ADIÓS DE LA MADRUGADA
Hemos de trabajar
hemos de discutir nuestros asuntos.
Siempre que nos reunimos
nos asaltan los gendarmes
y nos golpean la nariz
nos golpean los ojos.
Por eso nos cambiamos a este segundo piso
con salida a callejones y atajos de refugio.
Aquí duermen seis adolescentes.
En la planta baja, un matrimonio y un niño de pecho.
No conozco a estos adolescentes
sólo sé que son mis camaradas.
No conozco el nombre del matrimonio
sólo sé que nos han prestado su segundo piso
con buena voluntad.
Pronto amanecerá
nos mudaremos otra vez
cargaremos el maletín
discutiremos minuciosamente
realizaremos bien nuestro trabajo
mañana por la noche dormiremos en otro colchón prestado.
Ya empieza a amanecer
este cuarto de seis metros cuadrados
pañales colgados del cordón eléctrico
el foco tiznado y desnudo
los juguetes de celuloide
los colchones prestados
las pulguitas.
De todo esto me despido
hay que continuar el trabajo
para hacer florecer
nuestras flores:
la flor del matrimonio
la flor del niño de pecho
para que florezcan estas flores
de pronto, plenamente.
CANTO
Tú no cantes
no cantes a las flores de cerezo
ni a las alas de las libélulas
no cantes al murmullo del aire
ni al aroma del cabello de las mujeres.
Niégate
todas las cosas débiles
todas las cosas frágiles
todas las cosas melancólicas.
Rechaza
todas las cosas sentimentales
y canta con franqueza
lo que piensas
lo que llena nuestro estómago.
Canta las cosas que penetran al corazón
canta un canto que aúlle cuando lo destrocen
un canto que brote desde el fondo del agravio.
Estos cantos
cántalos valerosamente con una melodía severa.
Estos cantos
clávalos con martillo en el corazón de la gente.
Tomado de:
Saludos de la noche
Regresó la noche
Mi compañero, mi sombra en la pared,
Regreso la noche.
Voy a salir un rato
A echarme una copita.
Mi hermano sobre la pared,
Vas a aburrirte solo
Pero aguántame un poco
que regreso en seguida.
A mi regreso, claro,
Podrás hacerme llorar como siempre
Y así te divertirás.
A tus plantas
Me echaré a llorar dócilmente.
Entonces, mi hermano sobre la pared,
Vuelvo en seguida.
Una foto aparecida en el periódico
Fíjese en el segundo hombre colocado a la izquierda:
Es mi hermano
El hijo de usted.
Es su otro hijo, mi hermano,
Vestido con polainas
Con mochila de campaña a la espalda
Forrado con cartucheras
Mi hermano
Al que ordenaron levantar el fusil
Rellénalo de balas
Desenfundar a bayoneta.
Allí
Frente al paredón del arsenal de Shangai
Donde le ordenaron ponerse de pie, despatarrado.
Mire, madre,
Lo que su hijo va a hacer
Su hijo está a punto de asesinar
Está a punto de matar sin razón a gente desconocida
Las manos de su hijo gentil
De repente golpearán
Mira cómo los brazos de su hijo se repliegan
Para que su bayoneta penetre un pecho
Repentina, agudamente.
Y miré
Más allá del paredón
En aquel edificio
En muchos cuartos, corredores, escaleras y sótanos
Otros hijos de otras madres que se parecen a usted
Hacen saltar los candados
Saquean las cajas fuertes
Despegan pisos y techos, robando, violando
Destrozando las espaldas
Los pechos que les ponen resistencia
Pechos redondos, con tetas, pechos arrugados como los
suyos
Despedazados con bayonetas como la de su hijo.
Oh,
No aparte la mirada, madre,
No desvíe la mirada del hecho de que han convertido a su
hijo en asesino
De que publican su retrato de asesino en el periódico
No lo oculte con su palma que tiembla
Ante la evidencia de que existen miles de madres a
quienes han enterrado
/ un puñal en el pecho
Ante la evidencia de que usted es sólo una de ellas.
Madre,
Madre, la única para mi hermano y para mí,
No cierre sus ojos bañados de lágrimas.
Tomado de:
http://marymeseta.blogspot.com/2020/01/la-poesia-social-de-shigeharu-nakano.html
La estación de Shinagawa en la lluvia
Adiós, Shin
Adiós, Kim
Ustedes, que suben al tren en la estación de Shinagawa.
Adiós, Li, hombre.
Adiós, Li, mujer
Ustedes, que parten hacia el país de sus padres.
El río de Corea se congela en invierno
Su corazón rebelde se congela en el momento de la despedida.
El mar levanta su grito al atardecer
Las palomas mojadas por la lluvia descienden al echo de
los trenes.
Ustedes, mojados por la lluvia, no olviden al Emperador
del Japón que les expulsa
Ustedes, mojados por la lluvia, recuérdenlo bien, con su
barba y lentes, cargado de
[hombros.
En la lluvia vehemente se alza el semáforo verde
En la lluvia vehemente sus miradas se afilan.
La lluvia lava estas piedras, cae el mar oscuro
La lluvia resbala por sus ardientes mejillas.
Sus negras siluetas pasan por la boca de la estación
La falda de su vestido blanco flamea en la oscuridad del
corredor.
La luz del semáforo cambia
Ustedes suben…
Ustedes parten,
Ustedes se van.
Adiós, Shin
Adiós, Kim
Adiós, Li, hombre
Adiós, Li, mujer.
Vayan y destruyan aquellos hielos duros y traicioneros
Hagan que calle todo, que salte el agua tanto tiempo
detenida.
Tomado de:
https://www.revistaelgolem.com/2019/12/08/poes%C3%ADa-de-nakamo-shigueharu/
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