Atardecer de junio
Aquí encontrará mi corazón su remanso de paz,
Por ríos bordeados de juncos y arroyos alimentados por
lluvia
Ese brillo a través de prados de lirios y palmeras.
Aquí mi alma encontrará su verdadero reposo
Bajo un cielo atardecer de sueños
Diáfano, ámbar y rosa.
El aire brilla con el brillo y el torbellino
De rápidas alas salvajes en su vuelo de regreso a casa,
Zafiro, esmeralda, topacio y perla.
A flote en la luz del atardecer.
Una codorniz parda grita desde los tamariscos,
Un bulbul llama desde el penacho de casia,
Y a través de la tierra mojada empuja la genciana
Sus espigas de flor plateada.
Dondequiera que pase el pie de la lluvia brillante
Se despliegan delicias fragantes y frescas;
Los cervatillos salvajes se alimentan de las hierbas
aromáticas,
Abejas salvajes en el cactus-oro.
Una carreta de bueyes tropieza con las rocas,
Y una música melancólica persigue la brisa
De la flauta de un pastor mientras reúne a sus rebaños
Bajo los pipal -árboles.
Y una joven Banjara conduciendo su ganado
Levanta su voz mientras brilla por
En una antigua balada de amor y batalla
Configurado al ritmo de una melodía mística,
Y las estrellas tenues brillan en el cielo del este
Para anunciar una luna creciente.
El regalo de la India
¿Hay algo que necesites que mis manos retengan,
¿Ricos obsequios de vestidos, cereales u oro?
¡Lo! he arrojado al este y al oeste
Tesoros invaluables arrancados de mi pecho,
Y entregó los hijos de mi vientre herido
A los golpes de tambor del deber, los sables de la
perdición.
Reunidos como perlas en sus tumbas alienígenas
Silenciosos duermen junto a las olas persas,
esparcidos como conchas en las arenas egipcias,
Yacen con las cejas pálidas y las manos valientes y rotas,
Están esparcidos como flores cortadas por casualidad
En los prados color sangre de Flandes y Francia.
¿Puedes medir el dolor de las lágrimas que lloro?
¿O compadecer la aflicción de la guardia que mantengo?
O el orgullo que se estremece a través de la desesperación
de mi corazón
¿Y la esperanza que consuela la angustia de la oración?
Y la lejana y triste visión gloriosa que veo
¿De los estandartes rojos desgarrados de la Victoria?
Cuando el terror y el tumulto del odio cesarán
y la vida sea remodelada sobre yunques de paz,
Y tu amor ofrecerá gracias conmemorativas
A los camaradas que lucharon en vuestras intrépidas filas,
Y honras las obras de los inmortales
¡Acuérdate de la sangre de tus hijos martirizados!
Tomado de:
https://poets.org/poet/sarojini-naidu
El loto
a Gandhi
¡Oh místico loto sagrado y sublime,
inviolado en la gracia de tus mil pétalos,
dominando las nubes pasajeras del trágico destino,
profundamente arraigado en el corazón de la eternidad!
¡Cuántas huestes de abejas salvajes
de apetitos insaciables,
procedentes de varios países lejanos,
cuántos vientos hambrientos
de alas de esperanza o de odio,
se han amontonado en torno de tu belleza milagrosa
para devastar su encanto,
para extinguir el arrobamiento más íntimo
de tu glorioso corazón!
¿Mas quién podría conquistar su secreto?
¿Quién podría alcanzar tu belleza sin edad?
¡Oh tú que coexistes
con el señor de la vida y de la muerte!
Salutación a la paz eterna
Dicen los hombres que el mundo está lleno
de miedo y odio, oscuros,
y que todos los campos de cosecha maduros
aguardan la hoz inquieta de los tiempos duros.
Yo, Alma dulce, de haber nacido siento placer
cuando desde las terrazas de maíz, que no deja de crecer,
veo las oropéndolas doradas de tu amanecer.
¿Me importa el deseo y el orgullo?
¿A mí que sé de las alas de plata que brillan
y se deslizan al acaso…
las palomas mensajeras de tu ocaso?
¿Qué me importan las sonoras fatigas
a mí, que sueño con graneros umbríos…
mientras tú sigas
bendiciéndolos con gavilas finas de melosos
silencios-espigas?
Di… ¿acaso atenderé a fastidiosos presagios
de la edad futura o temeré la rumoreada soledad
el horror mudo y mítico de la tumba,
la oscuridad?
Pues mi corazón alegre está borracho e impregnado de ti,
siente…
¡Oh el más intenso vino del éxtasis viviente!
¡Oh, íntima esencia de eternidad, más allá de la presente!
La plegaria del alma
En el orgullo de la
infancia yo te dije:
oh tú, que me hiciste de tu aliento,
Habla, maestro, y revélame
tus leyes más internas de vida y de muerte.
Dame a beber cada goce y dolor
que tu mano eterna puede conocer,
pues mi alma insaciable consumiría
lo más amargo de la Tierra, y lo más dulce.
No me ahorres bienaventuranza ni ramalazo de contienda,
no me niegues ningún regalo o pena, te lo ruego,
la sabiduría intrincada del amor y de la vida
y el conocimiento místico de la sepultura.
Señor, tú me respondiste austero y en voz baja;
“Niña voy a atender a tu plegaria,
y tu alma inconquistada conocerá
todos los éxtasis y las desesperaciones
apasionadas.”
“Beberás profundamente júbilo y fama,
y el amor te quemará como fuego,
y el dolor te limpiará como una llama,
para pagar los deshechos de tu deseo.”
“Y así tu espíritu casto anhelará
liberarse de su ciega plegaria,
y extenuado y perdonado, hará pleito
para aprender
el simple secreto de mi paz.”
“Yo, doblándome desde mi altura siete veces,
te enseñaré de mi gracia animada;
la vida es un prisma de mi luz
y la muerte la sombra de mi cara.”
Pecados de Mujer
Perdonadme el pecado de mis ojos
-oh amor mío- si han osado por un instante
invadir el querido santuario de vuestro rostro
con delicias. Delicias ardientes e insistentes
como las aves salvajes e intrépidas
que recorren el elevado templo de los cielos.
Perdonadme el pecado de mis manos
si acaso han sido demasiado atrevidas
en su palpitante deseo de acariciar
vuestra carne, estrecharos -oh amor mío-
y colmaros de dones
tan innumerables como las arenas
¡Oh perdonad el pecado de mis manos!
Perdonadme el pecado de mi boca
oh amor mío, si os ha ofendido
con silencio o unos cantos inoportunos,
si os ha acometido y oprimido
y se ha apoderado de vuestros labios,
¡oh perdonadme el pecado de mi boca!
Perdonadme el pecado de mi corazón
si él ha transgredido contra voz.
Si ha intentado cautivar o violentar nuestro amor
para apaciguar su llama
para consolar su hambre,
para aliviar su dolor
de su hondo pesar.
¡Oh perdonad el pecado de mi corazón!
Capricho
Teníais una flor salvaje en la punta de vuestros dedos;
despreocupadamente la habéis llevado a los labios
indiferentes,
despreocupadamente habéis desgarrado su
corola purpúrea.
¡Ay de mí! Era mi corazón.
Teníais una copa de vino en la punta de vuestros dedos;
la habéis llevado a labios indiferentes.
Ligeramente la habéis bebido,
ligeramente la habéis arrojado.
¡Ay de mí! Era mi alma.
Anochecer en la ciudad de Hyderabad
Ve cómo el cielo gemado con ascuas de peridoto
y ópalo toma
un aspecto raro y arde como el cuello de una
paloma.
Mira el río blanco que fulgura en Hyderabad,
curvado como un colmillo de la boca
de las puertas de
la ciudad.
Oye, desde el minarete, cómo sobre la muralla
de la ciudad el muecín flota como bandera de batalla.
Tranquilos elefantes, balanceando sus campanas de plata,
Dan vueltas por tortuosas veredas;
las campanas
cuelgan de cadenas de plata.
Alrededor del alto Char Minar sonidos de alegres
cabalgatas
se mezclan con la música de címbalos y serenatas.
Sobre el puente de la ciudad la noche viene majestuosa,
llevada como una reina a una fiesta suntuosa.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2019/07/poemas-de-sarojini-naidu/
Canción de otoño
Como una alegría en el corazón de una pena,
la puesta del sol se cuelga en una nube;
una tormenta de oro de las poleas brillantes,
de hojas justas y frágil y revoloteando,
el viento sopla salvaje en una nube.
Escucha una voz que llama
a mi corazón en la voz del viento:
mi corazón está cansado y triste y solo,
porque sus sueños, como las hojas revoloteando, han ido,
¿y por qué me quedo atrás?
¡Cúbreme los ojos, oh mi Amor!
Mis ojos que están cansados de la
dicha
Como de luz que es conmovedora y fuerte
Oh calla mis labios con un beso,
¡Mis labios que están cansados de la
canción!
¡Abriga mi alma, oh mi amor!
Mi alma está doblada con el dolor
Y la carga del amor, como la gracia
De una flor que es herida por la lluvia:
¡Oh, protege mi alma de tu rostro!
Tomado de:
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