lunes, 8 de mayo de 2023

POEMAS DE JALAL MALAKSHA

 



Dos cuadros de la vida

I

 

¡Estamos esperando!

 

pasamos todas nuestras vidas

 

esperando un suceso

 

los sucesos suceden y

 

¡seguimos esperando!

 

el nacimiento es un suceso

 

la muerte es otro suceso

 

¡la vida son los peligros que transcurren

 

entre ambos sucesos!

 

II

 

La vida es una cruz pesada

 

yo soy como Jesús

 

¡la arrastro

 

hacia el cerro de mi rebeldía!

 

O también la piedra gigantesca del pecado

 

y yo como Sísifo

 

la llevo desde el piedemonte de la infancia

 

¡hasta la cima de la muerte!

 

Aún con mi pesadísima carga

 

llevo mil años

 

cruzando esta cuesta empinada

 

pero estoy en paz

 

porque finalmente

 

¡moriré en el Gólgota del amor!

 

1998

 

 

Deseo

Deseo ser como una mariposa

 

mi boca sobre la boca de una flor roja

 

¡morirme

 

embriagado por el néctar del amor!

 

que una muchacha bella y amable

 

¡me prense

 

en las páginas de sus diarios!

 

Bagdad, 2000

 

 

La poesía

Cuando visita un poema

 

el corazón acelerado, lo confiesa.

 

La policía huele los versos

 

si tienen un aroma de libertad

 

seguidamente

 

cuelgan de la soga de la ley

 

1986

 

 

Sin país

Hace cuarenta años que

 

puse mi cadáver en mis hombros 

 

voy deambulando y derramando lágrimas

 

cruzando el largo camino de la vida

 

¡no encuentro un puño de tierra

 

dónde enterrar

 

este cuerpo adolorido!

 

1986

Tomado de:

https://revistavirtualquimera.com/2022/12/30/cinco-poemas-de-jalal-malaksha/

 

 

Condenar

 

En la plaza, los verdugos levantan una horca.

Ellos rebuznan.

Sus husos giran las líneas que quieren que la multitud atrape.

 

Dicen: El delito del presidiario es haber secado el sueño del pueblo,

y la pena por ello, conforme a la Constitución Fundamental,

es, para embotar los ojos de la gente con miedo, el árbol de la horca.

 

Dicen: El delito del presidiario es haber pinchado los cráteres dormidos de los volcanes,

agitando temblores, temblores, convulsiones,

trayendo de vuelta el canto de la montaña para calmar el trabajo de esta patria virgen.

 

A la medianoche …

A la medianoche …

En una celda del corredor de la muerte, el convicto reflexiona sobre la mañana.

En una habitación inundada de sueños en Sorrow Town,

una mujer teje sus recuerdos uno por uno, como en un collar

para su bebé aún no nacido.

 

En la temible plaza, los policías y los perros aullaban juntos.

En la corte, los funcionarios tejían la mortaja del convicto,

mientras el reloj epiléptico del Hermano Convicto rechinaba en la noche a temblar.

 

La hora de su llegada había llegado:

Llegaron el juez y el mulá, la policía y el verdugo.

Dijeron: Toma esta pluma y redacta tu testamento.

El presidiario preguntó: ¿Puedo enviar mis saludos a la montaña?

Imposible, decían.

Así que el convicto legó su arma a la mañana.

 

Se despertaron y levantaron el árbol de la horca.

La plaza adormecida despertó.

En la habitación vacía, la lágrima de la mujer caía sobre su mejilla amarilla.

El nudo corredizo chilló. El presidiario se elevó hacia los cielos.

Los bancos de nubes de la montaña se agitaron.

La mujer gritó de parto,

y el niño de la mañana se enfrentó al mundo.

 

 

Ciudad

 

Tengo en mente dejar este pueblo, viajar lejos,

para ir y hacerme un vagabundo más allá de este mundo.

 

La lluvia de lágrimas, los gritos internos: mi corazón y mis ojos

Le contaré al resto del mundo mis penas aún no escuchadas.

 

Mis amigos se han construido un pueblo de palabras rotas,

así que volaré a horizontes nuevos en campos lejanos.

 

Soy un águila de las montañas, no un pájaro esclavizado;

sin señuelo en una jaula, monto en vuelo hacia la cordillera.

 

Todos los hombres son para mí extraños, yo solo un extraviado.

Cuando todo en casa parezca ahora desconocido, ¿dónde debo buscar?

 

Si alguna vez vuelvo a caminar por los caminos de este viejo pueblo,

deja que la ceguera oscurezca mis vistas de las paredes, el cielo y la tierra.

 

La tierra de la muerte está aquí, el pueblo que guarda la tumba del amor:

mucho mejor, entonces, vagar lejos y guardar mis palabras.

Tomado de:

https://sites.utexas.edu/yalla/?p=108

 

 

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