sábado, 20 de mayo de 2023

POEMAS DE SAROJINI NAIDU

 



Atardecer de junio

 

Aquí encontrará mi corazón su remanso de paz,

Por ríos bordeados de juncos y arroyos alimentados por lluvia

Ese brillo a través de prados de lirios y palmeras.

Aquí mi alma encontrará su verdadero reposo

Bajo un cielo atardecer de sueños

Diáfano, ámbar y rosa.

El aire brilla con el brillo y el torbellino

De rápidas alas salvajes en su vuelo de regreso a casa,

Zafiro, esmeralda, topacio y perla.

A flote en la luz del atardecer.

 

Una codorniz parda grita desde los tamariscos,

Un bulbul llama desde el penacho de casia,

Y a través de la tierra mojada empuja la genciana

Sus espigas de flor plateada.

Dondequiera que pase el pie de la lluvia brillante

Se despliegan delicias fragantes y frescas;

Los cervatillos salvajes se alimentan de las hierbas aromáticas,

Abejas salvajes en el cactus-oro.

 

Una carreta de bueyes tropieza con las rocas,

Y una música melancólica persigue la brisa

De la flauta de un pastor mientras reúne a sus rebaños

Bajo los pipal -árboles.

Y una joven Banjara conduciendo su ganado

Levanta su voz mientras brilla por

En una antigua balada de amor y batalla

Configurado al ritmo de una melodía mística,

Y las estrellas tenues brillan en el cielo del este

Para anunciar una luna creciente.

 

 

El regalo de la India

¿Hay algo que necesites que mis manos retengan,

¿Ricos obsequios de vestidos, cereales u oro?

¡Lo! he arrojado al este y al oeste

Tesoros invaluables arrancados de mi pecho,

Y entregó los hijos de mi vientre herido

A los golpes de tambor del deber, los sables de la perdición.

 

Reunidos como perlas en sus tumbas alienígenas

Silenciosos duermen junto a las olas persas,

esparcidos como conchas en las arenas egipcias,

Yacen con las cejas pálidas y las manos valientes y rotas,

Están esparcidos como flores cortadas por casualidad

En los prados color sangre de Flandes y Francia.

 

¿Puedes medir el dolor de las lágrimas que lloro?

¿O compadecer la aflicción de la guardia que mantengo?

O el orgullo que se estremece a través de la desesperación de mi corazón

¿Y la esperanza que consuela la angustia de la oración?

Y la lejana y triste visión gloriosa que veo

¿De los estandartes rojos desgarrados de la Victoria?

 

Cuando el terror y el tumulto del odio cesarán

y la vida sea remodelada sobre yunques de paz,

Y tu amor ofrecerá gracias conmemorativas

A los camaradas que lucharon en vuestras intrépidas filas,

Y honras las obras de los inmortales

¡Acuérdate de la sangre de tus hijos martirizados!

Tomado de:

https://poets.org/poet/sarojini-naidu

 

 

El loto

 

a Gandhi

 

¡Oh místico loto sagrado y sublime,

 

inviolado en la gracia de tus mil pétalos,

 

dominando las nubes pasajeras del trágico destino,

 

profundamente arraigado en el corazón de la eternidad!

 

 

 

¡Cuántas huestes de abejas salvajes

 

de apetitos insaciables,

 

procedentes de varios países lejanos,

 

cuántos vientos hambrientos

 

de alas de esperanza o de odio,

 

se han amontonado en torno de tu belleza milagrosa

 

para devastar su encanto,

 

para extinguir el arrobamiento más íntimo

 

de tu glorioso corazón!

 

 

 

¿Mas quién podría conquistar su secreto?

 

¿Quién podría alcanzar tu belleza sin edad?

 

¡Oh tú que coexistes

 

con el señor de la vida y de la muerte!

 

 

Salutación a la paz eterna

 

Dicen los hombres que el mundo está lleno

 

de miedo y odio, oscuros,

 

y que todos los campos de cosecha maduros

 

aguardan la hoz inquieta de los tiempos duros.

 

 

 

Yo, Alma dulce, de haber nacido siento placer

 

cuando desde las terrazas de maíz, que no deja de crecer,

 

veo las oropéndolas doradas de tu amanecer.

 

 

 

¿Me importa el deseo y el orgullo?

 

¿A mí que sé de las alas de plata que brillan

 

y se deslizan al acaso…

 

las palomas mensajeras de tu ocaso?

 

¿Qué me importan las sonoras fatigas

 

a mí, que sueño con graneros umbríos…

 

mientras tú sigas

 

bendiciéndolos con gavilas finas de melosos

 

silencios-espigas?

 

 

 

Di… ¿acaso atenderé a fastidiosos presagios

 

de la edad futura o temeré la rumoreada soledad

 

el horror mudo y mítico de la tumba,

 

la oscuridad?

 

 

 

Pues mi corazón alegre está borracho e impregnado de ti, siente…

 

¡Oh el más intenso vino del éxtasis viviente!

 

¡Oh, íntima esencia de eternidad, más allá de la presente!

 

 

La plegaria del alma

 

 En el orgullo de la infancia yo te dije:

 

oh tú, que me hiciste de tu aliento,

 

Habla, maestro, y revélame

 

tus leyes más internas de vida y de muerte.

 

 

Dame a beber cada goce y dolor

 

que tu mano eterna puede conocer,

 

pues mi alma insaciable consumiría

 

lo más amargo de la Tierra, y lo más dulce.

 

 

 

No me ahorres bienaventuranza ni ramalazo de contienda,

 

no me niegues ningún regalo o pena, te lo ruego,

 

la sabiduría intrincada del amor y de la vida

 

y el conocimiento místico de la sepultura.

 

 

Señor, tú me respondiste austero y en voz baja;

 

“Niña voy a atender a tu plegaria,

 

y tu alma inconquistada conocerá

 

todos los éxtasis y las desesperaciones

 

apasionadas.”

 

 

 

“Beberás profundamente júbilo y fama,

 

y el amor te quemará como fuego,

 

y el dolor te limpiará como una llama,

 

para pagar los deshechos de tu deseo.”

 

 

“Y así tu espíritu casto anhelará

 

liberarse de su ciega plegaria,

 

y extenuado y perdonado, hará pleito

 

para aprender

 

el simple secreto de mi paz.”

 

 

 

“Yo, doblándome desde mi altura siete veces,

 

te enseñaré de mi gracia animada;

 

la vida es un prisma de mi luz

 

y la muerte la sombra de mi cara.”

 

 

Pecados de Mujer

 

 

 

Perdonadme el pecado de mis ojos

 

-oh amor mío- si han osado por un instante

 

invadir el querido santuario de vuestro rostro

 

con delicias. Delicias ardientes e insistentes

 

como las aves salvajes e intrépidas

 

que recorren el elevado templo de los cielos.

 

 

 

Perdonadme el pecado de mis manos

 

si acaso han sido demasiado atrevidas

 

en su palpitante deseo de acariciar

 

vuestra carne, estrecharos -oh amor mío-

 

y colmaros de dones

 

tan innumerables como las arenas

 

¡Oh perdonad el pecado de mis manos!

 

 

 

Perdonadme el pecado de mi boca

 

oh amor mío, si os ha ofendido

 

con silencio o unos cantos inoportunos,

 

si os ha acometido y oprimido

 

y se ha apoderado de vuestros labios,

 

¡oh perdonadme el pecado de mi boca!

 

 

 

Perdonadme el pecado de mi corazón

 

si él ha transgredido contra voz.

 

Si ha intentado cautivar o violentar nuestro amor

 

para apaciguar su llama

 

para consolar su hambre,

 

para aliviar su dolor

 

de su hondo pesar.

 

¡Oh perdonad el pecado de mi corazón!

 

 

Capricho

 

Teníais una flor salvaje en la punta de vuestros dedos;

 

despreocupadamente la habéis llevado a los labios

 

indiferentes,

 

despreocupadamente habéis desgarrado su

 

corola purpúrea.

 

¡Ay de mí! Era mi corazón.

 

 

 

Teníais una copa de vino en la punta de vuestros dedos;

 

la habéis llevado a labios indiferentes.

 

Ligeramente la habéis bebido,

 

ligeramente la habéis arrojado.

 

¡Ay de mí! Era mi alma.

 

 

Anochecer en la ciudad de Hyderabad

 

Ve cómo el cielo gemado con ascuas de peridoto

 

y ópalo toma

 

un aspecto raro y arde como el cuello de una

 

paloma.

 

 

 

Mira el río blanco que fulgura en Hyderabad,

 

curvado como un colmillo de la boca

 

 de las puertas de la ciudad.

 

 

 

Oye, desde el minarete, cómo sobre la muralla

 

de la ciudad el muecín flota como bandera de batalla.

 

 

 

Tranquilos elefantes, balanceando sus campanas de plata,

 

Dan vueltas por tortuosas veredas;

 

las campanas

 

cuelgan de cadenas de plata.

 

Alrededor del alto Char Minar sonidos de alegres cabalgatas

 

se mezclan con la música de címbalos y serenatas.

 

 

 

Sobre el puente de la ciudad la noche viene majestuosa,

 

llevada como una reina a una fiesta suntuosa.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2019/07/poemas-de-sarojini-naidu/

 

 

Canción de otoño

 

Como una alegría en el corazón de una pena,

 

la puesta del sol se cuelga en una nube;

 

una tormenta de oro de las poleas brillantes,

 

de hojas justas y frágil y revoloteando,

 

el viento sopla salvaje en una nube.

 

 

 

Escucha una voz que llama

 

a mi corazón en la voz del viento:

 

mi corazón está cansado y triste y solo,

 

porque sus sueños, como las hojas revoloteando, han ido,

 

¿y por qué me quedo atrás?

 

 

 Éxtasis

¡Cúbreme los ojos, oh mi Amor!

Mis ojos que están cansados ​​de la dicha

Como de luz que es conmovedora y fuerte

Oh calla mis labios con un beso,

¡Mis labios que están cansados ​​de la canción!

¡Abriga mi alma, oh mi amor!

Mi alma está doblada con el dolor

Y la carga del amor, como la gracia

De una flor que es herida por la lluvia:

¡Oh, protege mi alma de tu rostro!

Tomado de:

https://www.poeticous.com/sarojini-naidu?locale=es

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