martes, 9 de julio de 2024

POEMAS DE TOMÁS HARRIS


Mar de la desesperanza

 

Entramos en las urbes del Sur

se nos aceleraban los pensamientos al roce del vuelo

de las aves

había ciudades hechas de carne

había ciudades enteras orgánicas latientes

había edificios que respiraban con inhumana lentitud

había edificios zócalos muros cines corredores

que subían y bajaban lentos

en sus sístoles y diástoles enfermos

todo está vivo dijo una voz

había mucha noche

más noches de las jamás previstas y cuerpos

deslizándose en esas noches

que parecían barcos fantasmas deslizándose por esas noches

mujeres (colegialas, vestales, monjas, prostitutas,

púberes e impúberes, todo el catálogo soñado)

oro no había

había música electrónica signos había

peces

advertencias

no toques lo que late porque desaparecerá al punto del tacto

dijo una voz

cada cosa relumbra con el brillo

que sueña tu ojo

y hubo miedo a que no hubiera nada

los escapes de los cines nos servían de refugios miradores

tuvimos que adecuar la mirada imaginar el tacto

entresoñar el coito

amarnos los unos a los otros en el más total de los silencios

queríamos mantenernos en esas visiones

empaparnos destas vestales

no toques lo que late porque desaparecerá al punto del tacto

dijo la voz

pero todo latía casi imperceptible

con pasmosa lentitud

acequias prostíbulos semáforos vitrinas y los cuerpos

todo subía y bajaba despoblado

en sus sístoles y diástoles

baldíos

 

 

Argel

 

 

 

“Saavedra: que, a pesar mío, sin saber lo que era,

me vi el marchito rostro e agua lleno.

Ofrecióse a mis ojops la ribera”.

cervantes

 

 

 

El polvo de vientos barrió las calles,

ahí donde estaba tu cuerpo en la ciudad,

aunque tallada a lluvia en las fachadas

de los hoteles,

 

se llevó tus especies, tu pelo, tu bálsamo,

tus pechos que ya iban en pleno tránsito

del barro, del más no poder, la podredumbre,

la muerte, al fin;

 

fue injusto ya que tú no sabías nada del Universo,

la mierda, el rock, los sueños: te barrieron

no más al margen como papeles o preservativos o

colillas de cigarros, baba, cenizas, semen, todo

eso que el viento quiere, se nutre, se hincha;

 

ya las calles de la ciudad quedaron tan vacías,

tan sin ti, tan sin maravilla,

que me dije nos dijimos todos, ¿para esta muerte

tantas millas ganas ardor dolor sueño?

 

Se había declarado el Estado de Sitio,

las calles vacías, los lumínicos brillaban para

la muerte, los cuerpos eran la danza de la

muerte por los bulevares atestados de objetos.

 

Ahora el mundo se poblaba

de animales

sustitutos de tu

cuerpo.

 

Todo eso era un Argel, la ciudad más triste

del Universo; no puede haber ciudad feliz

repleta de prisioneros y putas: por todas partes

penaban las ánimas, y nosotros, cautivos del

 

deseo de seguir vivos por nuestros cuerpos,

nos perseguimos por los bulevares atestados de

objetos, máscaras, sombras chinas, fantasmagorías,

la guerra era a muerte, cuerpo a cuerpo,

 

inacabable como si todo transcurriera en un

juego de video:

el deseo nos estallaba contra los ojos,

como sol.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2023/06/poesia-chilena-tomas-harris/

 

 

EL DESAFÍO

 

¿Quién eres tú?

Soy la Muerte.

¿Vienes por mí?

Hace ya mucho tiempo que navego en tus barcos

y camino a tu lado.

Lo sé. He oído abejas.

Podrían ser moscas.

Lo mismo da.

Estás listo.

Yo, sí. Pero mi cuerpo teme.

Es lógico. El cuerpo siempre teme.

No es para menos:

mira los empalados,

mira los crucificados,

mira los desollados,

mira esos neonatos revolviéndose en sus placentas

en esas bolsas de nylon negras,

mira esas putas tajeadas,

mira el Nostramo entre las nubes

desaguando su roja baba de ácido y las vísceras del Otro,

miro toda lo carne chamuscada y el humo aventado

aún perfumando la costa…

¿Tú juegas ajedrez, no es cierto?

¿Qué te hace suponer tamaño huevada?

Lo he visto en los cuadros y lo he oído en infinidad

de canciones y leyendas.

Eso era antes,

cuando había cuadros y canciones y leyendas.

¿Qué juegas ahora?

Juegos de Guerra

en el video game de mis dominios.

 

 

LOS 7 GORILAS ALBINOS

 

Entonces aparecieron 7 gorilas,

los 7 gorilas eran albinos,

eran las últimas especies sobrevivientes

en la desolada Sudamérica,

estaban protegidos por la Séptima Enmienda,

gruñían,

para espantar,

se hacían la paja como si éste fuera a ser

el último día del Universo,

de sus humeantes hocicos les chorreaba una sangre espesa,

casi coagulada,

esta sangre caía sobre

7 enormes baberos que les cubrían el pecho,

en dichos baberos estaba pintada la Eternidad,

al óleo,

el pintor debía ser un artista anónimo destas tierras del diablo,

ya que la Eternidad pintada

en los baberos sangrientos

esta representación de la eternidad

no llevaba firma alguna ni huella del desconocido artista,

nunca supimos si era indio o cristiano,

o mezcla de ambos,

los 7 gorilas albinos corrían describiendo

un círculo,

una elipse,

como las que describía en el pútrido cielo destas tierras

el Nostromo en su paso sangriento de fantasma;

deben ser distintas representaciones

de este puto cubo del Mundo, pensé yo,

Antonius Block, Almirante de esta misión;

nunca lograrán ponerse de acuerdo al respecto.

 

 

UNA PARTIDA DE BILLAR EN ÍTACA

 

Sucio soñar con salones de billar llovidos,

donde las bolas son de piedra asimétrica y, por lo tanto,

no pueden rodar sobre las mesas que carecen

de bandas, como cuando la tierra era

cuadrada y el Finis Terrae marcaba el desbarrancamiento

de toda la flota imperial.

 

Suelo soñar con salones de billar inundados,

donde los jugadores están muertos, flotando en la albúmina

líquida de estos salones de billar inundados,

donde los jugadores flotan en sus propios gástricos venenos,

y las bolas y los tacos, como si fueran inútiles boyas,

y quebrados mástiles y trinquetes,

del naufragio de un galeón imperial.

 

Suelo soñar con salones de billar desiertos,

donde las buchacas cuelgan como escrotos entre

las mesas sin tela, porque alguien, un marinero de

otra historia, se envuelve con ellas para

no morir de frío, porque estos salones de billar

están repletos de fisuras por donde entra la memoria

malherida como gata escaldada, violada, negra.

 

En estos salones de billar anida Ítaca

y no se puede contra Ítaca

porque anida como un murciélago bíofluorescente

ciego, en celo, avivando la lumbre de su faro,

llamando desde Ítaca a las furiosas hirvientes

murciélagos de Ítaca.

 

Suelo soñar con los salones de billar de Ítaca,

donde, borracho, trato de embocar las bolas,

pero éstas saltan de las mesas y chocan

contra los muros tiznados y sus odiosos

proverbios del Infierno:

The road of excess leads to the palace of wisdom.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/thomas-harris-3/

 

 

MAR DE LOS PECES ROJOS

Me pararon al frente, me dijeron

Habla

Y hablé.

Me pararon al frente, me dijeron

Desnúdate

Y me desnudé.

Me pararon al frente, me dijeron

Órnate

Y me incrusté oropel, pedrerías,

Oro falso

En el cuero.

(Aplausos)

No sufrí apremios físicos, debo decirlo,

Pero me rodeaba la muerte.

La noche, esa noche, era primordial.

Había calles angostas,

Pasos, gritos,

Cuerpos.

Los puntos cardinales estaban perdidos.

Yo estaba perdido, en un sueño, en una película.

La noche en Rumble Fisch.

El mundo era un círculo en blanco y negro

Despoblado por fantasmas

Habitado por dos peces rojos

Devorando s reflejo

a falta de víctima.

Todo esto era circular y referido por la muerte;

El mundo era circular, en blanco y negro, habitado

Por dos peces rojos devorando su reflejo.

Todo transcurría en el teatro o en el cine.

Todo transcurría en la calle o en un sueño.

Los puntos cardinales se habían perdido

Y el vértigo de la velocidad entraba por los ojos,

Por los poros,

Yo estaba poseído por efectos especiales.

La ciudad era un mar en penumbras,

Blanco y negro,

Dos peces rojos.

Devoraban sus reflejos.

Yo era un pez, Almirante, y la muerte

Otro pez.

 

 

MAR DEL DOLORIDO SENTIR

Me cosieron la boca y los ojos

Me inocularon coca cola en las venas

Todo transcurre en una película mexicana

What is your name me preguntó alguien

Desde alguna parte

Ahora ya no puedo seguir hablando por todos

Ustedes se esfumaron tras ese halo de luz

Los demás desaparecieron en ceniza

Se obliteraron en humo o lluvia de la ciudad

A mí me arrastraron por un pasillo angosto y húmedo

Como vientre

Rojo

(la intensidad del color filtraba la venda)

olía a pierna humana

como en el corredor de Maldoror

¿sugar mister? Me preguntan ocultos

por la radio tocaban un corrido

perros ladraban

la música se me emplasta por los oídos

por ahí puedo sentir bien

por acá no

el corrido comienza a arderme en los oídos

los hombres sacan pistolas

a mí me trataron como a todo prisionero de guerra

olvidando los tratados y la piedad

el pasillo se adensaba hasta el mismo color del miedo

ahora el espacio y las sensaciones eran intensidad pura

energía pura

mi cuerpo se confundía con el pasillo y mi pensamiento con mi

cuerpo

un perro negro metía y sacaba la lengua

muy rosada

la sangre me chispeaba en las venas

(me habían inoculado coca cola)

el pasillo se hacía verde azul dorado tras la venda

todo iba siendo brillo y color y ardor

I HAVE THE POWER

pensé entonces,

y desembocamos, como si fuera un coito, desembocamos:

aparecí en la calle Pedro León Gallo; había baldíos,

por todas partes, hierros viejos, raíles, huellas,

niños en desnutrición:

a la izquierda de mi cuerpo, de mi dolorido sentir,

había un túnel, rojo,

gruta vulva socavón o cueva,

las nubes descendían al nivel de mi cara,

un perro negro metía y sacaba la lengua,

amanecía en Concepción.

 

 

LOS SENTIDOS DE LA ÉPICA

Me he propuesto la difícil empresa

De enamorar por el resto de su vida a una sola mujer:

Como esos hombres de barbas rojas que perseguían

Por el resto de su vida la inconmensurable distancia,

Y la teñían de mar,

De cielos explotando,

De crepúsculos bordeando con la Nada y,

Al final,

Regresaban al punto de partida y el único

Sabor en sus bocas, además de la adorable sal,

Era la amargura de la certeza de que la tierra

Era una redonda y húmeda esfera:

 

Pero yo me he propuesto la difícil empresa de

Enamorar por el esto de su vida a una sola mujer:

Tengo muchos aspectos en mi contra:

Los primeros, los más comunes

El transcurso del tiempo, la decrepitud, el cansancio

De la mente y la sinopsis del gusano:

(El temblor de mis manos sobre su cuerpo sólo la

estremece)

El segundo, puede ser la vaga impresión

De desaliento al ver marchitarse las flores amarillas

Que tras un viaje por un océano de cipreses grises

Una vez le regalé:

También está la oscura tentación de descerrajar

Los cajones con llave que todos guardamos

En un recóndito ámbito: esos cajones con llave

Que tanto bien hacen al amor por su tranquilo misterio,

Que invariablemente compartimos, en silencio,

En la noche de insomnios y e la noche de sueños:

También está el deseo de partir nuevamente,

Que es consubstancial

a todo navegante

y yo soy un navegante:

También están mis manías, mis celos y mis insomnios,

Y ese gran amor a mí mismo que nunca me deja,

Ese atroz enemigo que gruñe, roe, escalda y se

Ríe a mis espaldas de mis muecas:

Ese atroz enemigo me recuerda en las noches,

Cuando subo a su cuerpo


El poema de Malcom de Chazal:

 

Cuídame de amarme demasiado

Volverías a ti mismo.

El amor es redondo.

 

Además está Ella Misma, como el mar tan

Amado por los navegantes, ese mar que en sus mareas

Lo podemos arribar, costa, o morir en él, altamar;

Pero también tengo algunas cosas a mi favor:

No sé si las menos o las más:

Fuera de las rosas amarillas y marchitas,

Mis insomnios, la compulsión de la partida,

Mis manías, el que sea un navegante, todo eso que ella

Ya adora y ama:

La certeza de que la única manera de enamorar

Por el resto de su vida

A una sola mujer

Es amando a una solo a mujer.

 

Eso, además de las rosas amarillas y marchitas,

De mis insomnios y la compulsión por la partida,

Dado que soy un navegante,

Y mis manos temblorosas y mis manías,

Y mi cojera,

Y la tentación de descerrajar sus cajones con lave

Y mis propios cajones con llave.

 

Pero también tengo a mi favor

El hecho de que cocino delicioso y que cuando la amo

La persigo por inconmensurables distancias y la tiño de

Mares y cielos explotando

De crepúsculos bordeando con la Nada, y,

Al final,

Regresamos al punto de partida

Y ahí el único sabor en i boca

Es la adorable sal de su boca:

Y sé que sí, que si regreso a mí mismo,

Que si el amor es redondo,

Al final de esta húmeda e inconmensurable esfera,

me aguarda ella, la mujer que me he propuesto amar

por el resto

de

mi

vida.

 

 

LOS SENTIDOS DEL RELATO

Te voy a contar una historia,

te voy a contar una historia, paloma,

aquí en esta solitaria playa de Cipango,

desnudos tu y yo,

aunque sólo sirva para disminuir un instante de tu odio;

a esta historia miserable

la investiremos de gesta,

de gesta individual y podrida,

gestada entre el silencio y el cielorraso,

entre los crujidos de la noche en medio del vacío

y con el deseo como único sol fulgurando al borde

de la muerte;

esta gesta de la nada que te narro

debe ser como una fuente de perlas y rubí,

el blanco y el rojo confundidos

en estas sábanas junto al mar

para derramarnos al siguiente paso

este es mi deseo: así como te he cubierto,

así como me he derramado en tu cuerpo tan joven,

así,

derramarme y cubrir este panorama desolado

que contemplamos

mar y silencio,

rezumantes de jugos corporales,

tú y yo:

Ya se apagaban los últimos neones como emblemas

de un falso mundo luminoso,

ya se iban los 90,

la peste desbordó por esos mismos parajes:

estas que ves frente a tu cuerpo todavía tembloroso,

pálidas y desmendradas,

a punto de apagarse para siempre al primer soplo

de verdadera pasión

son las últimas ciudades de Sudamérica:

Cipango, Tebas,

Cathay, California,

Argel, Tenochtitlan:

perros son esos que ladran en las esquinas

contra el miedo;

viento, esos murmullos que sobrevuelan los callejones

borrando las señas de la muerte;

tiempo, eso que transcurre sin huella,

empedrando las ganas, esas momias de nuestros pueblos;

estas que ves son las 7 últimas ciudades de Sudamérica

como 7 planetas de barro y silencio

fulgurando sin luz propia

en 7 descampados estancos:

aunque el camuflage sea perfecto,

la ornamentación de la decrepitud y las tablas y la tierra,

esta gesta transcurre en pleno Reino del Poder;

soy el viejo Helicón y no miento,

es peligroso, paloma,

que estemos aquí en esta playa baldía

hablando como hablamos

de la muerte,

del amor,

del silencio;

es peligroso hablar así:

yo no sé nada de poesía,

sólo me sé a tu lado

en esta intemperie,

en los márgenes de Cipango,

bañados por la luna cruel.


 

PARTO

La boca de lobo me escupió

a una barriada postmedieval como un suspiro de monja sangrienta.

Así fue mi parto, así mi azul expulsión de la culpa.

Ahora que soy Lobo, puedo aullarlo al viento,

pues me han inculcado una Fe leprosa.

 

Sólo una Fe leprosa puede emanar de un bautismo dual,

de simientes pretéritas, en pleno Pleistoceno Postmedieval.

Y la placenta de la boca pineal de la loba que me malparió.

Mi parto en los yermos de la peste.

En la desolación sin, de su reyno de adormideras negras.

 

Empapado y aun fetal, Lobo se escabulle entre los yermos tristes

de tanto poder acumulado,

sólo queda entre las briznas la placenta delatora.

La loba madre debe comérsela antes de la llegada de los cazadores virtuales.

De los cazadores de brujas cibernéticas,

de los cazadores de réprobos, de los cazadores de lobas holográficas.

Pero si la loba madre no puede volver la placenta a su matriz aterida,

la placenta deberá hacer el trabajo sucio.

 

Y entonces será una placenta dentada, voraz,

una placenta hambrienta, deslizándose por los páramos

arrasados por las guerras intestinas, esa nueva economía del neo-feudo,

una placenta viscosa, porosa, espejeando el cielo,

una placenta hinchándose bajo el reflejo de Castor y Pólux,

una placenta arrasándolo todo a su paso, abriéndole camino al lobezno,

por la felpa agusanada y azul de la luna cómplice.

 


LA FE

Fuera de la boca de lobo, la Fe es lepra de sangre azul.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es una estrella destripada.

Fuera de la Boca de lobo, la Fe es un cardenal orinando desde el cielo.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es los pinchos y el garrote.

Fuera de la boca de Lobo, la Fe es tierra sin labrar, promontorios.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es un desafinado canto gregoriano.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es una pulga, una mosca, un ratón.

La pulga sangra a la Fe.

La mosca caga y fornica con la Fe.

El ratón corroe los huesos mondos de la fe.

Fuera de la boca de Lobo, la Fe es tormento y apostasía.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es casulla y cuchillo.

Fuera de la boca de Lobo, la Fe es un poeta desollado, chorreante.

Fuera de la boca de lobo, de la Fe es culo de hermafrodita mancillado

por libertinos navegantes del ciberespacio.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es un sacramento de fango,

hozado por piaras caníbales.

Fuera de la boca de Lobo, la Fe es silencio, silencio, silencio de Dios.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es un asesino infeliz.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es un santo con antifaz rosa.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es NO.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es la Esfinge, Calígula, Fitzcarraldo.

Fuera de la boca de lobo, la Fe es NO.

Fuera de la boca de Lobo la Fe es ¿Padre, por qué renunciaste a mí

renunciando a ti mismo?

Fuera de la boca de lobo, la Fe.

Fuera de la boca de lobo.

Fuera de la boca.

La Fe.

De la boca para fuera.

 

QUE WILLIAM BLAKE NO SE LEVANTE DE SU TUMBA

I

 

He orado para que William Blake no se levante de su tumba.

He oído noticias, de boca en boca, de trueno en trueno,

las noches de este crudo invierno, acá en Ciudad Gótica.

Todas dicen que William Blake se levantará de su tumba.

Qué haría William Blake fuera de la tumba.

Dicen que los años de muerte borran las huellas del lenguaje.

Cómo no, si los gusanos han corroído el cerebro

que alojaba las palabras y sus visiones.

No todo hombre es capaz de aguzar sus visones hasta producirlas

en un estado que podríamos llamar iluminaciones negras.

No, que William Blake no se levante de su tumba,

como se anda corriendo la voz.

Qué sería de Ciudad Gótica con esa sombra atroz arrastrándose

por los muros?

Yo tengo mujer, o una loba, no importa, que cuidar,

por eso no quiero que un tipo capaz de matar a un inocente

con tal de no apagar sus deseos se levante de su tumba.

Poseo una hermosa gruta ornada de estalagmitas

y estalactitas fluorescentes,

un jardín donde deslumbran los fuegos fatuos.

¿Cómo permitir entonces que ocurra este rumor,

este demasiado rumor, que William Blake se levantará

de la tumba al séptimo día del séptimo mes del séptimo siglo?:

Anatema sea.

Anatema sea:

The cut worm forgives the pow.

 

II

 

Emerge con el tórax en llamas, William Blake de su tumba,

de lápida en lápida,

de tiniebla en tiniebla,

muerto de lejana muerte y redivivo de imposible hálito,

mareado por el Leteo agitado esta noche de vientos tan fuera

de estación,

William Blake con ese aire de un Whitman embrujado,

envés del viejo de yerbajos y hojas y sexo,

este es un cadáver que va perdiendo poco a poco su putrefacción,

puede ser un dios a pesar de ser él, William Blake,

ya lo ha purgado todo en su poesía,

ya ha lavado todas las supuraciones de la muerte en sus proverbios,

ya ha hecho proverbial el Bien y el Mal en sus apotegmas,

y, para bien o para mal, los ha pulido, y ahora son espejos.

Así, camina nada más, el viejo William Blake recién

levantado de su tumba y se encuentra en las medianías

del cementerio con el lobo;

Te has levantado de tu tumba, le dice el lobo.

“Corrían rumores” dice William Blake.

“¿Para qué tanto enigma?”, pregunta el lobo.

“Dicen las voces que la poesía cambiará el mundo.

Que por fin adviene la verdadera Revolución, la de la poesía”,

musita, un tanto incrédulo William Blake.

¿Y eso era todo?, pregunta el lobo.

¿Y la plaga el crimen el incesto la ablación del Deseo?

pregunta el lobo.

“Oí lo que oí” responde William Blake.

Y la carcajada del lobo es tan brutal que devuelve

a William Blake a su tumba.

Y el lobo queda solo en la medianías del cementerio,

en Ciudad Gótica, y aúlla y trota entre las lápidas,

y piensa:

¿Por qué no se levantará mejor Marx de la tumba?

 

 

FENOMENOLOGÍA DEL VILLANO DE ESTOS POEMAS

Tengo sexo.

Todos los crepúsculos los ofrendo al sexo.

Mi mente es un cenicero de boîte manchado de sexo.

De cenizas amargas de sexo.

Copulo con lo que me ponen por delante.

Lo que venga de los Reinos que configuran el Cosmos:

Animal, Vegetal, Mineral, Onírico, Barro o Sal.

Tengo tanto sexo: por las calles del puerto, en las ruinas

de Palacio, en las ciénagas con las salamandras,

sexo, en los museos de mis dominios, sexo,

bajo los Caspar David Friedrich, los Giger, los Goya

y sus brujas untadas y todos los cabrones de la Landa.

Me revuelco y hozo en las brumas ocres

como el viajero en el mar de nieblas,

y los cuerpos y las rocas mutan en niebla sobre mi cuerpo.

Tengo demasiado sexo. Uf!

Por delante, por detrás, cunnilingus o

por las rendijas de la mente.

Mi glande es una Gigante Roja.

Y fumo mucho, tanto, y bebo alcohol y canto cuando

fornico sobre el dosel de nieblas de Caspar David Friedrich.

Y bebo, chupo como cochero cósmico,

como el auriga de Alfa Centauro,

el más curagüilla de todos los dioses,

y me inflo como un Zeppelín, Led Zeppelin y vuelo

Escalera al Cielo y busco al mejor de mis marranitos,

macerado en sangre,

y le paso la lengua y lo destapo

como un odre para que me inunde su sangre púrpura.

Me ducho con su sangre púrpura

y abro la boca bajo esa ducha orgánica y tibia,

y tengo la lengua pesada de sangre,

y todo mi corazón es una boca llena de sangre,

no, unas fauces acechando

en los altares de Caspar David Friedrich,

unas fauces llena de colmillos rojos de sangre y muescas

de los que he bebido, cerditos o marranitas,

me da lo mismo, porque también mamo como condenado.

Le chupo las tetas a la muerte. Uf! Glup! Dan tiritones.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/tomas-harris/

 

 

UNA INDAGACIÓN SOBRE ESTA PERVERTIDA MANERA DE VER LAS COSAS

(de "Diario de Navegación" -1985)

 

Un tropel de caballo amarillos galopaba el tiempo

Orompello abajo;

nosotros sabíamos que todo nos sería concedido

en sueños;

una hembra destas tierras llamada O se abría como

boca de lobo

bajo el sol de cuarenta voltios

envuelto en celofán rojo;

lo narrado transcurre durante un caluroso amanecer

de verano.

Pero estas ciudades del Sur, sin querer, te

vacían el cerebro:

blancas, como Mikonos,

fantasmas, como pueblo minero de California;

O era puta y triste.

Después de consumado su cuerpo quedó a la deriva del

baldío,

mecida por la resaca del viento,

el Pacífico,

el sol poniente.

El vientre de O era liso y cruel.

Aún después de unas leguas de calles y baldíos refulgía

en nuestros deseos como aparición,

como faro,

como fuego fatuo;

pero no sabemos a ciencia cierta si el tropel de caballos

amarillos

era parte de los pervertidos mecanismos del sueño

o un dato efectivo de lo real.

Nos habían dicho que todo nos sería concedido en sueños:

nos habían dicho: "Vayan y busquen el amor"

y ante nosotros las ciudades eran el teatro del dolor:

pero sabíamos que los

pervertidos mecanismos del sueño

se oponen al dolor

 

 

MAR DE LA DISOLUCIÓN

(de "El último viaje" - 1987)

 

Pero la lluvia era salobre, Almirante,

y duró tantos años

que la ciudad se fue borrando,

los muros desmoronándose,

los braseros de las putas que ardían en Bulnes

poblando la noche como de lámparas vivas

se extinguieron,

y con ellos se extinguió el amor,

ya no había línea del horizonte, puntos cardinales,

nos fuimos quedando sin

deseos.

Tomado de:

https://www.dim.uchile.cl/~anmoreir/escritos/harris.html

 

 

 

De: Noche de brujas y otros hechos de sangre

1993

12 P.M.

La violencia, dice Bataille, es silencio.

Cuando nada parece alterar nuestros inmutables cuerpos,

la violencia, dice Bataille, es silencio.

Si esta noche descerrajaran las puertas de vuestras casas,

serían vuestros cuerpos, entre el silencio de los objetos,

los primeros objetos del silencio.

La violencia, dice Bataille, es silencio.

Hagan la prueba de esperar el transcurso de un minuto,

en silencio,

segundo a segundo,

como En la hora del Lobo.

Un minuto entero de todas las horas de la noche.

La violencia dice Bataile, es silencio

 

De: Los 7 náufragos

1995
ELEVACIÓN Y CAÍDA DEL MERCADO MUNICIPAL

He aquí el sol,

ese miserable doblón de oropel,

despeñándose lento, oblicuo, amenazante,

por el ala este del mercado municipal.

He aquí el sol sobre el mercado municipal:

colores y refracción, sólo colores y rarefacción,

en su más pura y miserable abstracción.

Éste es el hábitat natural de los mercados,

flores putrefactas, agua chorreante, la bestia destazada,

el triperío, la fibra sintética, las medallitas de latón,

el plástico y el benjuí:

así veo el amargo doblón del sol

yéndose por el ala este del mercado,

en un lento, tibio y luminoso desbarrancamiento;

después adviene la sombra,

y el frío más frío que la sombra,

bajo un cielo híriente de tan azul,

de edulcorado añil, cobalto de Ciénaga y mar,

y el paso de lo fugaz, lo instantáneo

que rasga el ojo la ojera la arruga

el surco del gesto y la mirada

¿Será un micro, dos, diez, cien veloces micros

que cruzan por el microcosmos del mercado?

El mercado tiene otra ala en el lado oeste.

El ala del lado este se eleva hacia las cumbres

de la Cordillera Roja.

El ala del lado oeste se desploma

hacia los arrecifes de corales grises.

Y las plumas de hormigón del ala este del mercado

barrieron la basura hecha de pétalos podridos, triperío,

dientes cariados de carey,

y muñecas despaturradas en su carey;

mientras tanto, el ala oeste del mercado

permanecía inmóvil sobre un conejo destripado

bajo el añil,

adobándose en sal sus vísceras,

mientras el falso doblón del sol

doblaba una umbría esquina

por la cual cuatro ardillitas azules

correteaban entre los muslos de las colegialas,

se escurrían entre el triperío, el cariado carey, el

conejo destripado

y la sombra del falso doblón del sol mordisqueado

por tres furiosos quiltros negros.

Magro cosmos era el cosmos del mercado.

Y he aquí ahora que al mercado

le nacen dos nuevas alas: una hacia el norte,

otra hacia el azul.

Mientras estas alas rompían la mampostería de los muros

y afloraban como extremidades de un feto alado,

un polluelo neonato envuelto en sus algas placentarias,

el ala oeste del mercado comenzó a batir suavemente;

ahí, el ala este del mercado fue tomando un ritmo más y más

frenético,

el ritmo frenético de un ave prehistórica alzando el vuelo,

y volaron los jumper azules de las liceanas

albinas raquíticas impúberes

las ardillitas azules se desbandaron

cubiertas del triperío de los conejos y los pétalos de azores;

un frío viento arremolinó todo el lado este

del mercado.

Las dos nuevas alas del mercado,

el ala norte y el ala azul,

terminaban su ciclo de crecimiento y, sendas,

comenzaban a batir…

el ala del lado este y el ala del lado oeste

ya iban a impensadas velocidades,

una hacia la Cordillera Verde,

la otra, hacia el Océano de Cipreses Grises;

pero entonces, por el costado Azul

aparecieron los Guardianes del Consumo,

con sus uniformes rosas,

sus lumas de pehuén y la cruz gamada del

tributo en sus brazaletés magros;

luma en mano,

fueron rodeando a los vendedores del mercado

que se aferraban con espanto

a sus cajas Kitty Bananas;

pero he aquí que con un crujido de elefanta en parto,

de brontosaurio quebrando el cascarón,

de aullido de india pariendo colgada de un

avellano,

el Mercado se desencajó de sus cimientos

y ronco, gris, pleno, lúgubre, chorreante

comenzó a elevarse por los aires

mostrando su basamenta desfondada,

desgarrada, cañerías cercenadas y tentáculos de pulpos,

cabezas de cerdo, criadillas y ubres

caían como una lluvia parda,

como si el cielo fuera

una caja de Kitty Bananas desfondada.

Entonces, el Mercado ascendió al Reino de los Cielos

batiendo sus cuatro alas,

la este la oeste la norte y la azul

elevándose cada vez más por los aires;

los vendedores ambulantes

se desbandaban hacia los cines, los zócalos, las galerías

con sus amadas cajas Kitty Bananas

chorreando el triperío multiplicado del Mercado.

Pero el mercado continuaba su ascención, virgen,

imperturbable.

El Mercado.

Pero he aquí que las 4 alas del Mercado

se detienen de una vez.

El Mercado, por un instante, queda suspenso

en un hilo de aire;

y después cae, cae, cae y cae,

como un triste aerolito,

como un magro asteroide sin luz propia,

como cadáver de satélite con un obscuro designio

frustrado dentro,

la más detestable partícula de un cosmos que no es,

cae, cae y cae el Mercado

cae riendo a gritos,

cae riendo a gritos con el feroz rictus de la

calavera,

gritando con sus labios leporinos de ladrillos

corroídos

por las garras vibrantes, herrumbres de acero

y alambre,

ensordeciendo el Universo,

todo lo circundante:

¡EN DIOS ME CAGOOOOOOOO!

Y vuelve, la caída, la caída del mercado,

y se revienta contra el pavimento

llevándose a medio mundo por delante,

llevándose a medio mundo por detrás,

ardillitas azules, colegialas y perros flacos,

mendigos de Murillo

y a los guardias del consumo como a los veloces

ambulantes con sus cajas Kitty Bananas

chorreando agua salada y sangre de

pescado.

 

De: Encuentros con hombres oscuros

(2000)
EL HOMBRE DE LAS NIEVES

a Tomás Harris Dazarola.

a Pamela Harris Nijamkim.

 

…le hago una seña, viene,

y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué más da! Emocionado. .. Emocionado

 

César Vallejo

 

A esta hora,

desde el infierno blanco al Sur de Todo,

en pleno casquete polar antártico,

cuando los sonidos del reloj penetran

por el espacio blanco,

cuando las manijas del reloj

hunden el blanco espacio y el blanco espacio

retorna en los muros,

y los muros se deslizan hacia arriba, témpanos,

hacia el cielorraso como columnas de humo, ingrávidos,

y se juntan en lo alto con el silencio

y, ambos, el silencio y lo blanco

enmudecen los objetos: las rosas marchitándose en el florero,

Le charmeuse de serpents del Aduanero

sobre la repisa,

y sus ojos fulgurando un oro rupestre al fondo

en la profundidad

de su cuerpo vegetal,

—¿Cómo será un cuerpo vegetal al tacto?-

los frascos de perfume o veneno vacíos,

la réplica de un ánfora griega,

la bala de máuser junto a los pisapapeles,

el Troll que traje de Estocolmo y el retrato de Baudelaire

Que le hizo Nadar; algunos libros que estoy leyendo,

20.000 leguas de viaje submarino, Moby Dick,

Arthur Gordon Pym,

los mares de Melville, Verne y Poe;

y mis poemas inconclusos.

A esta hora de la Alianza, desparramo sobre la mesa

el hato de fotografías de mi padre,

cuando estuvo hace 38 años en la Antártica,

capitán de la misma Nada nublada,

a punto de nevar para siempre,

separado por una línea infinita

que lo convertía a él en un punto

y a mi madre y a mí en otros puntos

de imposibles intersecciones.

Miro estas fotografías

mientras urdo la malla imposible de un poema

que dé salida a mi insomnio,

lamparón extinto e insoluble,

en el horno donde se agrieta esta noche,

en la que el más familiar y desconocido

de los fantasmas viene

a mi encuentro como sin ganas,

cubierto de manchas de nieve

y palabras ocultas bajo su lengua sepultada.

De cara al absurdo,

medio chamán, medio prestidigitador del deseo,

revuelvo el mazo de las fotografías,

obscena taxidermia ocre del tiempo,

ventanas abiertas en la mesa

hacia un imposible Polo Sur

donde mi padre mira hacia la cámara

no a mí, por ahora,

o hacia un infinito perdido entre la borrasca

y los témpanos eternos.

Desvío el ojo y miro la bala de máuser

y La charmeuse de serpents del Aduanero, para vencer

el Blanco amarillento de esa Antártica petrificada

en la trampa de un tiempo químico

con un poco de verde de un todo vegetal

y serpientes imposibles

en el albo infierno de las nieves eternas;

pero llevado por una pulsión inexacta regreso,

con el ojo,

al territorio mítico de las fotografías,

y me tiemblan las manos,

porque las siete ventanas

hacia la imagen de mi padre en las nieves eternas

se van transfigurando

en siete espejos,

siete espejos de mí mismo que se multiplican

en un múltiplo de mi rostro que no puedo conocer definitivamente.

Él, está allá, inalcanzable, entre los témpanos

y la borrasca amenazante,

y yo acá, también imposible para él,

entre el humo y el rumoroso silencio del diamante,

la atmósfera que me encapsula amniótica,

los 22 grados de calor en el living

y un insondable silencio,

que me adelanta un poco hacia las imágenes

de su imagen,

de su faz estarcida en esos siete cuajarones sepia,

ventanas o espejos.

La barba rala con la que aparece

sólo la conocí en las fotos,

y una boina negra y el uniforme de campaña

y algo de mis rasgos,

y mis gestos le acompañan.

Sus rasgos y sus gestos me acompañan,

desde la distancia incólume, a mí

diez años menor que yo ahora,

tallado en el corrosivo manganeso.

No tuvo vejez,

no hubo para él la vejez,

SU Vejez fue suplantada por el suicidio.

En una de las fotografías besa en el hocico

a un perro siberiano,

en otra parece haber retrocedido más el tiempo

y sólo su silueta

aparece recortada en un horizonte claroscuro

y la sensación de distancia

puede ser dada por la luz y la hora polar

engastada tras los años de esa fotografía.

En una cuarta o tercera, otro soldado,

barbado como él,

le da una cucharada de sopa en la boca:

una sopa humeante;

el humo de la sopa quedó ahí congelado como una estalagmita subiendo

desde el latón de la cuchara

hasta los labios entreabiertos

que prefiguran la muerte,

en el gesto congelado

para siempre por los químicos líquidos hechiceros.

Una fotografía sobresale, resalta,

relumbra bajo la luz lateral de la lámpara,

entre el humo, bajo una tenue garúa,

que se petrifica en nieve antes de llegar al suelo:

aparece a un metro ochenta y ocho de alto

junto a un lobo o elefante marino,

una mancha negruzca

colgando de un gancho como un Leviatán sombrío

y chorreante

que mató con sus propias manos, y en su boca,

como la raíz primordial de un helecho,

como los renuevos en lo profundo del bosque virgen,

el gesto desolado de la depresión en la falla geológica de sus labios

que intentan, en vano, esbozar una tenue sonrisa

como una fisura abierta

en las desoladas nieves eternas.

Mientras yo, acá, otra vez niño,

impotente ante lo irrevocable del gesto

que marca las avenidas del suicidio

desde esas huellas en la nieve,

desnudo en el living desolado,

en el desamparo absoluto del cielorraso

del que comienza a caer

una fina llovizna de nieve,

voy regresando pliegue a pliegue por los años,

hacia las desvaídas imágenes de las fotografías

que se van cubriendo.

de esa lluvia de nieve que cae desde el cielorraso

y me cubre,

nos cubre, va cubriendo los muebles, la nieve,

las sillas, la mesa, la nieve, el reloj, la nieve,

la alfombra y su diseño,

y el musgo de La charmeuse de serpents

se va encaneciendo como si el cuadro envejeciera repentino

y la nieve continúa cayendo y cubriendo

mis gestos sistemáticos,

mis gestos desvaídos,

mi desgano,

la fórmula insostenible de mis deseos,

mis ojerosas dádivas a la muerte,

mis muecas solapadas ante el infortunio,

mi sonrisa raída y mis pómulos salientes.

Porque eso es todo lo que me ha quedado

de ese hombre que tuvo el gesto de engendrarme:

luces y sombras sobre siete cartulinas ajadas,

ideogramas oscuros como peces del Pleistoceno sobre los témpanos

varados a sus espaldas y ante mis ojos.

Vestigios fosilizados de un cuerpo cuya resurrección

no se ha cumplido y quizá nunca la haya,

ráfagas de tiempo abrazándonos en la distancia a la velocidad de astros

mutilados. Eso y nada más, vestigios prehistóricos

de mis gestos y mi gesta y el qué se fizo,

y un poco de destino varado al borde del cenicero

donde se consume el último cigarro de esta noche.

Y se repite siete veces en cada fotografía

el que también sin saberlo del todo

tramó cada uno de mis movimientos y palabras.

Lejano, sobre la nieve, petrificado,

más joven que yo a esta hora de la noche.

Quisiera yo ahora un beso

de ese hombre muerto.

Quisiera yo ahora una sonrisa en movimiento

de sus labios partidos por la nieve.

Y también un jirón de su uniforme de campaña

para arroparme y dormir y soñar

que los siete espejos velados

van cobrando, lentamente, color y movimiento,

aunque sólo fuera ilusión de movimiento,

para acercar unos pocos metros su fantasma

a esta porción de vida latiente;

pero no hay puertas giratorias,

pasos perdidos entre el hielo,

regreso a una Santa Mónica de los Venados vitrificada,

al Primer Día de mi Creación,

pasos perdidos entre los icebergs y las montañas albicantes

y las nieves eternas y el Uno que fuimos en un tiempo remoto

anterior a nuestro primer hallazgo.

Y pensar que sólo bastaría una seña, que no encuentro,

para que caminara y viniera desde las fotos,

y en un abrazo en el Todo o en la Nada,

no importa,

la paz se haría entre nosotros.

 

De: UNHEIMLICH, Poemas de amor, deseo y muerte. (2015)

UNHEIMLICH

Es mucho más emocionante

ser un sesentón tocando rock

que mirar Netflix tirado en un sillón.

Nick Cave

 

Debo aclarar que soy un sesentón que se tira a ver Netflix en un sillón y que escucha a Nick Cave y no deja de escribir poemas, que es mi manera de hacer rock.

Thomas  Harris

 

Estaba tirado en el sillón de mi escritorio viendo Netflix

el primer episodio de Twin Peaks

y cuando Laura Palmer le decía al agente

Cooper nos veremos en 25 años después me dormí

(no sé porqué David Lynch me produce sopor) y soñé

en el sueño que caminaba con una muchacha de minifalda amarilla,

como los aromos que comenzaban a florecer

por la plaza de Chiguayante,

o sea que en el sueño debe haber sido agosto

cuando florecían los aromos en Chiguayante

y dejaba a la chica de minifalda amarilla en la

puerta de su casa y le daba un beso con lengua

y después comenzaba a caminar hacia el cerro del mirador

y me sentía ligero es decir sentía el cuerpo como si pesara 70

kilos y tuviera 16 años o algo así

no cojeaba ni me dolían las articulaciones

y todavía la erección después del largo beso de despedida

con la chica de minifalda amarilla

y creo que mi camisa era blanca y el viento la hacía ondular

estaba muy feliz en el sueño y el cielo estaba muy azul

no había nubes densas agoreras ni viento norte

que amenazara lluvia y caminaba sin rumbo fijo

no había toque de queda ni patrullas militares por las calles

y las canciones que escuchaba eran de los Iracundos y

José Feliciano y Los Ángeles Negros

y tenía muchas espinillas porque la noche anterior

había tomado demasiado aguardiente

pero no tenía la caña atroz de antes de dormirme y soñar

que caminaba para juntarme con el Gera y el Negro Willie

para ir a jugar pool donde el Tabo

y entonces pensaba que la poesía debía ser

como una muchacha rodeada de espigas o no ser

en un momento del sueño me encontré de golpe

nuevamente con la chica de minifalda amarilla

que me miraba con ojitos tristes

haciéndome un gesto de despedida con una mano

en uno de esos giros de los sueños

que ni Freud ni Lacan me podrían explicar ahora

entonces desperté sobresaltado pero aún ligero y feliz

tirado en el sillón de mi escritorio viendo Twin Peaks

en Netflix el agente Cooper ahora estaba súper viejo

y andrajoso y era su doble siniestro o algo así

y yo también me sentí como mi doble siniestro o algo así

entonces sentí el dolor de mis articulaciones

y del pie izquierdo porque tengo una prótesis de titanio

y también me dolía la cabeza y comenzaba a nevar

retrocedí la serie para ver qué había pasado en el sueño

con el agente Cooper, qué onda tan viejo y sucio,

cuando en la temporada de 25 años atrás siempre andaba

impolutamente vestido y con una camisa blanca

bajo el gabán de agente del FBI

pero el comando se trabó y comenzó a nevar y se cortó la luz

y quise volver a despertar de este otro sueño pero como no despertaba

salí al balcón a ver cómo nevaba en el nuevo sueño

y estaba ahí mirando cómo los jardines del condomino

y los autos y el césped y los árboles se teñían de blanco

y se quebraban las ramas y caían con estrépito

cuando mi mujer me abrazó por la espada

y me dijo mira cómo nieva y comenzó a sacar fotos

con el teléfono y yo pensé que no hay un copo de nieve

igual a otro copo de nieve.

Tomado de:

https://fanky.cl/literatura/inedito-y-selectos-11-poemas-de-tomas-harris/

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