"Anochecer"
El Serafín del véspero pasa junto a las flores...
La dama de los Sueños en el órgano canta,
y el cielo, en que la tarde se afila y se adelanta,
prolonga un exquisito fenecer de colores.
El Serafín del véspero los corazones roza...
Las vírgenes apuran el amor de las brisas,
sobre flores y sobre vírgenes indecisas
palidez adorable, tarda, en nevar se goza.
La rosa, en el jardín, lenta y cansada expira,
y una pena incurable parece que suspira
de Schumann el espíritu que por el aire vaga
Tenue, quizá de un niño la existencia se apaga.
Alma, un registro pon en el libro de horas:
a recoger va el Ángel el ensueño que lloras.
Tomado de:
https://franciscocenamor.blogspot.com/2017/02/poema-del-dia-anochecer-de-albert.html
Dilección
Adoro lo indeciso: rumor, tintes brumales:
lo que tiembla y ondula, lo que se tornasola;
agua, ojos, cabellos; seda, follaje, ola,
y el ingrávido ritmo de las formas juncales.
El humo que al ensueño presta sus espirales;
del nido los arrullos que el silencio acrisola;
la noche confidente que su perfil inmola,
y la sabia dulzura de sus manos astrales.
Y las horas sin término de una lenta caricia;
y el alma que se agobia con su propia delicia
como rosa que muere vertiendo su nectario.
Alma de casta sombra que mudamente clama,
donde, como el rubí de la votiva llama,
un amor arde insomne, místico y solitario.
Versión de Carlos López Narváez
Tomado de:
http://poemasenfrances.blogspot.com/2004/08/albert-samain-dilection.html
Acompañamiento
Se estremecen las ramas de la cal, el abedul y el álamo ...
La luna arroja pétalos sobre el río ...
Como cabellos largos en la brisa de la tarde que fluye,
En el olor yace el río oscuro y soñador,
El río como un espejo reluce.
El remo gotea blanco a través de la oscuridad,
En el sueño se desliza mi barca.
Mi barca se desliza sobre el
río irreal hacia el ideal ...
Los remos que pongo son hermana y hermano,
uno es Languor, Silencio el otro.
Rema, mi corazón, corriendo alto,
Con remos cadenciados que suben y bajan,
Rema con los ojos cerrados para todos.
La luna para escuchar apoyada en la colina es,
Porque el deslizamiento de mi barco tan quieto es ...
Sobre mi manto mueren, recién cortadas, tres lirios.
Hacia tus labios, noche voluptuosa y pálida,
exhalan los anhelos reprimidos de mi alma ...
Cabello de las noches plateadas peinado sobre juncos que
tiemblan ...
Como la luna en los carrizales,
Como el remo en el río,
Mi alma suspira con sus pétalos derramados.
La cabra negra
Pasa la Cabra Negra, buscando a sus perras.
¡Es una noche roja y desnuda! Tu última vergüenza se hunde,
y muere en un estanque de hedor enervante;
Y la medianoche suena en el corazón de las brujas obscenas.
¡El simón del deseo ha barrido la llanura sudorosa! ...
Hundida en tus cabellos llenos de un vapor acre,
Mi carne eclosiona tu carne en un sueño entumecido,
Y engendra el amor que se convierte de nuevo en odio .
La concupiscencia de unos sobre otros apaga
Su furor con ojos estigmatizados, insatisfechos;
Y como piedras nuestros corazones están resecos.
La Bestia Ardiente se ha derramado sobre nuestros cuerpos;
Y, como está prescrito en los velorios de los muertos,
Nuestras almas separadas están orando boca abajo donde está
Dios.
Música en las aguas
OBSERVE lo que dice la sinfonía:
Nada es dulce como la muerte
De la música vaga en el aliento
Que suspira un paisaje lejano y oscuro;
La noche pesada está borracha,
Nuestro corazón que con la vida se encoge
En paz sin esfuerzo se hunde,
Y muere lánguidamente.
Entre la nube y la marea,
Bajo la luna deslicemos,
Mi alma huye del mundo para esconderse
En tus ojos donde yace la languidez.
Y veo que tus ojos se desmayan,
Cuando la flauta se casa con el fagot,
Como a un rayo de luna,
Dos flores fantasmales respondieran.
O lista lo que dice la sinfonía:
Nada es dulce como la muerte
De un labio a otro en el aliento
De la música que suspira vagamente.
Tu memoria
Tu memoria es como un libro que amamos,
y nuestro rostro siempre está inclinado hacia arriba;
Nuestro corazón lee en él lo más noble parece,
Y toda nuestra alma es rica en sueños anhelantes.
Lo imposible que codicio: me atrevería a
encerrar en verso el olor de tu cabello;
Graba con el arte paciente del orfebre la palabra
Temblando en tus labios y sin embargo no escuchada;
Presa estas olas de ternura que ruedan
Cuando tu querida voz azota tempestades en mi alma;
Y cantar inmortalmente las enloquecedoras olas
Arrojadas en ese abismo de pechos que son mis almohadas;
Di en tus ojos lo que esconden los dulces del frescor,
como las tardes de bosque de la marea otoñal;
Consagra la reliquia de nuestra hora más querida;
Y en las teclas del piano volver a florecer,
Alguna víspera melancólica cuando surgen los recuerdos,
El beso sagrado que aún perfuma tus ojos.
octubre
HACIA el dulce peregrino de octubre, el invierno se
arrastra,
cepillado por las alas asustadas de la última golondrina
solitaria.
Soñemos ... se enciende el fuego, canta el viento del
norte.
Soñemos ... en cenizas de armiño duerme el fuego.
Lluvia monótona barre la ventana ennegrecida.
La pantalla de la lámpara ilumina su rosa escarmentada y
trae
los dulces recuerdos del otoño en la cámara,
levantando el alma hundida en abismos revueltos.
El pueblo está lejos. A través de las cortinas dobladas se
roba
Sólo el murmullo del estruendo de las ruedas ...
Dejemos que de las miniaturas se desbloqueen los frágiles
sueños.
Conduce mi alma hacia un horizonte malva
cuya dulzura se desvanece; y del reloj loco
La hora en cintas da cien años.
traducido por:
Jethro Bithell
Tomado de:
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