Camões se dirige a sus contemporáneos
Podrán plagiarme todo:
las ideas, las palabras, las imágenes,
y también las metáforas, los temas, los motivos,
los símbolos, y la maestría
en los dolores de un idioma nuevo,
en la comprensión de otros, en el coraje
de combatir, juzgar, de entrar
en calles de amor a las que están negados.
Y podrán después no citarme,
suprimirme, ignorarme, ovacionar incluso
a otros plagiarios más alegres.
Nada importa: el castigo
será enorme. No sólo cuando
sus nietos ya no sepan quiénes son,
habrán de conocerme
mejor de lo que ustedes fingen ignorarme,
y todo, todo lo que trabajosamente roban,
regresará a mi nombre. Incluso será mío,
tenido por mío, contado como mío,
también aquello poco y miserable
que, sólo por ustedes, sin plagio, hayan hecho.
Nada tendrán, nada de nada: ni los huesos,
un esqueleto suyo tendrá que ser buscado
para pasar por mío. Y para que otros ladrones,
iguales a ustedes, de rodillas, le lleven flores a la tumba.
Tomado de:
http://nuevaprovenza.blogspot.com/2014/06/dos-poemas-de-jorge-de-sena.html
[LAS CUATRO ESTACIONES ERAN CINCO
El verano pasa y el estío anuncia
que llegará el otoño y pronto el invierno
de cuyo seno nacerá la primavera.
Más breve o más largo el día se renueva
siempre tras la noche repitiéndose eterno.
Tan sólo el hombre muere de no saber quién era.]
[FELICIDAD
La felicidad se sentaba cada día en el alféizar de la ventana.
Tenía rasgos de un niño inconsolable.
Un niño impúber
sin amor todavía para nadie,
al que le gustaba demorar las manos
o rozar lentamente con el cabello los rostros humanos.
Y, como niño que era,
encontraba un gran misterio en su propio nombre.]
Tomado de:
https://librosyvidas.blogspot.com/2013/02/jorge-de-sena.html
EN CRETA, CON EL MINOTAURO
I
Nacido en Portugal, de padres portugueses,
y padre de brasileños en Brasil,
seré tal vez norteamericano cuando allá esté.
Coleccionaré nacionalidades como camisas que se quitan,
se usan y se botan, con todo el respeto
debido a la ropa que se viste y que prestó servicio.
Yo soy yo mismo mi patria. La patria
de la que escribo es la lengua en que por casualidad de
generaciones
nací. Y la de lo que hago y de que vivo es esta
rabia que tengo de poca humanidad en este mundo
cuando no creo en otro, y solo otro querría que
este mismo fuera. Pero, si un día me olvido de todo,
espero envejecer
tomando café en Creta
con el Minotauro,
bajo la mirada de dioses sin vergüenza.
II
El Minotauro me comprenderá.
Tiene cuernos, como los sabios y los enemigos de la vida.
Es mitad buey y mitad hombre, como todos los hombres.
Violaba y devoraba vírgenes, como todas las bestias.
Hijo de Pasífae, fue hermano de un verso de Racine,
que Valéry, el cretino, consideraba uno de los más bellos de la
“langue”.
Hermano también de Ariadna, lo enredaron en un ovillo que lo
jodió.
Teseo, el héroe, y, como todos los griegos heroicos, un hijo de
puta,
se le rio en el hocico respetable.
El Minotauro me comprenderá, tomará café conmigo, mientras
el sol serenamente desciende sobre el mar, y las sombras,
llenas de ninfas y de efebos desempleados,
se extenderán dulcísimas en las tazas,
como el azúcar que revolveremos con el dedo sucio
de investigar los orígenes de la vida.
III
Es allí donde quiero reencontrarme de haber dejado
la vida por el mundo en pedazos repartida, como decía
aquel pobre diablo que el Minotauro no leyó, porque,
como todo el mundo, no sabe portugués.
Tampoco yo sé griego, según las informaciones más confiables.
Conversaremos en volapük, ya
que ninguno de nosotros lo sabe. El Minotauro
no hablaba griego, no era griego, vivió antes de Grecia,
de toda esta mierda docta que nos cubre hace siglos,
cagada por nuestros esclavos, o por nosotros cuando somos
los esclavos de otros. Durante el café,
nos diremos el uno al otro nuestras desdichas.
IV
Con patrias nos compran y nos venden, a falta
de patrias que se vendan suficientemente caras para que se tenga
vergüenza
de no pertenecer a ellas. Ni yo, ni el Minotauro,
tendremos ninguna patria. Apenas el café,
aromático y bien fuerte, no de Arabia ni de Brasil,
de la Fedecam [1], ni de Angola, ni de otra parte. Pero café
a pesar de todo y que yo, con filial ternura,
veré escurrirle de la quijada de buey
hasta las rodillas de hombre que no sabe
de quién heredó, si del padre, si de la madre,
los cuernos retorcidos que le ornan la
noble frente anterior a Atenas, y, quién sabe,
a Palestina, y otros lugares turísticos,
inmensamente patrióticos.
V
En Creta, con el Minotauro,
sin versos y sin vida,
sin patrias y sin espíritu,
sin nada ni nadie,
excepto el dedo sucio,
he de tomar en paz mi café.
5/7/1965
EN LA IGLESIA DE LOS JESUITAS EN LUANDA
Conversa la negra en el rincón en sombra
de la iglesia tan limpia restaurada.
En el suelo sentada y vieja, se abren los brazos
en frases de silencio para el Cristo
que cuelga muerto encima de ella, inmóvil
y silencioso. ¿Qué dirán los dos?
¿Cuál la confusa indecisión que pasa
angustia intimidad de sin [2] lenguas
en esa cabeza antigua de otra raza
y sobre todo de otros dioses que
hablaban por señales aunque claras frases
como las sibilas hechiceros saben?
En la soledad vacía de su espacio
en que de blancos Roma oscureció la luz
emblanquecida de niebla y ardor
de largos ríos, playas sinuosas,
y del altiplano los barrancos duros,
¿qué dios puede inventarse que no sea
dolor de miseria de no ser, de no tener
de padres a hijos el lenguaje libre?
¿Qué libertad pide? ¿Qué muerte desea?
¿Será que enfrente del altar mayor no tiemblan
dentro de la simple losa los huesos de
un Paulo Dias de Novais? ¿De qué imbondeiros [3]
los frutos como ratones colgados
aún le roen un tuétano seco
en el fuego de quemas y de incendios
en que de pueblos solo las cenizas quedan?
Oporto, 24/8/1972
NOTAS:
[1] Federación de Cámaras de Comercio. En portugués “fede” quiere
decir “hede”, “apesta”. (N. del T.)
[2] En portugués la palabra “sem” [sin] y la palabra “cem” [cien]
son homófonas. El verso original, por tanto, sugiere esos dos sentidos. (N. del
T.)
[3] Imbondeiro es el nombre que recibe el árbol baobab (Adansonia
digitata) en Angola, donde es considerado un símbolo nacional. A diferencia de
baobab –que pasó al francés a partir del árabe–, Imbondeiro viene de la palabra
“mbondo”, del Kimbundu, una de las lenguas africanas habladas en Angola. En la
novela Predadores del escritor angolano Pepetela, un personaje describe el
imbondeiro como “quase árvore sagrada, morada boa para espíritos” [casi un
árbol sagrado, buena morada para espíritus]. La forma de los frutos del
imbondeiro es comúnmente asociada con la de ratones. (N. del T.)
Tomado de:
http://www.lerjorgedesena.letras.ufrj.br/antologias/novo-poemas/
Suma Teológica
No vine de muy lejos, amor mío, ni se
estrellaron barcos en alta mar cuando nací.
Nada cambió. Las guerras continuaron;
el precio del pan siguió subiendo;
Los poetas seguían, de vez en cuando,
preguntando por ti.
Es cierto que, entonces, mucha gente
envejecía instantánea y misteriosamente.
Pero entonces, amor mío, todavía no sé
si fue por mí
o por otros que nacieron
al mismo tiempo que yo.
Naciste niño
Naciste niño. Nunca conocerás
la extrema soledad de la vida.
Si no lo sabías, si la vida
no te lo demostró, ya no lo sabrás.
El terrible dolor del conocimiento se esconde
incluso en el amor puro. Olvidarás,
si alguna vez adivinaste la
paz traicionera de estar solo, la que intuiste,
Imagen luminosa y luminosa que ilumina
un paisaje más amplio.
Ninguna estrella te resultará fatal.
Y cuando la Fortuna crea el dominio,
o incluso la Muerte, si la alegría termina
, ambos desaparecen, porque un niño es inmortal.
Tomado de:
https://singularidadepoetica.art/category/jorge-de-sena/
Carta a mis hijos sobre los fusilamientos de Goya
Poema de Jorge de Sena
Tradução de Pedro Sevylla de Juana
No sé, hijos míos, qué mundo será el vuestro.
Es posible, porque todo es posible, que sea
aquel que yo deseo para vosotros. Un sencillo mundo,
donde la única dificultad provenga
de lo simple y natural.
Un mundo en que todo esté permitido,
conforme a vuestro gusto, vuestro anhelo, vuestro placer,
vuestro respeto a los otros, el respeto de los otros a vosotros.
Y es posible que no sea esto, ni siquiera esto,
lo que necesitéis para vivir. Todo es posible,
aun cuando luchemos, como debemos luchar,
por cuanto valoremos la libertad y la justicia,
o más que cualquiera de ellas una fiel
dedicación al honor de estar vivo.
Un día sabréis que, aunque la humanidad
no lleva cuenta del número de los que pensaron así,
amaron a su semejante por cuanto tenía de único,
de insólito, de libre, de diferente,
y fueron sacrificados, torturados, apartados,
y entregados con hipocresía a la secular justicia,
para que los liquidara “con suma piedad y sin efusión de sangre.
Por ser fieles a un dios, a una idea,
a una patria, una esperanza, o acaso
al hambre sin respuesta que les roía las entrañas,
fueron destripados, desgarrados, quemados, gaseados,
y sus cuerpos amontonados tan anónimos como vivieron,
o sus cenizas diseminadas para que de ellas ni memoria quedara.
A veces, por ser de una raza, otras
por ser de una clase, purgaran todos
los errores que no habían cometido o no tenían conciencia
de haber cometido. Pero también ocurrió
y ocurre que no murieran.
Hubo siempre infinitas maneras de prevalecer,
aniquilando mansamente, delicadamente,
por caminos inescrutables como se dice que son los de Dios.
Estos fusilamientos, este heroísmo, este horror,
fue una cosa, entre mil, acontecida en España
hace más de un siglo y que por violenta e injusta
ofendió el corazón de un pintor llamado Goya,
dotado de un corazón muy grande, lleno de furia
y de amor. Pero esto no es nada, hijos míos.
Sólo un episodio, un episodio breve,
en esta cadena de la que sois un eslabón (o no seréis)
de hierro y de sudor y sangre y algo de esperma
en el camino del mundo que os imagino.
Aceptad que ningún mundo, que nada ni nadie
vale más que una vida o la alegría de vivirla.
Es esto lo que más importa – esa alegría.
Aceptad que la dignidad, de la que os hablarán tanto,
no es sino esa alegría que nace
de seguir vivo sabiendo que nunca
nadie está menos vivo o sufre o muere
para que uno solo de vosotros resista un poco más
a la muerte que es de todos y vendrá.
Que todo esto lo sabréis estoicamente,
sin culpar a nadie, sin terror, sin ambición,
y sobre todo sin desapego o indiferencia,
ardientemente espero. Tanta sangre,
tanto dolor, tanta angustia, un día
– aunque el tedio de un mundo feliz os persiga –
no han de suceder en vano. Confieso que
muchas veces, pensando en el horror de tantos siglos
de opresión y crueldad, dudo unos instantes
y la amargura me sumerge inconsolable.
¿Serán o no en vano? Pero, aunque no lo sean,
¿quién resucita a esos millones, quiénes restituyen
no sólo la vida, sino todo lo que les fue quitado?
Ningún Juicio Final, mis hijos, puede darles
aquel instante que no vivieron, aquel objeto
que no disfrutaron, aquel gesto
de amor futuro.
Y, por eso, ese mundo que formemos
debemos tenerlo con cuidado, como cosa
que no es sólo nuestra, que nos es cedida
para guardarla con respeto
en memoria de la sangre que nos corre por las venas,
de nuestra carne que antes fue otra, del amor que
otros no amaron porque les fue robado.
A Portugal
Poema de Jorge de Sena
Tradução de Pedro Sevylla de Juana
Esta es la dichosa patria mi amada. No.
Ni es dichosa, porque no lo merece.
Ni mi amada, porque es sólo madrastra.
Ni patria mía, porque yo no merezco
la escasa suerte de haber nacido en ella.
Nada me ata o vincula a tanta bajeza
como ese eructo de pasadas glorias.
Mis amigos más queridos están en ella,
nostálgicos en ella, pero amigos son
por ser mis amigos, y eso es todo.
Torpe deyección de romano imperio;
baba de invasiones; salitre puerco
de agotamiento atlántico; irrisoria cara
de lodo, de codicia, y de vileza,
de mezquindad, de vanidosa ignorancia
tierra de esclavos, culo por el aire oyendo
crujir en la niebla la nao del Encubierto;
tierra de funcionarios y prostitutas,
devotos todos del milagro, castos
en las horas vacías de enfermedad oculta;
tierra de héroes a peso de oro y sangre,
y santos con mostrador de secos y mojados
en el fondo de la virtud; tierra triste
a la luz del sol encalada, acicalada, sin brio,
llena de amabilidad para los extranjeros
que dejan monedas y transportan pulgas,
oh pulgas lusitanas, hacia Europa;
tierra de monumentos en los que el pueblo
da nombre a la mierda anónima;
tierra – museo en que aún se vive,
con cerdos por la calle, en casas celtiberas;
tierra de poetas tan sentimentales
que el olor de un sobaco los pone en trance;
tierra de piedras descarnadas, sequías
como esos sentimientos de ocho siglos
de robos y patrones, barones o condes;
oh tierra de nadie, nadie, nadie:
yo te pertenezco. Eres cabra, eres puerca,
eres más que perra en celo,
eres peste y hambre y guerra y dolor de corazón.
Yo te pertenezco: pero pertenecerme tú, no.
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