Recompensa
Traducido
por Rogelio Guedea Rogelio Guedea
Bajé a la frívola ciudad para hacer algunas
transacciones.
En el tranvía los pasajeros discutían sin sentido;
en las tiendas muy caras las mercancías;
en el banco muy poco dinero;
en las largas calles demasiado calor.
Pero en la Oficina de Correos me dieron tu carta.
La leí en mi cultivado jardín, al caer la tarde.
Un viento fresco que venía de las olas del mar
soplaba dulcemente
y entonces vi que el pequeño Omi-Kin-Kan había
echado un verde retoño.
Frescura
La tormenta rugió durante la noche, pero cesó al
amanecer;
el cielo está ahora despejado y las extensas
llanuras, verdísimas.
En lo alto sobrevuela una gaviota, con estridentes y
salvajes chillidos.
Exiliada gaviota, regresa a tu océano,
mira cómo aún ahora sonríe al lado de las nevadas
montañas,
cómo aún resplandece bajo el ardiente sol.
Entre mis arbustos pían jubilosamente pequeños y
vivaces pajarillos;
los gusanos barrenadores están dichosos en la húmeda
tierra.
Respuesta
Cuando me escribiste la carta era abril,
y estabas feliz de tener un clima primaveral,
y que el sol brillara a su vez con algunos
aguaceros.
Yo te escribo en el pálido mayo y es otoño
y estoy contenta de que mis crisantemos
se hayan aferrado a fuertes postes
de tal modo que los vientos del sur no puedan
doblegarlos.
Estoy contenta de que tengan un color cobrizo
y ardiente bajo la luz vespertina del bajo oeste
y estoy alegre de que ese ruiseñor
aún cante entre la acacia olorosa a miel.
Pero oh, nosotros tenemos corazones memoriosos,
y decimos “qué verde fue en tal y tal abril”
y “en tal y tal otoño fue muy dorado”
y “todo dura tan poco”.
Tomado de:
https://poesianeozelandesa.com/poesia/mary-ursula-bethell/
Pausa
Cuando estoy cavando con mucha seriedad
, a veces levanto la cabeza y miro las montañas,
y reflexiono sobre ellas, relajando los músculos.
Pienso en la libertad de las hierbas silvestres que
florecen allí,
en la grandiosidad de los árboles en forma de
tormenta que se amontonan en sus gargantas,
y en las rocas gastadas por la lluvia esparcidas en
magníficos montones,
Las plantas pioneras en esas tierras altas
encuentran sus propios cimientos
No hay crecimiento vigoroso, allí, es una mala
hierba:
Todos los climas son saludables.
Ha pasado poco tiempo desde que esta ladera
yacía igualmente libre,
incesantemente barrida por vientos transmarinos.
En muy poco tiempo, puede ser,
cuando nuestros miembros impulsivos y nuestros
cráneos superiores
hayan devuelto al suelo varias onzas de
fertilizante,
La Madre de todos volverá a tomar el mando,
Y pronto borrará con sus elementos
Nuestros pequeños y cariñosos recintos humanos.
Tomado de:
https://www.thereader.org.uk/featured-poem-pause-by-ursula-bethell/
Cristal de roca
Molesto por la rutina, embotado, entorpecido por
muchos años,
resbalando halter sabia vacaciones,
lejos en la tierra del oeste.
Tanto verde fresco para ver; un silencio tan
profundo
escuchar; claro silencio; aguas brillantes;
tan verde oscuro de la sombra de los árboles; tal
repiqueteo
de collares de gemas – pájaros temblando,
ocultas, las hojas con cantos de cristal.
Para oír, al anochecer, jóvenes montañeros,
desciende como un dios desde los pináculos
iluminados por el sol,
hablar de proezas y peligros, y, sacado del
bolsillo,
muestran cristales facetados de altas superficies
rocosas.
A musa: Todo esto, ha sido como a cristal,
aguas que gotean frías, clarísima voz de pájaro,
puro silencio, glaciar de luz intermitente.
Para ser invitado: Por favor tenga este cristal.
Y así, como la flor concedida por hadas en el cuento
de hadas,
belleza, veloz en un cristal, porte,
de vuelta a la ciudad.
La humanidad siempre ha encontrado cómodo
para hacer que la experiencia más rica sea portátil,
de corazón a corazón con un contrato de firma,
resumir en símbolo, altísima aventura;
hasta que, años pasados, y significado roto,
la gente pregunta: ¿Qué quieres decir con esta
señal?
Codifiquemos bondadosamente por cada hombre
un hermoso recuerdo al menos en la vida
apto para ser encerrado en relicario de cristal,
para que todos puedan verlo, pero nadie lo ve,
excepto él.
Tomado de:
https://www.theguardian.com/books/booksblog/2009/sep/07/poem-of-the-week-ursula-bethell
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