 

 

Entonces

vino un alegre y le dijo: Boludo alegre.

Vino un pobre y le dijo: Pobre boludo.

Vino un triste y le dijo: Triste boludo.

Vino un pastor protestante y le dijo: Reverendo boludo.

Vino un cura católico y le dijo: Sacrosanto boludo.

Vino un rabino judío y le dijo: Judío boludo.

Vino su madre y le dijo: Hijo, no seas boludo.

Vino una mujer de ojos azules y le dijo:

Te quiero.

 

 

Un favor a la poesía

 

Tú me reconociste en mitad de la muerte.

No olvidaré jamás tu carrusel de astros

ni tu dulce aritmética

ni tu brujo, tu fuego

ni tu voz de campana diciendo medianoche.

 

Hoy doy vuelta la red, la seda de los párpados.

Hoy pido que me salves.

Yo no quiero saber la descripción del puente.

Te pido un hilo fino, un mensaje de arañas.

Dame la mano, el traje,

el número, la fiesta,

La soledad contigua a las raíces,

La permanencia exacta en el dolor,

exacta en la pisada.

No me des vuelta el rostro.

Hoy te pido la lámpara,

la escala donde crecen los gitanos.

No me des vuelta el rostro. No me niegues

el aceite sagaz, el calculado helecho

la certeza implacable de la piedra en el agua.

Dame el brazo del tiempo,

el lugar corrosivo donde guardas el daño,

la oscura magnitud sumergida y profunda

de tu sílaba quieta como peces letales.

No me des vuelta el rostro ni preguntes.

Algún día sabrás, cuando el buey milenario

cambie cuatro pisadas por un sueño.

Tomado de:

https://pieldemundo.blogspot.com/2017/06/dos-poemas-de-isidoro-blaisten.html

 

 

A Mi Madre

 

Si es cierto mamá que estás tras los cristales

Que florecen tus gestos por las altas glicinas

Que susurra tu voz hablando en algún lado

Que me miran tus ojos, varados como un barco

A estribor de la vida.

 

Si es cierto que estás yo quisiera llegarte:

Trepando por el brillo de una estrella

O volando a gaviota de un suspiro

O montado a babucha de un enano con botas

O subido en las hojas que vuelan por otoño.

Yo quisiera llegarte y conversar contigo.

 

Decirte muchas cosas y no decirte nada:

“Que estoy bien de salud y que he crecido

que me dejo el bigote y tengo amigos

que fui audaz, tuve miedo y de a ratos escribo.”

Yo quisiera llegarte y conversar contigo.

 

Decirte muchas cosas y no decirte nada:

decirte muchas cosas y cosas sin sentido

“de contarte una historia que haga dormir las madres

de comprar la venganza en las casas del ramo

de formar un racimo con peces y con ciervos.”

 

de enhebrar un collar con caricias y manos

de anudar una cuerda con colas de ratones

de habitar una casa que sea pura ventana

de inventar un muñeco con piernas de lombrices

de tocar el tambor con la panza de la luna

de fundirte un anillo con plata de tus sienes

de poner algodón y guardarme las nubes.”

 

Yo quisiera llegarte y conversar contigo.

Decirte muchas cosas y no decirte nada:

Ser un hueco en tu falda, un momento en tus manos,

Un lugar despeinado en tus caricias,

Un castigo ya cumplido en tus rincones.

Yo quisiera llegarte y no decirte nada.

 

Después decirte adiós, con un adiós sencillo.

Decirte luego adiós porque me esperan.

Me esperan sinsabores y una deuda. Alegría,

zapatos, tinta fresca. Un portal con su beso

Y los gorriones.

 

Adiós mamá. Hasta pronto.

Trázame un sendero con tu voz

Y una estela luminosa con tu gesto,

Resérvame una gruta de ternura

y guárdame un lugar en tu regazo.

Yo llegaré hasta ti de cuando en cuando

A conversar contigo sentado en las estrellas.

Tomado de:

https://poemas-poesias-sonetos.blogspot.com/2011/10/poemas-madre-ausente-de-isidoro.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario