Abuelo
Su vista comenzó a fallar
cuando yo todavía era un niño.
Vinieron a enseñarle Braille,
pero era demasiado viejo,
cascarrabias y salvaje
para hacer lo que le decían,
como de costumbre. Pero aun así,
teniendo en cuenta su edad,
trabajó en Moon, hasta que
rompió las tarjetas
con hoyuelos en pedazos con rabia frustrada
una mañana de abril. Yardas,
no millas, de oscuridad, se extendían
ante él en el peor de los casos,
calculó. Y trajimos
y llevamos; y trató
de hacer frente; y renunció y maldijo
la luz voluble y murió.
Yo, demasiado joven en ese entonces
para llorar o comprender
las vidas cargadas de los hombres,
o la muerte como un alivio
y no oscuro contrabando,
que no había sufrido pena,
ahora dale las buenas noches:
recordando el resplandor
de la luz del agua martillada
reflejada en sus ojos,
su perfecta paciencia donde
una trucha arcoíris podría subir.
Tomado de:
Mujer barbuda
De hecho, soy del público una esclava;
cómo me gustaría ser indisciplinada
y empezar la mañana con una afeitada;
pero no me atrevo. Cada día me levanto
para mirarme al espejo con los ojos gachos
y, aunque me repugne, atusarme el mostacho
y acicalarme completa, obedientemente,
rizando las patillas untadas con aceite
antes de salir a enfrentarme con la gente.
Soporto el día entero, los crueles azotes
de mil bromas soeces, insultos y sarcasmos;
yo leo los labios sin que nada se me note.
Se dice que no hay en el infierno alojada
furia semejante a la de la mujer despreciada:
sabrá Dios por qué yo estoy de este modo adornada.
Incluso al Todopoderoso le será peliagudo
encontrar entre los humanos, aunque sólo sea uno
que me ame a pesar de mi semblante peludo.
Mas cuando el mundo y el tiempo hayan pasado,
vendréis todos frente a mí, sentada a Su lado,
radiante Novia Suya con el rostro barbado.
Tomado de:
https://raulherrero.blogia.com/2008/072001-mujer-barbuda-poema-de-richard-outram-.php
Carta de amor
Aún enfundada en ardor, cariño, en esta noche,
Aunque estemos en continentes separados, no
escribiría;
El cuerpo de mi pensamiento nunca podrá ser,
Por sutil que sea, la mitad del misterio
De un abrazo; y frases desnudas prueban
Pálidas verdades para aquellos que alguna vez
murieron en el amor.
Más allá de todos los vínculos, de todo apego a
los nombres dados,
Emerger sin palabras entre llamas vivas;
Reducido a palabras, no puedes entender
Mi mano torpe, distraída y desconocida,
Excepto que puedas leer entre estas líneas,
Donde nunca habrá lengua que te toque,
Y ver una sábana blanca como nuestro punto común.
Tomado de:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario