jueves, 22 de junio de 2023

POEMAS DE VICENTE NÚÑEZ

 


Carta de una dama

He pensado a menudo en un verso de Eliot;

aquel en que una dama persuasiva y ajada

sirve el té a sus amigos entre efímeras lilas.

             

Yo la hubiese querido porque, igual que la suya,

mi vida es una inútil e inacabable espera.

Pero he aquí que es tarde, y ella murió hace tiempo,

y de una vieja carta banalmente perfecta

su recuerdo difunde perenne y raro aroma.

             

«Londres, mil novecientos siete. Querido amigo:

Siempre estuve segura, lo sabes, de que un día...

Mas trata de excusarme si divago; es invierno

y no ignoras cuán poco me ocupo de mí misma.

Te espero. Los enebros han crecido y las tardes

culminan hacia el río y los rojos islotes.

Soy triste y, si no llegas, un tema de suspiros

hundirá al gabinete, de un raso ajedrezado,

en el inmundo estiércol del tedio y la derrota.

Para ti habrá una torre, un jardín afligido

y unas campanas graves húmedas de armonía;

y no habrá té ni libros ni amigos ni advertencias,

pues yo no seré joven ni querré que te vayas...»

             

Y esta dama de Eliot, tan dúctil y serena,

se habrá desvanecido también entre las lilas,

y el banderín siniestro del suicidio ardería

un instante en la estancia con su opaco alarido.

             

De "Los días terrestres" 1957

 

AFORISMOS

 

¡Cuánto me ha robado el dinero!

 

***

 

La belleza es una postura crítica.

 

***

 

Para ser real, necesito cultivar mis fantasmas.

 

***

 

Vive de tal forma que no lo noten.

 

***

 

Escribir es un acto de arrepentimiento.

 

***

 

Todo uniforme desnuda.

 

***

 

El olvido no es material; sino verbal.

 

***

 

Anticiparse o llegar tarde. He ahí las dos impuntualidades de todo artista.

 

***

 

Algo ocultas cuando te exhibes.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/10-aforismos-de-vicente-nunez/

 

 

Puesta del sol

 

                                                           En tanto que de rosas

                                                              hacemos una piña...

                                                               San Juan de la Cruz

 

La cueva sin nadie que conocía el agua

y las espátulas de pizarra del mar contra las rocas

no eran una música más arriba,

o que provocasen siquiera frente a barcas de palo.

El frío del Altísimo,

tras la solar hoguera de los montes,

un silbido espeso derramó y palpitábamos.

«Ángeles son, y no contadas naves».

Y cuando lo decías,

sin ese esfuerzo que inutiliza el recuerdo,

un pecho tierno me brotó de repente:

ángeles son, dejados a su avío;

en tanto que de gozo se me apiñó la dicha.

 

* * *

 

Tres poemas

 

                                                   Homenaje a Pablo García Baena

 

I

Cuan largas, tortuosas, miserables e inútiles

son siempre las congojas del amante obstinado.

Su pensamiento yerra aunque acierte su instinto,

su corazón se aprieta de agresivos venablos

sin objeto, a no serlo de su propio veneno.

Pero es tanta su cómplice alianza con todo,

es tan fuerte su abrazo solitario al hastío

que se inmolan ligeros en fragmentos de gloria,

desnudos, en la hoguera de una pasión sin nombre.

Oh, qué yerta corona de pavesas altivas,

qué confín tan oscuro de heroicas cintas mustias.

Todo se prometía tan risueño, tan dulce...

Fueron tantos aquellos vehementes deseos...

Como raros y ajados estandartes de escarnio

flamean. Son beodos de elegantes maneras,

sordos a la ternura que ya no reconocen.

 

II

Cuando ayer me pediste que escribiera unos versos

de amor, para regal0 de quien tú tanto amas,

sentí que no debía negarme a tu deseo,

pues con él me brindabas la ocasión, tal vez única

de revelarte todo el que por ti yo escondo.

Y así, cuando en el pecho de tu dulce criatura

mis palabras estallen como encendidas rosas,

yo no estaré del todo ausente a ese perfume.

Yo vibraré un instante tan cerca de vosotros

como de ti lo está, mientras viva, mi alma.

 

III

Esta hermosa sortija, cuyas piedras un día

fueron entre tus dedos mortecinos jacintos,

hoy me ciñe del vago recuerdo de tu carne,

del intenso y oscuro aroma de tu alma.

Quién, entonces, podía imaginarlo, amor mío:

alma y cuerpo en un solo y unísono destello.

 

De "Poemas ancestrales" 1980


Amarte

 

Amarte no fue un ramo de rosas en la tarde.

¿Dejarte cualquier día para siempre y no verte...?

Todavía me queda otro infierno más grande.

Esperar a que vuelvas más allá de la muerte.

 

* * *

 

Antinomia

 

¡Si a víctima me alzaras

en la cruz de tus brazos...!

Pero yerras y aún vivo

y execro esa victoria

 

 

Cántico

 

El que pasa ignorado por los arcos del mundo.

El que extiende en el suelo su clámide de oro.

El que aspira en el bosque el rumor de la lluvia

y olvida su cuidado debajo de los sauces.

El que besa tus brazos y tiembla y se transforma

a pesar del embate de todo y de sí mismo.

El que a tu sombra gime como trémula gema.

El que pasa, el que extiende, el que aspira y olvida.

El que besa, el que tiembla y se transforma. El que gime.

 

 

De la vida

 

I

Más palabras no engendres en mí, torvas criaturas

que envilecen y editan su métrica satánica.

Yo te amaba y por eso te inventaba besándote.

La vida no era un verso. ¡Y la encontré contigo!

 

II

Te amaba con locura. De la vida. ¿qué tuve?

Sólo una inmensa pira que ardía inextinguible.

Pero ni la traspuse ni me abrasé con ella.

¿Más allá de nosotros? Fama de la ceniza.

 

III

Oh límpido y amado don de tus ojos de oro

que se atribuló mi vida de martirios dulcísimos.

De aquel trance, dos lágrimas hoy sangran resbalando

y doliendo, acosándonos de ternura y de dicha.

 

* * *

 

Del amor

 

¡El amor le resbalaba!

Hoy vendo heridas de ayer...

¿Quién es quién amaba, quién?

 

* * *

 

La limosna

 

Una noche de invierno, de tantas en la vida,

sintiéndome el más pobre de los pobres del mundo,

me arrojé por las calles en busca de sustento

mientras la lluvia hería mi rostro como un látigo.

Como pude, arrastrándome en aquel torbellino

de vértigo y de frío, logré alcanzar su casa.

Llamé con la ternura que precede a la muerte;

besé, con el helor que en mis labios traía,

aquellos aldabones que yo soñé imposibles.

Salieron a la puerta tus hijos, como rosas

en el trono encendido del hogar que vibraba.

Yo no sé qué limosna pedí ni con qué harapos

quise ocultar mi fiebre, mi amor y mi miseria.

Del fondo de la casa, del fondo de la vida,

sentí su voz decirme, mientras agonizaba

mi corazón: perdone. Por Dios, perdone, hermano.

 

* * *

 

Libros

 

                                      En el gabinete de Walter Wartburg

 

En el frío papiro de turbios editores

volqué yo aquellas ansias de una pasión sin límite.

¿Era eso mi vida? Asco me dio de ella.

Con qué clarividencia sentí que estaba muerto.

 

 

Nocturno

 

¿No fue mía la noche? No era mía. Sus lágrimas

¿no fueron en mi vida murallas como llantos?

¿Qué hacía la hermosura, la burda; ¿allí, qué hacía?

¿No eran mías las lóbregas noches suyas? Ah, nunca

fueron mías. ¿Y aquellos ojos rojos que ardieron

como extáticas lámparas de amor, en la apacible

e infinita tersura de una noche de estío?

Pavesas para tiempo de miseria y memoria.

 

* * *

 

Ocaso en Poley

 

Si la tarde no altera la divina hermosura

de tus oscuros ojos fijos en el declive

de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma

la secreta delicia de tus rocas hundidas.

Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga

toda estéril memoria que amengüe o que diluya

este amor que nos salva más allá de los astros,

no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo

corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo.

 

* * *

 

Razón de amor

 

Lo que de amor yo supe

lo aprendí desamándote.

Por eso te idolatro

mejor que si te amara.

 

* * *

 

Somnia

 

Decías que querías llevarme entre tus manos

-yo besé esa locura, yo la lloré y la quise-,

como a un frágil lucero de amor alucinado;

casta palma y abierta que irradiase en tu noche.

Y vi cómo la alzabas, cómo su luz se erguía

frente a los farallones férreos del mundo, contra

las turbias embestidas de lo oscuro y lo incierto,

ante esa furia cárdena que rugía en tu ergástula...

Pero el mal fue más hondo. No dimos la batalla

por falta de enemigo. Todo está consumado.

 

***

 

Todo en tu amor dolíame

 

Todo en tu amor dolíame

como un puñal ardiendo;

un revólver sonoro,

una tortura de instrumentos.

Las rosas, el champán...,

-¿te duele?-, el gesto

tuyo, como de alondra

que me abrasaba de tu aliento.

Dispara ya, y abrázame,

que estoy dispuesto

a todo, y se hace tarde

para morir. Soy lento.

 

 

Tu sortija

 

Tu sortija me da mucho frío

amor mío, amor mío, amor mío.

Tu sortija no me da calor;

mío amor, mío amor, mío amor.

 

 

Un poema

 

¿Un poema es un beso y por eso es tan hondo?

Un poema - ¿me quieres? - se aposenta -no hables-

en mis labios que abdican del canto si me besas.

¿Un poema se escribe, se malversa, se abraza?

Oh dulce laberinto de luz, oh tenebrosa,

oh altísima y secreta confusión, amor mío.

 

 

Una carta

 

Una carta, un poema, una música, un llanto...

¿Cómo te apreso, cómo te amo o me consumo?

¿Nuevas muertes u otras vidas? Restituidme

a los gélidos féretros del verbo y de la carne.

 

 

Yo te amé en el silencio

 

Yo te amé en el silencio de la ignota atalaya

que calla su tesoro de oro inaccesible.

Y ahora que te canto - ¡maldito sea el llanto

del amor que se canta! -, qué soledad sonora,

qué insensata y agónica trompetería, qué estéril,

qué grave fundamento, qué infierno irreparable.

 

De "Ocaso en Poley" 1982

 

De "Teselas para un mosaico" 1985:

 

6. ¿Cómo no sumergirse en el remanso

inabarcable de tus pies desnudos

si tienen el aroma de melones tardíos?

 

8. Llamaron al teléfono

en hora intempestiva.

Y como te conozco

y te sé y te adoro

y poseo el dominio

de todos tus registros,

le respondí a esa estúpida

y enclenque vocecilla:

ni esta noche ni nunca.

 

16. De rosas nunca vestiré tu cuerpo

ni el dulce mosto volverá a mis labios.

Si granjearme supe vuestras dádivas,

llorad conmigo, pues Lavinio ha muerto.

 

17. Ligera y más esbelta

que la delgada caña del aliste,

guardé en un relicario

una hebra de tu cuerpo.

Después de muchos años,

al hostigarle un día los rebeldes ingletes,

libre quedó por fin del leve biselillo

que la tuvo cautiva.

Y me reconoció como a su dueño,

corriendo hacia mis labios.

 

18. La azucenas me recuerdan - ¡lástima

que carezcan de aroma! -

lo robusto y oscuro de tus brazos.

 

21. Salve, Regina (escúchame,

necesito de nuevo

abrazarte esta noche),

Mater misericordiae

(detrás del cobertizo

del campo de deportes),

vita, dulcedo (cállate,

no te inmutes y canta:

nos está vigilando el Padre Errandonea).

 

23. Claudiquemos, duquesa.

Nos están engañando,

nos desprestigian soberanamente.

No nos queda otra opción que el adulterio.

 

26. Huyendo de Sodoma

en un tren detestable,

le susurré a Descartes -que venía conmigo-

que el mejor de los métodos

era el uso obsesivo de la andrómina.

 

De "Teselas para un mosaico" 1985

 

 

A lo divino

 

Dejar de serlo tras de haberlo sido.

Dejar de amar después de haber amado.

Dejarlo todo y no haber dejado

nada que no estuviera ya perdido.

 

Haber tenido el corazón rendido

como quien se sabía derrotado.

Haberlo puesto todo en el costado

de una llaga sin daga y sin sentido.

 

Haberle dicho un día y otro día

que era como la flor de la alfaguara.

Haber caído en tan adversa suerte,

 

yo que lo quise tanto y se reía.

Tener la gloria entre las manos para

abandonarla en brazos de la muerte.

 

***

 

Tus manos

 

Yo sé muy bien que no serán tus manos

rojas, de irrefutable arcilla humana,

las que han de herirme a su pesar mañana.

¿Suyo es mi ensueño? Míos son sus vanos

 

reinos de laberintos y de arcanos.

Yo sé muy bien su condición rufiana,

y cuánto pierde aquel que siempre gana

salvo ante dos asaltos soberanos.

 

¿Qué valieron sin mí, qué ha perdurado

de cuando se incendiaban como estrellas,

de cuando las besaba sin quererte?

 

Una ceniza de oro desplomado,

unos destellos que no fueron de ellas...

Rosas de trapo en manos de la muerte.

 

De "La Gorriata" 1990

 

 

De "Sofisma":

 

De la verdad, la mentira y el error

 

5.   La verdad es la triste consecuencia de haber descubierto

       la mentira.

10. La verdad no es fotogénica.

12. Huir de lo falso no implica abrazarse a la verdad, sino

       simplemente, huir.

22. ¿Debo ir? Luego voy a mentir.

26. No hay cosa que más mienta que un papel.

29. Cualquier cosa y a cualquier precio. Menos no mentir.

34. La gracia del mundo es el choque de dos mentiras.

38. No digáis mentiras. Mentid con la verdad en la mano.

54. La mentira es fundamental en un sistema de estorbos.

55. Donde se vive bien es en el error.

62. Sé sumamente piadoso con tus errores.

 

* * *

 

De la vida, de la muerte

 

3.   A última hora, la muerte está muy bien pensada. Pero

      hay que sabérsela ganar.

9.   La vida es un suplicio porque no vivimos con quien

      deberíamos. ¿Y con quién?

12. Porque se es fiel, se es libre.

13. La vida no tiene más ideología que el olor.

16. El ingrediente de la vida huele a potingue.

21. La vida no me deja vivir.

26. Anular la infinita quietud de la muerte. Ése es el móvil

      vano de las culturas.

52. Sólo los cobardes aspiran a la felicidad.

60. No aceptéis ningún tipo de realidad que ya no esté

       boca abajo.

70. Vivo sin beber en mí.

78. La locura no tiene precio.

79. Un loco siempre enuncia templos como verdades.

87. Vivo con nadie. Porque vivir solo es propio de quienes

      la vida les ha abandonado ya.

 

* * *

 

El silencio y la palabra

 

3.   Cuando hablamos de analfabetos no indagamos de

      qué alfabetos están llenos.

8. ¿Notáis lo oscuro del lenguaje?

12. Los dialectos no tienen dialéctica, sometidos como están

       al imperio de los idiomas.

17.  Desde Platón a Rousseau, las utopías se han venido

       escribiendo con lenguajes tópicos.

20. El lenguaje cateto es presexual y nunca superior al

       alarido último.

24. El tabú no es una coactividad, sino una huida petrificada.

42. ¿Cómo habrá que vivir para hablar así?

54. Las palabras no engarzan reflexiones, pero las reflexiones

       si engarzan palabras. Eso es lo importante.

Tomado de:

http://amediavoz.com/nunezVicente.htm

 

 

AURELIO TENO

 

 

 

En peto durísimo

 

de alcatraces de cuarzo.

 

En hervores de mirra

 

y aluviones, oh Teno,

 

atrapas como un fauno

 

tropeles y zafiros;

 

geodas como vísceras

 

de taxidermia u ónix

 

y alones de cristal

 

funerarios y rotos.

 

¿Todo en la roca es garra?

 

Toda macla nos muerde

 

desde las convulsiones

 

radiales del diamante.

 

Yo beso esa estructura

 

que edificas tan vítrea.

 

El mundo, oh Teno, arrasas

 

de dioses como cóndores.

 

 

LA ABAHACA

 

 

 

La albahaca fina,

 

la albahaca basta.

 

La verde, la oscura,

 

la ruda, la blanca…

 

La que tiene sombra,

 

la que tiene tanta

 

dura espina y mata.

 

¿La albahaca fina?

 

La albahaca basta.

 

 

MEDITACIÓN EN VIANA

 

 

 

Todo cuanto es memoria o lejanía

 

-añicos de la luz y la palabra-

 

conversa aquí, en la estricta

 

y noble certidumbre de ese patio,

 

donde el rosal y la palmera acatan

 

el patrimonio y vuelo de los arcos.

 

Nada es ya igual al tiempo

 

en que el amor obtuvo sus botones

 

de púrpura y, no obstante,

 

todo el recinto palaciego apuesta

 

al riesgo del amante que es devuelto

 

a la proeza y magia de sus días.

 

Algo de aquel afán perdura o gime

 

a la intemperie de los sobrios lienzos,

 

y ese compás furtivo

 

aduce el deterioro y lo disuelve

 

en las cornisas antes ebrias, como

 

en el podrido andamio de los cuerpos.

 

A las alcobas que el otoño hendía

 

de penumbras y quejas

 

¿trepará, tan obscena,

 

la sabandija y su atributo bárbaro?

 

Aquí gocé sin tregua

 

con la lectura grata de los clásicos,

 

aunque alertado siempre

 

de la corneja y sus premoniciones

 

en el turbio aleteo de las lámparas:

 

amar es ser insomnes.

 

Y si en el vasto reino

 

de lo cerrado, el miedo

 

y su mayordomía

 

atenazan las noches

 

de inmundas pesadillas,

 

el fluir de la vida

 

y el peso de los años

 

alejan demasiado las fronteras,

 

desguarnecidas por el negligente

 

curso de las arterias,

 

que tanta y clara estirpe prodigaron

 

en los anales y en los cancioneros.

 

Toda cautela entonces no es bastante

 

cuando un rumor se atisba

 

desde la incierta linde

 

de las cortinas o los arrabales.

 

Tras el muro del río, serpentea

 

el atanor secreto del exilio:

 

daga y aroma, patio,

 

dulce amistad que se mantiene erguida

 

aun a pesar de las adversidades

 

y el lento declinar de los sentidos.

 

Mientras, las nubes pasan como grajas

 

de execrables augurios,

 

en una hostilidad que enciende y salva.

 

En lo que se excede y canta

 

vive la palabra ausente.

 

La palabra es una rosa

 

tan rosa que suena a muerte.

 

Palabra de la mortaja

 

que ni vino y que ni vuelve.

 

Abro rosas, cierro libros

 

y el perfume siempre miente.

 

Soy la lectura de un verso,

 

tan falso como la muerte.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2017/07/poesia-espanola-vicente-nunez/

 

 

 

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