viernes, 4 de junio de 2021

POEMAS DE YEHUDA AMICHAI

 

(3 de mayo de 1924, Wurzburgo, Alemania - 22 de septiembre de 2000, Israel)

Yo conozco a un hombre

Conozco a un hombre

que fotografió la vista que vio

desde la ventana de la habitación donde hizo el amor

y no el rostro de la mujer que amaba allí.

Traducido por Chana Bloch

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

Quiero morir en mi propia cama

Toda la noche subió el ejército de Gilgal

para llegar al campo de exterminio, y eso es todo.

En el suelo, guerra y trama, yacen los muertos.


Quiero morir en mi propia cama.

Como rendijas en un tanque, sus ojos eran asombrosos,

yo siempre soy el pequeño y ellos son los muchos.

Debo contestar. Pueden interrogar a Mi cabeza.

Pero quiero morir en mi propia cama.

 

El sol se detuvo en Gabaón. Para siempre, está dispuesto

a iluminar a aquellos que luchan y matan.

Puede que no vea a mi esposa cuando su sangre sea derramada,

pero quiero morir en mi propia cama.

 

Sansón, su fuerza en su largo cabello negro,

Mi cabello lo cortaron cuando me hicieron un héroe

Perforce, y me enseñaron a cargar adelante.

Quiero morir en mi propia cama.

 

Vi que podías vivir y amueblar con gracia

Incluso la guarida de un león, si no tienes otro lugar.

Ni siquiera me importa morir solo, estar muerto,

Pero quiero morir en Mi propia cama.

 

 

Traducido del hebreo por Barbara y Benjamin Harshav

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

Un cementerio judío en Alemania

En una pequeña colina en medio de campos fértiles se encuentra un pequeño cementerio,

un cementerio judío detrás de una puerta oxidada, escondido por arbustos,

abandonado y olvidado.

Allí no se oye ni voz de oración ni voz de lamento,

porque los muertos no alaban al Señor.

Solo resuenan las voces de nuestros hijos, que buscan tumbas

  y vitorean

cada vez que encuentran una, como setas en el bosque, como

  fresas silvestres.

¡Aquí hay otra tumba! Está el nombre de las

madres de mi madre y un nombre del siglo pasado. Y aquí hay un nombre, ¡

y ahí está! Y cuando estaba a punto de quitar el musgo del nombre ...

¡Mira! una mano abierta grabada en la lápida, la tumba

  de un kohen,

sus dedos se extendieron en un espasmo de santidad y bendición,

y aquí hay una tumba oculta por un matorral de bayas

que hay que apartar como un mechón de cabello

del rostro de una hermosa mujer amada.

 

 

Traducido por Chana Bloch y Chana Kronfeld

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

El diámetro de la bomba

El diámetro de la bomba era de treinta centímetros

y el diámetro de su alcance efectivo de unos siete metros,

con cuatro muertos y once heridos.

Y alrededor de estos, en un círculo más grande

de dolor y tiempo, hay dos hospitales esparcidos

y un cementerio. Pero la joven

que fue enterrada en la ciudad de la que provenía,

a una distancia de más de cien kilómetros,

agranda considerablemente el círculo,

y el hombre solitario que llora su muerte

en las lejanas costas de un país lejano al otro lado del mar

incluye a todo el mundo. mundo en el círculo.

Y ni siquiera mencionaré el llanto de los huérfanos

que llega hasta el trono de Dios y

más allá, formando un círculo sin fin y sin Dios.

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

Un hombre no tiene tiempo en su vida

Un hombre no tiene tiempo en su vida

para tener tiempo para todo.

No tiene temporadas suficientes para tener

una temporada para cada propósito. Eclesiastés

estaba equivocado en eso.

 

Un hombre necesita amar y odiar al mismo tiempo,

reír y llorar con los mismos ojos,

con las mismas manos para arrojar piedras y recogerlas,

para hacer el amor en la guerra y la guerra en el amor.

Y odiar y perdonar y recordar y olvidar,

ordenar y confundir, comer y digerir

lo que la historia

tarda años y años en hacer.

 

Un hombre no tiene tiempo.

Cuando pierde busca, cuando encuentra

se olvida, cuando olvida ama, cuando ama

comienza a olvidar.

 

Y su alma está sazonada, su alma

es muy profesional.

Solo su cuerpo sigue siendo para siempre

un aficionado. Lo intenta y falla,

se confunde, no aprende nada,

borracho y ciego en sus placeres

y sus dolores.

 

Morirá como mueren los higos en otoño,

Arrugado , lleno de sí mismo y dulce,

las hojas secas en el suelo,

las ramas desnudas señalando el lugar

donde hay tiempo para todo.

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

Un perro después del amor

Después de que me

dejaste, dejé que un perro me huela el

pecho y la barriga. Se llenará la nariz

y saldrá a buscarte.

 

Espero que le arranque los

testículos a tu amante y le muerda el pene

o al menos

me traiga tus medias entre los dientes.

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

 

Dios tiene piedad de los niños de jardín de infantes

Dios tiene piedad de los niños del jardín de infancia, se

compadece de los escolares, menos.

Pero los adultos no se compadecen en absoluto.

 

Los abandona,

Y a veces tienen que arrastrarse a cuatro patas

En la arena abrasadora

Para llegar al vestidor,

Corriendo sangre.

 

Pero tal vez

se apiade de los que aman de verdad

y los cuide

y los sombree

como un árbol sobre el que duerme en el banco público.

 

Quizás incluso gastemos en ellos

Nuestros últimos centavos de bondad

Heredados de madre,

 

Para que su propia felicidad nos proteja

Ahora y en otros días.

© por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos

Tomado de:

https://allpoetry.com/Yehuda-Amichai

 

EL PARQUECITO PLANTADO

 

El parquecito plantado en memoria del muchacho

 

caído en la guerra

 

comienza a parecerse

 

a él cuando tenía veintinueve años

 

Año tras año se parecen cada vez más

 

sus padres viejos vienen casi a diario

 

a sentarse en una banca

 

y mirarlo

 

 

 

Y cada la noche la memoria en el jardín

 

zumba como un motorcito:

 

En el día no le puedes oír.

 

 

JERUSALÉN ES UNA CUNA

 

 

 

Jerusalén es un ciudad cuna que me mece

 

Cuando despierto extrañas cosas me suceden

 

a mitad del día, como a alguien

 

que baja las escaleras de la casa de su amor

 

por última vez, con ojos cerrados todavía.

 

Pero mis días me fuerzan a abrir los ojos y

 

recordar a los que me pasan: quizá

 

él me amará, quizá él ha puesto una bomba

 

en una linda envoltura, como un regalo de amor.

 

Veo todos los puntos débiles en esta casa de piedra,

 

la grieta por donde la electricidad entra

 

el agujero hecho para los grifos

 

la rajada para que penetren los alambres del teléfono

 

y las bocas de suspiros.

 

 

 

Soy un jerusalenita. Las albercas con sus voces

 

y sus ruidos no son parte de mi alma

 

El polvo es mi consciente, la piedra mi subconsciente

 

y todos mis recuerdos son patios cerrados

 

en la luna alta del verano.


EN UN SITIO ARQUEOLOGICO

 

 

 

En un sitio arqueológico

 

vi fragmentos de preciosos navíos, limpios

 

y bien carenados, aceitados y relucientes

 

Y junto a él vi un montón de polvo descartado

 

que no servía siquiera para cultivar

 

cardos ni espinas

 

 

 

Y pregunté: ¿Qué es éste polvo gris

 

que ha sido rempujado y esparcido

 

y torturado y arrojado luego?

 

 

 

Respondo en mi corazón: este polvo

 

es gente como nosotros, quien durante su vida

 

vivió separada de las piedras

 

de cobre, oro y mármol

 

y todas las cosas preciosas-

 

y siguen así en la muerte

 

Somos este montón de polvo, nuestros

 

cuerpos, nuestras almas, todas las palabras

 

en nuestra boca, toda la esperanza.

 

 

EN ESTE VALLE

 

 

En este valle, formado por muchas aguas

 

en incontables años para que la brisa ligera

 

pueda atravesarlo hoy y refrescar mi frente,

 

Pienso en ti. De las colinas escucho

 

voces de hombres y máquinas, derrumbando y construyendo.

 

 

 

Y hay amores que no pueden

 

moverse de un lado a otro.

 

Deben morir en su lugar y su tiempo

 

como un mueble ruinoso

 

destruído junto a la casa que lo alberga.

 

 

 

Pero este valle es una esperanza

 

de comenzar de nuevo sin tener primero que morir

 

de amar sin olvidar el otro amor,

 

o ser como la brisa

 

que ahora lo atraviesa

 

sin pertenecerle.

 

 

DE LAMENTOS POR LOS CAÍDOS EN LA GUERRA

 

 

 

1.

 

 

 

El Señor Beringer, cuyo hijo

 

cayó en ese canal que fue

 

cavado por extraños

 

para que los barcos atravesaran el desierto

 

pasa frente a mí en la puerta de Jaffa:

 

 

 

Ha adelgazado muchísimo; ha perdido

 

el peso de su hijo.

 

Y por eso flota ligero

 

por entre las callejas

 

entremezclándose con mi corazón

 

como despojos

 

 

Y ASÍ TE ENCUENTRAS

 

 

 

Y así te encuentras siempre

 

Entre el muy alabado paisaje

 

Y el que lo alaba y explica

 

A aquellos que lo rodean en un cautivado círculo

 

 

 

Ya no interfieres

 

Y palabras que no son para ti

 

Son divididos de nuevo por tu cuerpo,

 

Como viento, como agua peinada

 

Y cerrado de nuevo más allá de ti.

 

 

 

El dulce ateísmo aún florece

 

Aquí entre las rocas

 

Con un olor, desesperado y solitario, como

 

El florecer de la primera creencia en Dios.

 

 

 

Las laderas de las montañas cortadas con hierro

 

Estarán de nuevo amarillas y bronceadas en el verano

 

Y cubiertas con pasto en primavera

 

Como cualquier montaña en primavera

Como mi ladera, de la cual fuiste tajada

 

Hace ya algunos años.

 

 

ESTA ES LA CASA DE MI MADRE

 

 

 

Esta es la casa de mi madre. La planta

 

que comenzó a treparla en mi niñez

 

ha crecido desde entonces y cuelga de sus muros.

 

Pero yo fui arrancado ya hace tiempo.

 

 

 

Madre, me pariste en medio del dolor,

 

Y en medio del dolor vive tu hijo.

 

Su tristeza está peinada, acicalada,

 

su felicidad bien vestida.

 

Con su sueño se gana el pan

 

y con su pan, su sueño.

 

La precipitación promedio anual no lo toca

 

y los grados de temperatura pasan junto a él

 

como una sombra llorosa.

 

 

 

O madre mía, te presentaste ante mí

 

con un primer trago de bienvenida

 

y estas palabras: ¡L’haim, l’haim[2]

 

hijo mío!

 

No he olvidado nada, pero mi vida

 

se ha vuelto apacible y profunda

 

como un segundo estrago en la garganta,

 

no como el primero, con labios ruidosos

 

chupadores y felices.

 

 

 

Tus pasos en la escalera

 

Han quedado siempre en mí

 

Nunca se acercan y nunca se alejan

 

Como latidos

 

 

CARTA DE RECOMENDACIÓN

 

 

 

En las noches de verano duermo desnudo

 

en mi cama en Jerusalén

 

la cual queda al borde

 

de un hondo valle

 

sin despeñarse sobre él.

 

 

 

Durante el día doy caminatas

 

con los Diez Mandamientos en mis labios

 

como una vieja canción que uno se tararea a sí mismo.

 

 

 

O tócame, tócame tú, buena mujer

 

No es una cicatriz esto que sientes bajo mi camisa.

 

Es una carta de recomendación, plegada

 

de mi padre:

 

“Es un buen muchacho todavía y lleno de amor”.

 

 

 

Recuerdo a mi padre despertándome

 

para las oraciones tempranas. Lo hacía

 

acariciando mi frente, no jalándome las sábanas.

 

 

 

Desde entonces lo amo aún más

 

Y sólo por eso

 

dejad que le despierten

 

con amor y delicadeza

 

en el Día de la Resurrección

 

 

COMO EL MURO INTERIOR DE UNA CASA

 

 

 

Me encuentro

 

De repente y demasiado pronto en mi vida

 

Como el muro interior de una casa

 

Que se ha convertido en muro exterior luego de guerras y devastaciones

 

Casi olvido ya

 

Lo que es estar dentro. Sin dolor,

 

Sin amor. Con lo Cerca y lo Lejos

 

a la misma distancia de mí

 

e iguales.

 

 

 

Nunca imaginé qué pasa con los colores

 

Su destino es el destino del hombre: el azul claro aún sueña

 

En la memoria del azul oscuro y de la noche. La palidez

 

Es el suspiro de una vigilia púrpura. Un viento acarrea

 

Un olor de lejanía

 

Y en sí no tiene olor alguno

 

Y las hojas de las hatzav[3] mueren

 

Mucho antes que sus flores blancas

 

Las cuales no saben nunca

 

Sobre el verdor de la primavera y el oscuro amor

 

 

 

Alzo mis ojos a las montañas. Ahora entiendo

 

Lo que significa alzar ojos, ¡qué pesada carga!

 

Pero esa dura nostalgia

 

¡Esa pena-de-nunca-volver-a estar-de-nuevo-dentro!

 

 

De Canciones de Zion, La Bella

 

 

16

 

 

 

Una canción de amantes en Jerusalén: estamos

 

incluidos en la mayoría de las profecías de ira

 

y en casi todos los buenos mensajes.

 

 

 

Nos encontrarán en las postales

 

de nuestra ciudad. Quizá no puedan vernos

 

porque estábamos sentados dentro de una casa

 

o éramos demasiado pequeños;

 

la foto fue tomada

 

desde un avión que pasaba.

 

 

 

33

 

 

 

Una canción de mi patria: el conocimiento

 

De sus aguas comienza con lágrimas.

 

 

 

A veces amo el agua, a veces la piedra.

 

Estos días estoy a favor de las piedras.

 

Pero eso podría cambiar.

 

 

 

36

 

 

 

Por las noches Dios saca la reluciente

 

mercancía de su estuche –carruajes santos,

 

tablas de leyes, primorosas cuentas, cruces y campanas-

 

y las guarda de nuevo dentro en cajas oscuras ,

 

cerrando el postigo: “otra vez, ningún profeta vino a comprar”

 

 

 

 

 

CANCIONES DE CONTINUIDAD

 

 

 

Canciones de continuidad, minas terrestres y tumbas.

 

Puestas boca arriba cuando construyes una casa o un camino:

 

Y luego llegan la gente cuervos negros de Meah Sh’earim[4]

 

graznando amargamente “muerte, muerte”. Y llegan luego

 

soldados jóvenes y con manos aún desnudas de anoche

 

desmantelan el hierro y descifran la muerte.

 

 

 

Venid entonces, ¡no construyamos casa ni pavimentemos camino alguno!

 

Hagamos una casa plegada en el corazón

 

Y un camino enrollado en un rizo del alma, dentro,

 

y así no moriremos por siempre.

La gente aquí vive dentro de profecías que resultaron verdaderas

 

como dentro de una gruesa nube tras una explosión

 

que no se dispersa.

 

Y así en su solitaria ceguera se tocan

 

unos a otros entre las piernas, al atardecer,

 

pues no tienen otra ocasión ni otro lugar,

 

y los profetas murieron hace mucho tiempo.

 

[2] L’haim-“A tu salud”, en hebreo

 

[3] Hatzav- Una flor silvestre cuyas hojas crecen y mueren en primavera, y cuya blanca flor crece sólo en otoño.

 

[4] Meah Sh’earim – Barrio de los ultra-ortodoxos en Jerusalén

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2009/09/doce-poemas-de-yehuda-amichai/

 

 

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