miércoles, 14 de septiembre de 2022

POEMAS DE ENRIQUE LIHN


Autocine

 

Se lee en la pantalla: sólo para ti

La función empezaría siempre que te duermes

Si no fuera porque, a veces, felizmente la pierdes

Vienes al cine solo

como lo estás en la pantalla

tus encuentros en ella con la primera actriz

aunque fatales no agregan

su nombre a la falacia del reparto:

tú mismo haces todos los papeles.

Igual, será la última vez que trabajemos juntos

La angustia que te despierta tiene un aire de falsedad

Desistes de anotar en tu cuaderno de sueños

esa cosa de nada que llenaría cien páginas

el análisis para qué

una interpretación de rutina

 

 

Buenas noches, Aquiles

 

Ahora sí que te dimos en el talón

La muerte de la que huyas

Correrá acompasadamente a tu lado

 

Buenas noches, Aquiles

 

 

Casi cruzo la barrera 

Casi cruzo la barrera

del espejo para ver

lo que no se puede ver:

el mundo cómo sería

si la realidad copiara,

y no al revés, el espejo

llena, por fin, de su nada.

 

 

Como desde hace años me detestabas...

 

Como desde hace años me detestabas

porque a tu real saber y entender yo había sido

                                             el mal marido de una amiga tuya

me elegiste para hacerme decir de tu marido

cosa que repetiste al inventarla

que yo había dicho de él, entre amigos comunes

en una casa precisa

"es un perfecto mediocre"

se te ocurrió darle esa aguja en el costado

celebro aquí esta gran precisión

de la perversidad femenina

Así compenso mis excesos en gloria y alabanza

de las mujeres

Me gustaría escuchar tu versión de los hechos algún día

pero naturalmente más allá de la muerte.

 

 

Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares...

 

Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares

cada nocturno despertar significa

el reacomodarse del cuerpo a su idea fija: que el enemigo

                                                                                              monta guardia en él

sin pegar una sola pestañada

dueño y señor de la ciudadela tomada.

 

 

 

Contra los pensamientos negros

 

Pensamientos

no pensamientos negros

La relación paradigmática de éstos con la muerte es un recurso fácil

una mala metáfora

Los pensamientos no lloran

no se conduelen de sus objetos

tampoco deben ser pensados como auxiliares de la razón contra la locura

(Fourier no anunció sin razón las ciencias de la locura)

El desahuciado observa que, en la perspectiva de la muerte, las cosas

forzadas a ocupar un espacio limitado antes que a fluir en un

                                                                    tiempo amorfo supuestamente ilimitado

se ordenan como en un cuadro de Mantegna

Nunca antes se había visto así, al centro del escenario

Como un santo con un león a sus pies

Nunca fui un santo ni domestiqué un león

lo importante es el centro del cuadro

como lo veo como lo ven

en el andén de la equidistancia

el de ser sin que esto sea un motivo de orgullo

(¿qué orgullo puede tener el que va a morir?)

el centro de un pequeño sistema planetario

al que, en honor a la claridad, le falta la cuarta dimensión

 

el tiempo que ciega en punto a la perspectiva.

 

 

 

De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor...

 

De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor

ella y el miedo a morir, cruz y raya

cuando ya se puede pronosticar el día y la hora

Hay una fea probabilidad de que el miedo a morir y la desesperación

                                                                                                                          de la muerte sean

normalmente inseparables como la uña y la carne

Recuerdo a un amigo de otros años él huía de noche de su casa y del hospital

sin más salvoconducto que el que se daría a un condenado en el infierno

se dejaba caer en casa de amigas que no compartían su amor por ellas,

                                                                                                          condenadamente bellas

exigía con argumentos propios de la ciencia de la locura

que lo recibieran en esas casas como huésped estable

me parece ver cómo al final de esas conversaciones imposibles

era reconducido a su madriguera por las señoras y los esposos

en medio del gran silencio, él, el gnomo de la selva negra del amanecer

de vuelta a su anticasa

o al aeródromo de los hospitales para que no perdiera su vuelo.

 

 

Destiempo

 

Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren

entre la multitud de la igualdad de los días.

Nuestra debilidad cifraba en ellos

nuestra última esperanza.

Pensábamos y el tiempo que no tendría precio

se nos iba pasando pobremente

y estos son, pues, los años venideros.

 

Todo lo íbamos a resolver ahora.

Teníamos la vida por delante.

Lo mejor era no precipitarse.

 

 

Estación terminal

 

Esta será ya lo veo tu última imagen:

nuestra despedida en el poema en la estación terminal.

No sé por dónde empezarla para que no se me escape nada,

y las gentes las cosas apelotonadas aquí tienen algo de

agobiadoramente comparable a los restos que se enfrían

frases enteras o adjetivos de una pequeña obra maestra

sobre la cual pesara, hasta perderla, esta impaciencia,

nuestro cansancio mi inarticulación la ferocidad del egoísmo

por el cual cuando me empiezan a doler los pies

prefiero la cama a cualquier otra cosa incluyendo

a la poesía que voy a decirlo todo esta noche eres tú,

y, entretanto, no insistas en que un gordinflón de cuarenta años

duerma apoyado en tu hombro, para retenerlo otro poco.

A la estación le sobran escenas como éstas,

la cara triste de la revolución

que me sonría por la tuya

con algo de una máscara de hojas de tabaco

pequeña obra maestra de la noche te improvisas

una moral una paciencia y hasta lo que llamas tu amor,

nada podría de todo eso

brotar en esta tierra caliente removida por los huracanes

sobre la que pasa y repasa este mundo con sus pies,

y se acumulan los restos a la espera de mis adjetivos,

obscenos bultos un mar de papeles, etc.,

algo, en fin, como para renunciar a este tipo de viajes.

 

Me parece llegar a la edad más ingrata,

me parece recordar el momento presente:

no eres tú la muchacha que conocí hace un año

ni te marchaste en circunstancias que prefiero olvidar.

Por el contrario, ¿no hicimos el amor?

Una y mil veces, se diría, y para el caso es lo mismo:

te reemplazaron hasta en eso como una sombra borrara a otra,

y tu virginidad: el colmo del absurdo

no te defiende ahora de parecer agotada.

En realidad recuerdo que nos despedimos aquí,

pero no puedo precisar, con este sueño, cómo ocurrió la despedida,

en qué sentido tus manos me revuelven el pelo

y yo arrastro tu equipaje una caja de latón

o me insinúas que te regale un pullover.

A los ojos de la gente que no distingo de mis ojos

sino para mirarles desde una especie de ultratumba

somos una pareja un poco desafiante

y acostumbrada a esto en su Estación Terminal

un blanco y una negra

contra la que, en cualquier momento, alguien arroja una

sonrisa estúpida

el comienzo de una pedrada

La cara triste de la revolución

y yo la tomo entre mis manos de egoísta consumado

Tanto como los párpados me pesan quienes se sientan en el suelo

a esperar una guagua hasta la hora del juicio

en que el viejo carcamal logra ponerse en movimiento

y los riegue lentamente por el interior de la República.

Tu última imagen quizá con tus yollitos en el pelo,

esta falta de sentimientos profundos en que me encuentro

parecida a la pobreza por la que en cambio tú

no sientes nada o bien una despreocupada afinidad,

la risa de juntar unos medios con tus alumnos,

el espejo que se guarda debajo de la almohada para soñar con quién se quiera

y tus visitas a la abandonada

que por penas de amor se llena de hijos.

Ya no estoy en edad de soportarme en este trance

ni los bolsillos vacíos ni la efusión sentimental son cosas de mi agrado,

hasta leyendo mis propios versos más o menos románticos bostezo

y se me dormiría la mano si tuviera que escribirlos.

Cuántos años aquí, pero, en fin, tú eres joven:

«de otro, serás de otro como antes de mis besos».

Yo prefiero al lirismo la observación exacta

el problema de lengua que me planteas y que no logro resolver te escribiré.

La Estación Terminal un libro abierto perezosamente en que las frases ondulan

como si mis ojos fueran un paraje de turistas desacostumbrados a estos inconvenientes,

nada que se parezca a una mancha gloriosa,

ya lo dije, de vez en cuando, una observación estúpida:

piedrecillas que se desprenden de este yacimiento humano,

incongruentes, con el saludo de Ho Chi Min

transmitido por los altoparlantes institutrices

de esas que no dejan en paz a los niños a ninguna hora de la noche,

y sin embargo, tú duermes con tranquilidad

capaz de todas las consignas, pero con una reserva al buen humor

quizá la clave de todo esto

un primer verso que pone al poema en movimiento como por obra de magia.

 

 

Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos...

 

Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos

por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad

pero, a la larga, eso no tiene sentido

Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes

seguiremos unidos, hasta la muerte

separadamente unidos

Con los enfermos cabe una creciente complicidad

que en nada se parece a la amistad o el amor

(esas mitologías que dan sus últimos frutos a unos pasos del hacha)

Empezamos a enviar y recibir mensajes de nuestros verdaderos

                                                                                                    conciudadanos

una palabra de aliento

un folleto sobre el cáncer

 

 

Hotel Lucero

 

Finito todo y también estos brazos

que se me tienden en la semipenumbra

y un hilo -el de la voz- soplo que apenas brota

 

pero incisivamente de una fuente: la duda

El bello aparecer de este lucero

¿El del amanecer? ¿El de la tarde?

¿Abre el día o lo cierra?

 

Bajo la ducha una estrella se apaga

que, absurdamente, la comparte contigo

Las estrellas que viste nacer, a mediodía

estaban muertas desde hace cien años

sólo hiciste el amor con una luz

olfateaste «la ausente de todos los ramos».

 

Resuena un timbre en el Hotel Lucero

traga y escupe esta boca de sombra

para el caso es lo mismo: apariciones

y desapariciones instantáneas.

 

No sé en qué sentido hemos hablado de todo

¿Era la duda el tema que nos hizo vestirnos

justo en la hora convenida

salir de allí en distintas direcciones

y la que me detuvo

para ver, y fue inútil, si volvías la cara?

 

 

Market Place

 

Cirios inmensos para siempre encendidos,

surtidores de piedra, torres de esta ciudad

en la que, para siempre, estoy de paso

como la muerte misma: poeta y extranjero;

maravilloso barco de piedra en que atalayan

los reyes y las gárgolas mi oscura existencia.

Los viejos tejedores de Europa todos juntos

beben, cantan y bailan sólo para sí mismos.

La noche únicamente, no cambia de lugar,

en el barco lo saben los vigías nocturnos

de rostros mutilados. Ni aun la piedra escapa

-igual en todas partes- al paso de la noche.

Tomado de:

http://amediavoz.com/lihn.htm

 

 

Vieja en el Subway

 

La piel es ya de trapo y empaqueta la carne

desmigajada como si fuera estopa o aserrín.

La cabeza ha dejado de alzarse sobre el cuello rígido

y curvo como un asa; pero viaja en el subway

a velocidades incomprensibles para ella

se deja llevar por esta necesidad, entredormida

aferrada a sus bienes muebles

bultos de un peso que la ancla en sí misma,

semivacíos, más llenos de papeles que de cosas.

Se ha maquillado como todos los días para llegar

amanecida a otra estaci6n de la noche

pintada de rosa y blanco matizados de un lila

natural, esta flor de la muerte

Destino que se desplaza

cumplido pero persistente

hacia una calle en el fin del mundo

Hotel Welfare en Broadway:

una cama como una fosa

para morir en vida.

 

 

Nunca salí del horroroso Chile

 

Nunca salí del horroroso Chile

mis viajes que no son imaginarios

tardíos sí – momentos de un momento –

no me desarraigaron del eriazo

remoto y presuntuoso

Nunca salí del habla que el Liceo Alemán

me inflingió en sus dos patios como en un regimiento

mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible

Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:

el miedo de perder con la lengua materna

toda la realidad. Nunca salí de nada.

 

 

Corte de pelo

 

Te pedí que te cortaras el pelo

para que volviera a su suavidad natural

Como todo lo demás lo hiciste a medias

A medias me rompieron la cara en tu nombre, a la vuelta de

la esquina

y a medias me esperabas, entre tanto, en la casa  pues partiste

enseguida

a refugiarte en otra. Y a medias le habías dicho al agresor

que me amabas. Pero, eso sí, le diste mi nombre y mi dirección

pues no todo ha de hacerse a medias

tuviste la honradez de pensar

en un cincuenta por ciento

 

 

Kandinsky 1904

 

La relación de unas cosas con otras

iba borrando poco a poco las cosas

 

Versos sin palabras

 

Formas sin figuras.

 

No bien partía un barco de la orilla

cuando ya no era ni orilla ni barco ni partía

 

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/7-poemas-de-enrique-lihn/

 

 

HOY MURIO CARLOS FAZ

Porque un joven ha muerto

pido que me demuestren, una vez más, el valor de la vida,

antes de que este cielo de octubre me haga bajar los ojos

hacia una tierra en ruinas

y el canto de los pájaros y el canto de los niños se confundan

en un mismo lamento en lo alto del coro

y las flores de octubre sean los incensarios que me envuelven

con su perfume húmedo y oscuro.

 

Tú y yo lo conocíamos,

no tenía el deseo de morir ni la necesidad, ni el deber

de morir,

era como nosotros o mejor que nosotros:

un hombre entre los hombres, alguien que día a día hizo

lo suyo:

reflejar el mundo,

amar a la mujer, intimar con el hombre,

dar cuerda a su reloj,

transfigurar el mundo.

 

Obsérvense sus cuadros;

he aquí los espejos que retienen el aire del ausente, su imagen en imágenes,

lo que de él permanece despierto en su vigilia absoluta

de objeto,

en su fácil vigilia;

allí todo está en orden, en un orden secreto que no irrita,

en un orden que asombra: caprichoso y exacto, hostil y vivo,

vivo,

delicado,

luminoso como una sola estrella.

 

 

LA MANO ARTIFICIAL

Es una mano artificial la que trajo

papel y lápiz en el bolso del desahuciado

No va a escribir Contra la muerte, ni El arte de morir

¡felices escrituras! No va a firmar un decreto

de excepción que lo devuelva a la vida.

Mueve su mano ortopédica como un imbécil que jugara

con una piedra o un pedazo de palo

y el papel se llena de signos como un hueso de hormigas

 

 

NADIE ESCRIBE DESDE EL MÁS ALLÁ

 

Nadie escribe desde el más allá

Las memorias de ultratumba son apócrifas

En la casa de la muerte sólo se encuentran

agonizantes lectores

algunos vivos que curiosean allí, pero no muertos

Aunque el libro tibetano de los muertos diga

que se dirige a ellos

no hay lectores en el más allá, muertos que

no guarden las formas y la gravedad de la noche

Sólo se recuerdan apariciones

fantasmas, más bien fantasías

enfermedades de la memoria

Esos señores, en lugar de hablar

responden a la desesperación de preguntas

mediúmnicas sin interés

Peor aún, suspenden mesas de tres patas

para probar que existen

Como invisibles pionetas

bajan un piano del quinto al cuarto piso

Quiero saber qué son los muertos, si son

No lo que hacen ni lo que dicen de otros

no las pruebas de su existencia, si existen

 

 

PORQUE ESCRIBÍ

 

Ahora que quizás, en un año de calma,

piense: la poesía me sirvió para esto:

no pude ser feliz, ello me fue negado,

pero escribí.

 

Escribí: fui la víctima

de la mendicidad y el orgullo mezclados

y ajusticié también a unos pocos lectores;

tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;

una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

 

Pero escribí: tuve esta rara certeza,

la ilusión de tener el mundo entre las manos

—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco

con toda su crueldad innecesaria—

Escribí, mi escritura fue como la maleza

de flores ácimas pero flores en fin,

el pan de cada día de las tierras eriazas:

una caparazón de espinas y raíces

 

De la vida tomé todas estas palabras

como un niño oropel, guijarros junto al río:

las cosas de una magia, perfectamente inútiles

pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

 

La especie de locura con que vuela un anciano

detrás de las palomas imitándolas

me fue dada en lugar de servir para algo.

Me condené escribiendo a que todos dudarán

de mi existencia real,

(días de mi escritura, solar del extranjero).

Todos los que sirvieron y los que fueron servidos

digo que pasarán porque escribí

y hacerlo significa trabajar con la muerte

codo a codo, robarle unos cuantos secretos.

En su origen el río es una veta de agua

—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—

luego, al final, un mar que nadie ve

de los que están braceándose la vida.

Porque escribí fui un odio vergonzante,

pero el mar forma parte de mi escritura misma:

línea de la rompiente en que un verso se espuma,

yo puedo reiterar la poesía.

 

Estuve enfermo, sin lugar a dudas

y no sólo de insomnio,

también de ideas fijas que me hicieron leer

con obscena atención a unos cuantos psicólogos,

pero escribí y el crimen fue menor,

lo pagué verso a verso hasta escribirlo,

porque de la palabra que se ajusta al abismo

surge un poco de oscura inteligencia

y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

 

Porque escribí no estuve en casa del verdugo

ni me dejé llevar por el amor a Dios

ni acepté que los hombres fueran dioses

ni me hice desear como escribiente

ni la pobreza me pareció atroz

ni el poder una cosa deseable

ni me lavé ni me ensucié las manos

ni fueron vírgenes mis mejores amigas

ni tuve como amigo a un fariseo

ni a pesar de la cólera

quise desbaratar a mi enemigo.

 

Pero escribí y me muero por mi cuenta,

porque escribí porque escribí estoy vivo.

 

Tomado de:

https://www.omni-bus.com/n30/lihn.html

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario