domingo, 7 de mayo de 2023

POEMAS DE CHARLES TOMLINSON



SANTIAGO DE COMPOSTELA

 

 

El granito es la piedra

 

de la iglesia y la lonja,

 

a excepción de los mármoles

 

donde fulge el pescado:

 

la robusta mujer

 

que gobierna el lugar

 

pelea con un congrio vivo

 

que extrae del acuario:

 

lo vemos serpear,

 

escurridizo, entre sus manos,

 

se agita y culebrea

 

hasta saciar nuestra curiosidad,

 

luego ella lo arroja

 

de nuevo al tanque y saca

 

(hurgando más abajo

 

en la escala del ser)

 

una lamprea, toda boca

 

circular y ojo inevitable:

 

desafiante, el monstruo

 

se libera y apresa

 

de una sola embestida

 

un pez tendido sobre el mostrador

 

con su ventosa primordial,

 

precisa como

 

Santiago Matamoros,

 

vieja como el granito.

 

 

 

MUERTE DE UN POETA

 

 

i.m. Ted Hughes

 

Fue una muerte lo que nos trajo al sur,

 

por una autopista que no existía

 

al nacer la amistad que la muerte ha cerrado.

 

Con qué delicadeza se tiende ahora la muerte

 

sobre los intercambios y condados

 

de esta Inglaterra nuestra,

 

radial y ensordecida. Veo a un hombre

 

emerger de una tienda junto a un prado,

 

dando la espalda al tráfico, abarcando los amplios

 

llanos de Sedgemoor como si la historia

 

los hubiera evitado, en el ancho silencio

 

creado por las llantas percutientes.

 

Los robles se incorporan entre sombras tempranas.

 

El sol muda la sombra de sus piernas

 

en largas tijeras que se abren paso

 

por un nuevo sembrado, recortándole.

 

Y los ríos de Hardy —Parret, Yeo, Tone—

 

derraman su caudal a nuestro paso.

 

Luego, ya en la campiña remendada de Devon,

 

será imposible predecir el modo

 

en que Dartmoor emerge de una bruma

 

tan móvil como densa. Sin aviso,

 

el sol prende en los campos,

 

anticipando esa otra unión y entrada

 

del fuego en el cuerpo, el cuerpo en el fuego,

 

que borra los contornos y disuelve

 

el sello y simplificación de los límites humanos.

 

La multitud se esparce en torno de la iglesia

 

y sigue con los ojos la lenta procesión

 

del coche funerario, al pairo por las calles

 

de la nada final. Una malla de sendas

 

enreda nuestro adiós y pone un cerco

 

de setos repulidos al deseo

 

de nuevas primaveras. Apenas queda tiempo

 

para rememorar las sendas o la costa

 

que oyeron nuestros acentos dispares

 

contra un aire avariento de sonidos.

 

Debajo de nosotros, por las radas de Hartland,

 

los pequeños halcones se emplumaban de luz

 

sobre las infinitas metamorfosis de las aguas.

 

Las huellas de la voz se desvanecen

 

antes que las pisadas; mas su eco

 

late aún, se prolonga en el oído.

 

Buscamos la autopista que es Inglaterra ahora.

 

El espejo de bronce de la luna,

 

clausurado por nubes súbitas,

 

entra en la opacidad. Y la hilera de robles

 

que lanzaba al amanecer sus sombras

 

es ya una larga sombra a nuestra vuelta.

 

 

 

(traducciones de Jordi Doce)

 

 

 

LA REALIDAD HA DE SER BUSCADA, NO EN LO CONCRETO,

sino en el espacio articulado:

 

La costa, por ejemplo,

 

Expandiéndose de muro a muro;

 

La voz del mar

 

Rompiendo el silencio desde el silencio.

 

 

 

(traducción de Marcelo Pellegrini)

 

 

 

NADA

No pasa nada

 

Una gota de agua

 

Se dispersa sigilosa

 

Una telaraña se disipa

 

Contra este espacio vacante

 

Un pájaro atolondrado

 

Podría probar su voz

 

Pero no hay pájaro alguno

 

En el suelo trillado

 

Aun mis pasos

 

Son más pulsación que sonido

 

Al regreso

 

Un poco borracho

 

De aire

 

Saber que

 

Nada

 

Está pasando

 

 

 

TODA LA TARDE LAS SOMBRAS HAN ESTADO CONSTRUYENDO

una ciudad propia de las calles,

 

corrigiendo con cuidado las perspectivas

 

con diagonales oscuras, y reduciendo

 

veredas a plataformas, franjas de luminosas

 

escalerillas, como si fuera un barco

 

esta contra-ciudad. Pero los inclinados, negros

 

encabalgamientos como escaleras para asalto

 

trepan a las fachadas y las atan a la tierra,

 

confunden salidas para incendio que ya están enredadas

 

en vapuleadas ambigüedades. Tocas

 

las movedizas formas para saber cuál sitio es cuál

 

y te tiznas un dedo con ceniza del tiempo

 

que sopla a través de ambas, la sombra en la penumbra

 

y en la luz, que recorre los caminos

 

para agujerear las paredes, elevarse por patio y escalera

 

y deslustrar el pináculo azteca del Chrysler.

 

 

 

DESDE LA AUTOPISTA

 

 

Las gaviotas se amontonan para comer de la basura

 

que se descarga, camión por camión,

 

sobre un montículo que tres carreteras

 

han aislado:

 

cuando las semillas se hundan y se enreden

 

este abono movedizo donde las gaviotas

 

rebuscan el sustento invernal

 

se transformará en cerro -para los halcones

 

un terreno de caza, pero no tendrá nombre:

 

jamás nadie irá allí. ¿Cómo

 

lo recuperaremos, una forma que nos pertenezca?

 

Ya que no engendrará fantasmas

 

sino sólo -bajo la zambullida e inspección

 

de las alas del halcón- los huesos de pequeñas presas,

 

su resplandor de sodio en las tardes de invierno

 

inaccesible como el Edén…

 

 

 

SOBRE EL REFLEJO

 

 

A volar la gravedad —

 

Basta pararse de cabeza y ver

 

cómo el reflejo

 

en la calle anegada

 

es mucho más veloz que los dos pies

 

que se desprenden de esta imagen desdeñada

 

rumbo a la prosa de la acera.

 

Y sin embargo cómo

 

los barrotes que guardan las ventanas

 

con cada cuadro iluminado

 

y las rendijas de las puertas tras la tromba

 

aún dan firme testimonio

 

desde el lugar donde se elevan todas

 

estas ambigüedades,

 

y cómo harían escarnio de ellas

 

frente a sus propios ojos.

 

Ahora que has mirado de cabeza

 

puedes nadar en la firmeza turbia

 

que a diario te rodea,

 

y luego regresar, también nadando,

 

en estado sólido,

 

pues sin polaridad

 

¿en dónde están la prosa, la poesía?

 

 

 

DICIEMBRE

 

 

Constancia de la escarcha, cada vez

 

más blanca, más helada. Parecía

 

que el fulgor salino de los cristales

 

hubiera transformado la esencia de las cosas

 

al cubrirlas: tus pasos cruzaban aquel mundo

 

como si de un momento a otro fuera a romper

 

en campanas de vidrio, o en helados vibráfonos,

 

y la luz golpeaba las colinas inermes

 

y les daba relieve: alineados

 

en lo blanco, los árboles mostraban

 

nervios de taracea, mínimos, irreales,

 

y el sol daba de pleno en su leve armadura

 

que pronto, en una sola tarde, se desharía.

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/el-espejo-de-bronce-11-poemas-de-charles-tomlinson/

 

 

‘Asolo’

Fuentes, columnas de caliza, pórticos

 

en sombra que resuenan como pozos,

 

y ante el cielo el negror de los cipreses:

 

Browning los trajo de Toscana

 

para que supieran del sol

 

último de la tarde. Las terrazas

 

no sabrían marcar una ladera

 

con más exactitud que estas hileras,

 

y, cuando el sol se pone detrás de ellas,

 

una a una le ofrecen sus peldaños

 

para que afirme su descenso, su desaparición.

 

Basta pararse de cabeza y ver

 

cómo el reflejo

 

en la calle anegada

 

es mucho más veloz que los dos pies

 

que se desprenden de esta imagen desdeñada

 

rumbo a la prosa de la acera.

Tomado de:

https://letraslibres.com/libros/charles-tomlinson-1927-2015/

 

 

 

PARA NŌRIKŌ

 

Mientras miraba las flores del cerezo

 

pensé en los rasgos de tu caligrafía

 

cabalgando en el aire de la página

 

sobre la que oscilaba tu pincel: trazo a trazo,

 

un repentino florecer de caracteres,

 

de signos vivos, surgidos de la nada,

 

como si el pliego fuera, a la vez, rama y aire.

 

Pero si tu escritura se parecía a un árbol

 

desplegando sus pétalos, ¿qué decir de tu arte,

 

cuántas generaciones fluían por tu brazo?

 

Hubiera asegurado que tus ágiles toques

 

irradiaban la vida que había en ti y en otros.

 

Retirado el pincel, el texto aún ondea

 

en la luz indecisa, en este vacilante

 

invierno inglés que a medias entra en la primavera.

 

 

 

CAMPOS DE CASTILLA

 

i. m. Antonio Machado

 

Las cigüeñas, de nuevo en estos campanarios,

 

nos dicen que el invierno se termina. Este año

 

se quedaron, pero el sol de diciembre,

 

que es reflejo de su blancura, no puede hacer

 

que los meses se esfumen, suspensos entre

 

las ceras de esta escarcha, su deshielo brumoso,

 

y el regreso del verde a lo que ahora

 

se nos muestra desierto. Las encinas,

 

como las cepas, crían presencias color pardo;

 

los campos, que parecen en barbecho, yacen tranquilos

 

y arados sobre el grano que pronto ha de inundarlos…

 

pronto, esto es, para las estaciones giratorias

 

y las altas cigüeñas, con su longevidad por delante,

 

que ocupan ciudadelas de ramas apiladas sobre Castilla.

 

Alcalá de Henares-Toledo

Tomado de:

https://letraslibres.com/libros/charles-tomlinson-1927-2015/

 

 

 

Cézanne en Aix

 

Y la montaña: cada día

Inmóvil como fruta. Y diferente

De ella también

-Por lo irreductible, pues

Ni es parte de lo delicioso

Y por tanto cuestionable

Ni (como al modelo) le distrae

Su propia pose y es, por tanto

Doblemente cuestionable: no

Posa. Es. Ignorante,

Inalterable, una cabeza de puente

De piedra hacia lo que es tangible

Pues no se sintió antes. Ahí,

En su peso curtido por la intemperie,

Su silencio silencia, una presencia

Que no se presenta a sí misma.

 

 

En Connecticut

 

Blancos, estos pueblos.

Blancas sus iglesias sin altares. La primera nieve

cae a través de un cielo blanco, grisáceo

y la blancura en las ramas

del abedul se hace más blanca

contra el gris. Blanca

la línea de columnas (cada una

de ellas es un solo árbol), las paredes

sin esculpir. "Esta parroquia fue creada

en 1741. En 1742,

la Asamblea General de Connecticut

se anexionó por decreto este territorio

que pasó a llamarse Judea".

El sol pasa, los olmos

lo invaden como sombras de encaje, luego

sale de nuevo. Blanco...

"Tenemos un buen cura. Es un cura

en la iglesia, y un hombre fuera" -pronunciado

sin sombra de duda, con la misma seguridad

que su invitación, cuando

inclinándose, asomándose

por la ventana mientras la limpiaba

había dicho: "Tenemos la puerta

siempre abierta".

Tomado de:

https://campodemaniobras.blogspot.com/2021/10/charles-tomlinson-dos-poemas.html

 

 

San Carlo ai Catinari

 

"Una orquesta de ángeles

aletea en la piedra

y se posa en el borde

del domo, entonando alabanzas

en honor de Santa Cecilia.

 

Admiro, sí, esta escena

extendida sobre mis ojos

por su solidez: tales

presencias no son sombras

sino carne y piedra interanimadas.

 

Y si fuéramos ángeles

podríamos oír, sin duda,

su música silente,

hecha cuerpo

en la sustancia de otra esfera...

 

Una esfera que los sentidos

penetran, aunque raramente,

mientras reúnen pruebas

aún más palpables

del porqué de nuestro deleite.

 

Pues qué supone el cielo

sino el aumento y cuidado

de nuestras afinadas facultades,

atentas al servicio y la alabanza,

hechas a semejanza de aquel alto consorte."

Tomado de:

https://www.epdlp.com/texto.php?id2=1432

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