El día apenas escrito
¿A quién se le ocurriría, aun en la noche de la espera
más viva, reconocer en sus palabras una estela de lo que fue? Apenas escrito,
el día invoca otro día y nos distancia. Sobre el poder de la palabra, desde
hace tiempo, pesan demasiadas sospechas. Hay que lidiar con ellas. Pero he aquí
la mañana, es urgente la hora nueva. A todas esas nadas del aire, a esas
presencias sin perfil, hay que darles un cuerpo que las acoja, también un
nombre, más allá de todos los signos borrados.
***
Ya no vuelve el día, dices, sino
solo su herida, la sangre
que deja el sol cuando se hunde
a lo lejos
olvidados todos los cuerpos
desean saber si existe,
bajo la tierra, algo que los una,
una parcela
de substancia o nada
más que la sombra, inmóvil como
una piedra
tal vez la esperanza
no sea sino un tajo en la carne
un destello sin mañana
en la memoria
no digas, al partir, que contigo
muere el día.
La
estación devastada (1968)
El cielo
horizontal.
Un pájaro sobre el hilo invisible
del sueño.
Paisaje astillado, arcos
dislocados del presente
–heridas.
Borraré del día hasta mi voz.
Debajo de nosotros
Como avanzan
los muertos en la piedra
la turba
desvelando de nuevo sus pasillos
lenta
hasta los metales negros de lo inmóvil.
Las tumbas
deben estar bajo el sol. Nuestros
gestos
las palabras cristalinas
crecen en sus círculos. Sostienen
el armazón sencillo de los días.
Debajo
sin el recurso de las cosas divisibles
lo oscuro acarrea lo oscuro.
Tomado de:
https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/poemas-claude-esteban-i/20140301200300666341.html
1.
Un pétalo que cae
y el dulzor de la palabra sol
están ahí sobre la mesa,
todo ha recomenzado sin mí,
sin que yo sepa
donde ha brotado la sangre, como
si despuntara el día
muy lejos, más allá
2.
La vida se escribía duda y desespero
y esa vida
devoraba el cuerpo y el secreto
del cuerpo
como desde siempre
y el tiempo no era más que su minuto multiplicado
sobre la misma página del libro
abierto, oscuro.
4.
Como era preciso allá
en la urgencia y en las palabras bajo la lengua, las
palabras
duras, pensar en lo que fue
una noche, una sola,
el tiempo que cede, el instante
nulo, ese grito y yo no estaba
allí, como
era preciso hacerse uno
con el camino
y los guijarros contra la frente.
5.
No sabiendo, tomé el libro
de la mano del ángel y no sabiendo leerlo
lo devoré
y se hizo primero en mi lengua
como un gusto de miel
y toda palabra al fin dulce, después
cuando lo hube consumido
hasta la última frase, mi corazón
se colmó de amargura
y el ángel dejó de sonreír para siempre.
6.
A la vuelta de una frase
tú regresabas, es el alba en un libro, es
un jardín, puedo
ver todo, el rocío, una mariposa
sobre una hoja y eres tú
que te levantas de repente entre las páginas
y el libro deviene más bello
porque eres tú
y no has envejecido, caminas
lentamente hacia una puerta.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/Antologia/esteban.html
Elegía de muerte violenta
Mira el suelo, pero la sangre
está más ahí
en una bolsa de plástico, en todas partes
y en cualquier lugar, entre los sábados el incluido en
el acero
de una cabina.
mar como mar
es muerte violenta. Y si
que se acerca
con asombro y asombro
y el corazón paralizando
y el sobresalto en los ojos
y el tiempo que dura
y diluir.
¿No tienes este tiempo
para sufrir? ¿Estoy vivo? ¿Estoy
aquí mientras hablo
con otros?
Soy un hombre ¿Soy yo el
que se acostumbra
y el que consiente? ¿Es realmente el
que llora?
Conjunción del cuerpo y el jardín
I
Desde que amaneció, ha estado descendiendo. Me apoyo en
una roca.
Bebo la saliva de las hojas. ¿Quién está despertando?
¿Es tu cuerpo?
Todo el mundo está inseguro. Un milagro podría durar
mucho tiempo, respirando. Da un paso adelante con los ojos cerrados del medio.
Laberintos de mi deseo. En
un lienzo, encuentro un sol tembloroso.
XII
Tu lengua, tus pectorales, tu sexo. Te veré por los días
, bajo el polen. Me insinúo entre el espacio
de los pétalos. Sorpresas que renovó, después de sus
gemidos.
Estás temblando, abrazándome, desarraigándome. Bebo
la sal que sale de cada labio. Para desaparecer.
el día escrito recientemente
Llegué tarde. No tengo
esperanzas.
Corro
en la mañana del mundo.
Todos me convocan. Todo
se trata.
A hierba.
Un nuevo insecto.
Como un susurro de señales
debajo de las hojas.
Espacio, frente a mí. diminuto,
inmenso.
Sea, no.
Pero
brota.
Saber renacer.
Ni lo uno ni
lo otro.
Nadie.
Indiviso.
En la corola de un sol
o en el
círculo
de esta flor. Más
sobre del
suelo.
Poppy,
quizás
gladiolos.
Nada
y todo.
Parecer. Reconocer.
Pertenencia.
Traducción de Marco Lucchesi
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/poesiamundialportugues/claude_esteban.html
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