CADÁVER
Alguien está posado en el fondo de mi
corazón
como un cadáver en el fondo del mar.
Como si el agua meciera sus manos,
tiende hacia arriba, pero no llega a la
luz.
Un pie se separa del otro dando pasos,
pero sigue tendido en el lugar.
Levanta la cabeza y es lívido su rostro,
su expresión es callada y abatida,
me mira fijo en silencio, con los ojos
abiertos:
“Para ti, para mí, no hay salvación alguna.
¿Sientes mi peso, este enorme peso?
Yazgo en tu corazón como un cadáver.
Sopórtame por fin dondequiera que vayas
¡Carga conmigo en tu viaje postrero!”
EL OLOR DEL AMOR
El olor del amor es tan preciada gema
como el olor de hierba en flor en
primavera.
¡Ah, sólo una vez en el vuelo de la vida
conoces el misterio de todas las semillas!
Sientes sólo una vez el soplo ardiente
de este mundo feliz, tibio y despierto,
los latidos del agua en el planeta,
la dulzura del peso terrenal.
Y sólo entonces te es dado
llegar a las plateadas raíces
del arroyo, a las alturas
celestes, al encendido rosa,
allí donde la nube que florece
bebe el jugo cristalino de la tierra.
II
Entonces eres todo lo que sientes,
silencio y hierba en la sombra,
poema y espejo de agua,
grito de pájaro y sangre del abeto.
Es el ardiente corazón que sufre,
profundidad oculta de la tierra,
tu rostro de ella es la superficie
que ríe con el sol de la mañana.
Entonces eres aliento, que siempre sopla,
como vena que late por doquier,
riegas el brote, alimentas el fruto,
eres como el viento que cuenta estrellas
y eres a través del tiempo y la distancia
el olor eterno de hierba florida.
POLVO
Dispersa como polvo leve
cae la penumbra sobre el día dorado
cae el temor en mi alma
en mi alma entristecida.
En la oscuridad están en un puño
el claro día y el alma toda.
El viento suspira tímido
donde encontramos la felicidad.
MIENTRAS VIVAS
Mientras vivas, serás el estorbo en tu
camino
te haces sombra en la luz, mientras vivas,
en tu conmiseración, tu eterno error
ay, todos te ven manchada.
Y es cierto, sabes que estás manchada,
tu herida sangrante se va pudriendo,
tu profunda herida de la vida misma,
que no está limpia siquiera en los bordes.
Tu rostro se transfigura por el sudor y el
polvo
¿quién ha de reconocerte, mientras vivas?
Bien cuando muerta, seria y retraída,
flotas en el vapor entre las velas,
entonces ya no estorbas tu camino,
y tu rostro está limpio y a la luz,
tu otro dirá en silencio bondadoso:
“Sí, ésta es ella. Y también soy yo.”
¿Y NO ES EXTRAÑO…?
Las noches son más serias y más frías,
aunque agosto acaba de empezar
y pienso que por fin y a fin de cuentas
soplará pronto el viento del otoño.
¿Y no es extraño? Flores y capullos
marchitan y se pierden en el polvo húmedo
y sin embargo –raro–, aún vive la vida,
en las entrañas de la tierra espera el
recio brote.
Y la tierra sola, indescifrable,
se hunde bajo las olas de nieve,
pero aún sabe, en su deseo incansable,
que el mundo vuelve a entibiarse y a
clarear.
Entonces será como el pez de Jonás,
arrojará al día su presa robada.
Su prole verde de lo bajo hacia la cima
peregrina sana, robusta por el sol.
Por eso no me importa si en agosto
por la noche el otoño ya nos mira.
¡Qué me importa mi época fría, larga, estéril!
¡Qué me importa el negro sepulcro fauce de
pez!
Quien está vivo, vivo sale de todos los
cambios.
DIOS OSCURO
El deseo, enfermizo, me estremece tan
fuerte
me ahoga y rebasa de corazón a boca
se ríe todo en mí como de miedo
y de felicidad llora y solloza.
En medio de la noche llegó un dios oscuro
volvió a poner su mano sobre mi pecho;
mi cuerpo quedó inerme como un junco
y mi sangre palpita a su merced.
“¡Canta!” ordena. Y mi latir es más fuerte
–el silencio es sonoro–. Me hago oír
–¿en secreto mandato todo canta? –
Como si un fuerte viento de allende la
frontera
en el bosque soplara, oigo un murmullo.
Y el dios oscuro dice: “Serás mía,
como fuiste en el alba de tus días,
aún lozana, no tocada por la luz,
que enciende el alma cuando abrasa.
Como un gran pájaro rondé todas tus noches
mis alas susurraron sobre ti,
y a la mañana tus sentidos blandos
se reavivaron y en ellos yo vertí
mágicas gotas de mi propio elixir,
y hasta el tuétano embebí tu crecimiento;
ensayé sobre ti todo poder
y aún eres mía, mía más que tuya,
y mía serás hasta el misterio de la
desintegración.
Relámpagos. De nuevo. Veo el paisaje
que se despliega oscuro en esta noche;
con el trueno veo el río y la llanura,
montañas con sus riscos hacia abajo.
Salvaje y susurrante el dios oscuro
estrecho y prieto se alza entre los truenos
lo reconozco: él es la mi vida
y es el comienzo y completa el círculo
felicidad y dolor en él se enlazan.
Concita el canto de los pájaros desde sus
nidos
y el sonido de estrellas en el cielo
nocturno.
Todo lo teje en coro. Cuando desaparece,
el silencio somete lo creado, y lo arroja
al vacío.
Y me estremece el corazón diciendo:
“El dios de luz quemante y hierbas
florecidas,
Tras juegos dulces y sangrientos, te dejó.
sangrando él mismo por tus heridas.
Jamás te he abandonado yo
y no te dejo. Sólo en la hora
cuando la muerte te llame a la puerta,
me voy. Y cuando parta, tendrás silencio y
frío
como en la helada planicie del norte,
para que si el pasaje está para ti abierto,
te encuentre muerta la muerte sorprendida.
Entre las sombras mudas partirá contigo,
entonces gritará a lo lejos este pájaro
oscuro.”
Tomado de:
https://www.literaturaeslovena.org/poemas-de-lily-novy/
Antes de la primavera
Fría y silenciosa noche antes de primavera
respira en mi rostro un sueño pasado.
Hacia él más y más se adentra el camino,
todo es como fue una vez.
Poder de medianoche de ocultos encantos
le da al alma un saber maravilloso.
Comprendo el respirar de todas las cosas,
sus alientos se vierten en ellas.
El árbol alza ahora sus delgadas ramas,
alcanza débil luz desde el peso de la
sombra,
alcanza las nubes que van
como redes suaves y plateadas.
Las ha arrojado por el cielo alguien,
que sigue añorando y desde siempre une.
Lluvia de otoño
La lluvia de otoño, que sin cesar cae,
cuenta tristes relatos;
como un viejo viajero que en la calle
revelara el pesar de sus oscuros días.
Y como ya es costumbre desde antaño,
se aquerencia otra vez este dolor taimado
que no quiere asomar de mi conciencia
que un amargo placer me da en su aroma.
Este aroma me embriaga cual semilla de
amapola,
me acuna y me invita al lecho,
que está a la espera de mis cansados
miembros.
La lluvia del otoño cae de las nubes
y cada gota quiere guarecerse
y encuentra su camino hacia la negra tierra.
–
Penumbra
En la penumbra. Las sombras como tímidos
venados
llegaron desde el bosque que oscurece.
Del lado cálido el cielo se descubre
florece el sembradío de las estrellas,
y mi viaje no vuelve
y es sin luna.
En el borde del cielo, montañas negras,
crueles,
y los días últimos, sangre espesa.
¿Dónde fueron a llorar aguas de plata?
El último recuerdo en olas llega
y mi viaje no vuelve
y es sin luna.
Los arbustos se enlazan con espinas,
todo teme y todo acecha.
El silencio responde a cada susurro del
árbol,
ni el aliento del pájaro se arriesga,
y mi viaje no vuelve
y es sin luna.
El monte de mil brazos me amedrenta,
la mirada y el gesto me tensan el aliento.
No miro el círculo que se estrecha
siempre más como ojos vacíos,
y mi viaje no vuelve
y es sin luna.
Tomado de:
https://opcitpoesia.com/tag/lili-novy/
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