Yo conozco a un hombre
Conozco a un hombre
que fotografió la vista que vio
desde la ventana de la habitación donde hizo el amor
y no el rostro de la mujer que amaba allí.
Traducido por Chana Bloch
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Quiero morir en mi propia cama
Toda la noche subió el ejército de Gilgal
para llegar al campo de exterminio, y eso es todo.
En el suelo, guerra y trama, yacen los muertos.
Quiero morir en mi propia cama.
Como rendijas en un tanque, sus ojos eran asombrosos,
yo siempre soy el pequeño y ellos son los muchos.
Debo contestar. Pueden interrogar a Mi cabeza.
Pero quiero morir en mi propia cama.
El sol se detuvo en Gabaón. Para siempre, está dispuesto
a iluminar a aquellos que luchan y matan.
Puede que no vea a mi esposa cuando su sangre sea
derramada,
pero quiero morir en mi propia cama.
Sansón, su fuerza en su largo cabello negro,
Mi cabello lo cortaron cuando me hicieron un héroe
Perforce, y me enseñaron a cargar adelante.
Quiero morir en mi propia cama.
Vi que podías vivir y amueblar con gracia
Incluso la guarida de un león, si no tienes otro lugar.
Ni siquiera me importa morir solo, estar muerto,
Pero quiero morir en Mi propia cama.
Traducido del hebreo por Barbara y Benjamin Harshav
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Un cementerio judío en Alemania
En una pequeña colina en medio de campos fértiles se
encuentra un pequeño cementerio,
un cementerio judío detrás de una puerta oxidada, escondido
por arbustos,
abandonado y olvidado.
Allí no se oye ni voz de oración ni voz de lamento,
porque los muertos no alaban al Señor.
Solo resuenan las voces de nuestros hijos, que buscan
tumbas
y vitorean
cada vez que encuentran una, como setas en el bosque, como
fresas silvestres.
¡Aquí hay otra tumba! Está el nombre de las
madres de mi madre y un nombre del siglo pasado. Y aquí hay
un nombre, ¡
y ahí está! Y cuando estaba a punto de quitar el musgo del
nombre ...
¡Mira! una mano abierta grabada en la lápida, la tumba
de un kohen,
sus dedos se extendieron en un espasmo de santidad y
bendición,
y aquí hay una tumba oculta por un matorral de bayas
que hay que apartar como un mechón de cabello
del rostro de una hermosa mujer amada.
Traducido por Chana Bloch y Chana Kronfeld
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
El diámetro de la bomba
El diámetro de la bomba era de treinta centímetros
y el diámetro de su alcance efectivo de unos siete metros,
con cuatro muertos y once heridos.
Y alrededor de estos, en un círculo más grande
de dolor y tiempo, hay dos hospitales esparcidos
y un cementerio. Pero la joven
que fue enterrada en la ciudad de la que provenía,
a una distancia de más de cien kilómetros,
agranda considerablemente el círculo,
y el hombre solitario que llora su muerte
en las lejanas costas de un país lejano al otro lado del
mar
incluye a todo el mundo. mundo en el círculo.
Y ni siquiera mencionaré el llanto de los huérfanos
que llega hasta el trono de Dios y
más allá, formando un círculo sin fin y sin Dios.
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Un hombre no tiene tiempo en su vida
Un hombre no tiene tiempo en su vida
para tener tiempo para todo.
No tiene temporadas suficientes para tener
una temporada para cada propósito. Eclesiastés
estaba equivocado en eso.
Un hombre necesita amar y odiar al mismo tiempo,
reír y llorar con los mismos ojos,
con las mismas manos para arrojar piedras y recogerlas,
para hacer el amor en la guerra y la guerra en el amor.
Y odiar y perdonar y recordar y olvidar,
ordenar y confundir, comer y digerir
lo que la historia
tarda años y años en hacer.
Un hombre no tiene tiempo.
Cuando pierde busca, cuando encuentra
se olvida, cuando olvida ama, cuando ama
comienza a olvidar.
Y su alma está sazonada, su alma
es muy profesional.
Solo su cuerpo sigue siendo para siempre
un aficionado. Lo intenta y falla,
se confunde, no aprende nada,
borracho y ciego en sus placeres
y sus dolores.
Morirá como mueren los higos en otoño,
Arrugado , lleno de sí mismo y dulce,
las hojas secas en el suelo,
las ramas desnudas señalando el lugar
donde hay tiempo para todo.
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Un perro después del amor
Después de que me
dejaste, dejé que un perro me huela el
pecho y la barriga. Se llenará la nariz
y saldrá a buscarte.
Espero que le arranque los
testículos a tu amante y le muerda el pene
o al menos
me traiga tus medias entre los dientes.
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Dios tiene piedad de los niños de jardín de infantes
Dios tiene piedad de los niños del jardín de infancia, se
compadece de los escolares, menos.
Pero los adultos no se compadecen en absoluto.
Los abandona,
Y a veces tienen que arrastrarse a cuatro patas
En la arena abrasadora
Para llegar al vestidor,
Corriendo sangre.
Pero tal vez
se apiade de los que aman de verdad
y los cuide
y los sombree
como un árbol sobre el que duerme en el banco público.
Quizás incluso gastemos en ellos
Nuestros últimos centavos de bondad
Heredados de madre,
Para que su propia felicidad nos proteja
Ahora y en otros días.
© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines
educativos
Tomado de:
https://allpoetry.com/Yehuda-Amichai
EL PARQUECITO PLANTADO
El parquecito plantado en memoria del muchacho
caído en la guerra
comienza a parecerse
a él cuando tenía veintinueve años
Año tras año se parecen cada vez más
sus padres viejos vienen casi a diario
a sentarse en una banca
y mirarlo
Y cada la noche la memoria en el jardín
zumba como un motorcito:
En el día no le puedes oír.
JERUSALÉN ES UNA CUNA
Jerusalén es un ciudad cuna que me mece
Cuando despierto extrañas cosas me suceden
a mitad del día, como a alguien
que baja las escaleras de la casa de su amor
por última vez, con ojos cerrados todavía.
Pero mis días me fuerzan a abrir los ojos y
recordar a los que me pasan: quizá
él me amará, quizá él ha puesto una bomba
en una linda envoltura, como un regalo de amor.
Veo todos los puntos débiles en esta casa de piedra,
la grieta por donde la electricidad entra
el agujero hecho para los grifos
la rajada para que penetren los alambres del teléfono
y las bocas de suspiros.
Soy un jerusalenita. Las albercas con sus voces
y sus ruidos no son parte de mi alma
El polvo es mi consciente, la piedra mi subconsciente
y todos mis recuerdos son patios cerrados
en la luna alta del verano.
EN UN SITIO ARQUEOLOGICO
En un sitio arqueológico
vi fragmentos de preciosos navíos, limpios
y bien carenados, aceitados y relucientes
Y junto a él vi un montón de polvo descartado
que no servía siquiera para cultivar
cardos ni espinas
Y pregunté: ¿Qué es éste polvo gris
que ha sido rempujado y esparcido
y torturado y arrojado luego?
Respondo en mi corazón: este polvo
es gente como nosotros, quien durante su vida
vivió separada de las piedras
de cobre, oro y mármol
y todas las cosas preciosas-
y siguen así en la muerte
Somos este montón de polvo, nuestros
cuerpos, nuestras almas, todas las palabras
en nuestra boca, toda la esperanza.
EN ESTE VALLE
En este valle, formado por muchas aguas
en incontables años para que la brisa ligera
pueda atravesarlo hoy y refrescar mi frente,
Pienso en ti. De las colinas escucho
voces de hombres y máquinas, derrumbando y construyendo.
Y hay amores que no pueden
moverse de un lado a otro.
Deben morir en su lugar y su tiempo
como un mueble ruinoso
destruído junto a la casa que lo alberga.
Pero este valle es una esperanza
de comenzar de nuevo sin tener primero que morir
de amar sin olvidar el otro amor,
o ser como la brisa
que ahora lo atraviesa
sin pertenecerle.
DE LAMENTOS POR LOS CAÍDOS EN LA GUERRA
1.
El Señor Beringer, cuyo hijo
cayó en ese canal que fue
cavado por extraños
para que los barcos atravesaran el desierto
pasa frente a mí en la puerta de Jaffa:
Ha adelgazado muchísimo; ha perdido
el peso de su hijo.
Y por eso flota ligero
por entre las callejas
entremezclándose con mi corazón
como despojos
Y ASÍ TE ENCUENTRAS
Y así te encuentras siempre
Entre el muy alabado paisaje
Y el que lo alaba y explica
A aquellos que lo rodean en un cautivado círculo
Ya no interfieres
Y palabras que no son para ti
Son divididos de nuevo por tu cuerpo,
Como viento, como agua peinada
Y cerrado de nuevo más allá de ti.
El dulce ateísmo aún florece
Aquí entre las rocas
Con un olor, desesperado y solitario, como
El florecer de la primera creencia en Dios.
Las laderas de las montañas cortadas con hierro
Estarán de nuevo amarillas y bronceadas en el verano
Y cubiertas con pasto en primavera
Como cualquier montaña en primavera
Como mi ladera, de la cual fuiste tajada
Hace ya algunos años.
ESTA ES LA CASA DE MI MADRE
Esta es la casa de mi madre. La planta
que comenzó a treparla en mi niñez
ha crecido desde entonces y cuelga de sus muros.
Pero yo fui arrancado ya hace tiempo.
Madre, me pariste en medio del dolor,
Y en medio del dolor vive tu hijo.
Su tristeza está peinada, acicalada,
su felicidad bien vestida.
Con su sueño se gana el pan
y con su pan, su sueño.
La precipitación promedio anual no lo toca
y los grados de temperatura pasan junto a él
como una sombra llorosa.
O madre mía, te presentaste ante mí
con un primer trago de bienvenida
y estas palabras: ¡L’haim, l’haim[2]
hijo mío!
No he olvidado nada, pero mi vida
se ha vuelto apacible y profunda
como un segundo estrago en la garganta,
no como el primero, con labios ruidosos
chupadores y felices.
Tus pasos en la escalera
Han quedado siempre en mí
Nunca se acercan y nunca se alejan
Como latidos
CARTA DE RECOMENDACIÓN
En las noches de verano duermo desnudo
en mi cama en Jerusalén
la cual queda al borde
de un hondo valle
sin despeñarse sobre él.
Durante el día doy caminatas
con los Diez Mandamientos en mis labios
como una vieja canción que uno se tararea a sí mismo.
O tócame, tócame tú, buena mujer
No es una cicatriz esto que sientes bajo mi camisa.
Es una carta de recomendación, plegada
de mi padre:
“Es un buen muchacho todavía y lleno de amor”.
Recuerdo a mi padre despertándome
para las oraciones tempranas. Lo hacía
acariciando mi frente, no jalándome las sábanas.
Desde entonces lo amo aún más
Y sólo por eso
dejad que le despierten
con amor y delicadeza
en el Día de la Resurrección
COMO EL MURO INTERIOR DE UNA CASA
Me encuentro
De repente y demasiado pronto en mi vida
Como el muro interior de una casa
Que se ha convertido en muro exterior luego de guerras y
devastaciones
Casi olvido ya
Lo que es estar dentro. Sin dolor,
Sin amor. Con lo Cerca y lo Lejos
a la misma distancia de mí
e iguales.
Nunca imaginé qué pasa con los colores
Su destino es el destino del hombre: el azul claro aún
sueña
En la memoria del azul oscuro y de la noche. La palidez
Es el suspiro de una vigilia púrpura. Un viento acarrea
Un olor de lejanía
Y en sí no tiene olor alguno
Y las hojas de las hatzav[3] mueren
Mucho antes que sus flores blancas
Las cuales no saben nunca
Sobre el verdor de la primavera y el oscuro amor
Alzo mis ojos a las montañas. Ahora entiendo
Lo que significa alzar ojos, ¡qué pesada carga!
Pero esa dura nostalgia
¡Esa pena-de-nunca-volver-a estar-de-nuevo-dentro!
De Canciones de Zion, La Bella
16
Una canción de amantes en Jerusalén: estamos
incluidos en la mayoría de las profecías de ira
y en casi todos los buenos mensajes.
Nos encontrarán en las postales
de nuestra ciudad. Quizá no puedan vernos
porque estábamos sentados dentro de una casa
o éramos demasiado pequeños;
la foto fue tomada
desde un avión que pasaba.
33
Una canción de mi patria: el conocimiento
De sus aguas comienza con lágrimas.
A veces amo el agua, a veces la piedra.
Estos días estoy a favor de las piedras.
Pero eso podría cambiar.
36
Por las noches Dios saca la reluciente
mercancía de su estuche –carruajes santos,
tablas de leyes, primorosas cuentas, cruces y campanas-
y las guarda de nuevo dentro en cajas oscuras ,
cerrando el postigo: “otra vez, ningún profeta vino a
comprar”
CANCIONES DE CONTINUIDAD
Canciones de continuidad, minas terrestres y tumbas.
Puestas boca arriba cuando construyes una casa o un camino:
Y luego llegan la gente cuervos negros de Meah Sh’earim[4]
graznando amargamente “muerte, muerte”. Y llegan luego
soldados jóvenes y con manos aún desnudas de anoche
desmantelan el hierro y descifran la muerte.
Venid entonces, ¡no construyamos casa ni pavimentemos
camino alguno!
Hagamos una casa plegada en el corazón
Y un camino enrollado en un rizo del alma, dentro,
y así no moriremos por siempre.
La gente aquí vive dentro de profecías que resultaron
verdaderas
como dentro de una gruesa nube tras una explosión
que no se dispersa.
Y así en su solitaria ceguera se tocan
unos a otros entre las piernas, al atardecer,
pues no tienen otra ocasión ni otro lugar,
y los profetas murieron hace mucho tiempo.
[2]
L’haim-“A tu salud”, en hebreo
[3]
Hatzav- Una flor silvestre cuyas hojas crecen y mueren en primavera, y cuya
blanca flor crece sólo en otoño.
[4]
Meah Sh’earim – Barrio de los ultra-ortodoxos en Jerusalén
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2009/09/doce-poemas-de-yehuda-amichai/
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