Carta de una dama
He pensado a menudo en un verso de Eliot;
aquel en que una dama persuasiva y ajada
sirve el té a sus amigos entre efímeras lilas.
Yo la hubiese querido porque, igual que la suya,
mi vida es una inútil e inacabable espera.
Pero he aquí que es tarde, y ella murió hace tiempo,
y de una vieja carta banalmente perfecta
su recuerdo difunde perenne y raro aroma.
«Londres, mil novecientos siete. Querido amigo:
Siempre estuve segura, lo sabes, de que un día...
Mas trata de excusarme si divago; es invierno
y no ignoras cuán poco me ocupo de mí misma.
Te espero. Los enebros han crecido y las tardes
culminan hacia el río y los rojos islotes.
Soy triste y, si no llegas, un tema de suspiros
hundirá al gabinete, de un raso ajedrezado,
en el inmundo estiércol del tedio y la derrota.
Para ti habrá una torre, un jardín afligido
y unas campanas graves húmedas de armonía;
y no habrá té ni libros ni amigos ni advertencias,
pues yo no seré joven ni querré que te vayas...»
Y esta dama de Eliot, tan dúctil y serena,
se habrá desvanecido también entre las lilas,
y el banderín siniestro del suicidio ardería
un instante en la estancia con su opaco alarido.
De "Los días terrestres" 1957
AFORISMOS
¡Cuánto me ha robado el dinero!
***
La belleza es una postura crítica.
***
Para ser real, necesito cultivar mis fantasmas.
***
Vive de tal forma que no lo noten.
***
Escribir es un acto de arrepentimiento.
***
Todo uniforme desnuda.
***
El olvido no es material; sino verbal.
***
Anticiparse o llegar tarde. He ahí las dos
impuntualidades de todo artista.
***
Algo ocultas cuando te exhibes.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/10-aforismos-de-vicente-nunez/
Puesta del sol
En tanto que de rosas
hacemos una piña...
San
Juan de la Cruz
La cueva sin nadie que conocía el agua
y las espátulas de pizarra del mar contra las rocas
no eran una música más arriba,
o que provocasen siquiera frente a barcas de palo.
El frío del Altísimo,
tras la solar hoguera de los montes,
un silbido espeso derramó y palpitábamos.
«Ángeles son, y no contadas naves».
Y cuando lo decías,
sin ese esfuerzo que inutiliza el recuerdo,
un pecho tierno me brotó de repente:
ángeles son, dejados a su avío;
en tanto que de gozo se me apiñó la dicha.
* * *
Tres poemas
Homenaje a Pablo García Baena
I
Cuan largas, tortuosas, miserables e inútiles
son siempre las congojas del amante obstinado.
Su pensamiento yerra aunque acierte su instinto,
su corazón se aprieta de agresivos venablos
sin objeto, a no serlo de su propio veneno.
Pero es tanta su cómplice alianza con todo,
es tan fuerte su abrazo solitario al hastío
que se inmolan ligeros en fragmentos de gloria,
desnudos, en la hoguera de una pasión sin nombre.
Oh, qué yerta corona de pavesas altivas,
qué confín tan oscuro de heroicas cintas mustias.
Todo se prometía tan risueño, tan dulce...
Fueron tantos aquellos vehementes deseos...
Como raros y ajados estandartes de escarnio
flamean. Son beodos de elegantes maneras,
sordos a la ternura que ya no reconocen.
II
Cuando ayer me pediste que escribiera unos versos
de amor, para regal0 de quien tú tanto amas,
sentí que no debía negarme a tu deseo,
pues con él me brindabas la ocasión, tal vez única
de revelarte todo el que por ti yo escondo.
Y así, cuando en el pecho de tu dulce criatura
mis palabras estallen como encendidas rosas,
yo no estaré del todo ausente a ese perfume.
Yo vibraré un instante tan cerca de vosotros
como de ti lo está, mientras viva, mi alma.
III
Esta hermosa sortija, cuyas piedras un día
fueron entre tus dedos mortecinos jacintos,
hoy me ciñe del vago recuerdo de tu carne,
del intenso y oscuro aroma de tu alma.
Quién, entonces, podía imaginarlo, amor mío:
alma y cuerpo en un solo y unísono destello.
De "Poemas ancestrales" 1980
Amarte
Amarte no fue un ramo de rosas en la tarde.
¿Dejarte cualquier día para siempre y no verte...?
Todavía me queda otro infierno más grande.
Esperar a que vuelvas más allá de la muerte.
* * *
Antinomia
¡Si a víctima me alzaras
en la cruz de tus brazos...!
Pero yerras y aún vivo
y execro esa victoria
Cántico
El que pasa ignorado por los arcos del mundo.
El que extiende en el suelo su clámide de oro.
El que aspira en el bosque el rumor de la lluvia
y olvida su cuidado debajo de los sauces.
El que besa tus brazos y tiembla y se transforma
a pesar del embate de todo y de sí mismo.
El que a tu sombra gime como trémula gema.
El que pasa, el que extiende, el que aspira y olvida.
El que besa, el que tiembla y se transforma. El que
gime.
De la vida
I
Más palabras no engendres en mí, torvas criaturas
que envilecen y editan su métrica satánica.
Yo te amaba y por eso te inventaba besándote.
La vida no era un verso. ¡Y la encontré contigo!
II
Te amaba con locura. De la vida. ¿qué tuve?
Sólo una inmensa pira que ardía inextinguible.
Pero ni la traspuse ni me abrasé con ella.
¿Más allá de nosotros? Fama de la ceniza.
III
Oh límpido y amado don de tus ojos de oro
que se atribuló mi vida de martirios dulcísimos.
De aquel trance, dos lágrimas hoy sangran resbalando
y doliendo, acosándonos de ternura y de dicha.
* * *
Del amor
¡El amor le resbalaba!
Hoy vendo heridas de ayer...
¿Quién es quién amaba, quién?
* * *
La limosna
Una noche de invierno, de tantas en la vida,
sintiéndome el más pobre de los pobres del mundo,
me arrojé por las calles en busca de sustento
mientras la lluvia hería mi rostro como un látigo.
Como pude, arrastrándome en aquel torbellino
de vértigo y de frío, logré alcanzar su casa.
Llamé con la ternura que precede a la muerte;
besé, con el helor que en mis labios traía,
aquellos aldabones que yo soñé imposibles.
Salieron a la puerta tus hijos, como rosas
en el trono encendido del hogar que vibraba.
Yo no sé qué limosna pedí ni con qué harapos
quise ocultar mi fiebre, mi amor y mi miseria.
Del fondo de la casa, del fondo de la vida,
sentí su voz decirme, mientras agonizaba
mi corazón: perdone. Por Dios, perdone, hermano.
* * *
Libros
En el
gabinete de Walter Wartburg
En el frío papiro de turbios editores
volqué yo aquellas ansias de una pasión sin límite.
¿Era eso mi vida? Asco me dio de ella.
Con qué clarividencia sentí que estaba muerto.
Nocturno
¿No fue mía la noche? No era mía. Sus lágrimas
¿no fueron en mi vida murallas como llantos?
¿Qué hacía la hermosura, la burda; ¿allí, qué hacía?
¿No eran mías las lóbregas noches suyas? Ah, nunca
fueron mías. ¿Y aquellos ojos rojos que ardieron
como extáticas lámparas de amor, en la apacible
e infinita tersura de una noche de estío?
Pavesas para tiempo de miseria y memoria.
* * *
Ocaso en Poley
Si la tarde no altera la divina hermosura
de tus oscuros ojos fijos en el declive
de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma
la secreta delicia de tus rocas hundidas.
Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga
toda estéril memoria que amengüe o que diluya
este amor que nos salva más allá de los astros,
no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo
corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo.
* * *
Razón de amor
Lo que de amor yo supe
lo aprendí desamándote.
Por eso te idolatro
mejor que si te amara.
* * *
Somnia
Decías que querías llevarme entre tus manos
-yo besé esa locura, yo la lloré y la quise-,
como a un frágil lucero de amor alucinado;
casta palma y abierta que irradiase en tu noche.
Y vi cómo la alzabas, cómo su luz se erguía
frente a los farallones férreos del mundo, contra
las turbias embestidas de lo oscuro y lo incierto,
ante esa furia cárdena que rugía en tu ergástula...
Pero el mal fue más hondo. No dimos la batalla
por falta de enemigo. Todo está consumado.
***
Todo en tu amor dolíame
Todo en tu amor dolíame
como un puñal ardiendo;
un revólver sonoro,
una tortura de instrumentos.
Las rosas, el champán...,
-¿te duele?-, el gesto
tuyo, como de alondra
que me abrasaba de tu aliento.
Dispara ya, y abrázame,
que estoy dispuesto
a todo, y se hace tarde
para morir. Soy lento.
Tu sortija
Tu sortija me da mucho frío
amor mío, amor mío, amor mío.
Tu sortija no me da calor;
mío amor, mío amor, mío amor.
Un poema
¿Un poema es un beso y por eso es tan hondo?
Un poema - ¿me quieres? - se aposenta -no hables-
en mis labios que abdican del canto si me besas.
¿Un poema se escribe, se malversa, se abraza?
Oh dulce laberinto de luz, oh tenebrosa,
oh altísima y secreta confusión, amor mío.
Una carta
Una carta, un poema, una música, un llanto...
¿Cómo te apreso, cómo te amo o me consumo?
¿Nuevas muertes u otras vidas? Restituidme
a los gélidos féretros del verbo y de la carne.
Yo te amé en el silencio
Yo te amé en el silencio de la ignota atalaya
que calla su tesoro de oro inaccesible.
Y ahora que te canto - ¡maldito sea el llanto
del amor que se canta! -, qué soledad sonora,
qué insensata y agónica trompetería, qué estéril,
qué grave fundamento, qué infierno irreparable.
De
"Ocaso en Poley" 1982
De
"Teselas para un mosaico" 1985:
6. ¿Cómo no sumergirse en el remanso
inabarcable de tus pies desnudos
si tienen el aroma de melones tardíos?
8. Llamaron al teléfono
en hora intempestiva.
Y como te conozco
y te sé y te adoro
y poseo el dominio
de todos tus registros,
le respondí a esa estúpida
y enclenque vocecilla:
ni esta noche ni nunca.
16. De rosas nunca vestiré tu cuerpo
ni el dulce mosto volverá a mis labios.
Si granjearme supe vuestras dádivas,
llorad conmigo, pues Lavinio ha muerto.
17. Ligera y más esbelta
que la delgada caña del aliste,
guardé en un relicario
una hebra de tu cuerpo.
Después de muchos años,
al hostigarle un día los rebeldes ingletes,
libre quedó por fin del leve biselillo
que la tuvo cautiva.
Y me reconoció como a su dueño,
corriendo hacia mis labios.
18. La azucenas me recuerdan - ¡lástima
que carezcan de aroma! -
lo robusto y oscuro de tus brazos.
21. Salve, Regina (escúchame,
necesito de nuevo
abrazarte esta noche),
Mater misericordiae
(detrás del cobertizo
del campo de deportes),
vita, dulcedo (cállate,
no te inmutes y canta:
nos está vigilando el Padre Errandonea).
23. Claudiquemos, duquesa.
Nos están engañando,
nos desprestigian soberanamente.
No nos queda otra opción que el adulterio.
26. Huyendo de Sodoma
en un tren detestable,
le susurré a Descartes -que venía conmigo-
que el mejor de los métodos
era el uso obsesivo de la andrómina.
De
"Teselas para un mosaico" 1985
A lo divino
Dejar de serlo tras de haberlo sido.
Dejar de amar después de haber amado.
Dejarlo todo y no haber dejado
nada que no estuviera ya perdido.
Haber tenido el corazón rendido
como quien se sabía derrotado.
Haberlo puesto todo en el costado
de una llaga sin daga y sin sentido.
Haberle dicho un día y otro día
que era como la flor de la alfaguara.
Haber caído en tan adversa suerte,
yo que lo quise tanto y se reía.
Tener la gloria entre las manos para
abandonarla en brazos de la muerte.
***
Tus manos
Yo sé muy bien que no serán tus manos
rojas, de irrefutable arcilla humana,
las que han de herirme a su pesar mañana.
¿Suyo es mi ensueño? Míos son sus vanos
reinos de laberintos y de arcanos.
Yo sé muy bien su condición rufiana,
y cuánto pierde aquel que siempre gana
salvo ante dos asaltos soberanos.
¿Qué valieron sin mí, qué ha perdurado
de cuando se incendiaban como estrellas,
de cuando las besaba sin quererte?
Una ceniza de oro desplomado,
unos destellos que no fueron de ellas...
Rosas de trapo en manos de la muerte.
De
"La Gorriata" 1990
De
"Sofisma":
De la verdad, la mentira y el error
5. La verdad es
la triste consecuencia de haber descubierto
la
mentira.
10. La verdad no es fotogénica.
12. Huir de lo falso no implica abrazarse a la verdad,
sino
simplemente, huir.
22. ¿Debo ir? Luego voy a mentir.
26. No hay cosa que más mienta que un papel.
29. Cualquier cosa y a cualquier precio. Menos no
mentir.
34. La gracia del mundo es el choque de dos mentiras.
38. No digáis mentiras. Mentid con la verdad en la
mano.
54. La mentira es fundamental en un sistema de
estorbos.
55. Donde se vive bien es en el error.
62. Sé sumamente piadoso con tus errores.
* * *
De la vida, de la muerte
3. A última
hora, la muerte está muy bien pensada. Pero
hay que
sabérsela ganar.
9. La vida es
un suplicio porque no vivimos con quien
deberíamos.
¿Y con quién?
12. Porque se es fiel, se es libre.
13. La vida no tiene más ideología que el olor.
16. El ingrediente de la vida huele a potingue.
21. La vida no me deja vivir.
26. Anular la infinita quietud de la muerte. Ése es el
móvil
vano de las
culturas.
52. Sólo los cobardes aspiran a la felicidad.
60. No aceptéis ningún tipo de realidad que ya no esté
boca
abajo.
70. Vivo sin beber en mí.
78. La locura no tiene precio.
79. Un loco siempre enuncia templos como verdades.
87. Vivo con nadie. Porque vivir solo es propio de
quienes
la vida les
ha abandonado ya.
* * *
El silencio y la palabra
3. Cuando
hablamos de analfabetos no indagamos de
qué
alfabetos están llenos.
8. ¿Notáis lo oscuro del lenguaje?
12. Los dialectos no tienen dialéctica, sometidos como
están
al imperio
de los idiomas.
17. Desde Platón
a Rousseau, las utopías se han venido
escribiendo con lenguajes tópicos.
20. El lenguaje cateto es presexual y nunca superior al
alarido
último.
24. El tabú no es una coactividad, sino una huida
petrificada.
42. ¿Cómo habrá que vivir para hablar así?
54. Las palabras no engarzan reflexiones, pero las
reflexiones
si
engarzan palabras. Eso es lo importante.
Tomado de:
http://amediavoz.com/nunezVicente.htm
AURELIO TENO
En peto durísimo
de alcatraces de cuarzo.
En hervores de mirra
y aluviones, oh Teno,
atrapas como un fauno
tropeles y zafiros;
geodas como vísceras
de taxidermia u ónix
y alones de cristal
funerarios y rotos.
¿Todo en la roca es garra?
Toda macla nos muerde
desde las convulsiones
radiales del diamante.
Yo beso esa estructura
que edificas tan vítrea.
El mundo, oh Teno, arrasas
de dioses como cóndores.
LA ABAHACA
La albahaca fina,
la albahaca basta.
La verde, la oscura,
la ruda, la blanca…
La que tiene sombra,
la que tiene tanta
dura espina y mata.
¿La albahaca fina?
La albahaca basta.
MEDITACIÓN EN VIANA
Todo cuanto es memoria o lejanía
-añicos de la luz y la palabra-
conversa aquí, en la estricta
y noble certidumbre de ese patio,
donde el rosal y la palmera acatan
el patrimonio y vuelo de los arcos.
Nada es ya igual al tiempo
en que el amor obtuvo sus botones
de púrpura y, no obstante,
todo el recinto palaciego apuesta
al riesgo del amante que es devuelto
a la proeza y magia de sus días.
Algo de aquel afán perdura o gime
a la intemperie de los sobrios lienzos,
y ese compás furtivo
aduce el deterioro y lo disuelve
en las cornisas antes ebrias, como
en el podrido andamio de los cuerpos.
A las alcobas que el otoño hendía
de penumbras y quejas
¿trepará, tan obscena,
la sabandija y su atributo bárbaro?
Aquí gocé sin tregua
con la lectura grata de los clásicos,
aunque alertado siempre
de la corneja y sus premoniciones
en el turbio aleteo de las lámparas:
amar es ser insomnes.
Y si en el vasto reino
de lo cerrado, el miedo
y su mayordomía
atenazan las noches
de inmundas pesadillas,
el fluir de la vida
y el peso de los años
alejan demasiado las fronteras,
desguarnecidas por el negligente
curso de las arterias,
que tanta y clara estirpe prodigaron
en los anales y en los cancioneros.
Toda cautela entonces no es bastante
cuando un rumor se atisba
desde la incierta linde
de las cortinas o los arrabales.
Tras el muro del río, serpentea
el atanor secreto del exilio:
daga y aroma, patio,
dulce amistad que se mantiene erguida
aun a pesar de las adversidades
y el lento declinar de los sentidos.
Mientras, las nubes pasan como grajas
de execrables augurios,
en una hostilidad que enciende y salva.
En lo que se excede y canta
vive la palabra ausente.
La palabra es una rosa
tan rosa que suena a muerte.
Palabra de la mortaja
que ni vino y que ni vuelve.
Abro rosas, cierro libros
y el perfume siempre miente.
Soy la lectura de un verso,
tan falso como la muerte.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2017/07/poesia-espanola-vicente-nunez/
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