Con los cinco sentidos
Nuestros aviones llegan
sin ser vistos ni oídos.
Nuestros aviones bombardean
sin ser vistos ni oídos.
Nuestros aviones matan
sin ser vistos ni oídos.
Sólo el tacto, el olfato y el sabor
de la sangre en la boca,
les hace sentir frío y les devuelve
el sentido común a los que han muerto
Revista
MLRS. nº.20
Los otros, los demás, ellos
El serbio que destruye un colegio soy yo,
el ruandés que mata a machetazos soy yo,
el terrorista que coloca la bomba soy yo,
el hombre que dispara en un hiper de Texas
soy yo,
el judío que bombardea un campo de
refugiados soy yo,
el palestino que clama en el desierto soy
yo,
el albanés que huye en un barco soy yo,
el marroquí que se ahoga al cruzar el
estrecho soy yo,
el guerrillero que aún sueña en El Salvador
soy yo,
el bebé somalí que se muere de hambre soy
yo,
el médico sin fronteras soy yo,
el general que apunta soy yo,
el empresario que emite residuos
radiactivos soy yo,
el enamorado que mata por amor soy yo,
el loco que muere por amor soy yo,
el político sin escrúpulos soy yo,
el funcionario corrupto soy yo,
el funcionario honrado soy yo,
el hombre capaz de lo mejor,
el hombre capaz de lo peor,
el hombre a secas, yo
En:
Donde nadie me llama.
(Poesía
1980-2010). Hiperión
Parte de guerra
Ni una baja
tras cien operaciones.
Ni una baja
tras mil operaciones,
Ni una baja
tras tres días de guerra
en la bolsa de tokio.
Almas de doble filo
Ya sé que en esta guerra
rezan los dos ejércitos.
Aun así no hay razón
para hundir la moral de nuestras tropas.
Saben que el alto mando
del cielo estará atento
a los partes de guerra
y que un dios es más dios cuando le
escoltan
por las nubes mil ángeles
con un vuelo de ojivas nucleares
y las alas cargadas
de futuros misiles
tierra aire: los muertos.
Gallos de pelea
Cantó el gallo en mitad del bombardeo.
Como si no supiera
que esta guerra es un duelo entre dos
dioses
y quisiera ser él el tercero en discordia.
Como si el muy necio intentara
convencerse a sí mismo
que a las cinco amanece
a pesar de los hombres.
De: El
gallo de Bagdad
Poetas
Hormigas.
Sólo hormigas
con enormes ojeras.
Seres insignificantes
a quienes salva sólo
su vocación de sombra.
El poema que escribo
y más aún
el verso que no alcanzo jamás.
Hormigas sin descanso.
La barca triste y rota del otoño.
Las mujeres que amé, las que me amaron.
El jersey que aún me pongo
del revés tantas veces.
Hormigas sin remedio.
Hormigas con memoria.
Los vagones de ayer
y la máquina absurda del mañana.
Hormigas avanzando hacia ningún lugar.
Y eras tú.
Criatura enamorada.
Hormigas transportando
todo el peso del mundo
a tus espaldas
En:
Donde nadie me llama.
(Poesía
1980-2010). Hiperión
LA PACIENCIA DEL COBRE
Apenas somos manos
asustadas,
abruptas intemperies
construyendo bancales
para aplazar el vértigo,
construyendo caricias.
La piedra de la edad
y este silencio roto
por tu azul.
Cuerpos tendidos
para aplazar el vértigo.
Me muero de belleza
y sangre roja
atada al corazón
LA HOJARASCA
Echó el cerrojo a la puerta,
compró una hamaca
y se encerró en el cuarto…
Lo escribió Gabriel García Márquez.
Compraré esa hamaca, quiero, necesito
volver a ser la hamaca que conmigo siempre.
Un puñado de oxígeno. Un bocado.
Confundir pan de hoy con pan de ayer.
El mar que hace millones de años
hubo aquí.
La extraña caracola.
Los libros que uno a uno aquellos días
se caían a plomo de la cama.
El mirlo en el alféizar con su pico
naranja.
Apetece la luz, pero me aterra abril.
Los poetas intuyen, bajan la voz, se
alejan,
conocen las batallas perdidas de antemano.
Se esconden en sus casas, en sus tomos
se esconden, en sus islas pobladas.
Cernuda, Lorca, Claudio, Wisława, Sylvia
Plath…
En mí vive un grito, por la noche aletea,
buscando con sus garras
un objeto de amor.
Buscaré una vez más a la muchacha
que Degas amaba.
Ahora en cambio la peste.
Se morían a miles en Sevilla
y fue cuando Murillo acuñó sus azules
inmortales.
Ahora lo entiendo todo.
Esos azules.
Me gustaría verlos, una vez más
acercarme a verlos.
Querría también ir al Finis Terrae
a contarle mi oeste.
Y poco más…
La ciclista que acaba de sonreírme
mientras sube la cuesta
LA BOCA DEL LEÓN
¿Os acordáis de niños, en el circo?
El domador metía de pronto la cabeza
en la boca del león, y todos tras un ohhh
de espanto, apretando los puños,
conteníamos un siglo la respiración.
Se detenía el mundo.
Era sólo un segundo, pero duraba un miedo
que aún me despierta a veces en mitad
de la herida,
ahora mismo otra vez, y es la peor
cuando veo y recuerdo mi cabeza al fondo
de un pasillo muy largo, quieta, rota,
dolida,
aterrada también,
suspendida en las fauces
siempre abiertas
de la vida o la muerte.
Un momento crucial.
Los niños, pulmones del mundo,
conteníamos la respiración.
Doblaba el domador un poco sus rodillas
inclinándose atrás, dejaba caer el látigo
como si fuera necesario
añadirle a la escena
todavía más riesgo,
quizás mi rendición,
y entraba con mi cabeza a solas,
selva, pánico, hijas, mi cuerpo por
delante,
apretando los dientes, en aquella
boca oscura de un túnel
donde me juego todo
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/cuatro-poemas-de-la-curacion-del-mundo-de-fernando-beltran/
Dios
No nos gusta matar.
somos
por fortuna creyentes,
por fortuna ricos
de corazón, por fortuna dueños
de artefactos que matan por fortuna
solamente al pobre
hombre que cruce infortunado
un lugar estratégico
Teletipo
El enemigo
será borrado en breve
de la paz de la tierra
Panorama
Desde el aire
la tierra es un inmenso óleo,
el radar una lupa
y un pincel la metralla
restaurando la tela.
Desde el aire
los hombres sólo son
naturalezas muertas
Epitafio
Murió como una bala.
Aún no sabe que ha muerto
Enviado especial
Devolvemos la conexión a Madrid
para unos minutos publicitarios
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/poemas-de-urgencia-de-fernando-beltran/
LA GABARDINA DE MI PADRE
La que se cae a trozos,
la que uso todavía cuando viajo al norte,
como se aferra el don de un comodín.
Recuerdo que al probármela
descubrí en sus bolsillos caramelos de
menta
y un papel con los últimos recados.
Miel, manzanas, dos paquetes de Kleenex,
unas pilas de larga duración
que no cumplieron nunca su promesa,
y una nota final: Librería Hiperión.
Aún tiemblo.
Mi padre que pensé no había leído nunca
los libros que escribí,
los conocía todos, me dijeron, los compraba
frecuente,
me dijeron, y elegía con pausa, me dijeron,
en función del regalo y la persona
a quien quería hacérselo, su médico,
vecinos,
sus amigos, a cada cual un título.
No podía creerlo.
Yo experto en sus silencios, él experto en
mis fríos.
Dos buscándose, y nunca.
Así la vida
MADRE
Hay cosas que no pueden suceder.
No estamos preparados.
No pueden suceder.
Me bajaría a mitad del recorrido,
me arrojaría en marcha incluso
de este pánico tren para que nunca
sucedieran las cosas que no pueden suceder.
Y no me diga nadie ley de vida.
Si lo es, no me sirve. O al grito le da
igual.
Hay cosas que no y nunca.
No hay fruto si no hay árbol.
Cómo vivir después.
Hay cosas que prefiero no pensar.
Cojo este tren urgente, pero sólo
porque quiero besarla, nada más
y regresar mañana ileso y confirmando
que está mejor y hay cosas
que no pueden suceder
Tomado de:
https://vocesdelextremopoesia.blogspot.com/2015/11/3-poemas-de-hotel-vivir-de-fernando.html
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