jueves, 11 de julio de 2024

POEMAS DE LUIS ALBERTO DE CUENCA


EL PÁJARO NEGRO

Entró en tu alcoba por una ventana,

como el cuervo de Poe, y se posó,

con aire indiferente, en el alféizar.

Tú pensaste en seguida: «En ese pájaro

está la imagen de mi desastrosa

existencia, el espejo de mis males».

Creías que anunciaba otra desgracia

cuando voló hacia ti y buscó refugio

en tu hombro, como si fuese el loro

de Long John Silver, pero no decía

nada desde su luto riguroso:

tan solo te miraba y te miraba.

Por fin rompió su tregua de silencio

y dijo lo siguiente: «Amiga mía,

soy el cuervo de Odín, no sé si Huginn,

el divino y alado Pensamiento,

o si soy Muninn, la Memoria sacra

(porque somos gemelos), pero vengo

—y esto sí que lo sé— a curarte el alma

y a devolverte la ilusión perdida.

Lo que pasó, pasó. Tendrás el mundo

a tu disposición si me haces caso.

Deja ya de enhebrar bobas metáforas

sobre el pájaro negro del dolor,

el fantasma de la melancolía,

las ruinas del espíritu o la cueva

de la angustia y de la desesperanza.

Deja ya de ensañarte con la vida

Por lo que, en tu opinión, te ha arrebatado.

Solo hay futuro. El sueño tiene alas.

Sé mi zorra, que yo seré tu cuervo».

 

 

PARA ALICIA, DISFRAZADA DE LEIA ORGANA

Si solo fuera porque a todas horas

tu cerebro se funde con el mío;

si solo fuera porque mi vacío

lo llenas con tus naves invasoras.

Si solo fuera porque me enamoras

a golpe de sonámbulo extravío;

si solo fuera porque en ti confío,

princesa de galácticas auroras.

Si solo fuera porque tú me quieres

y yo te quiero a ti, y en nada creo

que no sea el amor con que me hieres...

Pero es que hay, además, esa mirada

con que premian tus ojos mi deseo,

y tu cuerpo de reina esclavizada.

 

 

A LUCRECIA, QUE LLEVABA UN RELOJ EN SU SORTIJA DE CASADA

Vierte el tiempo, Lucrecia, en esa copa

que acabas de llenar hasta los bordes

y que él levantará, como un trofeo,

brindando por tu amor. Que él envejezca

y no tú. Que se dé cuenta de todo

y no pueda hacer nada, que el veneno

del tempus fugit corra por sus venas

y le devore el cuerpo y el espíritu.

Y cuando en la sortija ya no quede

rastro de tiempo, lléname la boca

con el néctar sin horas de tus labios.

Tomado de:

https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_50/congreso_50_05.pdf

 

 

De "Scholia" 1978:

 

1. El campesino y la princesa

 

Embrujado jardín.

En un estanque,

desnuda,

te recojo.

Me parece que tengo entre los brazos

otro jardín.

 

 

2. Idilio

 

Dice la dama: «El frío ya no hiere mi cuerpo.

Llega una primavera que no funde la nieve

ni licúa los ríos. Primavera de brazos

y músculos y sables y dentelladas dulces.

Bajo un cálido sueño masculino me olvido.

Y en mi olvido se olvidan mis doncellas y el mundo,

lo que fui y lo que soy, mi nombre y sus aristas.»

 

Él: «Comienza en tus ojos un combate sin tregua.

Vencida, eres el fuego. Victoriosa, la llama.

Nunca el crimen sagrado me pareció tan bello.»

 

 

3. Pitonisa floral

 

He preguntado a las orquídeas

-dominaba el perfecto sopor del mediodía-

si tus cabellos eran sierpes

o sílabas de fuego adormecido.

 

 

4. Tus ojos

 

Y tus ojos, tus pétalos de luz,

aquellos ojos que resumían el estío,

vasijas de pureza,

agonizan de sombra en su prisión de nieve

y de silencio.

El mundo es una catedral helada.

 

"Scholia" 1978

 

 

De "El hacha y la rosa" 1993:

 

1. Bienvenida

 

Bienvenida al palacio de la duda,

a la casa del miedo.

Cómo echaban de menos tus pisadas

las baldosas del barrio.

 

 

2. El desayuno

 

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno),

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

 

 

3. El espejismo

 

Alguien me dijo que se había ido

fuera de la ciudad. Y volví a verla

cuando no estaba ya. Volví a entregarme

al dolor de sentir su lejanía

y a la añoranza de sus movimientos.

Volvió a decirme en sueños que me amaba

y a protagonizar mis pesadillas.

Volví a verla denuda entre mis brazos.

Volví a verme desnudo entre los suyos.

 

 

4. El olvido

 

La olvidé. Por completo. Para siempre

(o eso creía entonces). Me cruzaba

con ella por la calle y no era ella

quien se paraba ante un escaparate

de ropa deportiva, no era ella

quien compraba el periódico en un quiosco

y se perdía entre la muchedumbre.

Como si hubiera muerto. No era ella.

Su nombre era el de todas las mujeres.

 

 

5. La flor blanca

 

Entraban en silencio el invitado,

la mujer de su amigo y la flor blanca.

Estaban en silencio. Y el espacio

de su amor era blanco y silencioso,

como la flor que lo representaba.

Y aquel silencio era deseo y culpa,

traición amarga, dulce desafío,

y había en él angustia y esperanza,

y era la plenitud, y el desengaño.

 

 

6. La llamada

 

La noche había sido muy larga y muy oscura.

Quería oír tu voz. Que tus dulces palabras

me trajeran un poco de calma. Que el cariño

que sentías por mí viajara por teléfono

hacia mi corazón maltrecho y derrotado.

Quería oír tu voz y oí la de tu amante.

 

 

7. Un amor imposible

 

Te he encontrado en la calle

y, luego, hemos cenado juntos.

Te lo he dicho otra vez:

mi vida quiere ser lo que llamaba Bowra

"the pursuit of honour through risk".

Y tu sonrisa se transforma

en una mueca obscena,

y sigues sin saber qué es el pudor.

Antes de medianoche

estabas muerta ya, amor mío.

 

"El hacha y la rosa" 1993

 

 

 

De "Necrofilia" 1983:

 

1. Cómo te defiendes de mí

 

Cómo te defiendes de mí.

Cómo resistes,

desde la torre de la ausencia,

agitando el pañuelo para siempre,

sin forma ni color,

humo tan sólo,

aérea y rígida en tu nube,

diciendo adiós al mundo y a mis brazos,

muerta y levísima.

Cómo te defiendes de mí.

Cómo, al fin, me derrotas

y me sepultas, también a mí,

en la tumba sin flores del olvido,

donde mis huesos no conozcan

la senda de tu cobardía.

 

 

2. El fantasma

 

Cómeme y, con mi cuerpo en tu boca,

hazte mucho más grande

o infinitamente más pequeña.

Envuélveme en tu pecho.

Bésame.

Pero nunca me digas la verdad.

Nunca me digas: «Estoy muerta.

no abrazas más que un sueño»

 

 

3. La vela

 

Una vela es el deseo.

Está encendida. Ilumina

la habitación. En los muros

hay desgarraduras viejas.

La vela baila. Se cierne

sobre el espacio. Divide

la sombra en dos. El deseo

tiene pulmones de cera.

Y es el ahogo. Las cosas

bajo llave. Las palabras

no dichas. Burbujas. Brillos.

Alas rotas. Labios muertos.

O tu pecho: todo es cera.

Siempre en luz. Sobre el silencio

extiende su brasa el ojo.

Las paredes tienen grietas,

salpicaduras recientes.

Y ellos se alejan. Ignoran.

No saben qué hacer. No saben

dónde esconderse. Son otros.

Sombras de la misma vela.

 

"Necrofilia" 1983

Tomado de:

http://amediavoz.com/cuenca.htm

 

 

CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA

 

Cuando vivías en la Castellana

usabas un perfume tan amargo

que mis manos sufrían al rozarte

y se me ahogaban de melancolía.

Si íbamos a cenar, o si las gordas

daban alguna fiesta, tu perfume

lo echaba a perder todo. No sé dónde

compraste aquel extracto de tragedia,

aquel ácido aroma de martirio.

Lo que sé es que lo huelo todavía

cuando paseo por la Castellana

muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,

y me sigue matando su veneno.

 

 

LA MALCASADA

 

Me dices que Juan Luis no te comprende,

que sólo piensa en sus computadoras

y que no te hace caso por las noches.

Me dices que tus hijos no te sirven,

que sólo dan problemas, que se aburren

de todo y que estás harta de aguantarlos.

Me dices que tus padres están viejos,

que se han vuelto tacaños y egoístas

y ya no eres su reina como antes.

Me dices que has cumplido los cuarenta

y que no es fácil empezar de nuevo,

que los únicos hombres con que tratas

son colegas de Juan en IBM

y no te gustan los ejecutivos.

Y yo, qué es lo que pinto en esta historia?

Qué quieres que haga yo? Que mate a alguien?

Que de un golpe de estado libertario?

Te quise como un loco. No lo niego.

Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo

era una reluciente madrugada

que no quisiste compartir conmigo.

La nostalgia es un burdo pasatiempo.

Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,

píntate más, alisa tus arrugas

y ponte ropa sexy, no seas tonta,

que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,

y tus hijos se van a un campamento,

y tus padres se mueren.

 

 

MI MONSTRUO FAVORITO

 

Qué va a pasar cuando mi novia sepa

que no puedo vivir sin tus pseudópodos,

sin tu horrible humedad en mi bolsillo.

Qué va a pasar cuando descubra un día

las huellas de tu baba entre mis dedos,

y empiece a hacer preguntas, y la rabia

y los celos se agolpen en sus ojos,

y yo confiese al fin que la he engañado contigo,

y que no puede comparársete,

y te enseñe orgulloso el agua sucia

donde se reproducen nuestros hijos.

Qué va a pasar cuando no entienda nada

y nos denuncie a Sanidad.

 

 

LA VENUS DE WILLENDORF

 

Entre las chicas norteamericanas

que estudian español en la academia

de enfrente de tu casa, hay una gorda

que es igual que la Venus de tus sueños.

Bajo una camiseta de elefante

que pone «University of Indiana

(Jones)» y unos pantalones de hipopótamo,

se mueve por el mundo con el arte

que le da su ascendencia mitológica.

Hace ya varios días que vigilo

desde el balcón su cuádruple barbilla

y el sol dorado de su cabellera.

Hace ya varios días que le envío,

cuando se pone a tiro de mis ojos,

dardos de amor y flechas de deseo.

Pero no llegan nunca a su destino.

Tomado de:

https://www.laraizinvertida.com/detalle-1822-39-luis-alberto-de-cuenca-

 

 

EL DESAYUNO

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno),

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

Tomado de:

https://poemas.yavendras.com/luis-alberto-de-cuenca/

 

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