sábado, 17 de septiembre de 2022

POEMAS DE WILLIAM CARLOS WILLIAMS UN AÑO MÁS DE SU NATALICIO


El descenso

 

El descenso nos llama

como nos llamó el ascenso

La memoria es como

un logro,

una especie de renovación

casi

una iniciación, nuevos espacios abiertos

habitados por hordas

y por tanto, no implica

nuevas especies—

pues su movimiento

se dirige hacia destinos nuevos

(aunque hayan sido abandonados)

 

Ninguna derrota se compone sólo de derrota— pues

el mundo que abre siempre es un lugar

hasta entonces

insospechado. Un

mundo perdido,

un mundo insospechado,

nos llama a nuevos lugares

y ninguna blancura (perdida) es tan blanca como

el recuerdo de la blancura

 

Con la tarde, el amor despierta

aunque sus sombras

vivas por el brillo

del sol—

somnolientas ahora se abandonen

al deseo

El amor sin sombras surge ahora

comienza a despertar

conforme la noche

avanza.

 

El descenso

hecho de desesperanza

sin logros

cae en la cuenta

del nuevo despertar:

que es el revés

de la desesperanza.

Así, lo que no logramos,

lo negado al amor,

lo que hemos perdido antes—

se hace descenso

sin fin, indestructible.

 

Ventisca

 

Cae la nieve:

años de furia detrás de

horas que flotan perezosas

—la ventisca

arrastra su peso

más y más hondo ¿tres días

o sesenta años, eh? ¡Después,

el sol! una maraña de

copos azules y amarillos

—árboles que parecen hirsutos

sobresalen en los callejones largos

por encima de una soledad salvaje.

El hombre se da vuelta y ahí

—su huella solitaria extendida

sobre el mundo.

 

Dolencia

 

Me llaman, y yo voy.

El camino está helado

pasada la medianoche, un polvo

de nieve preso

en las huellas rígidas de los autos.

La puerta se abre.

Sonrío, entro y

me sacudo el frío.

He aquí una mujer enorme

de su lado de la cama.

Está enferma,

quizás vomita,

quizás está pariendo

a su décimo hijo. ¡Alegría! ¡Alegría!

La noche es un cuarto

oscuro para los amantes,

 

¡a través de las persianas el sol

pasa una aguja de oro!

Le corro el pelo de la cara

y miro su miseria

con compasión.

 

Llegada

 

Y sin embargo uno llega de algún modo,

termina desabrochando los botones

de un vestido

en una habitación desconocida—

siente el otoño

gotear sus hojas de seda y lino

entre los tobillos de ella.

El cuerpo sórdidamente venoso emerge

retorcido sobre sí

¡como un viento invernal…!

 

A una pobre vieja

 

masticando una ciruela en

la calle una bolsa de papel

está en su mano

 

le saben bien

saben bien

a ella saben

bien a ella

 

puedes notarlo

en su modo de darse

a la mitad del todo

chupada en su mano

 

le queda el consuelo

de ciruelas maduras

que parecen llenar el aire

y saben bien.

 

Joven sicomoro

 

¿Sabes?

este árbol joven

cuyo tronco redondo y firme

entre el mojado

 

pavimento y la coladera

(donde el agua

gotea) se alza

corpóreo

 

en el aire

con un impulso

ondulante a la mitad—

y luego

 

se divide y mengua

disparando

nuevas ramas hacia

todas partes—

 

se cuelga capullos

se adelgaza

hasta reducirse

a dos

 

ramas

excéntricamente anudadas

que se doblan

como cuernos superiores

 

El resurgimiento

 

Tarde o temprano

llegaremos al final

de la lucha

 

para restablecer

la imagen la imagen de

la rosa

 

pero aún no

dices extendiendo

el tiempo indefinidamente

 

por

tu amor hasta que una

primavera entera

 

reencienda

el violeta en las propias

orquídeas

 

y así por

tu amor el mismo sol

es reavivado

 

el poema.

 

Traducciones: Edgardo Dobry, Juan Antonio Montiel y Michael Tregebov

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/los-mejores-poemas-de-william-carlos-williams/

 

 

Tres posiciones

 

 

 

I: Elaine

 

suspendida pues todavía

no está lista para el salto

—salvo en los ojos

 

sus pies desnudos

comienzan en la punta

del pasto donde tal vez

 

no pueda dar énfasis

al verano y el rizo

de su cabello rubio

 

la sonrisa a medias

hacia planes adultos

atrapa

 

pantorrillas que se doblan

apenas muñecas

a punto de escapar

 

II. Erica

 

la línea melódica es

todo,

en esta obra

 

cuando por primera vez

fui testigo

de tu cabeza

 

la sostuve admirado

entre los dedos

reverencia

 

fue mi aceptación

del nombre

escandinavo

 

Erica

por los ancestros

de tu padre

 

el resto todavía

es un misterio

tu nariz que desprecia

 

girando en el puente

señala el camino

al interior

 

III: Emily

 

tus largas piernas

hechas

para enaltecer

 

la pequeña cabeza

tu

abuelo

 

lo sabe

si algo

sabe

 

ofrece

la danza

en talento

 

la línea

en el doblez

de tu barba

 

deja

que te lleve

lejos.

 

 

(De Pictures from Brueghel)

 

 

 

: un orgullo local; primavera, verano, otoño

y el mar; una confesión; una canasta; una

columna; una respuesta al Griego y al Latín

con las manos abiertas; una reunión; una

celebración;

 

en términos diferenciados; a través

de lo múltiple, una reducción a la unidad; audacia,

una cascada; nubes disueltas en una salida arenosa

una pausa reforzada;

 

obligada; una identificación y un plan

de acción para suplantar un plan de acción; un

menguar; una dispersión y una metamorfosis.

Tomado de:

http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/228-099-william-carlos-williams?showall=1

 

 

EL HOMBRE

 

Es un extraño coraje

el que me das, astro remoto

 

brillando solitario en la mañana

¡con la que no tienes nada que ver!

 

 

PARA DESPERTAR A UNA ANCIANA

 

La vejez es

un vuelo de pequeños

pájaros chillones

rozando

árboles pelados

sobre el cristal de la nieve.

Ganando y perdiendo

son abofeteados

por un viento oscuro

¿Y qué?

Sobre ásperos tallos de arbustos

se posó la bandada,

la nieve

se cubre de rotas

cáscaras de semillas

y el viento templado

de un agudo

clamor de plenitud.

 

 

SOLO PARA DECIR

 

Que me comí

las ciruelas

que estaban

en la nevera

 

y que

tal vez

guardabas

para el desayuno

 

Perdóname

estaban deliciosas

tan dulces

y tan frías

 

 

EL COMPAÑERO DEL PÁJARO

 

Así como el amor

que día

tras días puede morir

en la rama

 

Así surge tu amor

fresco

lujurioso de sol

compañero del pájaro.

 

William Carlos Williams.

 

Selección y transcripción de los poemas: Silvia C. Navarro.

Tomado de:

https://vomiteunconejito.wordpress.com/2021/05/17/poemas-de-william-carlos-williams/

 

 

El pasado arriba, el futuro abajo

 

y el presente derramándose: el rugido,

 

el rugido del presente, un discurso —

 

es, de necesidad, mi única preocupación

 

Se sumergieron, cayeron en un éxtasis.

 

o con intención, para dar por terminado— el

 

rugido, constante, dando testimonio        

 

Ni del pasado ni del futuro

 

Ni para clavar la vista, amnésicos — olvidando.

 

El lenguaje en cascada hacia lo

 

invisible, más allá de: las cataratas

 

de las que es la parte visible—

 

 

 

............................................................

 

 

 

              Sacados de las calles arrancamos

 

              el encierro de nuestras mentes y somos absorbidos por

 

              los vientos de los libros, buscando, buscando

 

              en el viento

 

              hasta que no sabemos cuál es el poder del viento sobre nosotros

 

                                                           que lleva la mente lejos

 

              y en la mente crece

 

              un olor, quizás, de flores de acacia

 

              cuyo perfume es en sí un viento que se mueve

 

                                                           para llevar la mente lejos

 

              a través del que, debajo de la catarata

 

              que pronto estará seca

 

              el río se arremolina y se amontona

 

                                                           primero recordado.

 

              Agotados de vagar por las calles

 

              inútiles en estos meses, con los rostros inclinados contra

 

              él, como trébol al anochecer, algo

 

              lo ha regresado a su propia

 

                                                           mente

 

                                               en la que una catarata invisible

 

              tropieza y se levanta

 

              y vuelve a tropezar —y no cesa, cayendo

 

              y vuelve a tropezar con un estruendo, una reverberación

 

              no de las cataratas sino de su rumor

 

                                                           incesante

 

 

Paterson descansa en el valle bajo las cataratas Passaic

 

sus aguas servidas dibujan su espalda. Situado

 

a su derecha, ¡la cabeza cerca del tronar

 

de las aguas que llenan sus sueños! Eternamente dormido,

 

sus sueños caminan por la ciudad donde permanece

 

anónimo. Las mariposas se posan en su oreja de piedra.

 

Inmortal, ni se mueve ni despierta y rara vez

 

es visto, aunque respira y las sutilezas de sus

 

maquinaciones

 

obtienen su sustancia del ruido del río que

 

fluye

 

animando a mil autómatas. Quienes, como

 

ignoran sus orígenes y las bases de sus

 

decepciones, salen de sus cuerpos en su mayoría

 

sin rumbo,

 

encerrados y olvidados en sus deseos— sin emoción.

 

            —Dilo, no hay ideas sino en las cosas—

 

nada más que las fachadas blancas de las casas

 

y los árboles cilíndricos

 

doblados, divididos por prejuicio y accidente—

 

partidos, combados, arrugados, moteados, manchados—

 

secretos—¡hacia el cuerpo de la luz!

Tomado de:

https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/poesia/item/tres-fragmentos-de-paterson.html

 

 

UNA CANCIÓN DE AMOR

¿Qué tengo yo para decirte

cuando nos encontremos?

Y, sin embargo,

estoy acá acostado y pienso en vos.

 

La mancha del amor

se cierne sobre el mundo.

Amarilla, amarilla y amarilla,

va comiendo las hojas

y mancha de azafrán

las ramas puntiagudas que se inclinan

pesadamente

contra un terso cielo púrpura.

 

No hay luz,

sólo una mancha espesa como miel

que va goteando de una hoja a otra

y de una rama a otra

y arruina los colores

del mundo entero.

 

Estoy solo,

y el peso del amor

me ha alentado hasta hacer

que mi cabeza pegue contra el cielo.

 

¡Mirame!

Chorrea néctar de mi pelo;

los estorninos lo transportan

en sus alas negras.

Mirame, finalmente

mis brazos y mis manos

están ociosos.

 

¿Cómo puedo saber

si alguna vez voy a volver a amarte

como te amo ahora?

Tomado de:

https://www.zaidenwerg.com/una-cancion-de-amor-william-carlos-williams/

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