EL PÁJARO NEGRO
Entró en tu alcoba por una ventana,
como el cuervo de Poe, y se posó,
con aire indiferente, en el alféizar.
Tú pensaste en seguida: «En ese pájaro
está la imagen de mi desastrosa
existencia, el espejo de mis males».
Creías que anunciaba otra desgracia
cuando voló hacia ti y buscó refugio
en tu hombro, como si fuese el loro
de Long John Silver, pero no decía
nada desde su luto riguroso:
tan solo te miraba y te miraba.
Por fin rompió su tregua de silencio
y dijo lo siguiente: «Amiga mía,
soy el cuervo de Odín, no sé si Huginn,
el divino y alado Pensamiento,
o si soy Muninn, la Memoria sacra
(porque somos gemelos), pero vengo
—y esto sí que lo sé— a curarte el alma
y a devolverte la ilusión perdida.
Lo que pasó, pasó. Tendrás el mundo
a tu disposición si me haces caso.
Deja ya de enhebrar bobas metáforas
sobre el pájaro negro del dolor,
el fantasma de la melancolía,
las ruinas del espíritu o la cueva
de la angustia y de la desesperanza.
Deja ya de ensañarte con la vida
Por lo que, en tu opinión, te ha arrebatado.
Solo hay futuro. El sueño tiene alas.
Sé mi zorra, que yo seré tu cuervo».
PARA ALICIA, DISFRAZADA DE LEIA ORGANA
Si solo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si solo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras.
Si solo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si solo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras.
Si solo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres...
Pero es que hay, además, esa mirada
con que premian tus ojos mi deseo,
y tu cuerpo de reina esclavizada.
A LUCRECIA, QUE LLEVABA UN RELOJ EN SU SORTIJA DE CASADA
Vierte el tiempo, Lucrecia, en esa copa
que acabas de llenar hasta los bordes
y que él levantará, como un trofeo,
brindando por tu amor. Que él envejezca
y no tú. Que se dé cuenta de todo
y no pueda hacer nada, que el veneno
del tempus fugit corra por sus venas
y le devore el cuerpo y el espíritu.
Y cuando en la sortija ya no quede
rastro de tiempo, lléname la boca
con el néctar sin horas de tus labios.
Tomado de:
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_50/congreso_50_05.pdf
De "Scholia" 1978:
1. El campesino y la princesa
Embrujado jardín.
En un estanque,
desnuda,
te recojo.
Me parece que tengo entre los brazos
otro jardín.
2. Idilio
Dice la dama: «El frío ya no hiere mi cuerpo.
Llega una primavera que no funde la nieve
ni licúa los ríos. Primavera de brazos
y músculos y sables y dentelladas dulces.
Bajo un cálido sueño masculino me olvido.
Y en mi olvido se olvidan mis doncellas y el mundo,
lo que fui y lo que soy, mi nombre y sus aristas.»
Él: «Comienza en tus ojos un combate sin tregua.
Vencida, eres el fuego. Victoriosa, la llama.
Nunca el crimen sagrado me pareció tan bello.»
3. Pitonisa floral
He preguntado a las orquídeas
-dominaba el perfecto sopor del mediodía-
si tus cabellos eran sierpes
o sílabas de fuego adormecido.
4. Tus ojos
Y tus ojos, tus pétalos de luz,
aquellos ojos que resumían el estío,
vasijas de pureza,
agonizan de sombra en su prisión de nieve
y de silencio.
El mundo es una catedral helada.
"Scholia" 1978
De "El hacha y la rosa"
1993:
1. Bienvenida
Bienvenida al palacio de la duda,
a la casa del miedo.
Cómo echaban de menos tus pisadas
las baldosas del barrio.
2. El desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
3. El espejismo
Alguien me dijo que se había ido
fuera de la ciudad. Y volví a verla
cuando no estaba ya. Volví a entregarme
al dolor de sentir su lejanía
y a la añoranza de sus movimientos.
Volvió a decirme en sueños que me amaba
y a protagonizar mis pesadillas.
Volví a verla denuda entre mis brazos.
Volví a verme desnudo entre los suyos.
4. El olvido
La olvidé. Por completo. Para siempre
(o eso creía entonces). Me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba ante un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre.
Como si hubiera muerto. No era ella.
Su nombre era el de todas las mujeres.
5. La flor blanca
Entraban en silencio el invitado,
la mujer de su amigo y la flor blanca.
Estaban en silencio. Y el espacio
de su amor era blanco y silencioso,
como la flor que lo representaba.
Y aquel silencio era deseo y culpa,
traición amarga, dulce desafío,
y había en él angustia y esperanza,
y era la plenitud, y el desengaño.
6. La llamada
La noche había sido muy larga y muy oscura.
Quería oír tu voz. Que tus dulces palabras
me trajeran un poco de calma. Que el cariño
que sentías por mí viajara por teléfono
hacia mi corazón maltrecho y derrotado.
Quería oír tu voz y oí la de tu amante.
7. Un amor imposible
Te he encontrado en la calle
y, luego, hemos cenado juntos.
Te lo he dicho otra vez:
mi vida quiere ser lo que llamaba Bowra
"the pursuit of honour through risk".
Y tu sonrisa se transforma
en una mueca obscena,
y sigues sin saber qué es el pudor.
Antes de medianoche
estabas muerta ya, amor mío.
"El hacha y la rosa" 1993
De "Necrofilia" 1983:
1. Cómo te defiendes de mí
Cómo te defiendes de mí.
Cómo resistes,
desde la torre de la ausencia,
agitando el pañuelo para siempre,
sin forma ni color,
humo tan sólo,
aérea y rígida en tu nube,
diciendo adiós al mundo y a mis brazos,
muerta y levísima.
Cómo te defiendes de mí.
Cómo, al fin, me derrotas
y me sepultas, también a mí,
en la tumba sin flores del olvido,
donde mis huesos no conozcan
la senda de tu cobardía.
2. El fantasma
Cómeme y, con mi cuerpo en tu boca,
hazte mucho más grande
o infinitamente más pequeña.
Envuélveme en tu pecho.
Bésame.
Pero nunca me digas la verdad.
Nunca me digas: «Estoy muerta.
no abrazas más que un sueño»
3. La vela
Una vela es el deseo.
Está encendida. Ilumina
la habitación. En los muros
hay desgarraduras viejas.
La vela baila. Se cierne
sobre el espacio. Divide
la sombra en dos. El deseo
tiene pulmones de cera.
Y es el ahogo. Las cosas
bajo llave. Las palabras
no dichas. Burbujas. Brillos.
Alas rotas. Labios muertos.
O tu pecho: todo es cera.
Siempre en luz. Sobre el silencio
extiende su brasa el ojo.
Las paredes tienen grietas,
salpicaduras recientes.
Y ellos se alejan. Ignoran.
No saben qué hacer. No saben
dónde esconderse. Son otros.
Sombras de la misma vela.
"Necrofilia" 1983
Tomado de:
http://amediavoz.com/cuenca.htm
CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA
Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.
LA MALCASADA
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, qué es lo que pinto en esta historia?
Qué quieres que haga yo? Que mate a alguien?
Que de un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.
MI MONSTRUO FAVORITO
Qué va a pasar cuando mi novia sepa
que no puedo vivir sin tus pseudópodos,
sin tu horrible humedad en mi bolsillo.
Qué va a pasar cuando descubra un día
las huellas de tu baba entre mis dedos,
y empiece a hacer preguntas, y la rabia
y los celos se agolpen en sus ojos,
y yo confiese al fin que la he engañado contigo,
y que no puede comparársete,
y te enseñe orgulloso el agua sucia
donde se reproducen nuestros hijos.
Qué va a pasar cuando no entienda nada
y nos denuncie a Sanidad.
LA VENUS DE WILLENDORF
Entre las chicas norteamericanas
que estudian español en la academia
de enfrente de tu casa, hay una gorda
que es igual que la Venus de tus sueños.
Bajo una camiseta de elefante
que pone «University of Indiana
(Jones)» y unos pantalones de hipopótamo,
se mueve por el mundo con el arte
que le da su ascendencia mitológica.
Hace ya varios días que vigilo
desde el balcón su cuádruple barbilla
y el sol dorado de su cabellera.
Hace ya varios días que le envío,
cuando se pone a tiro de mis ojos,
dardos de amor y flechas de deseo.
Pero no llegan nunca a su destino.
Tomado de:
https://www.laraizinvertida.com/detalle-1822-39-luis-alberto-de-cuenca-
EL DESAYUNO
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Tomado de:
https://poemas.yavendras.com/luis-alberto-de-cuenca/
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